Capítulo 5 🚗
Sé que él no va a intentar abusar de mí porque me necesita para llegar a donde sea que tiene que llegar, así que suspiro y me muevo para bajar por su lado porque, por el mío, no tengo mucho espacio como para abrir la puerta y salir.
Golpeo su mano cuando intenta cogerme de la cintura para bajar y él ríe, negando con la cabeza y caminando delante de mí. Veo a nuestro alrededor. Desde aquí no se ve nada de la carretera, así que estamos perfectos.
Al menos puedo sentirme a salvo de dormir cinco horas sin que alguien nos encuentre y asesine.
La verdad, prefiero morir con él que a que lo maten y luego me torturen por eso.
Connor abre la puerta trasera y entra luego de invitarme a entrar.
Realmente no es como que sea más cómodo aquí atrás, pero al menos podremos dormir en el suelo. Suspiro, dejándome caer de espaldas a él, viendo una de las paredes del miniván.
—Puedes abrazarme si tienes mucho frío, colibrí —dice. Río bajo.
—Ya duérmete, Connor —ordeno. Lo escucho reír en respuesta y cierro los ojos.
Despierto porque siento el miniván moverse, por lo que me asusto y me siento, descubriendo que estoy sola en la parte de atrás.
—Connor —musito asustada y me asomo por la ventana que da al área de la cabina. Lo encuentro en el asiento del conductor, manejando. Muevo la ventana—. ¿Qué crees que haces? —cuestiono, sonando más brusca de lo que pretendo. Me mira brevemente.
—Me has dado un susto de muerte, colibrí —admite. Bufo.
—Detente, voy a bajar —informo y cierro la ventanilla antes de darle opción a replica. Hace lo que le pido y detiene el miniván. Abro la puerta y salgo, notando que seguimos en la misma carretera de hace un rato. Sigue sin verse un alma, gracias a Dios.
Veo la hora en mi reloj y descubro que dormí más de lo planeado. Van a ser las dos de la mañana.
—Maldita sea, es tardísimo —declaro, abriendo la puerta del conductor. Connor me mira mal—. ¿Qué esperas? Muévete —ordeno. Niega—. Connor, por favor, ya perdimos dos horas, necesito ponernos en marcha —declaro.
—Y yo lo estoy haciendo. Vamos, déjate ayudar de vez en cuando, colibrí. No va a pasar nada si me dejas conducir un rato más —asegura. Suspiro.
—Hasta las cuatro, no más —advierto. Asiente, sonriente. Niego con la cabeza y rodeo la van para subir del otro lado—. ¿Cómo hiciste para repararlo? —pregunto, notando por fin, la ligera música que se escucha en la emisora.
Menos mal no es sixtynine.
—¿Qué harás luego de entregarme? —pregunta en cambio, cuando ya me acomodado en el asiento, con el cinturón puesto y mis brazos cruzados, intentando darme calor.
—Regresar a prisión —admito porque se lo prometí a Mey, además de que el director dijo que se reduciría mi condena, más no que se acabaría, así que imagino que me quedan unos cuantos años más.
Sin embargo, espero conseguir una estrategia para escapar sin tener que vivir huyendo toda la vida.
—¿De verdad? —insiste Connor. Suspiro y lo veo.
—Desde hace veinte meses, todo lo que tengo está dentro de esa prisión, Connor, ¿por qué querría estar fuera de ella? —reviro.
—Porque, ¿dentro no estás bien? —replica y suena a pregunta. Paso saliva.
—La cárcel no es una cita en el spa, claro, pero es lo que me corresponde por mis actos —resuelvo.
—Leí tu expediente —dice.
—Lo sé, ya me lo dijiste —le recuerdo.
—Sigo sin entender cómo empezaste o por qué lo hiciste —admite. Suspiro.
—Desaparecerás de mi vida una vez te deje donde sea que tenga que dejarte —recalco—, no tienes que saber nada de mi vida, Connor. No tienes que entender nada porque, estas horas juntos no van a definir nada en nuestras vidas —zanjo. Me mira un momento.
—Debo casarme —suelta. Parpadeo—. Y no quiero hacerlo. Me estás llevando directo a mi boda, colibrí. Llegaré el sábado y me casaré el sábado mismo porque esa es la orden que me fue dada. Esa fue la condición que puso esa familia para ayudar a la mía —me cuenta. Parpadeo más de prisa, batiendo mis pestañas con descontrol—. Ya puedes contarme algo sobre ti —propone. Suspiro.
—Mis padres se divorciaron cuando yo recién cumplía quince años. Mi hermano Brandon comenzó a llevarme a todos lados con él porque, se divorciaron, pero mi padre seguía llegando a la casa borracho, mi madre seguía acostándose con él y luego, a la mañana siguiente, venían los gritos, las peleas, los insultos y el llanto de mi madre cuando mi padre se iba, prometiendo no volver y odiarnos —admito, pero miro por la ventana porque es la primera vez que hablo de eso.
—Mi madre siempre ha sabido de las infidelidades de mi padre, de hecho, no le importa serle infiel delante de ella, pero simplemente, mi madre se lo aguanta porque, en el fondo creo que, así como yo debo casarme por ellos, ella sigue casada con mi padre por mí —reconoce. Lo veo de nuevo.
—Las carreras me dieron un sentido. Los recuerdos de los gritos de mis padres no podían afectarme cuando todo lo que tenía en mi sistema era la adrenalina que me daba al correr y todo lo que escuchaban mis oídos eran los sonidos de victoria que se respiraba en el aire. Correr me dio todo, pero no el dinero suficiente para pagar las cuentas y la adicción de mi madre por el licor, así que, Brandon comenzó a robar tiendas pequeñas. —Lo veo.
Sonríe en mi dirección y mueve su mano para presionar suavemente la mía, incentivándome a continuar. Suspiro y lo hago.
—Al principio solo nos interesaba la comida. Yo era la encargada de distraer con llantos y mentiras a los dueños mientras él escondía toda la comida posible entre la ropa —admito y saboreo mis labios—. Después se unieron sus amigos, Max, Oliver y su novia Mariah. Con ellos ya podíamos hacer trabajos más grandes, pero yo era la menor, así que, me usaban como conductora. Conducir se me da bien —explico y él ríe bajo.
—Lo sé, lo he visto —comenta, sonriente. Le devuelvo la sonrisa.
—Iba bien, todo iba bien. Lo que robábamos nos servía para mantenernos todos. No vivíamos bien, claro, pero entre lo que yo ganaba en las carreras y lo que lográbamos robar, podíamos asegurar la comida y que no nos corrieran de la pieza, así que estábamos bien, pero. —Callo.
—¿Qué? —insiste. Suspiro.
—Mariah se embarazó —confieso, estrujándose mi corazón otro poco más—. Así que, Brandon enloqueció porque decía que no podía tener a su hijo en las condiciones en las que vivíamos, por lo que, organizó ese robo grande a la joyería. Yo no quería —confieso, comenzando a llorar mientras estrujo mis manos con fuerza.
—Hey, colibrí, tranquila, no tienes que seguir —asegura Connor, tomando mis manos hasta separarlas y coger una por completo. Me quedo viendo eso, intentando regular mi llanto.
—Encontré a Mariah teniendo sexo con Oliver en la parte de atrás del auto. La amenacé con contarle toda la verdad a Brandon si no me decía de quién era el bebé que esperaba, pero ella se negó. Aseguró que, si le decía eso a Brandon, ella le diría que me vio cogiendo con Max —le cuento.
Connor presiona mi mano.
—No era cierto, nunca estuve con Max. Nunca estuve con ninguno —recalco—. Pero luego dijo que si quería ser la culpable del sufrimiento de mi hermano, que fuese y se lo contara... No pude hacerlo. No le dije y por no decirle es que el robo siguió su curso. Si yo le hubiese dicho la verdad, Brandon se hubiese molestado tanto que habría cancelado todo, pero no lo hice, me callé porque no quería que mi hermano sufriera... Y terminé asesinándolo —culmino ya con mi cuerpo contorsionado con violencia por mi llanto.
Pocita mi bebé 😢
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