14
Despierto temprano y luego de abrigarme lo suficiente para no morir sofocada pero tampoco de frío, me retiro del hotel y compro mi desayuno al pasar por un café.
Al igual que el día anterior, decido disfrutar todo el día fuera del hotel visitando monumentos, tiendas y, por supuesto, librerías. Necesito suministrarme de libros de autores poco conocidos.
Y sobre todo, suministrarme de una inyección de aventura.
No, no iba a llamarlo.
No aún, al menos.
No puedo mentir, aunque el chico de los dibujos sea exasperante y un acento bastante particular, tiene su encanto.
Que cliché.
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