↷ O3
El día en que atraparían a Harry Potter llegó. Diamond se mostraba muy nerviosa mientras caminaba de un lado a otro en su habitación. Se había puesto algo parecido a las ropas que usaba Bellatrix Lestrange, pero en vez de una falda, eligió un pantalón. Se colocó sus botas y una capa negra con capucha. En su antebrazo derecho tenía su máscara colgada y daba vuelta la varita entre sus dedos. Draco estaba allí y no le quitaba la mirada de encima.
─El Señor Oscuro dijo que mataramos a cualquiera que se interpusiera, pero yo no podré─ dijo ella con nervios. Su cabello se había tornado de un vago naranja.
─Solo mantente al final de todos. No actúes hasta que veas que un hechizo va dirigido a ti─ dijo Draco tratando de sonar calmado.
Diamond suspiró con cansancio y asintió sin más. Segundos después apareció Narcissa, diciéndole que en cinco minutos partirían. Sobrevolarian cerca de donde Harry vivía, en grupos separados, hasta verlo junto a algunos integrantes de la Orden del Fénix.
─Ten cuidado─ le pidió Draco.
─No te preocupes, estaré bien─ aseguró Diamond.
Se dirigió hacia donde estaban todos los mortifagos que participarían en la misión. Voldemort le pidió a la joven que fuera junto a su padre y Snape. A Diamond no le gustó, pero lo aceptó y se puso junto a ellos.
Una vez fuera de los limites de los hechizos protectores de la Mansión Malfoy, se aparecieron en las afueras de Londres. Allí Diamond se puso su máscara y capucha y subió a la escoba que le habían dado. Ascendió varios metros, yendo detrás de Thomas y Snape. Estuvieron volando unos veinte minutos, o eso calculó ella. Comenzaba a dolerle estar sentada en esa escoba, pero se mantuvo en silencio. Las luces de la ciudad se veían como puntos entre las nubes.
─¡Vamos a descender ahora!─ exclamó Thomas─. Cinco metros y nos separamos.
Hicieron lo que él dijo. Voldemort iba solo. Diamond sobrevoló junto a su padre y a Snape una calle que ya estaba totalmente desolada.
─Allí están, ¡los veo!─ gritó Thomas─. Severus, avisa a los demás, hay que rodearlos.
Snape asintió y se fue rápidamente. Thomas le lanzó una mirada a Diamond para que la siguiera al mismo tiempo en que se ponía su capucha. Pronto, los treinta mortifagos que habían ido estaban rodeando a los de la Orden. Diamond notó algo extraño. Había más de un Harry. De repente todos, menos ella, lanzaron una maldición asesina a cada persona, pero ellos supieron bloquearlos.
Diamond no supo en qué momento todo se descontroló, solo vio que todos se separaban y los grupos que habían armado en un principio ya no existían. Ella se mantenía mirando a todos lados, viendo cómo destellos verdes, rojos y violetas eran proyectados entre las nubes.
─¿Qué esperas, estúpida? ¡Busca al verdadero Potter!─ gritó su padre en su oído.
Diamond reaccionó y asintió sin emitir ningún sonido. Salió disparada hacia algun lado. Distinguió la figura de Snape frente a ella. Combatía contra el hombre que fue profesor de la chica en tercero, el hombre lobo Remus Lupin. Diamond quería mucho a ese profesor, lo consideraba el mejor.
─¡Parkinson, reacciona!─ oyó el grito de Snape.
Él le lanzó un hechizo no verbal a Lupin, quien apenas pudo repelerlo. El Harry que tenía detrás le lanzó uno a Diamond, pero ella lo esquivó.
─¡Expelliarmus!─ gritó ella, apuntando a Harry.
─¡Protego!─ exclamó él.
─¡Sectumsempra!─ gritó Snape.
Diamond, por instinto, se movió bruscamente hacía la izquierda, como si creyera que la maldición iba para ella, pero pronto descubrió que había ido hacia Harry. El rayo de luz golpeó la oreja del chico, provocando que esta fuera literalmente amputada y un montón de sangre saliera a chorros. Aquello enfureció a Lupin, quien intentó sujetar a Harry.
─¡Expulso!─ gritó el hombre lobo.
Su maldición golpeó a Snape en el estómago, lanzándolo lejos. Diamond no lo pensó dos veces y los dejó irse para volar en busca del profesor de Pociones, pero de pronto lo vio a su lado. La joven se llevó un susto de muerte. Snape, al igual que el Señor Oscuro, podía volar.
─¿Qué haces, Parkinson? ¡Ve tras ellos!─ le gritó el hombre con enojo.
Diamond, ya bastante cansada de todo, dio la vuelta para volver con Lupin, pero sus ojos se toparon con otro miembro de la Orden y su falso Harry... o eso creía.
─¡Petrificus Totalus!─ gritó, apuntando al hombre pelirrojo que volaba junto a Harry en lo que supuso que era un thestral, pues no podía verlo.
─¡Protego!─ gritó el hombre.
Diamond lo desvió, pero un segundo hechizo, hecho por Harry, golpeó su pecho. Había sido algo no verbal. Diamond se resbaló de su escoba y comenzó a caer. Estaba a una gran altura del suelo y caía con gran velocidad, pero lo sintió como si estuviera yendo en cámara lenta. Su expresión demostraba miedo. Traspasaba las nubes, dándole la espalda a la ciudad.
─¡Aresto Momentum!─ gritó una voz a la lejanía.
•••
Diamond volvió a la Mansion Malfoy junto a todos los mortifagos y un Voldemort furioso. La misión había fallado y Potter se les había escapado. Aquello significaba que debían acudir a otro plan lo más rápido posible. Diamond no sabía si sentirse bien o mal ante aquello, solo quería descansar. Ni siquiera se molestó en preguntar quién la había salvado de su caída mortal.
─Largo todos─ ordenó el Señor Oscuro con furia─. ¡Ahora!
Ninguno se detuvo a pensarlo. Diamond corrió hacia su habitación, donde Draco la esperaba leyendo un libro. Ella cerró la puerta y se quitó la máscara para luego lanzarla lejos. Soltó un resoplido mientras se sacaba la capa, la cual colgó en su armario. Todo eso con Draco siguiéndola con la mirada.
─¿Qué sucedió?─ preguntó él, palmeando la cama para que Diamond se sentara.
─Fue horrible─ dijo ella, desatando sus botas y tirándolas junto a su mesa de luz. Se acostó boca arriba─. Habían muchos Potter, creo que seis o siete, y todos custodiados por una persona. Me quedé congelada al principio, luego fui con Snape. Él usó la misma maldición en Remus Lupin que Harry usó en el baño, ¿recuerdas? Me asusté con eso. En fin, fue golpeado por un expulso y fui a buscarlo, pero me sorprendí cuando vi que podía volar solo. Me dijo que fuera tras Lupin y el Harry que custodiaba, pero me encontré con otros... creo que era un Weasley, y él también llevaba a un Potter. No duré mucho en el duelo que tuvimos, fui lanzada por un hechizo no verbal─ los ojos de Draco se abrieron y la examinó como si buscara alguna herida─. Caí un montón de metros hasta que alguien hizo que la caída fuera más lenta. Cuando llegué al suelo, dolió, pero estoy segura de que si no fuera por ese hechizo, estaría como puré.
Draco se quedó en silencio por un momento. Sus ojos continuaban escaneando todo en Diamond, asegurándose de que realmente estaba bien.
─¿No viste quién te salvó?─ preguntó él.
─No, solo lo oí gritar─ contestó─. Tampoco distinguí su voz, sonó amortiguada por la máscara, pero puedo asegurar que era hombre.
Al día siguiente, Diamond despertó con Draco a su lado y Júpiter sobre su estómago. Unos fuertes golpes en la puerta la hicieron sobresaltarse. Movió a su gata con cuidado antes de levantarse e ir a abrir la puerta. Vio a Narcissa allí. Su cara demostraba preocupación y nerviosismo.
─¿Qué sucede, Cissy?─ preguntó Diamond algo asustada.
─Tu padre te busca─ contestó la mujer y, tras un silencio inquietante, agregó:─. Está furioso.
