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La mesa de Slytherin se veía muy callada ante los ojos de Diamond. De hecho, todo el Gran Comedor se veía callado. Miraba con aburrimiento su comida, oyendo la lejana voz de Draco, quien parecía relatar el encuentro que tuvo con Harry Potter en el tren, alardeando que había roto su nariz. Todos parecían concentrados en él, pero ella no podía o simplemente no quería hacerlo. Su vista viajó a Theodore Nott, quien todavía no la había saludado, pero si habían compartido varias miradas. Después se fijó en Daphne, que parecía feliz charlando con su nueva mejor amiga. Estaba tan sola que se sentía invisible.
─¡La mejor de las noches para todos ustedes!─ exclamó el director Albus Dumbledore, extendiendo sus brazos y sonriendo, pero lo que llamó la atención de todos los alumnos fue que su mano parecía estar muerta. Él, sin dejar de sonreír, la ocultó con la manga de su túnica─. Nada de qué preocuparse. Ahora... a nuestros nuevos estudiantes, bienvenidos. A nuestros antiguos estudiantes, ¡bienvenidos otra vez! Otro año lleno de educación mágica los espera.
Las siguientes palabras trataron sobre las normas que había impuesto Filch, en dónde dar los nombres para entrar a los equipos de Quidditch, sobre que necesitaban a un nuevo comentarista para el deporte y presentaron al nuevo profesor que tendría Hogwarts ese año. Se trataba de Horace Slughorn, que ocuparía el puesto de Pociones, lo que ponía a Snape como profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.
─Impresionante─ oyó murmurar a Pansy.
─Significa que se irá al finalizar el año─ dijo Blaise algo sorprendido─. Es decir, dicen que el puesto está maldito.
─Quizá luego vuelva a Pociones─ habló Theo por primera vez, buscando a Diamond con la mirada para que aprobara sus palabras.
─Si, supongo─ murmuró ella, sin darle mucha importancia y dejando de lado su plato, que ni siquiera tocó.
─¿Estás bien, Dia?─ preguntó su hermana─. Tu cabello está azul... ahora marrón.
─Estoy algo cansada, es solo eso. Sabes que me agoto fácilmente─ mintió.
Pero ella no sabía mentir, y menos si su cabello cambiaba constantemente de color. Decidió irse se allí tan pronto como Dumbledore dio el permiso, dejando a los demás atrás. No quería pensar, quería apagar sus emociones o fingir tan bien como lo hacía su madre. Era tan débil, soportaba tan poco. La vida que había elegido su alma era muy difícil, pero sabía que fue por alguna razón. Quizá necesitaba aprender antes de elegir otro cuerpo.
Diamond creía en eso, y que iban por fases. También creía en lo de llamas gemelas y almas gemelas. Tal vez era porque le parecía bonito eso de buscar a alguien que la complementara, que la entendiera y la ayudara a superar sus obstáculos. No lo veía solo como la forma romántica, pues un alma gemela puede ser un amigo, un familiar, incluso un profesor o doctor. Puede ser algo temporal, así como también puede que esté ahí para siempre.
─Mondy─ oyó la voz de Theodore a sus espaldas.
Se dio vuelta casi que al instante. De pronto, sintió la ira recorrer por sus venas, la decepción y el sentimiento de abandono. Si, Diamond tenía muchos problemas familiares, lo que la hacía apegarse demasiado a las personas, lo que generaba dependencia. Odiaba eso. También odiaba que Theo lo supiera perfectamente y aun así la hubiera dejado cuando más lo necesitaba. Ella jamás le negó un abrazo.
─¿Vienes a hablarme después de semanas sin saber de ti?─ cuestionó ella. Podía jurar que su cabello ardía de rojo─. La pasé terrible. Ambos la pasamos terrible, lo sé. No entiendo por qué de un momento a otro desapareciste y dejaste de contestarme. ¿Hice algo mal? ¿Dije algo malo que te lastimó? Sé que soy una mierda de persona, todos se alejan de mi, pero traté de entenderte porque eres mi mejor amigo. O al menos eso creo.
─Déjame explicarte─ suplicó el castaño. Ella asintió sin más y fue jalada por él hacia un pasillo vacío─. Me han comprometido con Daphne. Es sumamente tóxica. Se encargó de que ninguna de mis cartas llegaran a ti, y ahora te estoy hablando mientras corro el riesgo de que se entere y acabemos colgados de la Torre de Astronomía. Prefiero mil veces dejarte ir antes de que ella arruine tu existencia y acabe con la poca felicidad que tienes. Jamás me iría de tu lado sin razones. Y, por favor, deja de decir que eres una mierda porque eres la chica más fuerte que conozco.
Diamond mordió su labio inferior en el intento de ocultar sus ganas de llorar, aunque su cabello azul no era de ayuda. Se sentía realmente triste por lo que debía vivir su mejor amigo. Lo peor de todo era que tendrían que comenzar a fingir que ya no había una amistad entre ellos. Nunca sería lo suficientemente valiente para poner a Daphne en su lugar, y sabía que Theo no podía poner peros si no quería ser torturado por su padre. La vida más injusta la tenían ellos.
•••
El aula de Pociones desprendía un vapor cálido y un montón de olores extraños inundaban las fosas nasales de Diamond. Se sentó entre Draco y Blaise, sin dejar de buscar de cuál caldero provenía aquel delicioso aroma a tarta de manzana, colonia de hombre y arándanos.
─Diamond, apesta al jabón de baño de tu casa y a tierra mojada─ dijo Theo.
─¿Existen jabones con olor a canela y vainilla?─ preguntó Blaise sorprendido─. De todas formas, no siento el olor a tierra mojada.
─¿Canela y vainilla? Claramente es coco, menta y perfume floral─ dijo Draco de mal humor.
─De hecho, yo siento arándanos, tarta de manzana y colonia cara─ murmuró la chica.
─Ustedes sufren de daltonismo de olfato─ se burló Blaise.
Los tres Slytherin lo miraron mal, logrando que el moreno se encogiera de hombros.
─Oh, veo que Zabini, Malfoy, Nott y Parkinson descubrieron la Amortentia─ la voz del profesor Slughorn los sacó de la pelea a los cuatro chicos─. ¿Alguien puede decirme qué hace?
Hermione Granger respondió la pregunta. La Amortentia era la poción amorosa más potente del mundo. Pero más que crear amor, creaba obsesión, por eso también era considerada como una de las más peligrosas en la clase. Diamond sabía del mito aquel de que toda persona creada bajo los efectos de la Amortentia, no sería capaz de amar. No sabía a ciencia cierta si era real, pero lo contaba como violación.
Lo que hizo que la chica pusiera toda su atención en la clase, fue cuando el profesor habló sobre otra poción llamada Felix Felicis, o también Suerte Líquida. Básicamente cualquiera que lo tomara sería afortunado mientras durara el efecto, lo que le interesó bastante. Si conseguía ganarse la poción, podía utilizarla para su misión. Draco, a su lado, pareció pensar lo mismo porque le echó una fugaz mirada donde le dijo todo. Diamond solo asintió disimuladamente, tratando de controlar su cabello anaranjado por los nervios.
Pero no entendía, por más que siguiera los pasos al pie de la letra, no parecía dar resultado. Su maldito frijol de sofofora no se quedaba quieto, lo que la hizo perder los estribos y comenzar a aplastarlo con su daga, como si fuera un mosquito asqueroso.
─Diamond, tu cabello─ murmuró Theo sin levantar su vista.
Ella supo que se había vuelto rojo, así que respiró hondo para que volviera a ser violeta. Finalmente, vertió todo el jugo en el caldero, sabiendo que iba a quedar mal. De todas formas, sabía que Draco lo iba a lograr y lo iba a utilizar para arreglar el armario evanescente. Lo sorprendente fue cuando notó que la poción se volvía tal y como el texto lo describía.
Pero otra vez volvió a fallar, pues no veía el supuesto rosa pálido que debía tomar la sustancia. Con mucha impaciencia, ató su cabello en una cola alta, dejando dos mechones rebeldes en su frente.
─Esto es imposible─ dijo Blaise a punto de tirar todo lo que contenía su caldero.
─Voy a terminar sin pelo─ dijo Theo, tirando de un mechón y dando a entender que estaba estresado.
─Cierren la boca─ ordenó Draco con enojo.
Se había sacado la túnica y tenía las mangas de la camisa subidas hasta por sobre los codos. Sus cabellos rubios caían sobre su frente junto a algunas pequeñas gotas de sudor y sus mejillas estaban rojas por el calor del vapor de todas las pociones juntas. Parecía como si quisiera asesinar a alguien por las miradas que les enviaba a sus amigos.
─Y el tiempo... ¡se acabó!─ dijo el profesor─. ¡Dejen de revolver, por favor!
Comenzó a pasearse por todas las mesas para fijarse en el trabajo de todos. No decía nada, solo se dedicaba a olfatear o remover algunas pociones. Diamond se sintió nerviosa cuando Slughorn posó su vista en la de ella, pero para su suerte le sonrió ampliamente para luego seguir recorriendo.
─¿Creen que la mía sea la mejor?─ le preguntó a los chicos.
─Más te vale─ murmuró Draco.
No, claro que no fue Diamond la ganadora. Harry Potter se llevó el pequeño frasco de Felix Felicis, lo que hizo que los cuatro Slytherin lo miraran mal. Diamond nunca sintió el mismo odio que sentían Pansy y Draco por Potter, jamás se metió con él ni le pareció divertido burlarse, pero no podía negar que el chico realmente conseguía casi todo en Hogwarts. No sentía envidia, de hecho le parecía justo que hubiera ganado. El problema era cuando hacía cosas dignas de una suspensión pero lo dejaban pasar por ser él.
•••
─Necesitamos hablar─ oyó la voz de Draco.
Diamond respiró hondo antes de voltear a verlo. Repetía una y otra vez «mantén el cabello violeta. Tranquila, tranquila. Cabello violeta».
─Seguro─ dijo, poniéndose la capucha de su túnica.
Draco la miró confundido, pero lo dejó pasar.
─Necesitamos comenzar con la misión─ habló él mientras caminaba con ella al lado─. El armario está en la Sala de Menesteres. Yo veré cómo entrar en ella y tu vas a meterte en la Sección Prohibida de la biblioteca para buscar un libro que ayude.
─¿Es una broma?─ lo miró con miedo─, ¿y si me descubren?
─Pues te inventas algo y no me nombras─ contestó con obviedad, lo que enojó a Diamond.
─Si yo caigo, tu caes, así que te culparé a ti.
De pronto, sintió que su espalda chocaba contra la pared del pasillo y su vista era tapada completamente por Draco, quien la miraba con total seriedad y frialdad. Obviamente le devolvió la mirada, aunque por debajo de la capucha su cabello estuviera rosado.
─Hazlo y me vas a conocer enojado─ murmuró él, sin despegar sus ojos grises de los celestes de Diamond.
─¿Ah sí?─ lo empujó con brusquedad, dejando de lado su parte sumisa─. No me das miedo. Soy capaz de agarrarte aquí mismo, quitarle el brazo a una de las armaduras y metertelo por donde no te entra el sol, y cuando salga, va a salir hasta tu alma.
La expresión de Malfoy era de total sorpresa, con un toque de miedo. Diamond hizo el amague de acercarse, por lo que él retrocedió.
─No me hagas enojar─ le advirtió, y Draco pudo jurar que vio un destello rojo en su ojo derecho.
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