Capítulo 50 🚗
Narra K.
Ha pasado ya mucho tiempo desde que Oleg se fue a Rusia por la muerte de Alek. En ese tiempo él ha venido varias veces, pero siempre hacemos lo mismo: pasar el día besándonos, acostados sin, tan siquiera, ducharnos.
Tampoco es como que dure mucho, lo máximo que dura son dos días, pero una sola noche.
Confieso que cada vez que ha venido he tenido miedo de flaquear porque sus besos son adictivos y desesperantes, pero, por alguna razón, él no ha querido pasar más allá que eso.
En el fondo creo que se debe a que, por más que venga, su mente no está aquí, sino que sigue en Rusia. Sin embargo, me ha dicho esta mañana por videollamada que ya no se irá más. Llegará hoy y ya no volverá a viajar.
Así que, ahora sí estoy nerviosa, muy nerviosa.
Prometió hacerme el amor al volver definitivamente.
Prometió hacerme su esposa cuando regresase.
Prometió hacerme la señora Vyazemskya.
Entonces, estoy enloqueciendo y haciendo que Megan y los empleados también enloquezcan por mi culpa.
—¡No, ahí no! —chillo, llegando a la sala y viendo que están acomodando el marco en el lugar incorrecto—. Por aquí —pido, intentando calmarme porque ellos no tienen la culpa de mi estado nervioso. Los guío hasta el lugar correcto y se encargan de dejarlo como quiero.
Sonrío viendo el marco enorme con una fotografía nuestra.
En primer lugar, pensaba poner era una foto suya solo, para cambiar la que tenía con Alek, porque no quiero nada de él por ahí que le siga bajando el ánimo a Oleg.
Sin embargo, Oleg tiene esa foto de fondo de pantalla en su celular y de WhatsApp, así que pedí esa y Megan me ayudó a poner la misma imagen de fondo en mi celular.
Digamos que todavía no sé controlar del todo ese aparato.
Suspiro y me giro cuando escucho mi nombre.
—¡No, no, no, no! —chillo, negando con mis manos y acercándome, corriendo a él para cubrir sus ojos. Oleg ríe, dejando caer lo que tenía en sus manos y tomando mi cintura.
—¿Qué pasa, pequeña? —pregunta. Bufo y quito las manos de sus ojos para que me mire. Hago puchero.
—Se supone que llegarías para la madrugada, Oleg, no a las seis de la tarde —me quejo. Alza una ceja.
—¿Y preferías que llegara en la madrugada? —replica. Asiento sin dudar y él ríe con ganas—. ¿Por qué? —insiste. Suspiro y doy un paso atrás, haciendo que sus manos caigan a su lado.
—Te tenía una sorpresa —musito, viendo el marco. Oleg sigue mi mirada.
—Проклятие! (¡Maldición!) —suelta en ruso. Me estremezco y lo veo. Él ya lo hacía desde antes.
—¿No te gustó? El otro marco no lo tiré, está en el sótano. Puedo hacer que lo traigan de nuevo. Yo, yo solo. —Mi discurso de disculpa queda en el aire cuando Oleg coge mi rostro con ambas manos y estampa sus labios contra los míos. Jadeo al dejar mi rostro para tomar mis nalgas y pegarme a su dureza.
—¿Que si no me gustó? Sácalos, pequeña. Sácalos a todos porque quiero hacerte el amor justo aquí y ahora, frente a nosotros mismos en esa fotografía —sisea ronco, moviendo sus labios sobre los míos. Me estremezco por la seguridad de sus palabras.
—Oleg, hay muchos ojos —le recuerdo, viendo discretamente la cámara que está en una esquina. Gruñe.
—Que suban el cuadro, entonces. Quiero ese cuadro frente a nuestra cama. Quiero tus ojos mirándome tomarte, así como lo sentirás con tu cuerpo, te quiero mirándome como ahí —declara, señalando la fotografía de nosotros con la cabeza. Abro la boca, aspirando hondo.
—Me tendrás mirándote al tomarme, Oleg —prometo, recordando en mi interior que solo faltan dos semanas para cumplir el plazo de dos meses que me pidió Connor esperar.
Sin embargo, ¿cómo evito estar con Oleg durante dos semanas si justo ahora estoy queriendo ya desnudarme para él?
¿Por qué tiene que ser tan difícil?
Amo a Connor, sé que lo amo, pero deseo a Oleg tomándome.
Joder.
—Así será —acepta, besando suavemente mis labios de nuevo—. Hoy cenaremos afuera —declara al separarnos y una corriente me recorre entera al creer que será ahí donde me pida matrimonio.
Sigo sabiendo que mi respuesta será negativa para él, pero sigo temiendo, también, lo que ocasione esa negativa de mi parte.
¿Qué pasa si deja de ser mi Oleg para ser ese hombre en aquella bodega?
Me estremezco y él sonríe.
—¿Y qué debería ponerme? —pregunto, queriendo retrasar sus ganas de subir y arrancar mi ropa.
Alza una ceja, viendo con descaro mi figura, retrocediendo dos pasos. Llevo puesto un pantalón negro ajustado al cuerpo y una blusa corta, también negra. Nada sexy a la vista, pero sus ojos no están de acuerdo con mis palabras, porque ellos se muestran fogosos.
—Lo que quieras lucir por fuera no será tan de mi interés como lo que quiero que lleves por dentro, preciosa. Quiero tu cuerpo solo con un conjunto de lencería roja, nada más que rojo. Y ligueros —acota. Alzo una ceja, pero siento mi cuerpo temblar ligeramente.
—No tengo eso —musito, viendo a los lados, no queriendo que alguien escuche eso. Ríe suave.
—Y por eso iremos a comprarlo ahora —suelta.
—¿Iremos? —replico. Asiente—. ¿Hablas en serio? No puedo ir contigo a comprar ropa interior, Oleg. ¡Eso es vergonzoso! —exclamo, sintiendo mis mejillas calentarse.
—Seré yo quien te la vea esta noche y quien te la quite, pequeña. Ponerla también va a gustarme —asegura y me guiña un ojo que me deja más loca aún de lo que ya estaba.
Coge mi mano y tira de mí para salir de la casa, sin darme tiempo de refutar o algo, subimos al auto.
En el auto no se molesta en decir algo, me sube directamente sobre él y busca mi boca. Gimo, saltando al sentir su dureza debajo de mi sexo. Así de jadeantes llegamos al almacén. Oleg ríe al verme y me ayuda peinando el cabello que él mismo despeinó y besa mis mejillas, cada una, antes de salir del auto y ofrecerme su mano. Cojo aire y salgo.
Perdón, Connor.
Apenas entramos en el almacén, una mujer de unos treinta años se nos acerca, sonriendo de oreja a oreja. Toma la mano libre de Oleg y va enseguida a dejar un beso en la mejilla de él que retumba. Alzo una ceja, viendo a Mikhail y él evita mi mirada.
—Oleg, qué alegría verte de nuevo —dice la mujer esa y el "de nuevo" me queda retumbando en la mente.
—Siempre es bueno verte, Olivia. Te presento a Kiran.
—Su prometida —termino yo, interrumpiendo a Oleg. Este me mira, sonriendo de forma descarada.
—Ay, qué buena noticia. ¿Cuándo te has comprometido que no me habías dicho nada? —pregunta la mujer esa. Oleg sigue mirándome divertido.
—Justo hoy —dice Oleg, abandonando mi mirada para verla a ella—. Quiero algo exclusivo para celebrar. ¿Qué tienes para ella? —pregunta.
El cuerpo me tiembla por los celos y sí, por más que sé que no debería estar celosa porque yo estoy esperando dos semanas para ver si Connor cumple su palabra, lo estoy. Esta mujer se nota que nació en el mismo estatus de Oleg, así que no es una recién llegada como yo.
La forma en la que viste y hasta cómo camina delante de nosotros mientras nos guía, así, moviendo sus caderas de lado a lado, colocando siempre un pie delante del otro, caminando como las modelos de pasarela lo hacen...
No vayas por ahí, Kiran.
—¿Qué tal esto? Sé lo que te gusta, así que tengo el complemento perfecto —decreta y deja el conjunto de lencería blanco y camina a uno de los tantos armarios que hay y busca. Luego alza un liguero también blanco y sonríe como si sabe perfectamente que eso va a gustarle.
—Zorra —musito bajito sin poder controlarme y Oleg ríe a mi lado.
—Ese estaría perfecto para la boda, pero quiero uno rojo. ¿Tienes rojo? —pregunta Oleg, jugando con sus dedos entre los míos. La mujer sonríe satisfecha y camina a otra ala de la habitación y nos muestra un nuevo conjunto que, mientras más lo veo más pienso que eso es imposible que sea un conjunto interior, parece un puto conjunto de traje de baño.
Ahí falta mucha tela, solo eso diré.
—Perfecto. Danos un momento para que se lo pruebe, por favor —pide y yo parpadeo a lo loco.
¿Dijo probármelo?
¿Se puede hacer eso?
—Creí que la ropa interior no se puede probar —musito, viendo a Mikhail y la mujer salir, dejándonos completamente solos.
—Es exclusivo, preciosa. Nadie más que tú va a probárselo y nadie más que tú va a llevarse otro igual a ese. Se prueba, se paga y se bota ese para darte uno nuevo —explica. Alzo ambas cejas, sorprendida.
—Los ricos son muy raros —confieso. Ríe de nuevo, más alto esta vez.
—Ve y pruébatelo, quiero verte con él —confiesa. De nuevo las ansias se instalan en mi estómago y mis mejillas se calientan. Cojo los pedazos de tela que Oleg me ofrece y entro en un cubículo que cubro con una cortina de seda roja. Dentro, los espejos hacen que pueda verme desde todos los ángulos.
Me deshago de mi ropa y me coloco el conjunto, agradeciendo haber ido a hacerme la depilación completa con Megan ayer en la tarde. En ese momento no creí que lo usaría hoy, pero tampoco sabía que la depilación de esa forma era tan satisfactoria.
Me asomo, cogiendo todavía la cortina para cubrirme porque realmente esto no cubre nada.
—Tengo un hilo metido en mi culo, Oleg. Esto no cubre nada —suelto. Oleg se coloca rojo por la risa. Yo me avergüenzo cada vez más.
—Anda, sal y déjame verte —pide. Cojo aire y suelto la cortina para moverla del todo, mostrándome frente a él, prácticamente desnuda. Y sí, lo sé, ya me ha visto desnuda por completo, pero esto es demasiado sexy—. Ven aquí —musita con la voz ronca, sexual.
Los pezones se me ponen duro de solo escucharlo y él lo nota porque lanza al suelo el otro conjunto que estaba sobre el banco a su lado. Obedezco, dando cortos pasos hasta que llego a él.
Enseguida toma mi cintura con una mano, la otra la dirige a mi sexo, introduciéndola por dentro de la escasa tela y gruñe al encontrarme humillantemente húmeda. Gimo al introducir un dedo en mi interior, presionando sus hombros, queriendo recordarle dónde estamos.
—Oleg —musito bajito al besar mi estómago.
—Túmbate —ordena, levantándose y sacando su mano de mi interior. Lo veo y hago lo que pide sin rechistar porque sus ojos me tienen hipnotizada. Me siento donde antes él lo estaba, pero cubro mi boca, gritando su nombre al tirar de mis piernas, moviéndome y quedando arrodillado en el medio de ambas.
—¿Qué haces? —susurro bajito, viendo a la puerta, creyendo que en cualquier momento va a entrar alguien.
—Voy a probarte, pequeña. ¿Te han probado antes? —pregunta, viéndome a los ojos cuando lo veo. Contengo el aliento, comprendiendo a lo que se refiere y niego con la cabeza. Sonríe, satisfecho—. Gracias por el honor —dice, dejando un beso en mi vientre mientras mueve el diminuto pedazo de tela triangular a un lado.
Cierro los ojos, queriendo muy en el fondo, detenerlo, pero no lo suficiente como para hacerlo cuando sopla suavemente sobre mi centro y luego siento su respiración caliente tan cerca...
Dios mío, yo tampoco podría resistirme a eso, jajajajja. Lo siento, Connor.
Pd: Olivia también le amargará la vida a Megan por Mikhail, jajajajaja.
Doble Pd: Amores, faltan solo cinco caps para el final y el epílogo (sigo sin escribir el extra, jajajaja), pero solo quiero dejarles claro que yo no pienso subir ese final con menos de mil votos. Eso es muy humillante que un libro que va a cumplir tres meses de publicado en unos días, aún no haya llegado a los mil votos. No voy a regañarlos, pero que sepan que me lastiman. Y ya saben que yo bajo libros cuando me lastiman.
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