Capítulo 1 🚗
—¿Estás bien? —pregunta Mey. Asiento, pero sigo viendo fijamente la pared a nuestro lado—. Tienes que soltarlos —aconseja lo mismo que me ha aconsejado los últimos veinte meses que llevo en este lugar.
Veinte meses volviéndome loca. Veinte meses peleando hasta por poder comer mi comida completa. Veinte meses aguantando golpes y humillaciones porque si quiero que mi condena de siete años se reduzca, debo mantener una buena conducta.
Eso se resume en dejarte pisotear por las demás reclusas.
Salimos al patio donde enseguida caminamos a una esquina para cubrirnos del sol y no ser el centro de burlas o el saco de boxeo de alguna de las alfas.
Mey es ruda, sí, le tienen respeto, también, pero no puede protegerme siempre que quiere porque yo sigo siendo de las nuevas.
Sigo siendo el juguete favorito de las viejas, por así decirlo.
—Mantente en silencio —ordena Mey al vernos las hermanas sangre, así le dicen aquí. No creo que haga falta explicar el porqué de su apodo.
—Vaya, vaya, veo que ya saliste de enfermería. ¿Te cocieron mucho? —pregunta Anna, la mayor, levantando de mala forma mi camisa para ver la cicatriz que me dejó con los puntos que me tomaron. Al menos no es tan fea o notoria. Bien podría ocultarla con un brasier cuando salga de aquí.
—Un pequeño rasguño —asegura, bajando de nuevo mi blusa. Me mantengo en silencio.
—¿Qué? ¿También te cocieron la lengua? ¡Responde cuando se te habla! —ordena su hermana, Anne, golpeando mi pecho, haciendo que trastabille un paso hacia atrás.
—¿Para qué diablos preguntas algo si vas a comprobarlo por tu propia cuenta? No quieres que responda, solo esperas que mi respuesta sea lo que deseas escuchar para volver a mandarme a enfermería —escupo. Mey es rápida y coloca un brazo por enfrente de mi cuerpo, para después cubrirme por completo con el suyo.
—No más, chicas. Acaba de salir, denle un respiro —pide Mey por mí. No veo lo que hacen las hermanas sangre porque soy muy baja para sobrevivir en este sitio.
Venga, soy baja, débil, delgada, y demasiado lengua suelta como para llegar a cumplir los veinticuatro meses en está prisión.
Si sobrevivo un mes más, sería todo un milagro.
—Una semana para que veas que somos buenas, pero luego de eso, que se cuide porque no queremos más momentos como este —advierte Anne. Mey se gira de golpe, cogiéndome por los brazos hasta estrellar mi cuerpo contra la pared.
—¿Te has vuelto loca? —sisea molesta frente a mi rostro. Paso saliva... Mey también golpea duro.
—Me cansan —explico y me suelta, respirando de forma entrecortada. Supongo que intenta tranquilizarse.
—Pues, tú las cansas a ellas. Si quieres seguir viva, solo mantén la boca cerrada, joder. Limítate a responder con monosílabos —decreta. Asiento lentamente.
—Bien, lo siento —digo, aunque en realidad no lo siento, pero es lo que ella quiere escuchar.
—No, no lo sientes —declara, conociéndome. Río bajito y ella niega con la cabeza, pero sonríe.
Estoy por hablar cuando mi nombre es anunciado por los parlantes, poniéndome los nervios de punta al escuchar la orden que se me es dada.
—Voy contigo —zanja Mey, comenzando a caminar conmigo a la salida para ir a la oficina del director. Antes de que podamos cruzar la puerta que da acceso a los pasillos, un guardia nos detiene.
—Va sola, Mey —declara. Mey se cruza de brazos a mi lado.
—Iré con ella, Jones —advierte Mey. Suspiro.
—Va sola. Tranquila, no creo que sea nada malo —asegura Jones, tomando mi brazo para luego girarme y esposar mis manos por mi espalda. Le guiño un ojo a Mey y sonrío en su dirección.
—Vendré enseguida —prometo, siguiendo a Jones. Nos detenemos frente a la puerta y me mira.
—¿Lista? —pregunta. Suspiro.
Jones es uno de los pocos guardias que no nos trata como basura. A veces hasta creo que le gusta Mey porque la mira mucho y cuando lo hace, le sonríe. Pero, volviendo a su pregunta, la verdad es que no estoy lista. Nunca he entrado en ese sitio después de que me trajeron. Y cuando conocí al director, la forma tan asquerosa en la que me vio me revolvió el estómago.
La puerta se abre y Jones entra un poco, informando que trae a la reclusa. Escucho la voz asquerosa del director, haciendo que me estremezca de pie a cabeza al ordenarle a Jones que me deje entrar. Jones tira de mi brazo para que lo haga. Viajo rápidamente mi mirada por el lugar, deparando en tres personas más aparte del director.
—Ella es la chica de la que les hablo —suelta el director. Frunzo el ceño, porque la mirada que me dedican los dos hombres y la mujer es de desprecio puro.
Desprecio y creo que, incredulidad.
Y ambas van dirigidas a mí.
—Puedes esperar afuera, Jones —informa el director y él sale, susurrando muy bajo un ¨suerte¨ para mí. Suspiro—. Señorita Brown, tome asiento, por favor —pide el director, señalando una silla en un extremo de la habitación, alejada de las otras personas.
Quisiera replicar y decir que estoy bien aquí de pie, pero después de lo que ocasionó mi lengua suelta hace un rato, prefiero morderla y obedecer, caminando hasta ella.
—Entonces, ¿qué opinan? ¿Les gusta? —les pregunta el director. Uno de los hombres coge aire y me mira de nuevo de forma incrédula.
—¿Estás seguro de que es la indicada para esto? No estamos hablando de algo sin importancia, David. Hablamos de la vida de mi hijo —le recuerda.
No estoy entendiendo ni mierdas, pero espero que lo expliquen.
—Es la indicada, créeme. Desde los quince conduce en carreras ilegales. A los diecisiete empezó con su vida criminal, siendo la conductora de robos a tiendas pequeñas. A los dieciocho comenzó con tiendas más grandes, hasta que la atrapamos hace más de año y medio —le cuenta mi vida.
Muerdo el interior de mi mejilla.
—Y terminó asesinando a sus compañeros al voltear el auto. ¿Quién dice que no hará lo mismo con mi hijo dentro? —replica el hombre. Ya no me mira con incredulidad, sino con enojo.
¿Por qué me odia si no me conoce?
El director suspira.
—Bueno, no abocare por ella, te digo lo que sé. Si no la crees capaz, entonces, no tengo a nadie para ti. Ella es mi única opción —zanja el director.
—Tengo que pen...
—Amor, no tenemos tiempo para esto. No hay tiempo para pensar. No hay más nadie que quiera hacerlo, lo sabes —lo interrumpe la mujer. El hombre suspira.
—¿Condiciones? —pregunta el hombre, pero no al director, sino a mí. Arrugo el rostro.
—Ninguna, ella no tendrá elección —asegura el director por mí.
—¿De qué hablan? —pregunto, por fin.
—Tendrás que llevar a mi hijo a otra ciudad, sano y salvo. Si fallas, mueres. Si te niegas, te pudres aquí —resuelve el hombre. Alzo ambas cejas.
—Ya le cogí cariño a mi cama y a los golpes, tranquilo —declaro firme, porque no conseguirá nada de mí con amenazas. El director gruñe.
—Por favor, denme un momento con ella —pide y las tres personas se colocan de pie y salen.
Enseguida el director se acerca a mí, pegando mi espalda del todo al espaldar de la silla, empujándome por mis hombros e inclinándose para estar a mi altura. Le mantengo la mirada.
—K, cállate la boca, ¿quieres? ¿Quieres salir de aquí antes de cumplir los siete años que se te ha dado? Entonces, haz silencio y acepta el trabajo. ¿Crees que sobrevivirás aquí más de seis meses? Vives en enfermería. Has pasado más meses dentro de enfermería que durmiendo en tu cama, así que acepta esto, joder —declara. Suspiro.
—¿Cuál es el interés en que salga antes? Si muero aquí, ¿a quién le importa? No habrá nadie esperándome afuera. Mis padres me odian por la muerte de mi hermano, así que, gracias, pero tengo más aquí dentro que allá afuera —reconozco.
El director maldice, enderezándose.
—Si no aceptas, no solo tú vas a morir aquí, yo también lo haré. ¿Sabes quiénes son ellos? No son personas que quieres tener de enemigo, así que, acepta el maldito trabajo. Es fácil, joder. Solo deberás conducir y llevarlo hasta donde ellos te pidan, más nada. Es un trabajo sencillo —asegura.
—Ese también sería un robo sencillo —me quejo. El director se detiene de golpe, y así, con el mismo impulso, me voltea la cara de una sola bofetada que me hace jadear de dolor y probar mi propia sangre al morderme la lengua.
—Harás el trabajo —demanda y camina a la puerta para abrirla—. Lo hará —dicta.
Empecemos, señores. ¿Creen que sea un trabajo fácil?
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