Capitulo 15
Ignacio G.
—Hable con él y me mencionó que regresa hoy por la tarde.
—Bien, entonces aprovechemos que también que es nuestro último día de vacaciones, ¿Qué vamos a comprar al final? — pregunto Alison limpiando la mesa.
—Pensaba en hacer palomitas, comprar una pizza de papajohns de las que me gusta y ya tengo descargadas las películas, también unas sabanas negras para evitar que entre claridad, también la ropa que voy a ocupar.
—Ya tienes todo planeado— menciono ella— vamos a comprar las cosas, hay que ir temprano porque no sabemos cuánto tráfico haya.
Terminamos de limpiar después de que desayunamos, nos cambiamos por algo rápido y salimos, agradezco no verme gastado todo el dinero que él me da a la semana, máximo por veces solo gasto cinco dólares. Tuvimos suerte de que un bus fuera saliendo cuando llegamos.
—Primero pasemos a ver algo a dollarcity y después vamos a comprar las pizzas.
—Perfecto, ¿Qué tanto vas a comprar para tu cita?
—Que no es una cita carajo, cuando vas a entenderlo.
Agarramos una de las canastas y pasamos pasillo por pasillo, viendo que había de bueno, agarramos dulces, unos churos grandes, también agarre unos adornos para arreglar más o menos como de miedo.
Saliendo de allí fuimos directo por las pizzas, compramos dos grandes, con nuditos de ajo, tres órdenes de esos, nos encantan como saben, cuando íbamos saliendo compramos funda para mi teléfono, casi siempre se me cae y Isaac no me dará otro tan rápido, tardo un par de meses en entregármelo.
Hable con los chicos y mencionaron que no podrían venir para las fiestas, vendrían para el quince de septiembre fingiendo alguna enfermedad para no ir, sería bueno porque saldré en la banda y las de los institutos es un gran logro, quería que él también fuera, pero sería casi imposible, ya que andarían muchos policías y podría ponerse en riesgo.
—Allí viene uno, sé rápido si nos vamos parados llegaran aplastadas.
—Súbete tu primero, mientras uno pueda sentarse no hay problema.
—Por eso amo que seas novio de mi hermano.
—Que no soy su novio puta madre.
—Te has arreglado y preparado todo esto solo por una reunión de amigos para ver tele, si como no.
—Ya súbete mejor carajo.
La suerte si estaba de nuestro lado esta vez, encontramos asiento para los dos, en todo esto de ida y venía ya se nos habían hecho las tres de la tarde, dijo que estarían allí a las cinco a más tardar.
"¿Ya estás en casa?"
Estuvo conectado no hace mucho tiempo, estoy nervioso después de lo que sucedió en el parque y nuestras pequeñas conversaciones no nos hemos visto a la cara, en verdad será una cita, estoy poniendo tanto empeño porque salga bien, porque quiero conocerlo más, quiero acercarme más a él, Alison tiene razón él no permite que ningún hombre se le acerque como yo.
"Hasta las cinco, pero ya voy cerca"
"¿Por qué?"
"Es que salí a comprar unas cosas, no quiero que llegues a casa hasta que te avise"
"Que tanto tienes en mentes"
"Algo, que espero te guste, también te tengo un regalo, aunque no sé si cuenta como regalo"
"Cuando me lo des veremos si es o no"
"Bien, me avisas cuando llegues"
Cuando llegamos a casa me ayudo a arreglar antes de irse, cerramos bien las dos ventanas y pusimos las cobijas negras encima las aseguramos con unos ganchos pequeños de ropa para que no sé callera, hicimos las palomitas con un poco de sal, para que no quedara salada, movimos un poco el sillón y pusimos una pequeña mesa que pedimos prestada, acomodamos las pizzas, palomitas, un divididor de dulces que compramos en plaza también.
La gaseosa la deje en la refrigerador para que estuvieran bien heladas, conecte la computadora de Alison al tele y también a la corriente para que no descargara cuando estuviéramos viendo, ella agarró una mochila con un cambio de instituto y se fue, me bañe rápido, y me cambie por algo casual, pero tampoco feo, algo que le pudiera decir que me veo lindo.
—¡IGNACIO! — lo escuché gritar después la puerta.
Moví un poco lo que cubría la ventana y lo vi allí parado, agarre el teléfono y tenía un par de mensajes y dos llamadas de él, carajo por estar arreglándome no escuche el teléfono.
Di una última mirada a todo para ver que estuviera en su lugar, me acerque a la puerta y abrí.
—Hola— saludé dejándolo entrar.
—¿Has estado bien? — pregunto dejando la mochila a un lado.
—Bien, hemos estado illendo a las fiestas en perula y comprando dulces.
—¿Qué tienes en mente? — pregunto quitándose la camisa.
—Una tarde-noche viendo películas, ¿te parece bien?
—Si, solo me baño rápido y comenzamos.
Me senté en el sillón a esperar, escuche la regadera y los nervios volvieron, ¿y si no le gustan las películas?, ¿si se aburre?, ¿si lo llaman que tiene que irse?
—¿Estás bien? — pregunto, levante la vista estaba con su ropa de siempre y el cabello mojado.
—Si, perdón, estaba pensando en algo.
—¿Comenzamos? — se sentó a la par mía— el teléfono tengo que tenerlo siempre a la par, por cualquier cosa.
—Está bien.
—Comenzamos por inframundo.
Me levante y puse la película que había pensado desde antes, deje el teléfono de un lado y comenzamos a ver, voltea a haber debes en cuando, y parecía que si le gustaba la película, agarro un trozo de pizza y palomitas, me levante a servir la gaseosa que se me había olvido, las películas de inframundo son de mis favoritas, desde que las conocí.
Seguimos comiendo y comentando algo debes en cuando, ya íbamos por la tercera película, ya se había hecho de noche, y la sala se encontraba más oscura que en la tarde.
—¿Compraste suficiente ropa?
—Si, también logre comprar unos calcetines y bóxeres, he estado ocupando tus zapatos.
—¿Te quedan bien?
—Si, un poco grandes, pero casi ni se nota, gracias por la ropa, el teléfono y demás.
—Xiomara me dijo que hablo contigo.
—Sí, vio el beso, pienso que muchas personas lo vieron.
—¿Te molesto? — pregunto tomando el último trozo de pizza.
—No, simplemente no quiero meterte en problemas, ¿no estás lastimado?
—No, solo algo cansado.
—Quiero hablar de algo contigo— mencioné tomando valor, es ahora o nunca.
—¿Sucedió algo?
—Es sobre nosotros.
—Bien, dime— sé voltio a verme.
—Porque dijiste eso en el parque, que no sigues porque me incomoda.
—Porque siempre es así, cuando comienzo a besarte, tu cuerpo comienza a temblar, tu mente está en otro mundo, tus ojos se vuelven llorosos.
—¿Solo por eso?, o es que no quieres seguir.
—¿Crees que miento? — pregunto acercándose a mí.
—Quizás solo es tu imaginación— me agarré el brazo apretándome un poco— quizás solo sientes asco porque nunca has estado con un hombre, simplemente es eso.
—¿Asco? En serio crees que siento asco de ti, después de eso.
—Si— hable con seguridad.
—Te demostraré cuanto asco siento.
Se acercó a mí jalándome de los brazos, quede medio arrecostado en el sillón, se acercó a mí a milímetros de mis labios.
—Si comienzo ahorita, no podre detenerme— se movió un poco hasta quedar cerca de mi oído, podía sentir su respiración— sabes cuanto tiempo llevo sin estar con alguien, ¿tú podrás seguir?
—S-s-si— murmure con un nudo en la garganta, tenerlo tan cerca me pone nervioso, no sé si podre seguir, si mi mente no me va a traicionar en último momento, si lo alejare de nuevo.
—No te estoy obligando, en el momento que digas para, lo haré.
—¿Ahora eres un santo? — me burle intentando cortar la atmosfera que había, aligerar el ambiente entre nosotros.
—Si fuera un santo, no haría esto.
Fue tan rápido que cuando menos me di cuenta sentí sus labios encima de los míos, sus manos estaban en mi cintura sin ejercer mucha presión, sus labios se movían con suavidad y lentitud, tome valor y ubique mis manos en sus mejías, acercándolo más, dándole permiso de profundizar el beso.
El beso comenzó a volverse más rápido sus manos ejercieron más presión en mi cintura, comenzó a levantándome un poco la camisa, pero sin excederse, moví mis manos hasta su cuello, pero no se quedaron así, comencé a bajar por su espalda, apretando su camisa, que están ancha.
—¿Quieres seguir? — pregunto un poco separado de mis labios.
—S-sí.
Comenzó a darme pequeños besos en la parte del cuello, sus manos se movían de abajo a arriba en mis caderas, mantuve mis manos quitas dejándolo al guiarme, comenzó a besarme desde la clavícula hasta la garganta, subió y comenzó a dejar besos desde mis mejías y frente. Sus manos levantaron un poco más mi camisa, voltio a verme esperando una respuesta, asentí con la mirada dándole premiso.
Me levanté un poco ayudándolo a quitarme la camisa, la dejo caer en el suelo, y siguió besándome, de arriba abajo, con suavidad y cuidado, con dulzura, los besos se volvieron un poco más fogosos, cerré los ojos con más fuerza cuando sentí sus labios en uno de mis pezones, comenzó a chuparlo sin mucha fuerza, mientras su otra mano jugaba con el otro.
—Is-isa-isac ah-ah— mi respiración era entrecortada.
Se alejó un poco y su mano comenzó a acariciar mi abdomen, tardo unos segundos en seguir con el otro, no pude evitar soltar un fuerte gemido, haciéndolo sonreír, una imagen comenzó a formarse en mi cabeza, las voces comenzaron a escucharse, sin darme cuenta comencé a apretar los brazos de Isaac, tampoco me di cuenta en qué momento lo había agarrado.
La respiración comenzó a faltarme, mi cuerpo comenzó a temblar, exactamente como él dice, por la razón que nunca continua, la razón por la que no puedo continuar una vida normal, la razón por la que no puedo continuar con Isaac.
—Me dentr...
Antes de que pudiera terminar de hablar, lo jale haciendo que me besara, quiero que él borre esos recuerdos, recuerdos que no se mantienen solo en mi cabeza, también en mi cuerpo, las marcas que esa persona dejo en mí, sentir sus labios con los míos fue como una nueva sensación, sentir su piel con la mía, sus labios con los míos hicieron que esos recuerdos, comenzaran a volverse humo.
Tome valor de no sé dónde, y le di la vuelta, pero el sillón es pequeño, hice que cayéramos al suelo, quede encima de él, antes de que hiciera o dijera algo, me acomode sentándome en sus piernas, puse mis manos en su abdomen sosteniéndome.
—¿Te dolió el golpe? — pregunté.
—He tenido golpes peores, ¿tú estás bien?
—Si, lo siento no pensé que pasaría esto.
—Está bien, ¿quieres seguir o volvemos a ver la película?, tendríamos que volver a ponerla, ya termino— comenzó a reír.
—Quiero seguir.
—¿Estás seguro? — pregunto acariciando mi mejía, su toque era suave, aunque sus manos eran carrasposas en realidad— podemos detenernos si no estás seguro, no tienes que presionarte.
—Quiero seguir lo dijo de verdad.
—Bien, per...
—No seré el único sin una prenda aquí— mencioné, comenzando a desabotonar su camisa— no has pensado en usar ropa más a tu cuerpo, tienes un buen cuerpo, con todo y muslos, pero sin exagerar— expresé, su risa se escuchó un poco más alta, hasta ese momento me di cuenta de lo que dije— carajo, perdón, no quise decir eso, losientomuchonoquieroquepiensesmaldemi.
—Respira— se levantó un poco quedando sentado también, me moví un poco para estar cómodos los dos, se recostó en el sillón para que no cayéramos los dos— ¿Por qué siempre haces eso?
—No quiero que pienses que ando viéndote o que te miraba antes de decirte de mi sexualidad— me abrase a él escondiendo mi rostro en su cuello.
—Me he cambiado delante de ti desde que llegaste, claro que me has visto, sabes bien que me digieras tu sexualidad me dio lo mismo, seguí asiéndolo sin problema.
—Tienes muy buen cuerpo, ¿Por qué lo escondes con esta gran ropa?
—Quizás es como una costumbre de los condenados.
Mis manos temblaban un poco, pero seguí desabrochando su camisa, hasta que pude ver su abdomen.
—Y si cambias es rara tradición.
—Algunas cosas es mejor dejarlas como están.
—Quizás tengas razón.
Me acerque a él besándolo, poniendo más de mi parte para que no sienta que me presiona a continuar, es la única persona capaz de borrar esos recuerdos de mi mente, el único con el que me siento cómodo al abrazar o compartir espacio personal.
Isaac no es un santo, sé que tuvo que ver con lo que sucedió aquí, esos disparos que se escucharon fueron una advertencia, para todos los condenados, sus manos están manchadas de sangre, pero no tengo miedo, él no llegaría a lastimarme nunca, él es el refugio que estaba buscando.
Me moví un poco más, para estar más cerca, Isaac coloco sus manos es mis muslos apretándolos un poco, topándome más a él, mis manos están en su nuca, haciendo que el momento se volviera más deseado por los dos, es algo ilógico que me sienta tan seguro y feliz en las manos de un asesino, una persona que no titubearía si le dan la orden de matar.
La misma persona que vendió su alma al diablo por un mejor futuro para sus hermanos, alguien que está dispuesto a todo por proteger a sus seres amados, incluso si debe de matar por seguir donde esta, el lugar que lo saco de la miseria que el destino había preparado para ellos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro