Capítulo 4 🚗
—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunto de pronto, cuando ya van a ser las seis de la tarde y lo único que se escucha en el miniván son nuestros estómagos.
Esas manzanas, naranjas y bananas no han sido suficiente para llenarme, obviamente.
—Leí tu expediente —responde, con su cabeza pegada a la ventana.
—Puedo parar por si quieres dormir atrás un rato —propongo porque desde que cambiamos de auto, no ha dicho más nada. Ni siquiera cuando intentó poner música y descubrió que no sirve la emisora.
—Estoy bien aquí —asegura. Asiento y continuo el camino. Realmente llevo ya como un cuarto de hora, pensando cómo conseguir comida, pero si se indignó por coger la bolsa del hombre, tanto que ni siquiera probó lo que le quité, dudo que acepte comer algo que robe en algún restaurante.
Además, no quiero detenerme.
Debo hacerlo dentro de nada porque el medidor de gasolina del miniván ya recalca que necesitamos llenar el tanque, pero no tenemos ni dinero ni ganas de seguir con este auto. Hemos pasado todo el día con él. Deberíamos cambiarlo ya.
—Buscaré una gasolinera —le cuento y ni sé por qué lo hago. Asiente sin decir nada.
Agradezco en mi interior conseguirla vacía. Connor es el primero en bajar.
—Iré al baño —informa. Asiento y bajo para llenar el tanque, viendo a los lados, rogando que nadie salga a cobrar.
—Hey. —Salto al escuchar una voz. Encuentro a un chico, calculo que, de mi edad, con el uniforme de la gasolinera.
—Hola —musito.
—Te ayudo —dice amable y coge el mismo la manguera para llenar el tanque—. Entonces, ¿cuánto necesitas que te eche? —pregunta. Paso saliva.
—Seré honesta, no tengo dinero para pagar por ella, pero necesito llenar todo el tanque —admito. El chico parpadea.
—¿Qué? —replica. Le hago señas a Connor cuando aparece, de que no se acerque.
—Pues, estoy huyendo de mis padres, ¿sabes? Me trataban como la mierda —miento y comienzo a llorar tan fácilmente que ni siquiera debo intentarlo realmente. El chico hace un sonido raro y luego lo tengo tomándome por los hombros.
—Hey, tranquila. ¿Abusaban de ti? ¿Necesitas que le hable a la policía? —pregunta. Niego con la cabeza con rapidez.
—No, solo quiero llegar a casa de mis abuelos. Ellos van a recibirme —miento de nuevo. El chico asiente, elevando mi rostro.
—Claro, no hay problema. Si necesitas ayuda, este es mi número, llámame —pide y coge mi mano para escribir en la palma con un marcador, un número de teléfono. Quien parpadea ahora soy yo.
—Gracias, muchas gracias —digo. El chico sonríe amablemente.
—Greg, me llamo Greg. ¿Y tú eres? —pregunta. Sonrío y le hago señas a Connor de nuevo para que rodee la camioneta de forma discreta y suba.
—Sophia —suelto. El chico sonríe.
—Fue un placer, Sophia. ¿Necesitas algo más? —pregunta. Estoy por negar, pero mi estómago ruge como león y el pobre de Greg ríe bajo—. Creo que podemos conseguir algo en la estación de servicio. ¿Quieres venir conmigo? —pregunta.
Una parte de mí no quiere hacerlo por temor, porque la única vez que seguí a un chico a un lugar solos, intentó abusar de mí. Pero yo tenía a un hermano sobreprotector y a sus amigos igual de sobreprotectores, ahora ellos no están para protegerme. Sin contar que debo proteger la vida de Connor si quiero seguir viviendo.
Supongo que mi sonrisa tímida y falta de respuesta, le dan una pista porque asiente.
—Vale, quédate aquí, iré solo —acepta y quita la manguera de la gasolina para dejarla en su sitio. Me acerco a la puerta del piloto y veo a Connor ya sentado del otro lado.
—¿Quién es ese? —pregunta bajo. Me encojo de hombros.
—Pero va a darnos comida, así que, ¿podrías agacharte para que no te vea? —pido. Connor me fulmina con la mirada, pero obedece cuando vuelvo a hablar al ver al chico venir con una bolsa—. Ahora —ordeno.
Me giro y camino a mitad del miniván para que no se asome en la cabina.
—Muchas gracias, Greg, te llamaré cuando ya esté con mis abuelos. Lo prometo —digo, aceptando la bolsa. El chico sonríe.
—Estaré esperando —acepta. Sonrío y camino de regreso a la puerta del conductor y subo con rapidez, sacando la mano y despidiéndome para que no se acerque. Veo a Connor cuando se endereza.
—¿De verdad vas a llamarlo cuando estés con tus abuelos? —pregunta, burlón. Bufo.
—Mis abuelos están muertos —admito. Ríe con ganas, negando con la cabeza y hurgando en la bolsa que Greg me dio.
—¿Cómo puedes lucir tan inocente y ser tan mentirosa? —replica. Lo miro mal.
—No soy mentirosa —declaro.
—Sí lo eres. Tus abuelos no están muertos y lo sabes —acota. Bufo con enojo.
—Puedes creer conocerme por haber leído mi historial, Connor, pero la verdad es que no conoces una mierda sobre mí, así que no quieras aparentar que sí —siseo en su dirección, viéndolo mal. Me mantiene la mirada.
—Tienes razón, sé mucho sobre ti, pero me gustaría saber porque todo lo que sé, no es lo que quieres que sepa. ¿Por qué quieres que tus abuelos y padres estén muertos? ¿Por qué no te gusta ser llamada por tu nombre? ¿Por qué comenzaste a robar a los dieciséis? ¿Por qué carreras ilegales? ¿Por qué K? —suelta pregunta tras pregunta. Entro por el bosque, frenando de golpe luego de avanzar unos veinte metros dentro de él y apago el auto para verlo mal.
—¿Terminaste o tienes alguna otra maldita pregunta? —siseo en su dirección.
—Sí, ¿por qué no te gusto? —cuestiona, siendo esa, la única pregunta de todas las que hizo, que me hace sonreír.
—¿Por qué te afecta tanto que no caiga en tus encantos? —contraataco. Sonríe también.
—Porque nunca había conocido a una chica que prefiera a las chicas antes que a los chicos, a mí —simplifica. Giro los ojos.
—Eres un completo cretino —aseguro. Ríe.
—Me lo han dicho varias veces —admite.
—¿Y aun así te preguntas por qué no me interesas? —cuestiono. Ríe un poco.
—Vamos, dime cómo quieres que te diga. Si no quieres ser llamada K o Kiran, ¿cómo quieres que te llame? ¿Sophia? —replica, usando el falso nombre que le di al chico de la gasolinera. Río bajo.
—Vamos a ver qué tan bueno eres queriendo seducir a una chica. ¿Cómo me dirías si no supieras mi nombre? —reviro, tirando de la bolsa para entretenerme con eso y no verlo a la cara.
—Hermosa, preciosa, nena, princesa, reina —dice. Lo veo—. Todos esos apodos son demasiados básicos para ti, ¿cierto? Presiento que no te gustaría ser llamada por ninguno de esos —añade. Sonrío.
—Ni siquiera lo intentes —admito, entregándole la mitad de un pan.
—Entonces, ¿qué tal colibrí? —pregunta. Parpadeo a lo loco, enfocándolo.
—¿Colibrí? —repito. Asiente, tragando.
—Sí. Eres pequeña, tu cabello es de un rubio muy brillante y te encanta volar. Es decir, la velocidad, ¿cierto? Además, ¿sabías que son las únicas aves capaces de volar hacia atrás? —pregunta. Niego con la cabeza y sonríe—. Pues, sí. Intuyo que tú también conduces fenomenal en retroceso. ¿O me equivoco? —cuestiona. Suspiro, cogiendo aire.
—Hora de dormir un poco, Connor. Retomaremos el viaje a la medianoche —informo, viendo que son las seis y cincuenta y dos minutos. Tendré cinco horas para dormir lo que no he dormido en treinta y dos.
—Bien, iré atrás. ¿Vienes conmigo? —pregunta, abriendo la puerta. Lo veo, parpadeando.
Amo a Connor, jajajajaja.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro