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Capítulo 27 🚗

Me he despertado con la noticia de Megan de que los padres de Connor han llegado, por lo que, me apuro para alistarme y salir a tomar el desayuno con ellos antes de que me vaya de regreso. Es así como estoy ahora tragándome los bostezos mientras me pongo un pantalón de jean de Megan.

Ha dejado en la cama una ropa para mí y ella salió diciendo no sé qué cosa, porque estaba más dormida que despierta. Es la primera noche que podía dormirla completa, pero no, mi masoquismo no me permitió descansar bien porque me la pasé llorando bajito por ratos, recreando en mi mente diferentes escenarios en el que Linda y Connor hacían el amor en la cama, en la ducha, hasta en algún jacuzzi porque Megan dijo que la habitación contaba con uno.

Los imaginé tanto que mientras más los imaginaba, más lloraba.

Definitivamente nuestra mente sí es nuestro peor enemigo.

Me veo al espejo, descubriendo que realmente la ropa de Megan es de mi talla. La blusa corta que eligió para mí no deja más que unos pocos centímetros de mi estomago al desnudo y la parte de atrás abierta por completo porque solo tiene un nudo abajo que deja mi espalda descubierta.

No llevo brasier por lo mismo, pero tampoco es como que tenga unos senos enormes, así que no se ve mal. Recojo mi cabello en una coleta alta para que no opaque el escote de mi espalda y saco dos mechones al frente para tener algo en el rostro.

Me calzo los tenis que traje del viaje y salgo justo cuando una de las chicas de limpieza iba a tocar la puerta.

—Ya están todos —informa.

—Gracias —digo y comienzo a caminar rápido hasta el comedor.

No creí que la mujer por todos se refiriera también a Connor y Linda, pero los encuentro sentados en el mismo sitio que ocuparon ayer. Encuentro también a los padres de Connor sentados, charlando.

—Buen día —musito porque todos han volteado sus cabezas para mirarme. Camino apresurada hasta sentarme junto a Megan.

—Oh, K, qué agradable verte acá. Creí que ya te habrías ido a disfrutar tu nueva libertad —dice el padre de Connor. Lo veo.

—¿Mi nueva libertad? No hay nada de eso, señor —zanjo.

—¿Qué? ¿Cómo qué no? Era parte del trato, ¿no? —revira. Suspiro.

—El director habló sobre una reducción en la condena, no de una exoneración —explico. El hombre asiente.

—Comprendo. De todas formas, es bueno verte de nuevo. ¿Qué tal el viaje? ¿Cómo se portó el niño? —cuestiona y sé que está jugando conmigo. Evito ver a Connor, le sostengo la mirada al hombre para que no me vea flaquear.

—El niño se convirtió en hombre durante esas horas y, mírelo ahora, un señor casado y todo —suelto, señalando a Connor con la mano y sonriendo falsamente.

Todos en la mesa ríen bajito.

—Muy graciosa, Brown —dice Connor, burlón. Ahora sí sonrío al verlo y encontrarlo sonriéndome.

—Muchas gracias por traerlo con bien, Kiran —dice la madre de Connor por primera vez. Odio que haya usado mi nombre completo.

—¿Kiran? Tienes un hermoso nombre, Kiran —dice Linda, incluyéndose en la conversación. La veo.

—No le gusta —suelta Connor, haciendo que todos lo miren.

—¿Qué? —revira Linda. Connor deja de verme para verla a ella.

—No le gusta su nombre —explica.

—¿Por qué? —pregunta su madre, viéndome. Paso saliva.

—La última vez que me llamaron así antes de que ustedes lo hicieran, acababan de dar mi sentencia y mi madre gritaba a los cuatro vientos que esperaba que me pudriera en prisión por asesinar a mi hermano —confieso y la facilidad con la que las palabras salen, me oprimen el pecho.

Nadie dice nada.

El comedor se sumerge en un silencio absoluto, hasta que Megan habla a mi lado, tomando mi mano y presionando:

—Pues, ella se lo pierde. Ese día no solo perdió a un hijo, también perdió una hija excepcional —declara. La veo y sonrío.

—Apoyo a Megan —dice Connor. No lo miro, pero dejo de ver a Megan cuando Linda lo apoya también y su madre lo hace de igual forma. Cojo aire.

—Gracias —musito.

—Entonces, ¿cómo te gusta ser llamada? ¿K? —pregunta el padre de Connor, lo veo.

—Brown está bien para mí —admito antes de que Connor salte diciendo cómo me llama él. El señor asiente y bebe de su vaso.

—Perfecto. Hablaré con el director sobre tu condena. Merece ya estar anulada por completo —zanja. Veo a Connor al responder.

—Como le dije ese día, señor: fuera de esa prisión no tengo nada —declaro. Connor me mantiene la mirada hasta que ya no se la puedo sostener y la desvío para ver mi plato con comida.

—Tienes una vida, querida. Una vida que mereces vivir como todos —dice la madre de Megan junto a ella. La veo.

—Y me tienes a mí. Somos amigas ahora —recalca Megan, haciéndome sonreír.

—Cierto, tengo una amiga —acepto.

—Dos, si me dejas ser tu amiga, claro —dice Linda.

De verdad que es imposible ver a esa chica como una zorra, por más que haya tenido el privilegio de pasar la noche entre los brazos del chico que quiero. Sonrío en su dirección.

—Gracias —musito.

—Muy bien, comamos entonces, ya luego me encargaré con Conrad sobre tu condena —informa el padre de las chicas. Lo veo, parpadeando. Él solo sonríe en mi dirección.

La comida pasa en silencio, yo solo me dedico a pensar en lo que se viene después. Realmente prefiero ir a prisión que quedarme aquí viendo a Connor todos los días, pero con otra.

Odio que Linda sea tan linda porque ni siquiera la envidia que siento por ella es merecida. No debería verla como una rival porque la mujer tampoco ha tenido elección alguna, pero no puedo pensar cada vez que la veo en lo mucho que deseo tomar su lugar.

Sin embargo, estoy luchando con eso para no envidiarle. La envidia no es sana.

Al terminar la comida, se me prohíbe ayudar con la recogida y Megan toma uno de mis brazos mientras que Linda toma el otro y me sacan de ahí. Seguimos de largo hasta el jardín y más allá. Nos sentamos en unos bancos debajo de un pequeño techito.

—¿Qué? —pregunto porque ambas no dejan de verme. Ríen al mismo tiempo.

—¿Te emociona que mi padre y el de Connor puedan hacer que tu condena se disuelva? —pregunta Megan. Cojo aire.

—Pues, sí, supongo que sí —reconozco.

—¿Cómo que supones? —replica Linda.

—Pues, sí, chicas, supongo. Es empezar de cero fuera de ahí, pero le prometí a una amiga volver con ella —explico, recordando a Mey. Ambas asienten.

—Malibú es un buen lugar para iniciar de cero —acota Linda.

—No quiero empezar de cero cerca de. —Callo al darme cuenta lo que diría.

—¿De quién? —pregunta Linda. Niego con la cabeza.

—Cerca de un lugar que no conozco —miento.

—Yo no quiero empezar de cero con un chico que no me quiere ni tiene intenciones de quererme tampoco —confiesa, dejándonos muda a ambas.

—¿Por qué dices eso? ¿Qué te hizo? —pregunta Megan, habiendo pasado unos minutos en completo silencio. Linda suspira y me mira.

—Está enamorado de ti —suelta—. Y supongo que tú lo estás de él —prosigue al ver que yo no digo nada.

En mi defensa, hasta creo que me quedé sin voz.

—Pero admítelo, mujer, yo no voy a molestarme. Este matrimonio de nosotros no es por amor, así que no es algo de lo que pueda hacer un escándalo —reconoce. Suspiro.

—No creí que te lo dijera —confieso, hablando por fin. Sonríe.

—Pues sí, dijo que no podía hacerme el amor porque de hacerlo, estaría deseando que fueses tú en todo momento —confiesa.

No logro controlar la estúpida sonrisa que se planta en mis labios, pero giro el rostro para que no lo noten.

—¿Ves? Te dije que no lo haría —dice Megan.

—¿Lo sabías? —pregunta su hermana. Megan bufa.

—Venga, ¿me vas a decir que él mencionó el nombre de Brown o tú lo dedujiste cuando dijo que estaba enamorado de alguien más? —replica. Linda se encoge de hombros—. Lo imaginé, es obvio por cómo se miran —acota Megan. Cojo aire.

—Sí lo quiero, pero te respeto, Linda, jamás me metería con él ahora que está casado contigo —aclaro.

—¿Linda? —preguntan las dos al mismo tiempo. Me sonrojo.

—La novia de mi hermano era una zorra y se llamaba Mariah, así que en mi mente te llamo Linda porque no te veo como a ella de zorra —explico. Ambas asienten.

—Vale, gracias, supongo —dice Linda, riendo bajito. Río con ella y Megan se une—. Entonces, ¿igual quieres irte de Malibú? —pregunta al ratito de estar todas en silencio.

—Es lo mejor, Linda. Sé que eres una buena persona y que se harán felices mutuamente, pero, siendo honesta, tengo un poco de envidia porque desearía ser tú y ser yo la que sea su esposa —confieso, pero no la veo.

—¿No te das cuenta de que ser yo no es algo envidiable? Yo quisiera ser tú, Brown. Porque por más que yo tenga su vida por ser su esposa, tú tienes su amor —zanja. Parpadeo y la veo.

Se me había olvidado el cap de hoy, jajajajaj.

Quería pedirles un favor, creo que el libro va bien, pero podemos ayudarlo a ir mejor, ¿no creen? Pueden compartirlo con sus amistades lectores, subirlo a sus historias de instagram y etiquetarme para repostearlo. ¿Qué les parece? 

Pueden usar el #conductordesignado y etiquetarme en sus historias: @aixadealsinabooks

Ayudemos al conductor designado y su paquete a llegar más lejos. Besos, amores.

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