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Capítulo 51 🚗

Narra Connor.

Se llegó el día, por fin, pero no pasó una semana como era el plan inicial porque nos tocó acelerar todo por el mensaje de Megan. Decir que enloquecí es quedarse corto... Lancé todo lo que estaba a mi paso en la habitación, hasta que vi los ojos de Mariah asustados por mi reacción y me obligué a calmarme.

¿Cómo diablos pudo hacer eso?

Quise renunciar a esto en ese mismo momento que leí el mensaje de Megan en el que me contaba cómo había llegado justo a tiempo para interrumpir que el muy maldito le hiciera sexo oral a mi colibrí.

Pero ¿y si los interrumpió esa vez, pero no era la primera vez que sucedía?

Respiro hondo dos veces, calmándome porque no puedo seguir torturándome con eso. Megan habló con K y logré que la pusiera al teléfono por llamada. Lo primero que dijo hizo que toda mi molestia menguara: perdón.

Ya luego le saqué la verdad, no lo sentía nada, pero prometí hacérselo pronto y le aseguré que ya no faltaba nada.

Siento esta relación de nosotros tan extraña, tan inusual, tan única que me exaspera que ella no lo resista y quiera conocer con él todo lo que quiero mostrarle yo.

Y no hablo solo de sexo.

Suspiro y veo la hora, sabiendo que ya es momento de iniciar la última fase del plan. Salgo de la habitación y me acerco con la sonrisa que he mantenido los últimos dos días desde que les conté sobre mis sospechas. Ya todos están listos en la sala, esperándome.

—¿Listos? —pregunto y todos asienten, sonrientes—. De seguro va a encantarle tenernos ahí a todos —comento, siguiendo con mi papel.

—Por supuesto que sí, pero vámonos ya o no llegaremos a tiempo para la cita —dice el padre de Mariah, siendo él, el más interesado de todos.

El resto ríe por su desespero, pero salimos juntos, subiendo a distintos autos. Yo subo solo en mi auto, mi padre y madre suben a la misma camioneta en la que viajan los padres de Mariah y tres autos más nos escoltan, metiéndose cada uno entre nosotros.

Cuando ya solo faltan unas calles, las manos me comienzan a picar, creando diferentes escenarios fatídicos en mi mente.

¿Y si algo falla?

¿Y si no han llegado?

¿Y si no lo convenció?

¿Y si todo se va a la mierda?

Cojo aire un par de veces, intentando calmarme al ver la clínica a la vuelta de la esquina y notar ahí el auto de Mariah. Saboreo mis labios y bajo del auto al mismo tiempo que todos lo hacen y la acción comienza.

Entramos juntos a la clínica y ahí, en la sala de espera, encontramos a Mariah en brazos de su amante, siendo besada con pasión por él.

—¡Mariah! —grita su padre, llamando la atención de todos. Veo el cuerpo de Mariah tensarse y luego soltar a Dante para darnos el frente, luciendo aterrada.

Eso no debe ser actuado, realmente debe estar aterrada.

—Connor —musita, viéndome y cubriendo su boca con ambas manos, pero no dura nada ahí porque sale corriendo.

Me quedo de piedra viendo a Dante, pero reacciono cuando él corre detrás de ella y lo sigo. Entramos todos en el baño en el que Mariah había entrado y la encontramos arrodillada, vomitando. Dante sostiene su cabello.

—¿Cómo pudiste? —pregunto yo, sabiendo que es momento de intervenir cuando se coloca de pie y limpia su boca con papel sanitario.

—Lo siento, yo, yo...

—Yo la seduje —responde Dante, hablando por primera vez. Lo veo.

—¿A una mujer casada? ¿Así por qué sí? —replico, queriendo sonar molesto, aunque por dentro estoy celebrando que todo salga tan bien.

—Casada con un tipo que no quiere, Connor. No te hagas el idiota, ese matrimonio de ustedes no iba a ninguna parte —zanja y en eso le doy la razón.

Venga, hombre, quiero invitarte a beber cada noche, por el resto de tu vida, solo para agradecerte, así que te apoyo en todo lo que dices, pero no puedo demostrarlo ahora.

—Te respeté, Mariah. Te he respetado desde el momento en el que nos casamos por más que sabes que estoy enamorado de otra mujer, pero tú. —Callo, señalándolos a ambos mientras niego con la cabeza—. Tú te revolcaste con el primero que apareció —suelto, sonando realmente dolido. Mariah corre a mis brazos, pero tomo los suyos, manteniéndola alejada—. No, Mariah, ya no. Creí que era nuestro, estaba listo para renunciar por completo a ella, pero ¿es mío o suyo? —cuestiono.

—Debe ser tuyo, hijo, tranquilo. Todo esto debe tener una explicación —asegura mi padre, posándose a mi lado. Mariah pasa saliva y los mira a todos.

—Lo siento, Connor. Yo no pude evitarlo —confiesa Mariah, deslizándose hasta quedar arrodillada, pero Dante la levanta y pega contra su pecho.

—Yo soy el padre —responde muy firme.

Eso ya lo sé, hombre, no se puede embarazar a una mujer con la que no tienes relaciones sexuales... Vuelvo a omitir eso.

—Se acabó, esto se acabó —zanjo y me giro, viendo al padre de Mariah.

—No, claro que no —responde el mío, pero Dante se hace presente de nuevo.

—Sí, sí se acabó. Mariah espera un hijo mío que no dejaré que otro críe. Hasta aquí llegaron casados. Yo me haré responsable —zanja, viendo fijamente al padre de Mariah. Él me mira y suspira.

—¿Y si es tuyo? —pregunta. Paso saliva.

—Le entregué mi vida, señor. Le juré ser fiel con su hija, le aseguré nietos a cambio de la liberación de la mujer que amo. He pasado los últimos casi cuatro meses casado con ella, intentando firmemente cumplirle, pero ¿qué he ganado? Que ella pase de mí. Sea o no mi hijo, no quiero seguir con ella —zanjo.

—Maldito —sisea Dante, asestando un golpe que no vi venir justo en mi cara.

Por reacción, mi mano también se eleva, pero es más rápido y gira el suyo, haciendo que mi puño quede en el aire.

—¡Tú eres el que se mete con la mujer de otro, ¿y el maldito soy yo?! —replico, empujando su cuerpo lejos del mío.

—¡Connor, no! —grita mi madre, tomando mi brazo.

—¡Mujer que tú no quieres, maldita sea! —grita en respuesta, luchando también con Mariah que lo sujeta sin dejar de llorar.

Ya no creo que eso sea actuado, así que respiro.

—Tú no sabes nada —siseo y me suelto del agarre de mi madre—. Pero, felicidades, Mariah, lo lograste: has conseguido a un hombre que no debes compartir, pero me hiciste compartirte con él mientras me hacías creer que era el único —suelto y me giro para irme con mi corazón bombeando sangre a toda velocidad.

Lo logré...

Lo logramos.

Ay, wey, ese plan de Connor y Mariah fue un éxito, pero no quita que ella sufra mucho...

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