Capítulo 47 🚗
Narra K.
Temprano salimos justo a tiempo del baño y seguido de la habitación luego de que Connor cerrara los ojos y yo comprendiera lo que había dicho.
La fidelidad es lo menos valorado hoy en día, pero si no me soy fiel a mí como mujer para no tomar el hombre de otra, ¿a qué le sería fiel, entonces?
Después de eso, nada volvió a ser igual. Regresé a la piscina, pero solo para tomar mis cosas y disculparme con todas por irme. Subí a mi habitación y me encerré en el baño a llorar durante un buen rato hasta que los dedos de mis manos ya estaban arrugados y los ojos me ardían por tanto llorar.
Y ahora, siendo ya casi las seis de la tarde, estamos en la camioneta, Oleg sujeta mi mano mientras yo voy viendo por la ventana, pensando en todo y en nada.
Lo que le dije a Connor no es mentira, es cierto.
Sigo reviviendo diariamente nuestros mejores momentos, pero mi cuerpo ya no recuerda con la misma nitidez que lo hace mi mente.
Ya no tengo el recuerdo exacto de lo que se siente tenerlo en mi interior, del sabor de sus labios tomando los míos, de sus dedos siendo los que me lleven al cielo y no los de Oleg.
No, ahora los únicos recuerdos nítidos que tengo en mi cuerpo son de Oleg.
Pero sigo deseando crear nuevos con Connor.
Lo necesito, lo anhelo, lo requiero.
Suspiro al ver que llegamos al aeropuerto donde Connor y sus acompañantes retornaran a Malibú.
—¿Estás bien? —pregunta Oleg a mi lado, acariciando mi rostro cuando me giro para verlo.
¿Cómo diablos le haré para no intimar con Oleg si llevo las últimas noches, intentando eso a todo lo que da?
—Lo siento, no me sentó bien la comida y he pasado todo el día con malestar —miento. Asiente, pero su mirada dura me hace saber que no me cree.
—Nunca vuelvas a mentirme, pequeña. Nunca —asevera y abre la puerta, saliendo. Saboreo mis labios y acepto la mano que me ofrece al salir.
Nos reunimos con el resto a escasos metros del avión privado del padre de Mariah. Megan se despide de todos para luego posicionarse a mi lado. La veo.
—¿No te irás? —pregunto, sorprendida. Alza una ceja.
—¿Ya quieres correrme? Venía por dos semanas, no por cinco días —revira. Río bajo.
—Eres bienvenida siempre que quieras, Megan. Me encanta que te quedes más tiempo conmigo, con nosotros —aclaro, presionando la mano de Oleg a mi lado.
—Qué bueno, porque no vas a deshacerte de mí tan fácilmente luego de no verte durante estos meses —zanja. Todos ríen.
—Ustedes también son bienvenidos siempre que quieran venir —comenta Oleg—. En nuestro hogar, todos son bienvenidos —prosigue, levantando nuestras manos unidas para dejar un beso en mi dorso. Veo a Connor.
—Gracias, ahí te encargo a mi hija, Brown —dice la señora Harper, sonriendo.
—Le aseguro que la trataré muy bien —prometo, tomando la mano de Megan con la que me queda libre—. Mariah —musito, pero callo y me suelto de la mano de Oleg y la de Megan para acercarme a ella y abrazarla—. Perdóname por amarlo, no quiero lastimarte, solo no sé cómo no sentir lo que siento —susurro bajito en su oído. Sus brazos me presionan.
—Lo sé, tranquila —responde en un susurro también. Sonrío al soltarla y me giro para volver a mi puesto, pero una mano toma la mía.
—Nos vemos pronto, K. Pórtate bien, ¿sí? No te metas en problemas —pide Connor, sonriendo para disimular sus palabras.
—Siempre se porta bien, tranquilo —asegura Oleg. Me suelto de la mano de Connor y camino hasta Oleg para volver a tomar la suya.
—No me caben dudas de eso —declara Connor, viéndome fijamente.
Gracias a Dios el momento de tensión entre ambos se termina cuando el piloto informa que ya está todo listo para abordar. Nos quedamos los tres, esperando a que el avión despegue y luego nos giramos.
—Iré adelante para no molestarlos. Se puede, ¿cierto? —pregunta Megan, viéndonos a ambos. Río bajito porque ya sé que lo que quiere es estar cerca de Mikhail.
—Claro que sí —digo yo y tiro de Oleg para entrar en la parte de atrás. De una vez subo la ventana entre ambas partes. Oleg no me quita la vista de encima. Lo miro—. Le gusta Mikhail —explico y él alza mucho las cejas, luego comienza a reír como nunca. Ríe demasiado, incluso el auto se coloca en marcha y él sigue riendo. Me quedo viéndolo, sonriendo.
—Lo siento, eso fue gracioso —confiesa. Niego con la cabeza, pero no dejo de sonreír.
—¿Por qué? ¿Crees que a él no le guste ella? —pregunto, queriendo saber si debo bajarla de la nube o no. Oleg saborea sus labios.
—A Mikhail no le gustan las americanas ni ninguna otra mujer que no sea rusa. Llámalo racismo, pero solo le gustan las rusas —explica. Alzo las cejas.
—Oh —es todo lo que digo. Oleg tira de mi mano para que me acerque a él.
—Cambiando de tema, ¿cómo estás? Sin mentiras —aclara cuando abro la boca. La cierro de nuevo.
—Ya se fueron, ahora sí estaré bien —prometo. Asiente lentamente.
—Eso está mejor —asegura. Sonrío y acepto el beso que deja en mis labios, pero no profundiza porque recibe una llamada que, de inmediato, lo hace soltarme y bajar el vidrio para hablarle a Mikhail—: Acelera y llévanos rápido al fuerte —ordena.
Su cuerpo está tenso y el de Mikhail se coloca igual antes de obedecer a su señor, acelerando a fondo, lanzando mi cuerpo contra el asiento. Veo a Megan antes de que vuelva a subirse la ventana.
—¿Qué pasó? —pregunto, no estando segura de sí quiero saber o no la respuesta.
—Alek —responde, pero no dice más y vuelve a centrar su atención en su celular, maldiciendo de vez en cuando. Luego lo lleva a su oído y comienza una conversación en ruso a lo que solo puedo entender algunas palabras como muerte, traición, paquete, negocio.
Sin siquiera esperar que Mikhail estacione del todo, Oleg abre la puerta y salta, comenzando a correr. Por inercia mis pies se mueven, corriendo detrás de él, escuchando de fondo la orden de Mikhail de detenerme, pero no lo hago hasta que entramos por un galpón y deparo en Alek amarrado en una silla.
Oleg no se detiene, levanta su mano y con el mismo impulso que lleva por la corrida, el golpe que lanza en el rostro de Alek lo hace caer hacia atrás en la silla y Oleg da vueltas.
Llevo las manos a mi rostro cuando Oleg se levanta, sacando de inmediato su arma de la espalda y apuntando a Alek.
—¡Oleg! —grito, zafándome del agarre que se envuelve en mi brazo y llegando hasta él—. Mírame, mi amor, mírame —pido, temblando. Dos hombres de Oleg levantan la silla donde Alek está sentado.
—No te metas en esto, Kiran. Mikhail, sácalas de aquí —ordena, pero me zafo del agarre de Mikhail.
—¡Suéltame, maldición! ¡No sé lo que hizo, pero si soy tu mujer, merezco saberlo, maldita sea! —grito, logrando que los ojos furiosos de Oleg se fijen en los míos.
—¿Quieres saber? Pues, el maldito este me robó. ¡Le robaste a tu propia sangre! —espeta Oleg, golpeando a Alek con su arma en la cabeza. Paso saliva—. Me robaste y te las ingeniaste para hacerme creer que había sido Conrad, descarado. Hasta me exigiste no permitir que se saliera con la suya —prosigue. Parpadeo, entendiendo sus palabras.
No fue el padre de Connor.
Él tenía razón, su padre no había sido el que se robó la mercancía, fue Alek.
Veo a Megan que mira todo confundida.
—Oleg —musito, pero no lo veo—. Oleg —insisto y ahora sí lo veo. Ya él me mira—. No te ensucies por la sangre de ese traidor, no lo vale —declaro y muevo mis ojos para que recuerde a Megan. Suspira.
—Dejarlo vivo sería bajarme el pantalón y dejar que me coja, pequeña. Y no soy la perra de nadie —zanja y así, sin quitar sus ojos de los míos, solo escucho cuando el disparo se hace presente y luego el grito de Megan.
Doy un brinco al sentir la sangre de Alek sobre mi cuerpo. Mi corazón queriendo salirse de mi caja torácica.
Ay, wey, qué desastre. Ojo en algo, el segundo libro empieza aquí, justo con este evento. Pensaba subirlo a partir de ahora, pero he decidido esperar mejor que este termine y luego publicar ese, pero para que lo lleven claro, ¿vale?
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