Capítulo 30 🚗
Narra Connor
Despierto por unos toques en la puerta. Veo primero hacia la cama donde Mariah duerme bien y trueno mi cabeza de lado a lado para aliviar un poco el dolor de cuello que me ha dejado ese sofá. El del hotel fue más cómodo, al menos.
Camino a la puerta y abro, encontrando a Megan del otro lado, viendo a los lados.
—¿Megan? —pregunto para que me mire. Lo hace.
—La lees y luego la botas —ordena, estrellando en mi pecho. Veo hacia ahí y noto una hoja doblada—. Debiste convencerla y evitarse sufrir los dos —declara.
Me quedo parpadeando como idiota porque no entiendo nada, pero cierro la puerta al escuchar a Mariah.
—¿Qué pasó? —pregunta. Me giro y alzo la carta que me entregó—. ¿Brown? —interroga. Me encojo de hombros porque no lo sé.
—Todavía no lo sé —admito. Asiente y sale de la cama, viendo la sabana en el sofá donde pasé la noche para después entrar al baño. Suspiro y me siento en el sofá para desdoblar la hoja, ya sintiendo que lo que leeré no va a gustarme porque es su forma de renunciar a mí.
¿Me hace egoísta no querer que renuncie a esto?
¿Me hace egoísta que, a pesar de estar casado, siga queriendo que ella albergue esperanza de nosotros?
Bueno, si no me hace egoísta, mínimo sí me hace idiota.
Solo la primera línea de la nota ya me hace sonreír:
Hola, excretino.
Bueno, realmente ni sé cómo decir esto, Connor. Creo que lo que no quiero es decirlo, la verdad.
Paso saliva, temeroso de seguir leyendo, pero lo hago.
Si me hubiesen dicho que el joven Connor se convertiría en alguien tan importante para mí, me hubiese reído, pero lo lograste. No sé ni cómo, pero lo hiciste.
En dos días de viaje me hiciste sentir más que toda una vida antes de eso.
Sin embargo, no fue suficiente, ¿cierto?
Suspiro, aquí viene la parte que no va a gustarme.
Te di lo que nunca di, quiero creer que recibí lo que nunca nadie ha recibido de tu parte... Nos dimos todo, Connor, pero sigo sintiendo que nos debemos más.
¿Cómo tener una cita con otro chico que no seas tú?
¿Cómo pensar, tan siquiera, en asistir a una cita con otro chico que no seas tú?
¿Cómo tener la seguridad de que podré dormir a su lado y no va a aprovecharse de mí?
¿Cómo tener la confianza suficiente de contarle mi pasado y que, en vez de juzgarme, me pegue a su pecho y me abrace cómo tú lo hiciste?
Dijiste que querías conocer la desnudez de mi interior así cómo te mostraba la desnudez de mi cuerpo, pero Connor, lo hice.
Me desnudé para ti al hablarte de mis padres.
Me expuse a tu opinión como si me importara en ese momento, porque, realmente lo hacía, solo que aún no lo sabía.
Te desnudé mi vida antes de desnudarte mi cuerpo.
Y tú lo valoraste.
Todo lo has hecho bien, joder.
¿Cómo esperas que alguien pueda hacerlo mejor que lo que tú lo has hecho?
La verdad, ni siquiera quiero intentar que alguien lo logre porque todo lo que quiero se resume a ti.
Todo lo tienes tú.
Dejo de leer un momento cuando escucho la puerta del baño ser abierta. Mariah suspira en mi dirección.
—Sí es de ella —confieso con el corazón presionado por lo que estoy leyendo. Me regala una sonrisa pequeña.
—Iré a desayunar. ¿Te veo abajo? —pregunta. Asiento y espero que salga para continuar leyendo:
Estoy enamorada de ti, Connor Campbell.
Y porque estoy enamorada de ti es que, te deseo lo mejor del mundo en tu vida.
Te lo mereces, paquete.
Te mereces ser feliz, te mereces ser el triple de feliz de lo que me hiciste a mí.
Por favor, no me olvides, te lo ruego, no me olvides, pero tampoco evites enamorarte de Linda.
Ella también merece ser feliz y sé que tú puedes hacerla feliz, así que, por favor, hazla feliz. Háganse felices mutuamente.
Hónrala cómo te gustaría que tu madre fuese honrada. Hónrala tanto dentro como fuera de la cama. Recálcale cada día lo linda que es. Llénala de detalles. Ayúdala a cumplir cualquier sueño que tenga. Y cuéntale los tuyos propios para que los cumplan juntos, Connor.
Háganse felices.
Por siempre tuya (o hasta que aparezca otro chico y me enamore en dos días), tu colibrí. XD.
Es broma, pero sí sucede no es broma, eh.
Te quiero, paquete.
Seco las lágrimas que derramé y doblo de nuevo la carta, suspirando con fuerza.
—¿Cómo diablos le hace para estar enamorada de mí, pero tener el corazón tan grande para desearme ser feliz con Mariah en vez de obligarme a luchar por ella? —pregunto en voz alta, esperando alguna respuesta como por arte de magia, pero no sucede.
Me levanto del sofá, acomodando la sábana que usé para cuando llegue los del servicio a limpiar todo esté en orden. La carta la guardo en mi bolsillo y salgo después de lavarme los dientes y cambiar mi ropa.
No encuentro a nadie en el comedor, así que me acerco a alguno de los que limpian.
—Hola, ¿sabes dónde están todos? —pregunto. La chica parpadea y asiente, levantando su mano para señalar la sala de estar—. Muchas gracias —digo y me giro para caminar hasta ahí.
Apenas cruzo el umbral, noto a todos sentados, pero el padre de las chicas camina de un lugar a otro, con un celular en su oreja. Arrugo el rostro y me acerco a Mariah, apoyando mis manos en sus hombros. Las suyas suben a tomar las mías. La veo desde arriba.
—¿Qué pasó? ¿Todo bien? —musito. Suspira y niega con la cabeza.
—Tenemos un problema —suelta el señor Gabriel, padre de las chicas, viéndonos uno a uno—. Brown no llegó al apartamento que se le rentó —cuenta.
Por inercia suelto los hombros de Mariah y me enderezo.
—¿Cómo así? ¿Dónde está? —interrogo, sintiendo una corriente recorrerme el cuerpo. El señor Gabriel me enfoca.
—El piloto me ha contado que subió a un auto al bajar del avión. Yo no envié ese auto y tu padre tampoco —explica.
Saboreo mis labios y veo a una sola persona en la estancia.
—Esto es tu culpa, maldita sea. Y te juro por Dios, padre, que si le hacen daño por tu mierda, tendrás que cuidarte de mí, porque prefiero su vida antes que la tuya —advierto en dirección a mi padre y me giro para salir de ahí.
Voy a encontrarte, colibrí. Lo prometo.
Todo iba muy lindo, ¿no? ¿Están listos para conocer a Oleg Vyazemsky, mi papuchooooo?
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