Capítulo 25 🚗
Narra Connor
No creí que el momento que consideraría más difícil para mí, fuese ver a mi colibrí salir corriendo de esa habitación, con la cabeza gacha y derramando lágrimas.
No creí nunca que, por mi culpa, lloraría la mujer que quiero.
Aunque, siendo completamente honesto, nunca creí enamorarme de una mujer tan rápido como me he enamorado de ella.
Ni siquiera sé en qué momento me empecé a enamorar de ella, solo sé que para cuando la besé por primera vez, ya sabía que dejarla ir sería doloroso.
Quiero más risas suyas, quiero más reproches de su parte, quiero más negación sobre lo que siente, quiero más de esos besos esporádicos, quiero más de su confianza...
Quiero más de ella.
Quiero todo de ella.
Quiero darle todo de mí.
Quiero todo con ella... Todo.
Veo a Mariah a mi lado cuando toma mi mano en el carro. Sonríe e intento devolverle la sonrisa.
—¿Estás bien? —pregunta y suena preocupada. Cojo aire con fuerza.
La chica no se ha portado mal. Al contrario, ha tenido la gentileza de hacer ameno toda esta farsa. Ha reído y no ha sido, hasta el momento, como las típicas hijas de empresarios que he conocido. Es inteligente, le gustan los postres y es muy linda, hay que reconocerlo.
Sin embargo, desde que tuve esa conversación con K sobre que, la mayoría de los ricos son lindos, no dejo de ver a K como la mayor obra de arte que he tenido frente a mí.
Las curvas que tiene Mariah a mi colibrí le faltan por su delgadez, pero sería un completo patán si las comparara porque cada mujer es única.
—Solo estoy cansado, disculpa —digo al notar que me he quedado callado mucho rato. Asiente y sonríe, pero no suelta mi mano, tampoco digo nada.
—Tranquilo, ya no falta nada para llegar al hotel. Espero que te guste, mi madre y yo nos encargamos de todo —admite con emoción. Creo que la emoción de ella y su madre es más que palpable, se han pasado todo el día con una sonrisa de oreja a oreja.
No quiero que se borre, pero tampoco quiero hacer todo lo que he hecho y me toca seguir haciendo. Ni siquiera he podido besarla como corresponde porque K estaba ahí y sé que ya le he hecho daño, pero me niego a hacerle más.
—De seguro lo hará. Todo ha sido perfecto —miento. Su sonrisa se agranda por mis palabras.
—Muchas gracias, queríamos que lo disfrutaras tanto como yo —confiesa. El hecho de que eso no me duela, me hace saber que soy un maldito porque para ella sí fue muy importante lo que pasó. Sin embargo, yo no puedo estar contento de haberme casado con ella.
Si esto, no lo sé, si esto hubiese pasado hace cuatro días, antes de conocer a Kiran Brown, de seguro sí me hacía muy feliz porque Mariah es preciosa, simpática y divertida, así que, el tiempo a su lado se me haría ameno.
Supongo que no se necesitaría tanto el amor porque, posiblemente las cosas en la cama lo solventarían todo, pero ese no será el caso.
Resulta que el Connor de hace cuatro días no existe porque, a este Connor le terminó gustando algo más que la belleza externa y la diversión sana... Ahora me gusta la tristeza que se oculta detrás de una sonrisa; la fortaleza que se esconde detrás de un cuerpo pequeño y frágil; la astucia disimulada en unos ojos inocentes; la seguridad llena de inseguridades...
En resumen, ahora me gusta Kiran.
Bajamos del auto con la ayuda del mozo para después caminar tomados de la mano hasta el interior del hotel. No hace falta que nos detengamos en algún momento porque Mariah nos guía enseguida hacia un elevador y apenas las puertas se cierran, se gira y busca besarme.
—Lo siento —suelto, separándola un poco por los hombros. Me mira confundida.
—¿Qué sucede? —musita.
Las puertas se abren y sale. Cojo aire, evitando distraerme viendo la habitación, pero después recuerdo que ella la organizó y me da un golpe de remordimiento, por lo que, ojeo la habitación, encontrando pétalos de rosas por todos lados, velas encendidas que hacen que no sea necesario que las bombillas sean usadas.
Todo se ve muy romántico y perfecto para dos personas que acaban de casarse y ahora solo quieren consumar su amor, el problema es que, somos lo primero, pero no lo segundo.
—No puedo hacerte el amor esta noche, Mariah —confieso, haciendo que deje de batallar con sus tacones. Me acerco a ella para ayudarla, arrodillándome.
—¿Por qué? —musita. Quito el primero sin verla a la cara, pero lo hago al quitar el segundo.
—Estoy enamorado de alguien más —confieso. Alza las cejas y asiente—. Estoy comprometido con esto, créeme. Respetaré nuestro matrimonio, lo prometo, pero no me pidas, por favor, hacerte el amor esta noche porque te lo haría deseando que fuese ella —explico.
Mariah evita mi mirada.
—No quiero hacerte daño, perdóname si lo he hecho, pero quise ser honesto porque no quisiera empezar con mal pie, ¿entiendes? —pregunto porque necesito saber que todo va bien.
Podría ir mañana y decirle a su padre que soy un idiota y entonces, todo se iría al diablo y mi familia seguiría en problemas.
—¿Brown? —pregunta bajito. Cojo aire.
¿Tan obvio soy
—Lo supuse, tranquilo. Igual es mejor que te guste una chica a que me salgas con que eres gay, así que, bueno, ¿me ayudas con mi vestido, por favor? —pide y se levanta, dándose la vuelta.
Parpadeando, bajo el cierre y ella lo sujeta con sus manos para girarse, antes de entrar en una puerta, se detiene y me mira.
—No puedo molestarme ahora porque sé que no me conoces y que esta boda no tiene amor de por medio, Connor, pero piensa en que, ya eres mi esposo y que, en algún momento, yo podría enamorarme de ti. Me gustaría que, para ese entonces, no fuera la única enamorada. Por el bien de todos, tanto mío como tuyo y de nuestras familias. Yo tampoco tengo elección, pero yo sí no amo a nadie más y siempre quise una familia. Mi propia familia —explica. Asiento, lentamente.
—Voy a intentarlo —prometo, pero sé que será en vano ese intento.
—Yo también —admite y entra. Suspiro y me giro, lanzando a la cama la corbata.
¿Cómo puedo hacer bien esto si ni siquiera quiero hacerlo, en primer lugar?
Mi Connor me duele.
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