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Los labios de Diamond habían sido pintados de un rojo oscuro que en poca luz se veía negro. Sus ojos estaban delineados y también pasó un lápiz negro por la línea de agua inferior de estos. Su vestido era negro, aterciopelado y largo, con mangas que terminaban en un triángulo sobre el torso de sus manos. Se había puesto unas sandalias bajas que se escondían bajo el vestido. Su cabello lo dejó suelto, pero no lo alisó. Agarró su saco negro y un bolso de mano donde puso su varita y un vestido verde corto. Se lo pondría antes de irse a la fiesta de Blaise. Finalmente se roció un poco de perfume y salió.
─Bien, vamos─ dijo Thomas.
Él vestía una túnica negra con botones de calavera.
─Suerte. Nos vemos luego─ le dijo Pansy a Diamond.
La mayor asintió y sujetó el brazo de su padre. Le dio una última mirada a su madre, quien los observaba desde un sillón, y pronto todo comenzó a dar vueltas. Se aparecieron frente a la Mansión Malfoy, que era el punto de encuentro de todas las reuniones y donde el Señor Oscuro se hospedaba.
─Controla tu metamorfomagia─ murmuró su padre mientras caminaban hacia la puerta de la mansión─. Bloquea tu mente. Míralo a los ojos cuando te habla. No te muestres débil. Eres una Parkinson, recuerda eso.
Diamond asintió en respuesta. Sus ojos viajaban por el enorme patio. Habían pavos reales allí.
La puerta se abrió dejando ver a Bellatrix Lestrange. La mujer les envió una mirada que estremecía a cualquiera mientras los dejaba pasar. Thomas soltó el brazo de su hija para saludar a los demás mortifagos que estaban repartidos por toda la sala. Luego volvió a Diamond y la empujó para presentarla. Diamond notó que no habían muchas mujeres allí. Podía oler la cantidad de dinero que tenía cada mago en ese lugar. Todos puristas, todos asesinos, todos capaces de vender la mano de sus propios hijos si les convenía. El poder de la riqueza y la ambición.
─La reunión debe comenzar─ oyó decir a Lucius Malfoy, que salió del comedor.
Todos rápidamente entraron. El Señor Oscuro ya estaba allí, sentado en la cabecera y con su serpiente Nagini en los hombros.
─Hoy la reunión es para ti y para Draco─ le dijo Thomas a su hija y la condujo al lado de Narcissa Malfoy.
Diamond se sentó sin decir más nada. Narcissa a su lado le envió una mirada extraña, como si quisiera sonreír. En cuestión de segundos, Draco apareció y se sentó a su izquierda. Pronto todos estaban sentados en aquella larga mesa.
Voldemort le dijo algo a su serpiente en parsel y ésta se bajó de sus hombros. Diamond no supo adónde se fue el animal, pero ya no quería pensar. Bloqueó su mente y miró a todos los mortifagos presentes.
─Bueno, como todos sabrán, esta reunión es especialmente para la joven Parkinson y el joven Malfoy─ comenzó a hablar lord Voldemort. Sus ojos rojos se posaron en los únicos adolescentes que estaban en la mansión─. Necesito actualizaciones de un avance. El tiempo corre, niños, y Albus Dumbledore todavía sigue vivito y coleando.
─Mi señor, lo tenemos todo bajo control─ dijo Diamond sin dejar de mirarlo a los ojos. Debajo de la mesa, Draco apretó su mano─, lo juro por su vida.
Todos parecieron dejar de respirar cuando dijo las últimas palabras. Diamond no se dejó intimidar, sabía lo que hacía. Tenía que darle confianza a ese hombre.
El Señor Oscuro le dio una horrorosa sonrisa. Draco afirmó su agarre. Narcissa a su lado la miraba con esperanza. Thomas se mantenía serio.
─Me gusta como hablas, Diamond─ dijo Voldemort─. Mis mortifagos no suelen jurar por mi vida. Demuestras valentía y eso necesito en mis filas─ luego miró a Thomas─. Hiciste un gran trabajo. No es una inútil como tu.
─Diamond es nuestro mayor orgullo, señor─ habló Thomas.
Ella quiso reír al oírlo. ¿Cómo se atrevía?
─Volviendo a la misión, ¿cuáles son sus planes? Quiero oírlo todo─ Voldemort entrelazó sus manos para prestar atención.
Diamond miró a Draco. Había estado muy callado y debía hablar para que nadie sospechara. Él notó eso y se acomodó el cuello de su traje.
─Tenemos dos planes en este momento, mi señor─ Diamond tenía miedo porque algo de eso podía enojar a Voldemort.