Diamond sentía su corazón yendo más rápido a medida que caminaba. Narcissa le había dicho que Thomas le había pedido la oficina a Lucius por unos minutos, así que debía estar allí. Diamond respiró hondo antes de entrar, sus manos temblaban y su cabello amenazaba con ponerse negro. Vio al hombre sentado sobre el escritorio con los brazos cruzados. Cuando vio a su hija, le dirigió una mirada de profundo odio.
Permanecieron en silencio unos segundos. Diamond temía decir algo que alimentara su enojo. Lo había visto así tantas veces que sabía que lo mejor era hacer silencio si no quería un castigo tan doloroso.
─Eres una inútil, ¿lo sabías?─ dijo Thomas, agarrando una pluma con punta de plata que estaba sobre el escritorio. La observó y luego volvió a Diamond─. Le fallaste al Señor Oscuro. Dejaste escapar a dos miembros de la Orden. Tienes suerte de que ninguno de los Potters era el correcto─ giró la pluma entre sus dedos. Diamond lo oía sin emitir ningún sonido─. Te llevaron para que ayudaras y, sin embargo, te quedaste congelada. ¿Qué fue eso, Diamond? ¿Acaso no tienes agallas?
─Lo siento─ murmuró cabizbaja.
─¿Lo sientes?─ rió, como si Diamond hubiera hecho una broma. De repente se puso serio y, tras hacer voltear una vez más la pluma en el aire, se la lanzó con fuerza, con la punta hacia la chica.
Diamond consiguió esquivarla por poco. Iba directo a su pómulo. Cuando se incorporó, miró a su padre con lágrimas de miedo. No, ese hombre ya no era su padre. Jamás lo fue. Lo odiaba demasiado como para llamarlo papá.
─¡El Señor Oscuro sabe!─ gritó Thomas─. ¡Sabe que no hiciste nada y eso aumentó más su furia! Metiste a nuestra familia en un lío otra vez.
─Mi única familia es Pansy─ dijo Diamond. Su voz sonó entrecortada─. Puedes decirle a tu querido Señor Oscuro que entre tu y yo ya no hay ningún tipo de vínculo salvo el de sangre... lo cual no significa nada para mí.
─¿Eso es lo que quieres? Después de todo lo que tu madre y yo hemos hecho por ti. Eres una mal agradecida, Diamond.
Otra vez volvían a sacar ese tema, uno que ella ya había discutido con Ava antes de instalarse con los Malfoy.
─¿Qué hiciste por mí, Thomas?─ preguntó Diamond. Le daba asco mirarlo y quería llorar─. ¿Qué hizo mamá? Además de gritarme y golpearme por cualquier cosa que hiciera, e incluso hasta por peleas entre ustedes, claro─ el hombre se quedó en silencio, pero no dejó de mirarla mal─. Mi respuesta es sí, eso es lo que quiero. Quiero no tener que verte la cara todos los días. Quiero no oír tu voz dirigiéndote a mi como si fuera lo peor que te hubiera pasado en la vida.
─¡Bien, vete!─ gritó Thomas─. ¡Desaparece de mi vista! Y no vuelvas ni aunque te estes muriendo. No queremos verte pisar la mansión nunca más─ sus ojos oscuros lanzaban chispas de ira─. Y tampoco interactúes con Pansy, ¿oíste? ¡Ya no eres una Parkinson!
A Diamond le dolió lo de su hermana, pero se mantuvo recta. Se tragó sus lágrimas y volteó para irse.
─Después de todo, jamás lo fuiste─ lo oyó murmurar.
Se quedó estática por dos segundos, con su mano en el picaporte. Con toda la duda, salió de la oficina con rapidez y caminó hacia el jardín. Lo cruzó hasta llegar al banco del árbol, donde se sentó con sus piernas cruzadas y su cara entre sus manos. No sentía nada más que enojo.
Quería gritar, su pecho le pedía esa liberación. Acababa de perder a su hermana. No las dejarían interactuar más, quizá solo en Hogwarts podrían hablar. Aquello si le dolía. Pansy podía ser la persona más odiosa del planeta cuando quería, pero seguía siendo su hermana y la única persona que le mostraba amor en su familia.
Diamond no lloró. No supo por qué, pero no pudo. Se sentía vacía, enojada y tenía miedo. Sabía que no le esperaba nada bueno para cuando Voldemort estuviera allí. Él estaba enojado y ella lo había empeorado. ¿Qué le haría? ¿Torturarla? ¿Matarla? ¿Hacer que matara a alguien? Cada una de las posibilidades que aparecían en su cabeza sonaban peor que la otra.
La respuesta a sus preguntas llegó antes de una reunión,luego de almorzar. Voldemort la recibió en la sala, frente a sus mortifagos.
─Adelante, Diamond─ dijo con frialdad.
La joven bloqueó su mente con toda sus fuerzas y caminó al frente. Él tenía su varita en mano y no ocultaba su enojo. Diamond sintió ganas de vomitar. Correr y vomitar. Pero no iba a suplicar por piedad.
─Confié en ti, niña─ no, no era verdad, el Señor Oscuro casi que no confiaba en nadie─. Bueno, está claro que todos pueden decepcionar a todos, ¿no?─ rió entre dientes─. Tendrás tu castigo, Diamond, por no ayudar a tus compañeros y dejar huir a cuatro miembros de la Orden del Fénix─ sacó su varita y miró a todos los presentes─. Esto sucede cuando desepcionan a lord Voldemort─ apuntó a Diamond─. ¡Crucio!
Diamond sintió que miles de cuchillos invisibles y prendidos fuego se incrustaban en su piel. El dolor era horrible, sentía que su cabeza iba a estallar. Trató de no emitir ningún quejido, pero se le hacía difícil.
─¡Crucio!
Sus piernas se doblaron y cayó de rodillas, retorciéndose de dolor. Lágrimas se escapaban de sus ojos.
─¡Crucio! ¡Crucio! ¡Crucio!─ Voldemort reía, disfrutando de la tortura.
Muchos mortifagos lo hacían, en especial Bellatrix. Thomas se mantenía serio. Draco y Theo sentían el sufrimiento de Diamond y odiaban no poder hacer nada. Narcissa la miraba con tristeza mientras que su esposo mantenía sus ojos en el suelo.
Diamond lanzó un grito ensordecedor cuando la golpeó el sexto cruciatus. Lloraba entre gritos y pedía mentalmente que se detuviera. Su cabello estaba verde oscuro.
─¡Crucio!
Diamond perdió la cuenta. Solo sabía que dolía más cada vez que la luz roja golpeaba su cuerpo. Quemaba cada centímetro de su piel, o algo así parecía. Diamond gritó más y más, pero Voldemort no se detuvo hasta la decimoquinta maldición.
─Creo que con eso ya entendió la lección─ dijo el Señor Oscuro, sacando varias risas en sus seguidores. Pasó sobre el cuerpo doloroso de Diamond─. Empecemos la reunión.
No todos los mortifagos entraron, solo fueron los que participarían en el segundo intento de captura a Harry Potter, los demás se fueron.
Diamond se quedó tendida en el suelo, sollozando. Sintió pasos apresurados y luego unos brazos que la alzaron. Se sentía muy cansada, le dolía todo y la voz no le salía. Solo vio a Draco llevándola hacia su habitación, con Theo y Narcissa siguiéndolo.
Draco la dejó suavemente en la cama. Júpiter al ver a su dueña se acercó sigilosamente hasta acostarse a su lado. Diamond no tenía fuerzas para acariciarla, solo la miró.
─Traeré algo para calmar el dolor─ dijo Narcissa antes de salir.
Theo se sentó junto a Diamond y agarró su mano. Draco los miraba sin decir nada.
─Se siente horrible─ dijo ella en un hilo de voz─. Todavía duele.
─Necesitas descansar, Mondy─ dijo Theo con suavidad, acariciando la mano de la joven─. Ya va a pasar. Draco y yo cuidaremos de ti hasta que tengas fuerzas nuevamente.
─Gracias─ murmuró Diamond con una pequeña sonrisa.
Extendió su otra mano para agarrar la de Draco, quien la aceptó al instante y entrelazó sus dedos.
─No me voy a ir de tu lado─ le aseguró el rubio─. Jamás.
Estaba enojado con todos los mortifagos, especialmente con Thomas Parkinson y lord Voldemort. Le dolía ver a Diamond así, y fue horrible verla sufrir frente a un montón de personas. La próxima no lo soportaría e iría a protegerla aunque su madre sujetara su brazo con todas sus fuerzas para que se quedara quieto.
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