Capítulo 53 🚗
Narra K.
Estoy temblando por completo cuando las puertas de la mansión se abren al llegar. Connor quería venir y traerme él mismo, pero obviamente no lo acepté y por eso, me fui antes de que despertara.
No voy a hablar sobre lo bien que se sintió estar entre sus brazos, lo mucho que extrañaba tenerlo acariciando mi cabello y prometiendo miles de cosas en mi oído hasta que el sueño me venció.
Paso saliva cuando veo a Oleg frente a la puerta principal, con sus manos en jarras y su mirada fulminante. Apenas llego, me toma por el brazo y tira hacia el interior de la casa.
—¡¿Dónde estabas?! —sisea furioso y nos encierra en el mismo baño que nos metió cuando vinieron la familia de Connor y Mariah. Paso saliva al soltarme.
—Estuve con Connor —confieso porque he venido para ser honesta. Oleg gruñe furioso.
—¿Cómo pue...? No, ni siquiera voy a preguntar algo que es obvio. A mí no me dejas hacerte el amor, pero de seguro lo hiciste toda la noche con él. Eres una. —De nuevo calla, girando para estrellar su mano contra la pared. Paso saliva y me acerco a él hasta rodearlo con mis brazos y pegar mi mejilla a su espalda.
—No hicimos nada, Oleg. Jamás te faltaría el respeto —prometo, sintiendo su cuerpo temblar contra el mío.
—Ya lo has hecho, ya me has faltado el respeto. Dormir en la cama de otro hombre es faltarle el respeto al hombre que te esperaba en tu cama —enfatiza la palabra tu. Paso saliva.
Tiene razón, puede que no me haya besado o hecho el amor con Connor, pero de todas formas le falté el respeto a Oleg al dormir con él y anhelar dormir el resto de las noches entre sus brazos.
—Lo siento mucho, Oleg. Tú tienes razón, no pensé en eso —confieso. Oleg se gira, soltando mis manos y me mira.
—Claro, es Connor, con él nunca piensas, ¿cierto? —replica. saboreo mis labios.
—Oleg yo. —Callo, negando con la cabeza y suspiro—. Connor se separó de Mariah —musito bajito, muy bajito. Oleg maldice sonoramente y sale del baño, subiendo las escaleras con rapidez.
Veo a Megan al final de la escalera, pero paso de ella y sigo de largo a nuestra habitación. Cuando entro, Oleg está destrozando todo a su paso para después sentarse en el borde de la cama, negando con la cabeza. Cuando la eleva, sus ojos rojos por la forma incontrolable en la que está controlándose, me hace llorar a mí con más fuerza.
—Nunca tuve alguna oportunidad de que me amaras, ¿cierto? —cuestiona. Mi corazón se encoge, saltándose varias pulsaciones por lo derrotado que se escucha. Paso saliva.
—Tuviste todas, Oleg. No es tu culpa que yo no haya querido intentarlo. Tú has sido perfecto siempre —musito sin atreverme a acercarme, pero tampoco sin poder dejar de llorar.
—¿Este es el final? —pregunta y desvía la mirada para ver frente a él. Paso saliva viendo nuestra foto en el marco.
Otras pulsaciones son saltadas.
—No creí que lo hiciera —confieso y bajo la cabeza, viendo cómo mis lágrimas caen sobre mis zapatos.
—Y si no lo hacía, ¿qué? ¿Ibas a seguir fingiendo que eras feliz conmigo? Esperando siempre la oportunidad para correr a sus brazos —espeta. Muerdo mi labio inferior.
—No fingía, Oleg. Sí soy feliz conti...
—Pero no es con quien quieres estar, Kiran. No soy el hombre con que quieres estar. Creí que estábamos bien, pero me equivoqué. Y no soy un hombre que deba ir suplicando cosas, Kiran. Ya Alek no está, ya no tengo de quién cuidarte. ¿Quieres irte? La puerta para entrar a mi vida es diminuta, pero para salir, es inmensa. Eres libre de irte cuando quieras, pero, por ahora, quien se va soy yo —zanja y se levanta. Me giro cuando pasa por mi lado.
—¿Por qué? Es tu casa, Oleg, la que se va soy yo —musito, haciendo que detenga sus pasos y me mire por encima del hombro con la peor mirada que desearía quedarme de él: una derrotado.
—Te la regalo, ya no la quiero. Tómalo como un premio de consolación por el tiempo perdido conmigo. Regreso a Rusia —declara y no me deja hablar porque baja las escaleras con rapidez, dejándome muda.
Alzo la mano para callar a Megan cuando tiene el ademán de abrir la boca. No quiero culparla por este dolor que estoy sintiendo por hacerle daño a alguien que lleva haciéndome bien tanto tiempo, pero sí la estoy detestando por no haber sido honesta conmigo y organizar un plan a mi espalda.
Me encierro de nuevo en la habitación, lanzando la puerta con fuerza para gritar con más fuerza todavía mientras veo el cuadro con nuestra fotografía.
Lo siento, Oleg, nunca he sido buena siendo buena...
Me la paso las últimas horas llorando acurrucada debajo de las mantas, pero me levanto obligada al medio día porque la cabeza no deja de palpitar y el estómago parece querer salirse de mi cuerpo para alimentarse por su propia cuenta.
Abro la puerta de la habitación, encontrando a Mikhail ahí. No me importa que me vea con la cara roja por tanto llorar, así que voy directo a preguntarle qué hace todavía aquí. Su respuesta me hace sentir peor todavía:
—El señor me pidió cuidarla —explica. Paso saliva, desviando la mirada.
—Solo necesito algo para el dolor —musito. Enseguida lleva su mano al comunicador que lleva conectado al oído y pide que me traigan comida y analgésicos—. Gracias, Mikhail —digo todavía en un susurro porque hablar de más hace que mi garganta duela por todo lo que he gritado.
No pasa mucho para que me toquen la puerta y me entreguen un plato con un caldo de pollo y los analgésicos. Primero me tomé los analgésicos y luego el caldo.
Ahora estoy en la tina, ya más calmada porque he entendido que de nada vale llorar porque no iré ahí afuera a buscar a Oleg. Por más que me duela haberlo lastimado, ¿qué hay de mi sufrimiento durante estos meses?
Puede que me haya sentido bien junto a Oleg, pero él tiene razón, no es la persona con la que yo quería o quiero estar.
El hombre que quiero desde hace cuatro meses atrás es el mismo que anoche durmió abrazándome y que respetó mi decisión de respetar a Oleg. Es ese mismo hombre que sigue en esa habitación, esperando por mí.
¿Voy a dejarlo esperando por andar llorando aquí?
Obviamente no.
Salgo de la tina y con una bata de baño siendo lo único que cubre mi cuerpo, salgo de la habitación y camino para la de Megan. Mikhail siguiéndome de cerca.
—Necesito un favor —suelto apenas abre la puerta. Mira primero detrás de mi hombro y luego a mí para invitarme a entrar.
—Lamento esto, K, yo no quería, no creí que. —La hago callar alzando la mano.
—No tienes que disculparte, Megan. ¿Tienes un conjunto interior que no hayas usado antes? —pregunto, sorprendiéndome a mí misma por no sentir mis mejillas calientes. Las de Megan sí se ponen rojas y eso me hace sonreír.
—Por supuesto —responde y yo sonrío feliz porque esta será la noche que cambiará las que vienen de ahora en adelante, lo sé.
Dejaré de ser solo K para ser, por siempre, su colibrí.
Suya.
En este libro se lee bien, pero en el de Megan, el siguiente libro, es que sabrán todo el desastre que ocasionó esa ida de K con Connor la noche anterior. Mi pobre Megan siempre ha tenido que pagar los platos rotos de ellos.
Felicidades por esos 1040 votos, bellezas. Graciaaaas
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