Capítulo 54 🚗
Narra Connor.
Dejo de dar vueltas de un lado a otro, maldiciendo por lo bajo de que Megan no conteste mis mensajes.
Necesito saber que K está bien. Me ha dejado durmiendo esta mañana y van a ser las cinco de la tarde y sigue sin darme señales de vida.
Estoy a nada de ir hasta esa casa y cerciorarme por mi propia cuenta de que está bien, pero mi lado racional no lo permite porque no sé si, realmente, todo esté bien y mi presencia solo empeore lo que estaba bien.
Cojo aire con fuerza y tomo el paño para darme una ducha y ver si así me relajo. De seguro a Megan se le descargó el celular y no se ha dado cuenta por estar leyendo algún libro o viendo una serie. Sí, eso debe ser.
Justo cuando ya la tina está llena y voy a meterme en ella, la puerta comienza a sonar. Arrugo el rostro, creyendo que puede ser Megan y que, ahora sí, todo se fue al diablo. Casi que, corriendo, enrollo nuevamente el paño en mi cintura y llego a la puerta agitado, pero cuando la abro, no es Megan quien está del otro lado, sino K.
Sus ojos están rojos y un poco inflamados, imagino que de llorar.
Estoy por decir algo para preguntarle cómo está, pero enseguida se lanza a mis brazos, enrollando los suyos en mi cuello y su boca ataja la mía.
Gruño, presionando fuertemente contra mi pecho mientras recibo de buena gana su beso y lo profundizo, introduciendo mi lengua para enrollarla con la suya. Jadea y eso termina de desquiciarme por completo. Nos giro, cerrando la puerta con el pie y acomodándola para que se enrolle a mi cintura.
Entiende lo que quiero y lo hace, despegando un momento su boca de la mía.
—Te amo, te amo, te amo, te amo —repite mientras deja besos por todo mi rostro. Sonrío feliz de la vida, conduciéndonos a ambos directamente al baño.
—Y yo a ti, colibrí. Yo también te amo —confieso, sentándola en la encimera. Siento su cuerpo temblar debajo de mi tacto—. ¿Mía? —pregunto, inclinándome para besar su cuello sin dejar de buscar con mis manos el cierre de su vestido. Se estremece con más fuerza.
—Sí —musita. Me enderezo para verla a la cara cuando da un salto, bajándose de la encimera y deja caer los tirantes de su vestido luego de bajar el cierre. Paso saliva al encontrarla con un conjunto de lencería negro que realza mucho su piel pálida—. ¿Te gusta? —pregunta en un susurro tímido. Sonrío y subo la vista a sus ojos, no sin antes notar cómo su pecho sube y baja por su respiración errante.
—No me gusta, colibrí —admito. Pasa saliva, desviando la mirada—. Me encanta cómo luce en ti —digo ahora. Sus mejillas se ponen coloradas, pero una tímida sonrisa adorna sus labios. Muerdo mi labio inferior, acariciando la cima de su seno derecho—. Y más va a encantarme cuando ya no lo tengas puesto —declaro para tomar del todo su cintura y alzarla, llevándola conmigo a la tina.
Apenas la acomodo en la orilla de la tina y yo dentro de ella, me mira sorprendida.
—¿Qué? Oh, Dios, ¡Connor! —chilla al no darle tiempo de preguntarse qué es lo que quiero porque enseguida muerdo su sexo por encima de la tanga. Río bajo al sentir el tirón en mi cabello, pero no me quejo.
Viéndola a la cara, sus ojos ya no son más azules, ahora están oscuros y deseosos, rasgo la prenda y ella abre la boca en busca de aire. No uso mis manos para tocarla, uso directamente mi lengua, enterrándola en su feminidad y tomo su espalda con mis manos al saltar, para que no se caiga hacia atrás.
—¡Connor! —chilla al tirar con mis labios de sus pliegues antes de volver a enterrar mi lengua a lo largo de su hendidura—. ¡Dios, Connor, voy a, Dios! —grita sin sentido, clavando sus uñas en mi cráneo mientras me deleito con su sabor.
Es tan exquisita como imagine que sería.
Colapsa por completo al soltar su espalda con una de mis manos para acariciar su sexo sin dejar de probar y jugar con su clítoris con mi lengua. De nuevo mi nombre sale como un grito liberador al correrse apenas introduzco un poco mi dedo y lo hago girar.
Sonrío durante el proceso que limpio su orgasmo, recibiéndolo de buena gana. Al terminar, me siento bien en la tina y la veo.
Su corazón parece querer salirse de su pecho por lo agitado que sube y baja. Sus ojos están cerrados y sus mejillas están del color de la sabana de la cama. Y su boca, su boca está abierta y suelta frases que no entiendo porque las está diciendo en ruso.
Alzo una ceja cuando abre los ojos.
—¿Ruso? —pregunto y ella ríe bajito, dejándose caer dentro de la tina y soltando de una vez su brasier, permitiéndome ver sus pezones duros.
—Aparte del inglés, es lo único que sé hablar —explica. Saboreo mis labios.
—¿Y qué has dicho? —pregunto, interesado en conocer sus nuevos gustos. Ríe de nuevo y sube sobre mí, abrazados a mi cuello.
—Delicioso, Dios mío, loca y... —Hace una pausa que la siento eterna para inclinarse hacia adelante y dejar un beso en mi cuello que me hace palpitar el pene debajo de ella. Gime al sentirlo—. Люблю тебя —dice. Parpadeo y la veo cuando se endereza—. Significa te amo —explica. Sonrío.
—Yo solo sé inglés, pero podría aprender todos los idiomas del mundo para decirte te amo en cada uno, sin embargo, prefiero recorrer el mundo contigo y mostrarte en cada país, lo mucho que te amo, colibrí —confieso. Sus ojos se cristalizan y yo río bajo por eso, aceptando la forma en la que se aferra a mí con sus brazos.
Sube un poco y sé lo que quiere, por lo que, posiciono mi miembro en su entrada y ella misma se deja caer, llenando mi cuerpo de algo que solo he sentido con ella. No antes ni después, solo con ella.
—Cada día, paquete, cada día te amaré más que el anterior —promete para comenzar a moverse ella, y el ritmo que toma, uno desesperado, hambriento, me hace presionar con fuerza sus nalgas por lo rico que se siente sentirla.
Ay, wey, amé esas palabras finales de Connor, jajajaja. Aunque mi Oleg esté sufriendo, pero bueno, ya leeremos más de él en su libro.
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