↷ 12
Diamond sintió un terrible dolor en todo su cuerpo cuando despertó. Sintió el vendaje apretando su torso. Abrió los ojos un poco desorientada. Lo primero que vio fue a Draco dormido. Estaba sentado y apoyaba su cabeza sobre el colchón de la camilla. Diamond notó que en la mesa de luz habían rosas y una caja de chocolates a nombre de Blaise y Theo. Sonrió al darse cuenta que la habían ido a ver.
─Draco─ llamó en un susurro al rubio.
Él no despertó.
Diamond pasó una mano sobre su cabello del chico. Unos mechones caían por su frente. El suave tacto lo hizo abrir los ojos. La miró por unos segundos y luego reaccionó incorporándose al instante. Se veía aliviado.
─Por Merlín, al fin despiertas─ dijo él, levantándose de la silla─. Snape te curó y te trajimos aquí rápidamente. El díctamo que te dio Madame Pomfrey hizo desaparecer la mayoría de las cicatrices de lo que sea que te haya lanzado Potter─ de pronto su cara se ensombreció por la ira─. Te juro que cuando lo vea, lo único que va a quedar de él van a ser sus estúpidos lentes.
Diamond agarró su mano y la apretó.
─No vale la pena─ dijo ella─. No quiero que te metas en más problemas.
─Bueno─ aceptó sin dejar de apretar su mandíbula con fuerza. Luego su cara volvió a iluminarse─. No es como que Potter ya no haya recibido una paliza.
─¿Qué?
─Pansy se puso como si un demonio la hubiera poseído, fue increíble. Le rompió la nariz a Harry. A Blaise casi no le dio la fuerza para detenerla de no ser porque Theo lo ayudó─ Diamond no ocultaba su expresión de horror─. Luego Granger se metió y recibió una cachetada de parte de Daphne, ¿puedes creerlo? Y Weasley también recibió un par de hechizos.
─Por las barbas de Merlín, Draco, se volvieron unos salvajes─ Diamond no podía creer aquello─. ¿Y qué sucedió? ¿Qué castigos les dieron?
─Bueno, Slytherin perdió cien puntos y Gryffindor más aun porque fue Snape el que los detuvo─ recordó Draco─. No estoy seguro del castigo que les dio a cada uno.
Diamond golpeó su frente con el puño.
─Oh, y ya enviaron una carta a tus padres.
─Mierda─ susurró, comenzando a levantarse─. Tengo que reponerme antes de que estén aquí.
Lanzó un quejido cuando hizo fuerza para pararse. Su pecho dolía horriblemente. Suponía que ahí debían de estar las cicatrices que no pudieron desaparecer, pues fue donde le pegó la maldición, así que tenía sentido que en esa parte los cortes fueran más profundos.
─No te preocupes por eso, Madame Pomfrey dijo que estabas completamente sana. Te duele porque estas sanando─ Draco la ayudó a enderezarse.
─El joven Malfoy tiene razón─ dijo Madame Pomfrey entrando a la sala─. Solo asegúrate de cambiar el vendaje. Mantente así por tres días para que las heridas sanen por completo. Lo único que debes saber es que no fue posible hacer desaparecer todas las cicatrices por su profundidad, pero si tienes suerte, algunas se irán con el tiempo.
Diamond, quien ya había deducido eso, solo se limitó a mirarla y asentir con amabilidad.
─Muchas gracias, Madame Pomfrey─ dijo con una pequeña sonrisa.
─Cuídate, niña. Ya has visitado la enfermería muchas veces desde que entraste al colegio─ dijo la mujer antes de que Diamond y Draco se fueran.
─No se preocupe─ dijo la chica.
•••
Diamond veía a Pansy relatar con emoción su pelea con Harry Potter. Blaise a su lado la miraba maravillado, Theo la ignoraba mientras leía un libro y Daphne parecía incómoda junto a ellos. Solo faltaba Draco, quien no aparecía desde hace un buen rato.
─Entonces él dijo que quizá te lo merecías. No lo dudé, lo lancé contra el suelo y comencé a pegarle a lo muggle. ¿Cómo se atrevió a decir eso?
Blaise asintió dándole la razón a Pansy.
─Estas distorsionando lo que realmente sucedió─ dijo Theo.
Diamond ya lo sabía, pero siempre le divertía como su hermana relataba las cosas. No solo hablaba, sino que actuaba el momento y lo hacía de una manera graciosa.
Pansy miró mal a Theo y soltó un bufido.
─Está bien. Lo vi salir del Gran Comedor y lo seguí─ hizo como si caminara en puntillas─. Lo hice voltear cuando estaba lo suficientemente cerca y le lancé un puñetazo─ le pegó al aire─. Luego le grité: ¡cobarde! ¡casi matas a mi hermana! ¡eres un enfermo, Potter! Y continué pegándole hasta romper su nariz.
Diamond se sintió culpable por reír. Estaba enojada con Harry, sí, pero no estaba segura si merecía ser golpeado. Ella lo vio antes de desmayarse. Parecía no saber que el hechizo que lanzó hacía aquel daño. Fue irresponsable de su parte lanzarlo sin saber los efectos, era verdad. Sin embargo, Draco había intentado lanzarle un Cruciatus. Fue mero instinto.
Y ahora que se encontraba pensando en Draco, se preguntó adónde se había metido. Había salido de la Sala Común dos horas atrás. Supuso que estaba en la Sala de Menesteres, así que se disculpó con sus amigos y salió de allí para irlo a buscar.
No, no estaba en la sala. Luego buscó en la biblioteca, pues quizá había decidido hacer alguno de los miles de deberes que tenía atrasados, pero no, tampoco se encontraba allí. Buscó en los patios, en el Gran Comedor y en las orillas del Lago Negro.
¿Dónde carajos estaba Malfoy?
─Si amas los atardeceres, deberías verlos desde la Torre de Astronomía─ dijo él una vez.
Diamond se sintió estúpida por no buscar ahí. Subió un montón de escaleras mientras iba en dirección a la torre. Se sentía un poco asfixiada por el vendaje que no la dejaba inflar bien sus pulmones. Cuando llegó, Draco estaba frente al barandal. Su cabello se movía por el viento y parecía estar entretenido con el cielo que comenzaba a volverse rojo. Diamond caminó hacia él con sigilo y se puso a su lado.
─¿Qué haces?─ le preguntó.
Draco la miró. El cabello de Diamond todavía no parecía tener intenciones de cambiar de color. Se veía muy cansada y pálida. Había crecido un poco desde el inicio del año, pero también había adelgazado. Ella también lo miró. Estaban casi igual de destruidos.
─Me pregunto qué habría sido de mi si hubieras muerto en mis brazos─ contestó él. Su voz tembló un poco.
En ese momento Diamond recibió un golpe de realidad. En ningún momento se puso a pensar que horas atrás se había estado desangrando, al borde de la muerte. Recordó lo horrible que se sentía la sangre saliendo del montón de heridas, lo difícil que se le era respirar, el cansancio que provocó. Recordaba su vista nublada por las lágrimas, los llantos de Draco y la mirada de Harry. Estuvo a punto de morir.
─Bueno...─ trató de buscar algo para decir─, hubiera estado feo, sí.
Aquello de alguna manera hizo reír a Draco.
─Eres pésima para momentos como estos─ dijo, atrayéndola a su cuerpo en un medio abrazo. Le dio un beso en el costado de la cabeza y luego suspiró─. Fue horrible verte agonizar y no poder hacer nada para aliviar tu dolor. Si Snape no hubiera estado cerca en ese momento, yo...
Diamond notó que estaba por llorar. Se dio vuelta y lo abrazó con fuerza, rodeando su cuello con sus brazos. Draco escondió su cara en el hombro de la chica y se dejó llorar sin miedo. A los dos les dolía de igual manera.
─Estoy viva, Draco─ le dijo, sujetándolo por los hombros para que la mirara─. Mírame. Estoy a tu lado y no me voy a ir. Es verdad, Snape pudo no haber estado y pude haberme muerto, pero estoy aquí y eso importa más que nada. Deja de pensar en lo que pudo suceder porque no te ayuda. Piensa que todavía estoy aquí, y si me permites, voy a seguir estándolo.
Él asintió sin dejar de llorar.
─Perdón─ dijo entre sollozos.
─No pidas perdón. Estás sufriendo y tienes todo el derecho a llorar─ sonrió con algo de tristeza.
Diamond se enderezó mejor para darle un beso en la frente. Draco cerró los ojos al sentir sus labios. Sorbió sus mocos, lo que lo hizo reír entre el llanto. Ella también rió.
─Arruiné el momento triste─ dijo.
─Y agradezco eso, porque me estaba quedando sin palabras.
Volvieron a sonreírse. Draco la sujetó de la cintura y la besó. Diamond lo aceptó sin mover sus manos de los hombros del rubio. Luego se separaron para dirigir sus miradas al atardecer. Los últimos rayos del Sol se ocultan, dando paso a las estrellas.
Draco comenzó a contarle a Diamond sobre su amor por el cielo nocturno, algo que se lo había inculcado su madre. Ella ya había escuchado aquella historia, se la contó borracho en una fiesta que hizo su padre una vez, pero no dijo nada, solo se limitó a oírlo mientras lo miraba. Él observaba las esterllas con admiración, aun después de haberlas visto miles de veces. Siempre se emocionaba como un niño.
─... Todo eso de debe a la tradición familiar de los Black─ contaba Draco─. Todos tenemos un nombre relacionado al cielo; galaxias, estrellas, constelaciones, planetas, satélites naturales, etcétera. Creo yo que es lo único bueno que tiene mi familia. La única tradición que vale la pena seguir.
─¿Entonces cómo llamarías a tus hijos?─ preguntó Diamond con interés, aunque sabía bien la respuesta.
─Scorpius─ contestó sin pensarlo─. Hace siglos que no nace una niña con el apellido Malfoy, por eso no me preocupo en pensarlo─ hizo una pausa─, aunque... Lesath no me disgusta.
─Esa estrella pertenece a la constelación de Scorpius─ notó Diamond─. En el aguijón.
Draco asintió.
─Es mi constelación favorita─ admitió él. Luego de unos segundos, la miró─. ¿Y tú? ¿Cómo planeas nombrar a tus hijos?
Diamond no supo qué decir.
─Bueno... la verdad es que no planeaba tenerlos─ sonrió con timidez.
Para su sorpresa, a Draco no le importó aquello, simplemente sonrió.
─Está bien, Parkinson, lo comprendo─ dijo finalmente.
─Pero...─ alargó la "e" mientras pensaba nombres. No se le ocurrió nada─, si en algún momento decido tenerlos, quizá no vendría mal robarles la idea a los Black y ponerle nombre de estrella a mi hijo o hija.
La sonrisa de Draco se ensanchó más, pero Diamond no lo notó porque estaba entretenida mirando al cielo.
Más tarde, luego de cenar, se fueron a la Sala de Menesteres. Dimond decidió probar el armario poniendo un lapiz dentro. Cuando este volvió, ambos saltaron de la emoción creyendo que estaba completo, hasta que Draco lo revisó y se dio cuenta de que le faltaba un pedazo de la punta. El lado bueno era que faltaba menos para que se preparara por completo. Pronto estarían completando la misión.
La felicidad de Draco se disolvió como polvo. Diamond sabía el miedo que él sentía cuando se daba cuenta que el significado de completar la misión significaba que debía matar a Dumbledore. No estaba seguro de poder hacerlo. Ella sabía que no iba a lograrlo. Draco no era un asesino y jamás lo sería. No le importaba ser consciente de la cantidad de Cruciatus que iba a recibir, mataría ella al director. Ya lo había decidido.
La guerra estaba a la vuelta de la esquina.
•••
Los días de junio estaban pasando rápido. Draco ya tenía diecisiete y había aprobado su examen de aparición.
Ambos jóvenes se encontraban en la Sala de Menesteres, con la vista fija en el armario evanescente. Diamond respiró hondo y agarró un nuevo pajarito en Draco había conseguido. Lo puso adentro y cerró la puerta.
─Vuelve muerto y te juro que te meto la jaula por el culo─ le advirtió la chica a Draco. Apuntó al armario con la varita y, tras respirar hondo nuevamente, recitó:─. Harmonia nectere passus.
La típica luz se hizo presente. Posteriormente oyeron el sonido de succión que indicaba que el pájaro había desaparecido. Luego Diamond lo hizo volver. Hubo un silencio que duró unos segundos. Los corazones de ambos adolescentes dieron un vuelco cuando oyeron algo aletear dentro. Diamond se apresuró a abrir la puerta, y al instante el animal salió volando y se perdió entre la montaña de cosas. Los dos se miraron con los ojos abiertos.
─Está arreglado─ murmuró Draco sin creerlo.
─¡Lo logramos!─ exclamó Diamond pegando un salto.
Draco llevó sus manos detrás de su cabeza y soltó una exclamación de alegría y alivio. Los dos comenzaron a celebrar, abrazándose y sin importarles hacer ruido.
─Hay que enviar una nota─ dijo Diamond de repente, buscando pluma y pergamino.
"Señor Burkes, el armario evanescente está listo. Avise a los mortifagos"
Colocó la nota dentro del armario y la hizo desaparecer. Unos segundos después, la luz y el sonido aparecieron sin necesidad de recitar el conjuro. Diamond sacó la nota.
─Dice que están en camino─ anunció la chica.
El miedo se apoderó de los ojos de Draco y aumentaba entre cada segundo que pasaba. Diamond estaba igual que nerviosa. Pronto Dumbledore estaría muerto, Draco sería asesino y ella su cómplice... o al revés.
De pronto vieron al armario moviéndose con brusquedad. Diamond actuó rápido y lo abrió. De él salió Alecto Carrow sonriendo con malicia. Miró a ambos chicos.
─Bien hecho─ les dijo.
Detrás de ella comenzaron a aparecer más mortifagos. Todos llevaban sus máscaras.
─Comencemos esto de una vez.
Diamond distinguió la voz de Amycus Carrow, quien se tronó el cuello en cuanto salió del armario.
Diamond intercambió miradas con Draco. Alguien moriría esa noche.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro