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↷ O4

Diamond despertó con el peso de su gata encima. Su cuerpo ya no dolía tanto, la poción que Narcissa le había dado estaba haciendo efecto. Notó que estaba oscuro cuando vio por la ventana. Miles de estrellas se podían ver a través de ella.

Diamond miró a su derecha como si Draco estuviera allí dormido, pero no estaba. Júpiter todavía estaba despierta, así que la chica no tuvo que sentirse mal por hacerla a un lado. Tenía sed, así que se levantó para buscar un vaso con agua. Sus pies descalzos se movían rápidamente a través del suelo blanco y frío. Traía puesto un camisón color crema que le llegaba por debajo de las rodillas. Bajó las escaleras y dobló hacia la cocina.

Supuso que el nuevo elfo doméstico de los Malfoy dormía al no verlo allí. No quería molestarlo, así que buscó un vaso por sí sola. Para su mala suerte, la cocina tenía muchos muebles y era un lugar al cual Diamond no solía pisar a menos que fuera al patio.

Sus ojos recorrieron la habitación. No entendía por qué era tan difícil encontrar un simple vaso allí. Normalmente las personas los tenían a la vista. Su mirada subió hasta un mueble que tenía una puerta bien en lo alto. Se puso de puntitas y lo abrió.

─Qué malditos─ gruñó en voz baja al ver una docena de vasos allí.

¿Qué persona los ponía tan altos?

Luego recordó que los Malfoy, como cualquier familia mágica rica, no necesitaban saber el lugar de las cosas mientras tuvieran elfos.

Diamond estiró su brazo y agarró un vaso. Tenía la suerte de no ser baja. Lo llenó de agua y volvió a su habitación con cuidado. O bueno, eso quiso hacer, pero se obligó a detenerse cuando pasó por el balcón. Las puertas estaban abiertas. Ella las recordaba cerradas. Caminó con cuidado hasta salir. Draco estaba a la izquierda, sentado en el barandal de piedra. Él la miraba con una media sonrisa. Llevaba puesto un pantalón negro y una camiseta blanca. Bastante simple para ser él.

─¿Estás mejor?─ preguntó Draco.

─Si─ contestó Diamond, maldiciendo mentalmente a su cabello que lentamente se volvía de un rosa suave─. Fui a buscar agua.

─Qué bien─ se bajó del barandal y caminó hacia ella.

─Si, y quiero presentar una queja─ Draco alzó una ceja con confusión─. Los vasos deberían estar abajo y a la vista. ¿Por qué los pusieron tan altos?

Draco soltó una risa, como si fuera gracioso.

─Diamond, eres una bruja mayor de edad, podías atraerlo hacia ti─ sonrió con burla─. Eso o llamar a un elfo.

─No iba a despertar al elfo.

Diamond no dijo nada sobre lo otro. Draco tenía razón. Podía haber invocado al vaso. Pero, después de todo, ¿por qué le molestaba tanto? Ya sonaba como su madre.

─Olvídalo─ movió su mano como si espantara a una mosca─. ¿Qué haces despierto?

─Fui a dar un paseo nocturno─ Draco señaló la escoba que estaba detrás de ella─, y me quedé aquí un rato.

Diamond no dijo nada, solo le sonrió y se acercó al barandal para mirar el extenso patio que era iluminado por una luna menguante.

De pronto, las palabras que Thomas le había dicho en la mañana retumbaron en su cabeza. ¿Nunca fue una Parkinson? ¿Lo había dicho en serio? No tenía sentido para ella, pues compartía varios rasgos con él y con Ava. Debió haberlo dicho por su personalidad, siempre la hacían a un lado por eso. Era muy suave, sensible y callada, nada que ver a su familia.

─Draco, ¿tu crees que me parezco a mis padres?─ le preguntó. Necesitaba que alguien lo respondiera porque no confiaba en sus ojos─. Físicamente.

─Si, lo creo─ contestó Draco─. Eres más parecida a tu madre, pero de tu padre sacaste la forma de los ojos, las cejas y la nariz, creo yo. ¿Por qué la pregunta?

─Bueno, en la mañana, cuando hablé con Thomas, antes de que me fuera él dijo que nunca fui una Parkinson. Me generó dudas, pero creo lo mismo que tu. Quizá fue solo para hacerme sentir mal─ se encogió de hombros.

─Debió haberlo dicho por tu forma de ser─ dijo Draco─. No le des importancia, es un idiota después de todo.

Él creyó que a ella iba a molestarle eso, pero Diamond asintió de acuerdo con sus palabras.

─Jamás te pregunté sobre lo que te dijo Dumbledore antes de morir─ volvió a hablar Draco─. No debes hablar de eso si no quieres, solo que todavía siento curiosidad.

─¿Lo de Hufflepuff?─ preguntó Diamond. Él asintió.

Un gran silencio se formó entre ambos. Ella hacía en su mente un viaje a su pasado, al día de la ceremonia de selección.

─Él lo dijo claro. Estuve a punto de ser seleccionada a la casa de los tejones─ contó Diamond─. El sombrero destacó mi lealtad, mi bondad y mi capacidad de trabajar hasta el cansancio. Mis cualidades de Hufflepuff superaban las de Slytherin, pero yo me negué. No podía ir con ellos, me iban a desterrar completamente de mi familia─ sus ojos miraban al jardín, pero sin mirarlo completamente porque su mente estaba en el primero de septiembre de 1991─. Supongo que el sombrero jamás estuvo de acuerdo con mi elección y soy su primer arrepentimiento, no lo sé. Guardé ese momento como un secreto, ni siquiera Pansy ni Theo lo saben y estoy segura de que más adelante me voy a arrepentir por contártelo a ti. Es eso.

Draco no dijo nada. Diamond supuso que estaba procesando sus palabras. A medida que los segundos pasaban, él parecía asentir lentamente, como si la comprendiera.

─Yo haría lo mismo en tu lugar─ admitió Draco.

•••

Theo analizaba las palabras de Diamond. Ella le había contado lo de Thomas.

El chico tenía el entrecejo levemente fruncido y los brazos cruzados sobre su pecho. Estaba apoyado contra el escrito de la habitación de Diamond mientras ella permanecía sentada en su cama con Júpiter dormitando en sus piernas.

─Pienso lo mismo que Draco─ concluyó Theo, mirando a su mejor amiga─. Además de eso, Thomas siempre busca la manera de hacerte sentir mal con sus comentarios.

Diamond asintió de acuerdo. Theo tenía razón. Thomas odiaba a su hija y ni siquiera tenía una razón justa para ello. O eso creía.

El primero de agosto, el ministro de la magia, Scrimgeour, fue asesinado y los mortifagos ocuparon el ministerio. Voldemort falló nuevamente en la captura de Harry Potter y volvía a estar furioso. Las esperanzas de atrapar al chico volvieron cuando sintieron que él había pronunciado el nombre del Señor Oscuro, pues horas antes habían hecho que éste fuera tabú. Cualquiera que lo nombrara por Voldemort estaría dando su ubicación al instante, pero nuevamente Harry escapó, dejando a dos mortifagos inconscientes y con la memoria borrada.

Aquella noche el Señor Oscuro hizo que Draco castigara a Rowle por dejar a Harry escapar en el casamiento de uno de los Weasleys. Luego se encargó de los memorizados.

Todos veían en silencio a Rowle retorcerse bajo la varita de Draco, pidiendo perdón entre sollozos y diciéndole a Voldemort que no volvería a fallar. Diamond se mantenía junto a Theo, ambos mirando al suelo y con sus brazos entrelazados.

Cuando Diamond subió su mirada, notó que frente a ella, del otro lado del salón, había un chico. Estaba segura de que había sido marcado hace menos de una semana y que era la primera reunión a la que asistía. Era pelinegro, de ojos oscuros y mirada fría. No debía de tener más de diecisiete. Sus manos estaban agarradas entre sí frente a su cuerpo. Escaneaba todo el lugar como si le aburriera. Portaba un traje negro bastante elegante que hacía que su piel pálida resaltara. El chico notó la mirada de Diamond y se la devolvió, sonriendo a medias y saludándola con un leve asentimiento. Ella lo saludó de la misma forma.

─¿Quién es ese chico?─ le preguntó a Theo en un susurro.

Draco ya había dejado de torturar a Rowle y todos se movían para ir a cenar.

─Damien Orlov. Padre ruso, madre rumana─ contestó Theo sin mirarla─. Vino de Durmstrang y probablemente ahora vaya a Hogwarts. No tengo más información.

Diamond asintió y caminó hacia su asiento junto a Draco. El rubio estaba temblando, odiaba ser usado para la mayoría de los castigos. Ella buscó su mano por debajo de la mesa y la apretó, usando su pulgar para acariciar el dorso de esta. Draco le devolvió el apretón al instante, con la vista puesta al frente.

─Admito que estoy muy decepcionado de ustedes─ dijo Voldemort con frialdad, captando la atención de todos─. Solo tres o cuatro personas que participaron en estos últimos planes me fueron de ayuda, el resto... no tengo comentarios─ sus ojos rojos reflejaban odio, ira, desagrado─. Harry Potter sigue vivo, después de todos los intentos, pero ahora necesito otra cosa y aquí estará su oportunidad de que mi enojo se disipe. Necesito que me traigan al viejo Ollivander vivo cuanto antes. Debo resolver unas dudas.

Muchos de los presentes captaron la tarea y asintieron, dispuestos a ir en busca del hombre que había hecho las varitas de casi todos los magos británicos durante siglos.

─Por otra parte, quiero presentarles a un nuevo miembro en nuestras filas: Damien Orlov─ Voldemort señaló al chico con una mano. Todos miraton a Damien─. Sangre rusa, rumana y, lo más importante, sangre Gaunt por parte de su bisabuela materna. ¿No es increíble?─ varios asintieron en respuesta, otros murmuraron con aceptación─. Damien comparte nuestros ideales. Su padre está muy viejo como para ser mortífago, así que nos ofreció a su hijo.

» Damien estuvo con nosotros en el primer y segundo intento de captura de Potter y, a diferencia de muchos, fue de gran ayuda─ muchos se mostraron confundidos. Voldemort sonrió─. Claro que nadie lo sabía, él estaba oculto con máscara y capucha. Asesinó a Ojoloco Moody. El muchacho tiene solo diecisiete años y acabó con uno de los mejores aurores en sus tiempos─ rió al decir lo último.


Al finalizar la cena, varios se acercaron para saludar a Damien. Draco, Theo y Diamond se quedaron en un rincón, con sus ojos posados en el chico.

─Literalmente salió de la nada, jamás había oído de su existencia. Papá me habló de él antes de venir─ dijo Theo

─Su apellido no me suena─ agregó Draco─. Mi padre conoce a muchos magos rusos, ¿pero Orlov? Jamás lo oí. Su familia no debe ser poderosa.

─Eso es lo que menos importa─ dijo Diamond, dándole una mirada a los chicos─. El Señor Oscuro dejó en claro que son familiares lejanos, ¿no deberíamos preocuparnos? Damien es uno de los herederos de Slytherin.

Draco se encogió de hombros como si aquello no fuera un gran problema. Theo se quedó pensando un momento en las palabras de Diamond y cuando fue a hablar, notó que el rey de Roma estaba a su lado.

─Buenas noches─ les saludó Damien con una sonrisa. Su acento ruso mezclado con el rumano y su voz grave ya imponían temor─. Me enterré que son los únicos adolescentes aquí y me gustarría encajar un poco.

Los tres se quedaron mirándolo en silencio. Diamond y Draco le dieron un codazo a Theo para que hablara él.

─Hola, sí─ dijo el pobre chico─. Ellos son Draco Malfoy y Diamond Parkinson. Yo soy Theodore Nott, pero dime Theo─ sonrió con nerviosismo─. Los tres también tenemos diecisiete y... si, puedes estar con nosotros.

Draco soltó un bufido por lo bajo, al mismo tiempo que rodaba los ojos y fijaba su vista en otro lado. Diamond sonrió levemente, captando la atención de Damien.

─Tu erres la chica de la escoba─ la apuntó con el dedo índice.

Diamond frunció el entrecejo con confusión hasta que su mente recordó la voz de la persona que la salvó de morir al caer de la escoba. Sus ojos se abrieron con sorpresa, al igual que su boca.

─Sí, soy yo─ dijo ella─. Gracias por eso, de verdad.

─No prroblema─ hizo un ademán con la mano y sonrió.

De pronto, a Draco le resultó muy irritante la presencia de Damien. Diamond miró al rubio.

─Él fue quien me salvó de caer─ dijo.

─Oh, qué bien─ fue lo único que salió de los labios de Draco. Tenía una mirada de indiferencia.

Diamond lo miró mal y luego volvió a Damien.

─No te preocupes, a veces se comporta como niño─ aseguró la joven.

Theo soltó una pequeña risa.

─¿A veces?

─Oh, entiendo─ asintió Damien─. En Durmstrang hay muchos iguales. Generralmente son perrsonas con poder.

─Bueno, cuando dejen de hablar de mi, me avisan. Me iré a dormir─ avisó un Draco muy malhumorado.

Los tres lo vieron irse de allí rápidamente. Podían jurar que estaba echando humo por las orejas. Diamond se sintió mal por decir lo que dijo y decidió que le pediría perdón más tarde.

Pronto Theo se fue, dejándola sola con Damien. Ella le hizo un pequeño recorrido en la mansión, pues Voldemort les había dicho a los Malfoy que el chico se hospedería allí. Lo llevó por los pasillos, le mostró la biblioteca, señaló las habitaciones y le mostró la cocina.

─Te aviso que los vasos estan muy altos─ dijo Diamond señalando a uno de los muebles.

─¿Quién pone los vasos ahí?─ preguntó Damien, alzando sus cejas.

─Lo mismo me pregunto─ murmuró ella.

Luego lo llevó al jardín. La luna ya lo estaba iluminando.

─Mi mama morriría de la emoción si vierra esto─ comentó Damien, tocando unas rosas con la yema de sus dedos─. Le encantan los jarrdines así─ de pronto su mirada se ensombreció─. Mi papa no, él con su sola prresencia harría que las florres se murrieran.

Diamond no dijo nada, no podía. Solo mantuvo la vista en las rosas. Damien la miró y sonrió.

─Ya es tarrde. Hay que dorrmir.








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