Draco mantuvo su mente bloqueada mientras hablaba, no quería que se enterara del collar. Ni él ni Diamond esperaban tener que contar lo del hidromiel, pues se suponía que el Señor Oscuro no debía saberlo. Cuando terminó, los ojos rojos de Voldemort delataban aburrimiento, así que Diamond tuvo que salir nuevamente al rescate.
─Nuestras ideas son pobres debido a que hubo un aumento en la seguridad de Hogwarts. No podemos hacer las cosas solos porque controlan lo que entra y sale. El armario evanescente sí tiene arreglo, Draco dice que no, pero logré traducir un libro de la Sección Prohibida y encontré el hechizo necesario. Se lo prometo, señor, que nuestro deber será cumplido.
─Más les vale que si─ dijo Voldemort ya algo molesto─. Thomas, ¿qué pasa con el cabello de tu hija cuando miente?
Diamond se asustó un poco. Miró sus puntas, creyendo que habían cambiado de color, pero estas estaban violetas.
─El color de los nervios: naranja─ contestó Thomas sin pensarlo dos veces.
Finalmente Voldemort los dejó cenar. Diamond sentía que todo aquello era una tortura. Draco a su lado estaba muy pálido y casi que no tocaba la comida. Ella solo probó la ensalada y tomó jugo. La carne no era de su agrado, y menos la de cerdo.
Cuando terminaron, ambos jóvenes esperaron a que los mayores se fueran a la sala para correr a la habitación de Draco. Ella sacó de su bolso el vestido verde y se metió al baño para cambiarse. Cuando salió, el la esperaba sentado en su cama y giraba la varita entre sus dedos. Por un momento Diamond se sintió muy atraída por aquello tan simple.
─Estoy lista─ le dijo.
Draco detuvo lo que hacía para mirarla. El vestido verde era bastante parecido al que usó la última vez, solo que no tenía escote y arriba se pegaba más a su cuerpo.
─Feliz navidad─ dijo él distraído.
─Feliz navidad a ti también─ rió ella al mismo tiempo que se ponía su abrigo y agarraba el bolso─. Vámonos, ya son casi las dos.
Draco asintió y salieron de su cuarto. Se fueron por la puerta de la cocina y caminaron hasta el límite de los hechizos de protección, donde había una especie de cobertizo. De allí el rubio sacó una escoba de Quidditch. Diamond hizo una mueca.
─Se me va a ver toda la ropa interior─ dijo, subiéndose enfrente de Draco.
─Pues el que te vea será afortunado─ habló divertido.
Diamond rodó sus ojos.
─Idiota.
Draco le dio una patada al suelo y comenzaron a elevarse. Blaise no vivía muy lejos, en quince minutos ya estaban allí, en el límite de una mansión que se escondía entre pinos. El viento golpeaba los rostros de ambos mientras caminaban. La música comenzaba a oírse cada vez más y había un fuerte olor a algo extraño.
─Blaise debe de haber traído hierbas muggle─ dijo Draco en su oido, claramente disgustado.
Se abrieron paso entre la gente que bailaba. La chica dejó su abrigo en un perchero. Todos eran estudiantes de Slytherin. Diamond también notó que habían algunos de otros colegios. Blaise tenía una capacidad increíble para invitar personas. Bueno, su madre era conocida en el mundo mágico, era de esperarse que conociera a todos.
─¡Al fin llegaron, chicos!─ gritó Pansy, empujando con fuerza a un chico que no la dejaba pasar─. ¿Cómo estuvo la reunión?
─Bueno, estamos vivos, es algo─ contestó Diamond.
Blaise apareció sonriendo y bailando, con botellas de muchos tipos para ofrecerles. Tenía vodka, cerveza de mantequilla, whisky de fuego, ron y ginebra. Diamond optó por el whisky. Draco le alcanzó un vaso para que sirviera.
─¿Planeas compartir otra vez?─ le preguntó ella, dándole un trago a la bebida.
─¿Algún problema?─ inquirió el rubio con descaro.
Diamond negó y le tendió el vaso. Blaise ya se había ido para seguir sirviendo alcohol. Pansy también había desaparecido y solo estaban ellos entre medio de un montón de adolescentes mayores de quince años. Una hora más tarde, los dos comenzaban a notar los efectos de la borrachera. Ya habían combinado muchas bebidas en ese entonces.
─¡Recuerdo cuando Las Brujas de Macbeth dieron un concierto años atrás en un cumpleaños y lanzaron esta canción ese mismo día!─ le gritó a Draco en su oído.
─Lo sé, era mi cumpleaños─ rió el rubio.
Diamond lo miró asintiendo, como si no pudiera creer que Draco hubiera estado en su propio cumpleaños.
─¡Creo que la hierba que Blaise trajo acelera el efecto!─ gritó él.
Diamond no logró oirlo bien, solamente asintió esperando a que fuera una pregunta de sí o no. A su lado había un chico algo descontrolado que caminaba entre la gente y cuando llegó a ella, la empujó. Draco no logró agarrarla a tiempo, pero la levantó al instante antes de que todo el mundo la pisara. Diamond soltó una carcajada y él se unió.
─¡Mejor salgamos a tomar aire!─ gritó Draco, sujetándola por la cintura.
Los dos se tambaleaban en cada paso mientras se dirigían al jardín. Se reían de ellos mismos en el trayecto. Afuera hacía un frío terrible, pero eso no les impedía a algunas parejas para prácticamente comerse en cada rincón. Diamond y Draco se alejaron bastante de todos ellos y se sentaron en un banco que estaba debajo de un árbol. Él se quitó el saco y la obligó a ponérselo porque se estba congelando.
─Las fiestas de Blaise son muy buenas para hacer olvidar toda esta mierda en la que estamos metidos─ dijo la chica, apoyada en el hombro de Draco y con las piernas estiradas.
─Tienes razón─ fue lo único que él dijo.
Se sumieron en un silencio que solo duró segundos porque Diamond no pudo mantenerse callada.
─¿Sabías que lo hicieron por mi?─ preguntó. Él no respondió, pero una expresión de confusión se plantó en su cara─. Si. Es un plan para que te hable y te diga todo lo que siento, lo cual es inútil porque es justamente lo que no sé hacer─ Draco supo que el alcohol ya ocupaba un gran porcentaje en las venas de Diamond, pero no la frenó. Quería oírla─. Quieren que te diga que me gustas demasiado y que me arrepiento de decirte lo que te dije la vez que hablaste de mi metamorfomagia. Soy un desastre. ¿Por qué quieren que diga eso? Tu estas bien sin mi─ hizo una pausa para suspirar─. Soy una persona deprimente. Sabrás exactamente todo lo que pienso con solo ver mi pelo, aunque ahora no funciona porque estoy segura de que todo esto me está agotando mentalmente. De verdad me gustaría decirite que me gustas, que quiero protegerte como nadie lo ha hecho, que quiero verte feliz, ¿pero cómo voy a cuidarte si ni siquiera puedo cuidar de mí misma?─ comenzó a llorar. Diamond a veces era la borracha llorona─. Oh, y también quieren que te bese.
Nuevamente entre ellos nació el silencio. Draco no sabía que decir, estaba borracho y tenía ganas de gritarle que no le importaba nada en ese instante, que solo la quería a ella aunque significara ser egoísta. Solo estaba sobrio para una cosa.
─¿Y tu quieres besarme?─ le preguntó.
Diamond se incorporó un poco y lo miró a los ojos. Él también la miró. Escaneó todo el rostro de la chica. Notó el rosa opaco en su cabello, luego bajó al celeste de sus ojos y finalmente al rojo oscuro de sus labios.
─Por supuesto que quiero, ¿cómo te atreves a pensar que no?─ contestó Diamond tratando de que sonara gracioso.
Draco sonrió de lado antes de agarrar su menton suavemente. Ella sintió que su estómago se llenaba de bichos que revoloteaban. Apoyó sus dos manos en el banco para inclinarse más a él. Draco tomó eso como la señal que necesitaba para finalmente besarla. Los labios de ambos jóvenes se encontraron con facilidad, danzando y dándose suaves caricias. Habían soñado con aquel momento varias veces desde que fueron marcados, pero ninguno imaginó que sería así, bajo la luz de la luna.
Al separarse, Draco no soltó el mentón de Diamond. La contempló unos segundos más, lo que la ponía nerviosa. Pero el rosa de su cabello ya estaba muy fuerte como para volverse naranja. Él la tenía hechizada y no sabía si odiar o amar eso.
De pronto su miedo volvió. El negro si pudo contra el rosado.
─¿Qué pasa, Diamond?─ preguntó el rubio preocupado─. Yo no soy Miles, no soy Daphne, no soy tu padre ni tu madre. Yo si te quiero, no debes tenerme miedo. Jamás.
Ella asintió en comprensión.
─Solo prometamos que no vamos a distraernos de lo que debemos hacer─ le pidió.
─Está bien─ aceptó Draco─. Ahora déjame seguir disfrutando.
Y volvieron a besarse.
AAAAAAAAAAAH
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