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↷ O7

Neville Longbottom, Ginny Weasley y Luna Lovegood habían sido descubiertos por Snape cuando intentaron robar la espada de Gryffindor de su despacho. El director decidió castigarlos por su cuenta, enviándolos a ayudar a Hagrid en el Bosque Prohibido. Los hermanos Carrow no estaban muy de acuerdo con las decisiones de Snape, sobretodo porque horas antes del intento de robo, en una pared de un pasillo del tercer piso, había aparecido un mensaje escrito con pintura negra que decía:

"EL EJÉRCITO DE DUMBLEDORE TODAVÍA ESTÁ RECLUTANDO"

Los Carrow afirmaban, sin pruebas, que aquello había sido obra de Neville, pues este a veces solía levantarse en medio de la clase para intentar detener las torturas de los niños castigados, causando que lo torturaran a él también, pero Snape les dijo que solo eran los chicos que intentaban seguir los pasos bromistas de Fred y George Weasley.

Octubre estaba casi por finalizar y para Diamond las clases cada vez eran más difíciles. Se sentía realmente cansada y por primera vez en dos años su tarea se había acumulado de una forma preocupante. El profesor Amycus había comenzado a enseñarles más sobre las maldiciones imperdonables, sobretodo la asesina y, cinco minutos antes de finalizar la clase, hacía pasar a un adolescente que estuviera castigado para que los alumnos de séptimo lo torturaran.

Diamond todavía recordaba cuando le tocó a ella pronunciar la Maldición Cruciatus. Tuvo que castigar a una chica de cuarto porque Amycus la había oído hablar a favor de Harry Potter. Diamond podía oír los gritos de la pobre Ravenclaw, pidiéndole perdón y que jamás volvería a hacerlo. Luego se la llevaron al despacho de Amycus, del cual desapareció con ayuda de alguien. Nadie supo quién fue.

─El viernes es Halloween y ya tengo permiso para hacer una fiesta, ¿qué dicen?─ dijo Blaise una vez que se sentó en la mesa de Slytherin.

─Yo siempre estoy de acuerdo─ contestó Pansy.

─Seguro─ Theo se encogió de hombros.

─Me parece bien─ dijo Draco sin prestarle mucha atención, pues estaba terminando un deber de Pociones.

─No creo que vaya─ se lamentó Diamond─. Tengo mucha tarea acumulada y quiero terminar todo antes del próximo lunes.

─Bueno, no pasa nada─ dijo Blaise. Luego miró a los otros─. Vayan encargando disfraces, quiero hacer la fiesta al estilo muggle.

El resto del día fue bastante aburrido para Diamond. No hubo nada nuevo en clases y el tema en el que estaban no era interesante para ella, o así fue hasta que le tocó ir al Invernadero. La profesora Sprout le dijo que hiciera grupo con Neville, pues consideraba que era buena idea juntar a los dos mejores de su clase. Diamond notó que el chico trataba de no demostrar temor cuando ella se puso a su lado.

─No confío en ti, y menos con esas tijeras─ le dijo Neville, tratando de que la profesora no los oyera.

Diamond frunció el entrecejo y lo miró.

─Harry nos contó lo que hiciste. Eres casi tan culpable como Snape─ volvió a decir.

─Bueno, creo que Harry no sabe ni la mitad de la realidad, Neville. Él no estuvo día a día conmigo y con Draco, viendo como cada día el miedo a perder nuestras vidas nos consumía─ Diamond habló rápido y bajo, pero con firmeza─. Tu tampoco lo sabes. De hecho, nadie lo sabe, pero hay una cosa que puedo asegurar: pelearé del lado de Potter porque me parece correcto.

Neville la miraba como si dudara de sus palabras, como si no creyera que alguien fuera lo suficientemente capaz como para traicionar no solo al Innombrable, sino que también a su propia familia y amigos. Porque Neville no sabía la verdad, no conocía a Diamond. Solo habían compartido clases y probablemente era la primera vez que hablaban.

─Vas a tener que probarlo─ le dijo él, para luego volver a lo que Sprout les había pedido.

A medida que la semana pasaba, los actos de vandalismo en las paredes del colegio de parte de miembros del Ejército de Dumbledore se hacían más presentes. Los Carrow merodeaban los pasillos más seguido y hacían a los alumnos vaciar sus mochilas cada vez que pasaban por ellos. Seamus Finnigan había sido castigado varias veces en las clases de Artes Oscuras al intentar ponerse en contra de Amycus. Crabbe y Goyle fueron los que se encargaron de tratar de que se arrepintiera.

A Diamond se le había hecho muy fácil no meterse en problemas desde que entró a Hogwarts, pero debía demostrarle a Neville que estaba de su lado, por lo que se arriesgó a ayudar a Seamus a escapar. El chico al verla se asustó un poco, pues creyó que Diamond estaba allí para continuar castigándolo, pero ella lo sorprendió al decirle que el lugar estaba despejado.

─¿Qué pretendes, Parkinson?─ preguntó Seamus con desconfianza. Su acento irlandés estaba muy marcado─. Todo Hogwarts sabe lo que...

Diamond lo interrumpió.

─¿Puedes empezar a correr ya? Amycus puede volver en cualquier segundo─ le dijo con impaciencia─. Díselo a Longbottom y él contestará tus preguntas, ¡ahora vete!

Seamus le dio un último vistazo antes de salir corriendo. Diamond también se fue en cuanto se aseguró de que nadie se acercaba por el lado izquierdo. Corrió rápidamente hacia el Gran Comedor, donde sus amigos la esperaban para almorzar.

─Oh, Diamond, llegaste justo a tiempo─ dijo Blaise cuando notó su presencia─. Dime, ¿qué crees que me quede mejor? ¿Disfraz de dios nórdico o zombie?

─¿Qué es un zombie?─ preguntó Diamond.

─Es como un Inferi, pero en vez de moverse con magia, se mueve porque está infectado de un virus. Es un invento muggle, no existen─ explicó Blaise.

─Vaya, para odiar a los muggles, sabes mucho de ellos─ dijo Theo.

─Creo que quedas mejor como dios─ se encogió de hombros Diamond─, pero es tu decisión.

Blaise asintió y comenzó a servirse su almuerzo. Draco llego al rato y se sentó junto a Diamond sin emitir ninguna palabra, simplemente se puso a comer en silencio. A ella le pareció extraño, por lo que lo codeó suavemente.

─¿Todo bien?─ le preguntó en voz baja.

─Por supuesto─ contestó él, pero su tono de voz hizo que no fuera convincente la respuesta.

Diamond no quiso preguntar mucho, sabía que Draco odiaba que lo atormentaran cuando estaba de malhumor, así que decidió comenzar a comer, prestando atención en la conversación de sus amigos. Pansy decía que su disfraz iría algo a juego con el de Blaise, ella sería Hela. Theo dijo que él iba a ser un conde vampiro, pues Daphne se lo había pedido.

─¿Y tú, Draco? ¿Qué serás?─ preguntó Pansy.

El rubio se encogió de hombros, como si realmente no le importara elegir un disfraz.

─Supongo que Lucifer.

El viernes por la tarde, Diamond usó su hora libre para estudiar en la biblioteca y terminar alguno de sus deberes. Se concentró en hacer un buen trabajo para astronomía, pues era una materia que últimamente le interesaba bastante, pero su paz se vio interrumpida cuando dos libros cayeron frente a ella. Cuando Diamond alzó la vista, se encontró con un muy apenado Damien.

─Lo siento mucho, Diamond─ se lamentó el pelinegro, juntando los libros y poniéndolos sobre el lugar en el que decidió sentarse.

─No te preocupes, Dam─ lo tranquilizó ella─, de todas formas ya estaba terminando.

─Oh, qué bien. ¿Aprrovechas la horra librre?

─Así es. Luego tengo Encantamientos, es la última clase del día.

Diamond creía que Damien era una buena persona, a decir verdad, y no entendía por qué a Draco le caía tan mal. Era verdad, había provocado la muerte de alguien, pero el ruso siempre intentaba evitar el tema porque jamás estuvo en sus planes ese accidente. Él solo quiso apartar a Moody de su camino. Diamond le creía, veía honestidad en sus palabras y no podía entender cómo un chico como Damien podía estar familiarizado con lord Voldemort.

─Oí que los Slytherin harrán una fiesta hoy─ volvió a hablar él.

Diamond esperó a terminar su tarea para mirarlo y asentir.

─Si, es de disfraces. ¿Irás?

─Puede serr, aunque no soy muy fanático de fiestas─ sonrió Damien─. ¿Y tú?

─No, yo me quedaré en mi habitación haciendo toda la tarea que me queda, lamentablemente.

Ambos chicos se quedaron charlando en voz baja lo que restó de la hora. Damien era un chico gracioso y hacía reír a las personas con facilidad, y Diamond no era la excepción. Contaba unos chistes buenísimos, de esos que eran tan malos que al final daban gracia. A veces se olvidaba de una que otra palabra en inglés y la decía en ruso o rumano, pero eso no importó porque era fácil de comprender lo que quería decir.

─Yo compartía cuarto con un italiano, un ucraniano y un japonés. No te imaginas lo horrible que erran las peleas, sobrretodo cuando tocaba temas políticos─ contaba el chico─. Todos comunistas, perro ninguno apoyaba al otrro. Yo me quedaba en silencio, no querría prroblemas.

─Yo creo que hiciste bien, aunque admito que no entiendo mucho de esas cosas. Mis padres jamás hablaron conmigo de eso.

Suerrtuda. Papa vivía hablando de eso, lo que hacía enfurrecer a mama.

Damien acompañó a Diamond a su siguiente clase sin molestarse. Caminaron por los pasillos sin dejar de hablar, y también sin notar que alguien los seguía de lejos, con una mirada llena de enojo y miles de pensamientos en su cabeza.

Draco Malfoy caminaba a unos pasos de ellos, sin quitarles los ojos de encima. Su estómago se revolvía al ver que la mano de Damien rozaba sin querer la de Diamond en cada paso que daban. Sentía su corazón querer escapar para golpear al ruso. Olía a kilómetros sus intenciones, estaba seguro de que a Damien le atraía muchísimo Diamond y ella era muy boba como para notarlo.

─Adiós, Dia─ se despidió el pelinegro, posando su mano sobre el hombro de la chica por unos pocos segundos antes de marcharse.

Diamond le dedicó una pequeña sonrisa antes de entrar al aula. Lo único que mantenía a Draco tranquilo era que el cabello de la chica jamás se había tornado rosa.

Entró después que ella con el semblante serio. No sabía por qué, pero su cerebro no paraba de decirle que jamás sería suficiente para Diamond, que Damien era mucho mejor que él y que ella pronto se daría cuenta. Quería callar su mente un rato, no hacerle caso y dejar de pensar en eso que lo llevaba atormentado por días.

No podía confiar en Damien, y no solo porque lo hacía sentir mal. Había algo en él que no le cuadraba para nada. Era un asesino, ¿por qué a nadie parecía importarle?

─Draco, ¿escuchaste al profesor?─ le preguntó Diamond.

Draco salió rápidamente de sus pensamientos, se había quedado mirando a un punto fijo luego de sentarse.

─No─ contestó sin ganas.

Diamond suspiró, tratando de contener la paciencia.

─Hace días que te noto raro, ¿qué sucede?─ quiso saber.

Le preocupaba que Draco estuviera así de distante incluso con ella. Navegaba mucho tiempo en su mente, ignorando al mundo exterior. Diamond temía que estuviera enojado por algo y que ella fuera la culpable, pero no se lo dijo porque era consciente de que no era el centro del universo y que el rubio podía perfectamente estar mal por otra cosa.

─Estoy bien, Diamond, fin del tema─ sentenció Draco.

Ella lo miró durante unos segundos, tratando de descifrar su mirada, pero no rescató nada. Soltó un bufido. Comenzaba a cansarse de su malhumor constante. Parecía que tendría que mantenerse callada si no quería que terminara realmente enojado por presionarlo a abrirse.

─Como digas─ musitó.

•••

Diamond hacía la tarea, sentada en su escritorio con Júpiter sobre sus piermas. Pansy estaba frente al espejo dándole unos retoques a su maquillaje. Traía una mitad de la cara pintada como si estuviera muerta, y de la misma forma había pintado uno de sus brazos, una pierna y la mitad del pecho, dejando sin pintura la parte que cubría el vestido negro y largo que se había puesto.

─¿Segura de que no irás?─ le preguntó Pansy una vez que estuvo pronta─. Todavía estas a tiempo para improvisar un maquillaje y ponerte un vestido.

─No iré, Pans, no vas a convencerme─ sonrió la mayor─, pero disfruta por mi, por favor.

Pansy asintió rendida y salió de la habitación. Diamond se quedó sola, oyendo la música proveniente de la Sala Común. Con su mano derecha escribía y con la izquierda acariciaba a Júpiter, que ronroneaba con los ojos cerrados. Estuvo en la misma posición por unas dos horas, o eso calculó.

Le faltaban solo dos tareas más y podría irse a dormir, pero algo la hizo detenerse. Unos gritos provenientes de la fiesta llegaron hasta sus oídos. Eran dos chicos. Supuso que estaban borrachos y eran de los que buscaban pelea, pero pronto se unieron más voces y la cosa se puso más fuerte. Diamond no aguantó las ganas de ir a ver. Dejó a Júpiter en la cama y se puso su saco para después salir con varita en mano. Bajó rápidamente hacia la Sala Común. Cuando se encontró con la escena, soltó un grito ahogado. Draco estaba prácticamente desarmando la cara de Miles, el ex de Diamond.

─¿Qué sucede aquí?─ preguntó horrorizada, pero como nadie la escuchaba, lanzó sonoras chispas rojas al techo que logró captar la atención de todos─. ¡Por Salazar, parecen un par de simios!─ caminó hacia Draco y lo quitó bruscamente de arriba de Miles─. ¿Qué mierda pasa?

─Él empezó─ escupió Draco, lleno de ira y con el labio roto─. Tu también lo matarías si supieras lo que dijo.

─Ya vamos a hablar─ aseguró Diamond y luego dirigió la vista a todos los demás presentes─. ¡A sus camas! La fiesta ya se terminó. ¡Ya!

Los alumnos obedecieron al instante, solo quedaron Blaise, Pansy, Draco, Theo, Miles y, para sorpresa de Diamond, Damien, que tenía un curioso golpe en el pómulo.

─Está claro que, como prefecta, debo poner medidas acá, así que cuenten qué sucedió─ volvió a hablar Diamond, con voz severa y manteniendo su cabello violeta.

Draco le dio una mirada fulminante a Miles antes de hablar.

─Me preguntó cómo se sentía comer de sus sobras─ ella supo al instante qué quería decir eso. La mandíbula del rubio se tensó─. Hizo referencias muy asquerosas de ustedes dos en la intimidad, así que no me contuve y me lancé a su asquerosa cara. Habló muy mal de ti, dijo que eras una... eso... por dejarlo.

El cabello de Diamond se volvió rojo en menos de un segundo. Sus ojos viajaron a Miles, quien no se atrevía a mirarla. Tenía un enorme moretón en su ojo, de su nariz caía un hilo de sangre y su boca estaba partida. De pronto, Diamond quiso agregarle una herida más a su rostro, pero se contuvo para hablar con razón.

─Draco, eres prefecto y debes comportarte como tal. Sé que acabó con tu paciencia, pero a los golpes no resuelves nada, al revés, le diste satisfacción porque lo que quería era hacerte enojar─ dijo ella─. Y tú, Miles, me parece totalmente repugnante lo que dijiste de mi, sobretodo cuando ni siquiera sabes besar─ oyó a Blaise tratando de ocultar una carcajada─. Solo haces que la gente note lo basura de persona que eres.

Miles soltó una risa cargada de sarcasmo. Por primera vez miró a Diamond, la escaneó de arriba a abajo y luego se encogió de hombros. Eso enojó a Draco más de lo que ya estaba, si es que era posible, pero no dijo nada.

─¿Qué sucedió con tu cara, Damien?─ quiso saber Diamond, ignorando a su ex novio.

─Intenté detenerr, a Drraco, perro él me dio un golpe con su codo─ contestó el ruso.

Ella asintió regalándole una pequeña sonrisa, pero su cabello seguía rojo. Volvió a mirar a Draco y a Miles, y de pronto algo no cuadró allí.

─¿Cómo sabes que Malfoy y yo estamos en algo?─ interrogó, usando su voz fría y mirándolo seriamente.

Miles se encogió de hombros sin abandonar su sonrisa arrogante. Diamond perdió los estribos ante aquello. Lo empujó contra la pared, agarrando el cuello de su camisa con brusquedad y posando sus ojos celestes sobre los marrones del chico. Él se asustó ante aquello, su sonrisa se borró al instante. Odiaba ver a Diamond enojada, siempre lo repetía cuando estaban juntos, porque daba miedo y porque sabía que detrás de su máscara de chica sensible estaba el mismo diablo.

─Daphne me lo dijo cuando empezó el año─ dijo con rapidez.

Diamond lo escaneó unos segundos más antes de soltarlo sin preocuparse si lo hacía caer. Volvió a sus amigos, que la miraban con algo de temor. Draco ya no se atrevía a mirarla a los ojos. Recordó cuando la hizo enojar en sexto y vio en sus ojos un destello rojo.

─Muy bien, veinte puntos menos para Slytherin para los dos, lo que serían cuarenta puntos menos─ habló, ya con el cabello violeta y la voz serena─. No hablaré con Slughorn porque sé que no los va a castigar, es muy blando. Mañana iré con Snape, le contaré todo y él va a decidir sus castigos.

A Draco no le importaban los puntos que perdieron, podría agregarlos fácilmente hasta por razones estúpidas, lo que si le preocupaba era que Diamond iría con Snape y eso significaba que sus padres serían notificados.

Miles, por otro lado, se veía aterrado.

─Damien, vuelve a tu Sala Común con cuidado─ le dijo la chica al ruso.

A Draco le molestaba que a él lo tratara con más suavidad.

─Ustedes tres a sus habitaciones─ miró a los demás varones.

Diamond se despidió de ellos con un movimiento de cabeza y se fue a su cuarto con Pansy sujetando su brazo.







diamond mi reina.

muerte a miles.

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