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Capítulo 22

Isaac M.

Estaba un poco más oscuro de lo normal, todos estaban listos para cualquier situación, los que tenía permiso de portar armas las tenían con ellos, por la situación hasta a los más novatos se les dio una, ¿la desventaja? Los hijos de puta venían con chalecos antibalas eso les daba más ventaja de la que debería.

La tensión era evidente, las respiraciones se sentían como un eco que precedía la tormenta que se avecinaba, un disparo resonó rompiendo la calma que había, nosotros como ellos abrimos fuego, en segundos se volvió una lluvia de disparos por los dos lados, buscando acabar con alguna de las dos amenazas, el sonido de los disparos reverberaba en las paredes, árboles, columpios, casas, ventanas, el aire se llenó de sangre, pólvora, miedo, desesperación.

La estrategia era evidente, intentaban rodearnos para minimizar los daños, aunque ya habían sido suficientes, los disparos se intensificaron y buscábamos ganar tiempo, los mejores tiradores estaban ubicaciones en la posición establecidas, pero necesitaban unos segundo más.

Seis de los nuestros ya habían caído al suelo, algunos tenían heridas de bala, pero podían seguir, habíamos asesinado a diez policías hasta el momento en diferentes lugares de la colonia, pero teníamos que avanzar hasta llegar al parque, lo que buscaban ellos.

—¡¡Otros veinte están entrando por abajo!!— grito uno de ellos.

Estamos en desventaja en este momento, carajo, llame un número rápidamente.

"¿Están listos?"

"Sí, esperamos la señal"

Corte y llame a Ángel.

"¿Estás listo?"

"Da la señal"

Con la mano llamé a David que estaba cerca.

—Sebastián está entre ellos, si nos ayuda en este momento, quedara al descubierto y ya no servirá.

—Dile que baje y se quede con ellos, tengo un mensaje para el gobierno.

Levante la mano e hice una señal, dejando de disparar, dos armas fueron aventadas delante de los policías como una manera de decir que nos hemos rendido, y por lo visto se la creyeron, dejaron de disparar, levante la mano de nuevo e hice otra señal, treinta disparos se escucharon en sintonía, los cuerpos de policías como soldados cayeron al suelo, llenado de sangre y sesos las calles.

Salimos de donde estábamos y vimos como habían quedado.

—Llama a Eva y ayuden a los lastimados, llévenlos a las casas rápido por cualquier cosa— ordené, esperaron un poco a que bajaron los de arriba.

—Dile que suba— hable hacia David.

—Salió mejor de lo pensando, fue bueno enviar a la mayoría arriba y dejar pocos aquí, logramos disminuir las bajas de los nuestros, ¿los cuerpos?

—Que traigan uno de los camiones de comida, los meteremos todo y dejaremos un mensaje al gobierno, tuvimos suerte de que no había gente en la calle.

—Algunas casas fueron dañadas.

—Daño colateral, intentaremos que no lo sientas, algunos van a salir.

—Que caminen y recuerden las reglas, ver, oír y callar.

—El suelo ha quedado lleno de sangre.

—Manden a sus mujeres a limpiar, que sirvan para algo no solo para joder.

Los heridos fueron llevados, tuvimos que ayudar a mover los cuerpos y subirlos, la gente pasaba sin ver nada, volteaban a ver hacia otro lado mejor, ni los buenos días decían, al final quedamos todos llenos de sangre.

Las mujeres de la mayoría comenzaron a lavar todo el suelo más donde habían sangre, no quitaban por completo, pero casi no se notaba, se llegaron las ocho cuando el camión se fue llevándose los cuerpos. A Sebastián se le metió un tiro en la pierna y brazo y se mandó de regreso, fue algo más divertido por parte de Alexis, pero bueno, así sucedió.

—Ya todo quedo— menciono Ángel, lleno de sangre como nosotros.

—Bien, vayan a bañarse, que los nuevos se queden vigilando.

Busque algo que ponerme después de bañarme, Ángel estaba aún bañándose, encontré una de las camisas que le había mencionado una vez a Ignacio, que son un poco más pegadas a mi cuerpo desde Antonio no las ocupo fueron un regalo de su parte.

La saque del gancho y me la puse, pero antes revisé en el espejo la herida de bala, se veía bien aun cuando hice más movimiento del que debía en estos momentos, en la llamada mencionaron que vendrían como a las diez por otras cosas que harían en el instituto.

—¿Hay comida?

—Creo que en el refrigerador hay algo— respondí tirándome a la cama.

—Bien.

Escuche un par de voces afuera, quizás vinieron a decir o entregar algo, en este momento todos andan alerta por lo sucedido, no será la primera vez así que hay que tener más cuidado del normal.

—¿Estás bien? — alguien se tiró encima de mí, levante la vista y era Alison, seguí con el vestido del desfile— escuchamos lo que sucedió, todos los noticieros están hablando de eso.

—Si— le di un beso en la frente— no hay de que preocuparse, y la herida está bien, está sanando como digo Eva.

—¿Quién es el que está en la cocina sin camisa? — pregunto Ignacio dejando una bolsa en el suelo.

—Ángel se quedará unos días aquí.

—El que sé salió en las noticias contigo— recordó haciendo a Alison dudar.

—Exacto, tienes buena memoria, dormirá en la sala, hasta que pueda irse, ¿Por qué siguen vestidos así?

—No llevamos ropa diferente, y ahora entiendo por qué pediste que nos quedáramos allá.

—Buenos días— saludaron dos chicos en la puerta, como tímidos.

—¿Son ellos? — pregunté sentándome en la cama, dirigiendo la mirada hacia ellos.

—Si, él— jalo a uno de ellos, unos centímetros más alto que él, cabello corto negro como cafecito también, ojos negros, vestimenta normal, sin mucho músculo, un chico básico— es Román y el otro es Hugo— alto igual que el otro, cabello un poco más largo amarrado en una cola, ojos café.

—Con Ángel aquí, tendrán que dormir los tres en la sala, ¿algún problema?

—Ninguno— respondieron los dos.

—¿Tienen miedo? — pregunté con burla.

—No claro que no, como podríamos— respondió sarcásticamente— solo estamos delante de un pandillero, pero no cualquiera uno que intentó asesinar a un candidato a la presidencia, que trato de la mierda a nuestro amigo la primera vez, que no tiene problema en matar o golpear a alguien, porque tendríamos miedo, Isaac.

Alison se le cortó la respiración con lo dicho, Ignacio se puso pálido por el comentario veo que lo sarcástico es algo que los une, el otro chico estaba tranquilo como el que hizo el comentario, son valientes como mi chico.

—Tienes un punto entonces, ¿tienen que irse mañana?

—No, podemos quedarnos— Hugo se acercó a Ignacio pasando su mano por su cintura, dejando nada de espacio entre ellos.

—La compañía de amigos cercanos le vendrá bien a mi chico.

—Tienes razón a estado alejado de personas que nunca lo lastimaríamos, es nuestro bebe al final de cuentas.

—¿Bebe? — pregunto Alison con risa y nerviosismo.

—Si, lo conocemos desde hace tiempo, y por estatura es más pequeño que nosotros, por eso lo consideramos nuestro bebe, ¿no te parece Isaac?

—Claro, se le debe de tener mucho cuidado y cariño

—Hay mucha ten...

—¡¡ISAAC!! — grito alguien desde la calle— ¡¡MALDITO INFELIZ SAL!! ¡¡ISAAC!!

—¿Qué hiciste ahora? — pregunto cambiándose de camisa, veo que con ellos no hay problema.

—¿Sucedió algo malo? — lo siguió Alison.

—¡¡ISAAC!! — volvieron a gritar.

Me levanté de la cama y salí a la calle, con los cinco detrás de mí, era un par de señoras enojadas.

—¿Qué carajos quieren?

—Mi hijo fue lastimado en la mañana está en el hospital y puede que no sobreviva— explico una señora un poco más calmada, era claro que había estado llorando.

—Me viste cara de doctor o de Ángel guardián.

—Fue tu culpa por lo sucedido en la mañana, deb...

—Estoy cansándome de ustedes viejas estúpidas— interrumpí su monólogo— mi paciencia tiene un límite y lo están pasando, las cosas aquí en bosques son tranquilas comparadas con otras de nuestras zonas y lo saben, si siguen creyendo que tienen algún poder o pueden venir a reclamar algo, me encargaré de que eso termine y no de buena manera.

—Isaac, puede que les tenga más paciencia, pero yo no, la próxima vez que crean que pueden hacer esto no será solo su hijo en el hospital, si no cuatro metros bajo tierra con sus demás hijos y esposo— Alexis apareció de la nada, porque siempre aparece en momento que no debería.

—Lo sucedido me importa un carajo, mejor recuerde que un niño de cuatro años no debe de ser tirado a la calle a las tres de la madrugada, solo porque al hombre que le abre las piernas no le gusta que esté presente.

—Lárguense— ordeno, sus expresiones habían cambiado por completo— vamos que esperan, ¿una invitación?

—¿Quién responderá por mi hijo? — pregunto sin miedo, algo más había sucedido, algo que intenta cubrir.

—¿Quiere saber quién?, bien ahora sabremos— saque el teléfono y marque un número.

"¿Qué pasa?"

"Necesito información de un niño de cuatro que llego al hospital esta mañana, hijo de Marisol Méndez"

"¿Y tú nieve de la quieres?"

"Lo necesito, hospital principal"

"Dame unos segundos"

La cara de la señora había cambiado como de pánico, si llamo directo no me darán información por privacidad, del paciente y eso ella lo sabía bien, el teléfono dio un pitido y lo puse en alta voz.

"Ingreso esta mañana por dos costillas rotas, mala alimentación, tenía moretes en el cuerpo de golpes pasados, por estar tanto tiempo en lo helado estuvo a punto de desarrollar una hipotermia nivel 1"

Corte la llamada con eso.

—La razón por la que su hijo está casi al borde la muerte es tuya Marisol no de lo sucedido esta mañana, dejemos con claro ejemplo de lo sucedido hoy, porque mi paciencia se acaba.

—D-d-de ha-hablas.

Hice una seña a unos que venían bajando, al verla se acercaron a nosotros, me acerque a uno de ellos y susurre algo a su oído, Alexis entendió rápidamente lo que ordene, los dos se acercaron a ella y se la llevaron de una manera "tranquila".

—La próxima que vengan con sus mierdas será peor.

Ignore las expresiones y susurros y entre a casa de nuevo, Alexis y otro de ellos me siguió, a nuestras espaldas entraron los demás, los amigos de Ignacio estaban un poco más nerviosos que al principio.

—Voy a quedarme aquí— declaró Alexis.

—Jodete— expresé sentándome.

—Al fin te echaron por lo visto— se burló Ignacio.

—A ver cuánto tarda Isaac en echarte a ti— contraatacó él.

—A ver, stock si se queda aquí como van a dormir todos en la sala— dijo Alison lo obvio para todos— tenemos que hacer unos arreglos.

—Ignacio vas a dormir con Alison, conmigo Ángel y Alexis, en la sala los otros dos tontos— señalé Román y Hugo— ¿qué sucede?

—Los paquetes fueron entregados como se deben, hay chicos nuevos por lo sucedido.

—Bien me encargaré de eso por la noche.

Se despidió de nosotros con las mismas señas que se ocupan desde hace años.

—Iré a dormir un rato— declaré.

—Conseguiré una colchoneta— menciono Alison agarrando sus llaves.

—Iré a cambiarme y sacar unas cosas— camino Ignacio al cuarto.

—Seguiré cocinando— declaro Ángel.

—Veré la tele— anuncio Alexis.

—Iremos con él— Román y Hugo salieron detrás de él.

—Vendré por la mañana— informe.

—Isaac.

—Dime— me detuve en la puerta, esperándolo— Dios parece albergue de abandonados— habían más personas de las que me gustarían.

—Eva digo que debes de tomar estas pastillas para que cicatrice mejor— me entrego una cajita que había comprado, había puesto la hora y que era— nada de tomar en un mes, eso puede hacerte daño, también no debes de esforzarte para nada.

—Lo tendré en cuenta— me guardé la caja en el bolsillo de atrás— idiota te quedas.

—Si, te toca a ti.

—Me voy— le avise a Alison, me acerque a Ignacio y le di un corto beso en los labios— no te quedes hasta muy noche.

Llegue hasta el punto donde me estaban esperando, me acerque a ellos y los salude como siempre, me senté en las gradas que habían esperado.

—Estos son los chicos— menciono uno de ellos.

Eran cinco chicos, desde grandes a pequeños, no se veían de más de quince años segundo los condenados la mejor edad funcionan bien, habían dos que no pasaban de diez años eso son los mejores, la policía no llega a dudar de ellos ni los revisaban tanto como los mayores.

—Bien, primero quiero que entiendan que los condenados no son un juego hoy quiero estar mañana ya no, cuando entras ya no hay salida, únicamente una la muerte, hasta la muerte serás conocido y recordado como un condenado para muchas personas — explique para algunos es algo incensario decir todo esto, pero es una manera de decirle que pueden buscar otra cosa, que tienen una vida por delante.

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