Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9 🚗

—Este —dice Connor, levantando la mano para que lo ubique.

Es un Renault 19, es perfecto para no llamar la atención y son cómodos. Asiento y me alejo un poco para agarrar impulso, luego golpeo con mi codo el cristal, haciéndolo añicos.

—Tenemos que hablar sobre tu forma de hacer las cosas —declara Connor, haciéndome reír.

—Este no tiene algún interruptor que nos ayude a no hacer escándalo, así que hay que usar lo que se tiene —me defiendo, cogiendo un puño del saco que llevo puesto para limpiar bien los cristales que quedaron en el marco. Una vez no veo alguno, abro la puerta y sacudo también el asiento.

No hace falta que le diga nada, Connor rodea el auto y entra. Hago lo que hice con el miniván y saco la suichera para unir los cables y encender el auto. Compruebo la capacidad del tanque de gasolina, bastándonos lo que tiene para avanzar lo suficiente antes de tener que cambiarlo.

Salgo del estacionamiento sin llamar la atención. Connor consigue una gorra en el asiento trasero que se coloca porque los vidrios de este auto no son polarizados, por lo que se ve a la perfección hacia el interior.

—¿Sabes todavía ubicarte? —pregunta Connor, jugando con la emisora para poner una que le guste.

No sé qué obsesión tiene con andar escuchando música todo el rato. Hace ver esto como un viaje de vacaciones placenteras, como si no nos estuvieran buscando. Como si no fuese nuestro pellejo el que está en juego si no llegamos mañana a ese sitio para que se case.

—¿Cómo puedes lucir tan relajado? —respondo en cambio. Ríe bajo, dejando quieto el equipo. Se escucha música clásica.

—Cuando piensas que te quedan menos de veinticuatro horas para ser libre, pues, empiezas a disfrutar lo que te queda —explica. Bufo.

—No dejarás de ser libre, Connor. Vas a casarte, no a prisión como yo —le recuerdo. Ríe con ganas.

—Y así como tú no quieres estar en prisión, yo no quiero casarme —zanja. Suspiro.

—¿Qué tal si la chica es guapa? Capaz y hasta sabe cocinar comida deliciosa —comento. Vuelve a reír.

—He conocido demasiadas chicas guapas a lo largo de mi vida y con ninguna he querido casarme —acota. Lo veo mal.

—Estás tan acostumbrado a tener a todas a tus pies, que ahora que deberás sujetarte a la fidelidad por estar casado, te está afectando, ¿no es así? —cuestiono.

—No. No es lo de ser fiel lo que me preocupa. Nunca sería infiel porque jamás haría que una mujer se sienta como mi padre hace sentir a mi madre. El día que sienta más por otra mujer que por mi esposa, entonces la dejaré, pero no le faltaré el respeto de esa forma —zanja. Lo veo, sorprendida—. ¿Qué? —replica.

Me muevo incómoda sobre mi asiento.

—Nada, te creí más cretino —confieso. Ríe.

—Soy un cretino. Me gusta el sexo, sí. Me fascinan las mujeres, pero les tengo respeto. No las uso, lo que nos damos debe ser mutuo para poder disfrutarlo, pero respeto aún más el matrimonio. Por eso no quiero casarme con esa chica —explica.

—¿Por qué es tan importante el matrimonio para ti? —pregunto—. Yo no quiero casarme nunca —admito.

—Tú ni siquiera quieres aceptar que te atraigo, colibrí. Eres extraña, lo que sabes que es común, no te interesa, por más que te atraiga —declara. Lo miro.

—No es así. No quiero casarme porque... —Callo al darme cuenta de que no tengo una respuesta concreta para eso.

—¿Qué? Vamos, dilo —me alienta. Suspiro.

—Porque los chicos que he conocido no me inspiran a querer hacerlo. Además, saldré de prisión cuando tenga, no lo sé, ¿veinticuatro años? —digo, pero suena a pregunta. Connor me mira atento—. Y cuando salga, ningún chico querrá meterse con una exconvicta. Además, ¿por qué tendría que casarme? Prefiero, no lo sé, hacer algo más con mi vida que no sea tener una familia forzada —zanjo.

—Colibrí, el que no hayas tenido una familia perfecta no quiere decir que los demás sí. Ninguna familia es perfecta, mira la mía, tuvimos todo lo que ustedes carecieron, pero yo nunca tuve un hermano que me defendiera como el tuyo lo hizo. Ni una hermana que me siguiera a donde fuese solo por ser su protector —dice. Lo miro—. Lo cierto es que, yo creo que serías una gran esposa —declara. Sonrío.

—La que tendrás, de seguro también lo será —replico. Bufa.

—Qué manía de dañar el momento tienes, mujer. ¿No ves que intento ganarme otro beso? Me lo pones difícil —confiesa. Río con ganas, pero siento mis mejillas sonrojarse.

—¿Dónde queda lo de la fidelidad? Besarme te hace infiel —acoto.

—Desear hacer más que besarte, también —aclara. Lo veo, pasando saliva porque esa afirmación me ha estremecido algo en el interior—, pero no puedo serle infiel a alguien que aún no conozco —decreta. Tiene razón.

—Pero ya están comprometidos de todas formas —insisto.

—Por nuestros padres, sí, no por nosotros —zanja. Suspiro.

—De todas formas, Connor, sacando lo de los besos que quieres darme...

—Y que tú quieres que te dé —interrumpe. Lo veo mal—. No me veas así, tienes que aceptarlo. Vamos, di: Connor, sí quiero que me beses —ordena. Río.

—No diré eso nunca —prometo. Chasquea la lengua.

—Lo dirás, ya verás que sí —asegura. Niego con la cabeza, pero sonrío.

—En fin, déjame hablar y ya no interrumpas —ordeno. Asiente, elevando sus manos al aire en señal de paz—. Creo que, una vez la conozcas y, sin importar que sea o no guapa, que de seguro lo es, porque si es hija de una familia tan poderosa como la que dices, debe serlo. ¿Has visto alguna vez un rico feo? —cuestiono. Connor comienza a reír con tanta fuerza que debe sujetarse el estómago con las manos.

—Pues, no, la verdad no. Cuando lo son de chicos, las cirugías lo ayudan de grande —confiesa. Asiento.

—Exacto, así que está chica debe ser guapísima. Y una vez se conozcan y se casen, creo que deberías hacerla feliz. O bueno, deberían hacerse felices mutuamente —explico y lo veo de reojo, saboreando sus labios.

—¿Cómo haces feliz a alguien sin conocer sus gustos? —replica.

—Pues, preguntando. A ti te encanta preguntar todo, pregúntale sus gustos. Sus miedos, sus aspiraciones, sus cosas favoritas. Pregúntale qué sabor de helado prefiere, qué equipo de fútbol y modelo de auto. Y si te dice que no sabe sobre lo último, déjala o déjame matarla a mí —propongo. Vuelve a reír con gusto. Sonrío también.

—Así que, si no sabe de autos, ¿no debería de ser mi esposa? —cuestiona. Asiento sin dudar.

—Obviamente, dime entonces, ¿cómo va a sacarte de apuros si no sabe, tan siquiera, cómo encender un coche sin llaves? —pregunto. Connor no ha parado de reír, pero deja de hacerlo al parar en un semáforo para mover mi rostro, dejando el suyo a milímetros.

—Entonces, mi esposa deberías ser tú, ¿no crees? —replica, arrastrando sus labios contra los míos, deteniendo mi respiración por completo.

Amo eso último, jajajajaja.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro