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Capítulo 15



—Flicker está... aquí —susurró una condenada con un notable entusiasmo, su actitud era muy diferente al del resto de todos los criminales que la rodeaban.

Sabrina sintió como su corazón dio un agradable saltó, recubriéndola de emoción, sus ojos de color esmeralda volvían a cobrar vida y una incontenible sonrisa se abría paso en sus labios.

Alzó su cabeza en alto buscando en todas direcciones, moviéndose entre el resto de presidiarios. Eran más de ciento cuarenta personas, todas vestidas iguales con su característica ropa blanca con franjas negras, además de que, la sala en la que estaban siendo retenidas era igual a la Sala de Espera: todas las paredes, suelo y techo eran teñidos de un inmaculado blanco, dejando únicamente en su diseño las incontables pantallas led con las cuales transmitían todo el programa. Era una forma de seguir castigándolos psicológicamente, engañando a su mente para que no pudieran distinguir el mundo virtual del real. Todos los ganadores del primer evento fueron traídos a la habitación conocida como Lobby, era en el único lugar que tendrían lo más parecido a un pequeño descanso y donde muchos pasarían el resto de lo que quedaba de sus cortas vidas.

Un fuerte aroma a artículos de limpieza, especialmente a cloro, se impregnaba en la nariz de Sabrina, causando cierta molestia, haciendo que una que otra vez se pasará la mano para tratar de quitárselo. El tenso silencio provocado por la desmotivadora situación que se arraigaba en todos los presentes dificultaba más el tratar de mantener las esperanzas.

Sin embargo, ella no dejaría que la matarán sin pelear, desde un comienzo tenía pensado darlo todo para así poder morir con una sonrisa en su rostro, sin arrepentimientos, tal como siempre le enseñaron. Y ahora que acababa de descubrir que Flicker había sido atrapado y recluido en el mismo lugar, a través del listado en la pantalla de los diez más votados, sentía que acababa de ser bendecida con un regalo del cielo.

«No lo puedo creer, jamás imagine encontrarlo aquí», pensó Sabrina sin detenerse ni un segundo en su búsqueda, no podía esperar para encontrarlo, ni siquiera la extensa muralla de condenados que yacían con la mirada perdida en la pantalla se intervendrían en su misión. «Pero... qué esté aquí no es bueno... Significa que lo atraparon», reflexionó ofuscando la emoción que la desbordaba, no concebía la idea de que alguien como Flicker por fin había sido capturado.

La mirada de Sabrina se estrelló contra el suelo, había caído víctima de la realidad. Sus piernas se detuvieron al igual que su emoción, tenía la mente en blanco, no sabía cómo debía reaccionar. Y, justo como un mensaje divino, el dorado y lacio cabello que siempre había cuidado tanto, descendió hasta entrar en su campo de visión, sacándole una nueva sonrisa y varios recuerdos nostálgicos. Recordó su parecido con su mejor amiga y salvadora, quien la rescato durante su niñez de la esclavitud y con la cual había empezado a vivir. El similar físico que compartían siempre fue un tema que charlaban con fervor, haciendo énfasis a que estaban destinadas a conocerse, como si fuesen realmente familia.

«¡Es mi oportunidad de cumplir mi promesa con Erica! No es momento para deprimirse», se dijo así mismo Sabrina, levantando la cabeza y aplacando sus tribulaciones internas. Sin importar lo difícil de la situación, debía seguir adelante, sin rendirse. «Por un instante pensé que te había fallado querida amiga... Parece que... todavía puedo serte útil», pensó mientras volvía a la búsqueda de Flicker.

A diferencia de la Sala de Espera, el Lobby contaba con un extenso mesón que abarcaba el centro de la sala y casi se extendía de punta a punta, a su lado se encontraban algunos tablones para sentarse, y, lo más sobresaliente del lugar, diez habitaciones de distinto tamaños, cerradas por una imponente puerta con un elegante número negro. A medida que el digito era menor, el tamaño de la misma se hacía más grande y contaba con mayores lujos.

Sabrina no se distrajo con los condenados que se alejaban de las pantallas en las paredes donde aparecía Fernando y el desafortunado resultado de aquellas victimas que habían sido enviados al entretiempo. Algunos de los presentes buscaban refugio entre sus piernas y silenciosos llantos de desesperación, otros fingían valor mostrándose fuertes e imperturbables, creyendo que así ganarían el favor de los espectadores que podían verlos en todo momento.

—¡Allí está! —un pequeño gritó se escapó de Sabrina al no poder contenerse.

Todo su mundo se centró en aquel rubio cenizo que parecía brillar entre medio del resto de condenados, además de que, el tener ambos lados de la cabeza rapada lo hacía más fácil de distinguir entre todos los coloridos peinados. Ella comenzó a mover sus dedos de manera frenética en un vano intento de controlarse, se sentía como una niña pequeña a punto de recibir un regalo. Por un momento se olvidó de su condición de condenada a muerte y de todas las desgracias que había atravesado para sobrevivir, solo podía pensar en una cosa: "Por fin logró encontrarlo". Era como si la más oscura tormenta se despejara por unos instantes y luciese su más brillante arcoíris.

—Okey... tranquila, relájate y actúa natural —susurró Sabrina, controlando su respiración e intentando pensar en cómo se acercaría.

«Solo ve y habla con él, como cualquier persona normal lo haría», aún con los temblores de sus manos y uno que otro pensamiento de inseguridad, se aventuró entre los condenados que miraban las pantallas. Con la frente en alto, erguida y una inevitable sonrisa, se posicionó a dos lugares de su Flicker, creyendo que de esa forma sería más casual.

Cegada con su objetivo, no se percató de los dos pequeños a su lado, uno lucía un desarreglado y largo cabello de un particular verde moho, además de una mirada cansada, decorada con unas pronunciadas ojeras y varias pecas.

El otro niño era la definición de inocencia, su mirada se perdía en la pantalla que tenía delante, su rostro era tan transparente con sus sentimientos que podía sentir las dudas y la inseguridad a la que se enfrentaba en su mente. Portaba un particular corte de pelo estilo "taza" sin teñir que resaltaba más su desconexión con el mundo en el que se veía envuelto.

—Vaya estúpidos, no tienen probabilidades de salir con vida —comentó con despreció el chico con pecas y pelo verde moho.

Marcos se sorprendió con aquellas declaraciones, el entretiempo llevaba diez minutos y ya los daba por muerto a todos.

—¿No crees que logren sobrevivir? —preguntó Marcos amablemente, se sentía aliviado de estar cerca de alguien de su misma estatura y que no pareciera una amenaza.

—No tienen ni la más mínima posibilidad de hacerlo —respondió con seguridad el chico con pecas, registrado con el username de "Creeper01"—. Con lo que están por hacer es obvio que ni siquiera son capaces de entender cómo funciona todo aquí.

En la pantalla se veía un grupo de condenados que había descartado la opción de esconderse o huir, estaban escondidos entre los árboles, preparados para lanzar una emboscada al grupo de cazadores. Aprovechaban lo frondoso del bosque y las altas vegetaciones para ocultarse en las alturas.

—Es cierto que lo mejor sería huir, pero a veces un buen ataque es la mejor defensa, ¿no crees? —intervino Sabrina a la conversación, aprovechando la oportunidad para tratar de llamar la atención de Flicker que estaba al lado de Marcos.

—Qué tonta —dijo en voz baja el chico con pecas, dejando escapar un suspiró de molestia.

—¿Perdón? —reaccionó confundida, arqueando una ceja, no se esperaba que la tratasen de esa forma.

«¿Cuál era la necesidad de insultarme?», pensó mientras hacía un puchero y soportaba las ganas de entrar en discusión con aquel pálido chico, debía comportarse.

—Solo observa y lo entenderás —dijo el chico y señaló la pantalla que tenían delante, desviando la atención de Marcos y Sabrina a la transmisión.

Los cuatro hombres vestidos de cazadores iban en su jeep, riendo de manera exagerada y presumiendo de su buen desempeño por los condenados que ya habían cazado. No temían en incursionarse a la espesura del bosque, solo se preocupaban por verse bien delante de los billones de espectadores que los veían. Tenían que lucirse, ya habían participado de actividades parecidas con esclavos, pues era algo común entre la gente adinerada buscar placer en la tortura y la malicia, era lo único que la tecnología no les podía dar: "un sentimiento morboso de poder y dominio al quitar una vida". Aunque los esclavos eran visto como objetos, no como humanos, y en el caso de los criminales era aún peor.

Sin previo aviso, el grupo de condenados que aguardaba en las alturas se lanzó sobre los hombres, provocando que el conductor perdiera el control y se estrellará. Todos se vieron envueltos en un frenético combate, donde los cazadores se veían superados tres a uno. Sin embargo, gracias a sus armas lograron recuperarse y empezaron a dominar la batalla. No tardaron mucho hasta reducir a los criminales, salvo por uno, que consiguió hacerse con una de las armas de fuego y le disparó en el pecho a uno de los cazadores.

Por un momento la atmosfera cambio, la sonrisa en la cara de los cazadores se desapareció y los tres que quedaban en pie apuntaron al condenado armado. El tenso momento dejaba escuchar el sonido de la naturaleza y los alaridos de los que aún seguían con vida en el suelo, creando una un ambiente digno de ver en una película de acción.

El estruendo de un disparó finalizo aquella escena, el condenado fue disparado por la espalda, el cazador al que había herido previamente estaba de pie, se veía furioso mientras avanzaba maldiciendo y escupiendo insultos. Sin perder tiempo desquitó toda su ira con aquel condenado que lo humilló y utilizo cada segundo para torturarlo antes de que falleciese en el suelo.

—Ya veo... —dijo Marcos apartando la mirada de la pantalla y enfocándose en el chico con pecas a su lado—. No pueden dañarlos, están protegidos... —Su rostro reflejaba cierto agradecimiento, esbozando una leve sonrisa, valoraba que le ayudarán a descubrir aquellos pequeños detalles dentro del programa.

—Las reglas son bastante claras a la hora de empezar los eventos, en este caso es "sobrevivir", o sea, escóndete —explicó el chico en un tono arrogante, como si fuese obvio lo que decía—. No es muy difícil de entender.

—Gracias por la ayuda. —Marcos se sentía cómodo a su lado, ignoraba la manera arisca en la que se expresaba el chico, sabía que había personas que no eran buenas para comunicarse—. Lo tendré en cuenta de ahora en adelante —agregó sin perder su amistosa actitud.

—¿Ayuda? —preguntó arqueando una ceja extrañada, le sorprendía que a pesar de que lo hubiese insultado el niño no dejaba de verlo con aquella inocente mirada—. Solo estoy aburrido viendo esto. De todas formas, las posibilidades que tienen de salir de aquí son casi cero —dijo sonriendo de manera provocadora, creía que con eso sería suficiente para traerlo de vuelta a la realidad.

—Supongo que lo dices por ti también —dijo Flicker al unirse a la charla, sin darle tiempo a Marcos para qué pensara en lo que acababan de decirle.

—Claro —respondió levantando ambos hombros, sin perder su arrogante actitud—. Si compito en igual de condiciones contra varios de los monstruos que están aquí, es obvio que no tengo oportunidad de sobrevivir. No estoy hecho para esto —comentó rascándose la cabeza de manera despreocupada.

—¿Entonces te darás por vencido? —preguntó Sabrina dando un paso al frente, intentando una vez más poder unirse a la charla. No iba a darse por vencida tan fácil y ahora que Flicker estaba hablando era su oportunidad de hacerse notar.

—No exactamente —contestó a secas el chico con pecas antes de girar sobre sus talones para voltearse e irse, no quería seguir viendo la pantalla—. Digamos que... voy a buscar la forma de estar al mismo nivel que estos "monstruos". —Levantó la mano para despedirse al alejarse, ya no tenía nada que hacer ahí.

—Ese sujeto me cae bien, parece normal —comentó Marcos al enfocarse en Flicker. Él prefería atesorar la ayuda que le había dado y quedarse con esa buena impresión.

—¿Normal? — Flicker lo miró confundido.

—Sí, normal —remarcó Marcos—. Como tú o yo.

Sabrina dio un paso al costado para acercarse a ellos, aprovechando el lugar que dejo el chico con pecas.

—¿Y yo no soy normal? —preguntó ella con una encantadora sonrisa, inclinándose para que pudiese verla directo a los ojos.

—Por ahora lo pareces, supongo que estás en la banda de los normales con nosotros —respondió Marcos, un poco nervioso, no podía a mantenerle la mirada a la mujer, sus ojos color esmeralda le parecían demasiado atractivos y estaba muy cerca de él. Nunca había visto de cerca a una chica con una figura tan esbelta y ojos tan vivaces.

—Hmm, no sé si quiero estar en una banda —bromeó Sabrina, pasándose la mano por el pelo para tratar de mostrarse "indecisa", le causaba mucha ternura Marcos , parecía un niño.

—No me cuentes en ese grupo extraño que acabas de crear —dijo Flicker para seguir el juego y tratar de que el muchacho mantuviera ese buen ánimo.

—No cree nada, solo fue un comentario —exclamó Marcos para defenderse al ver que lo estaban molestando.

Sabrina no pudo contener su risa, estaba bastante emocionada y se dejaba llevar por el ambiente tan amigable que tenían ellos, sabía que era extraño que se comportaran así, pero tal vez esa era la razón por la que no podía evitar el querer disfrutarlo.

—Mucho gusto, me llamo Sabrina —se presentó sacando pecho y poniendo ambas manos en su cintura para lucir una pose de orgullo—, aunque soy más conocida cómo la brillante ladrona del Sector Oeste "BlondeHood" —dijo exagerando cada gesto en su rostro y alzando la voz como si fuese alguien famosa.

—¿BlondeHood? —preguntó Marcos fascinado por los gestos de ella, además le parecía un nombre divertido—. Supongo que te falta la capucha...

—Yo dije lo mismo la primera vez que mi amiga nos llamó de esa forma... —Sabrina se acercó a Marcos, de manera sutil, sin quitarle los ojos de encima y continuó hablando en un tonó más tranquilo—. Ella me dijo que, en la época previa al éxodo de la humanidad, había una historia sobre un hombre que le robaba a los ricos y les daba a los pobres... Aquel cuento le encantaba y en homenaje a él nos quedamos con la primera parte de su apodo —Ella aprovechaba cualquier excusa para mencionar a su amiga Erica, era su forma de armarse de valor y conseguir energías para no rendirse.

—Yo soy Marcos —Estiró su mano para estrechar un saludo, respondiendo con el mismo entusiasmo que ella, era contagioso verla tan vivaz, conseguía resaltar entre todos los condenados que estaban alrededor—, pero aquí me registre como "Invalid Name".

—¡Oh, es muy bueno! —dijo emocionada concretando el saludo, usando ese pequeño momento para apreciar el áspero tacto de las explotadas manos del muchacho—. Es como si no te pudieras registrar por un error —agregó disimulando su sorpresa.

—Claro, lo entendiste rápido.

—¿No tienes ningún otro apodo o alguna forma en que te hubiesen gustado que te llamen? —preguntó Sabrina, sentía curiosidad por ver a alguien tan inocente aquí—. Era tu oportunidad para mostrar, aunque sea un poco de tu rebeldía ante el gobierno... —comentó para hacerlo hablar, todo indicaba a que era un esclavo, pero hasta que no lo oyera de él no lo sabría.

—A decir verdad... no —respondió a secas, apartando la mirada—. Jamás le entendí a la moda de ponerse apodos o seudónimos en inglés, soy un poco extraño.

Sabrina se quedó en silencio por unos instantes, como si estuviera pensando en su respuesta, sin perder su sonrisa.

—Es... una pequeña victoria para nosotros... —dijo con suavidad, al igual que un susurró.

El gobierno había prohibido el uso de cualquier otro lenguaje que no fuese el español, llegando a castigar de manera severa a cualquiera que hablase en otro idioma. Sin embargo, gracias a personas de renombre y que marcaron un antes y un después en la historia debido a sus ingeniosos inventos, ellos permitieron que en honor a sus antepasados se nombraran sus creaciones en el idioma de su ascendencia para así recordarlos. De esa forma se popularizo el uso de palabras en otro idioma en comercios y aparatos tecnológicos, llegando al punto que en las redes sociales se permitía, y los jóvenes que querían mostrar cierto desapegó al régimen se bautizaba con algún apodo en ingles mayormente.

—¿Tú que crees? Estas demasiado callado —comentó Sabrina, mirando directo a los ojos a Flicker.

—Los nombres y apodos que elijamos solo sirven si tienen un significado más profundo para nosotros que solo mostrar rebeldía... —dijo al instante, manteniéndose un poco reservado en cuanto a la chica.

—¿Y tú tienes algún apodo o te presentas por tu nombre? —preguntó de manera juguetona—. Todavía no te presentaste.

La mirada de Sabrina se clavaba en los azulados ojos de Flicker, tan directa e intensa que confundían al joven líder rebelde. Además, algo había en ella que despertaba su curiosidad, como si hubiese una extraña conexión que no sabría explicar.

—Soy Flicker, mucho gusto —cedió ante ella, rompiendo su actitud reservada.

Sabrina se quedó en silencio observándolo, apreciando cada segundo que lo tenía delante. Una cálida sensación de descubrimiento y entusiasmo la recubría, debía contenerse para no asustarlo ni echar a perder el momento.

—¿Acaso te conoz...?

Un fuerte gritó de Fernando interrumpió a Flicker, desviando la atención de todos de nuevo a la pantalla que tenían delante en la pared. El pequeño y regordete presentador de esponjoso afro festejaba con fervor junto a todos los espectadores, desplegando sus más pomposos movimientos y expresiones de victoria.

—¡El entretiempo solo tardo veinticinco minutos! —anunció a todo pulmón el presentador, tomándose unos ligeros segundos para acomodarse su colorido moño—. Nuestros cazadores fueron muy eficientes y ya acabaron con todas las basuras, se merecen un fuerte aplauso. —Esperó a que el público se calmara y siguió—. Ahora que el entretiempo término, habrá un descanso de una hora. Pueden ir a comer al salón principal, descansar en sus habitaciones o solo pasear por las zonas permitidas. Espero que estén preparados para el siguiente evento, estoy seguro que varios se morirán del miedo, y lo decimos de manera literal —agregó esbozando una maliciosa sonrisa—. ¡Disfruten de la estadía en el Edificio Conexión!

La pantalla gigante se apagó y todo el público en el estadio empezaron a levantarse, querían apresurarse para ir a comprar alimentos y preparar todo para la siguiente sorpresa que tenían para ellos. En sus Pulseras Digitales se acababa de desbloquear la siguiente información sobre el programa: "Película de terror".

¡No se olviden que pueden ver lo que hacen los presos en todo momento! Solo acérquense a cualquier pantalla, ya sea de las que están en los pasillos, las salas o en sus habitaciones y elijan a quien mirar —informó Fernando mientras se iba en su plataforma, entrando a una compuerta especial en el techo para su salida y por la que generalmente ingresaba.

La mascota virtual apareció en las pantallas que se encontraban en Lobby para dar las ultimas indicaciones a los condenados.

—Tienen un poco de tiempo para descansar, ¡aprovéchenlo! Los diez favoritos del público pueden usar las habitaciones especiales, solo acérquense al número con la posición que salieron y apoyen su pulsera en la puerta —aclaró Crashy dando pequeños brincos de lado a lado—. Adentro tendrán una cama y buena comida, ese es su premio por tan buen desempeño, ¡sigan así!

Marcos miró a Flicker y levantó el pulgar en señal de que estaba contento por su premio, él había conseguido entrar al top diez de favorito, sería el que tuviese la menor recompensa, sin embargo, algo era mejor que nada.

—Otra cosa antes de dejarlos —dijo la mascota sin perder su animada actitud—. En su pulsera están algunos de sus datos, pueden usarla para ver el de los demás: su foto, edad, username y motivo de condena. No olviden que cualquier tipo de intento de quitárselas, escape, motín, o violencia en este lugar está totalmente prohibido. Además, a la hora acordada se habilitará los baños, hasta entonces deberán aguantar. ¡Disfruten de su estadía! —los despidió moviendo su mano de lado a lado y con una entusiasta sonrisa.

La pantalla se apagó, dejando a toda la sala en silencio. Era extraño no escuchar los gritos de Fernando y poder apreciar con claridad la respiración de todos los presentes. Los condenados miraban de lado a lado, ninguno era capaz de moverse ante el desconcierto que los congelaba.

Cuando al fin uno de ellos rompió la fila, la sala cobró vida de nuevo y dio lugar a los fuertes murmullos. Varios comenzaron a armar grupos, utilizando su Pulsera Digital para seleccionar a los que creyeran más capaces según su oficio y antecedentes.

Mientras que, otros solo se alejaban para rezar y suplicar por perdón, dando por seguro que no saldrían con vida de allí, presenciar como mataron a todos en el entretiempo había sido demasiado contundente. Buscaban dedicar sus últimos momentos para sí mismo, apoyándose contra la pared y ocultando su rostro entre sus rodillas, algunos solo se recostaban en el suelo creyendo que en cualquier momento despertarían de la pesadilla que los torturaba.

Marcos observaba todo atentamente desde su lugar, no le importaba el resto de condenados, al igual que toda la sociedad había sido adoctrinado para no sentir empatía por ellos, sin embargo, entendía su pánico, él estaba envuelto en la misma situación. Apretó con fuerza sus puños buscando que el áspero tacto de sus cayos le recordarán lo duro que había sido siempre su vida y como había luchado siempre para mantenerse en pie.

Durante los desafíos descubrió de lo que era capaz y que el peor enemigo a enfrentar no eran las sádicas pruebas, sino el miedo con el que buscaban atarlos y castigarlos. Por eso, intentaba sobreponerse a los involuntarios temblores que sentía por todo su cuerpo, quería dejar de pensar en que pronto podría morir, cada vez que aquella desagradable imagen pasaba por su cabeza se le congelaban las piernas y su corazón se aceleraba hasta el punto de causarle dolor.

Los grilletes mentales a los que se enfrentaba eran demasiados sofocantes, lo asfixiaban aún más cada vez que intentaba liberarse de ellos. Pero Marcos tenía algo a su favor: consiguió superar todos los desafíos del primer evento, algo que era toda una hazaña. Sacar a la luz su logró le daba la fuerza que necesitaba para no rendirse, además que, aún las animadoras palabras de Flicker revoloteaban en su mente.

—El ambiente es extraño —comentó Marcos mirando a su alrededor, quería distraerse hablando y así no pensar.

—¿Lo dices por los que están asustados lloriqueando o por los que charlan en grupo como si nada? —preguntó Sabrina, entendiendo al instante que lo mejor que podían hacer era no quedarse en silencio.

—Supongo que es por la diferencia que hay entre esas dos perspectivas —respondió un poco confundido.

—Que no te den lastima los que lloran —intervino Flicker, pensando en que eso era lo que molestaba al muchacho—. La mayoría de los que están aquí merecen ser condenados a muertes. Aunque claro, no de una manera tan sádica y grotesca... —aclaró dejando ver su desagrado hacía el programa.

—Ahora que lo mencionas, con las pulseras que nos dieron podemos ver lo que hicieron —Marcos levantó su muñeca y apuntó en dirección a un corpulento condenado que lloraba apoyado en la pared—. Condenado a muerte número trecientos diecisiete, nombre Jared Silvestro, username registrado como Silvestrum —leyó en voz alta los datos que aparecían en la pantalla de su Pulsera Digital—. Motivo de condena: robos extremadamente violentos, no pago la multa por el asesinato de más de trece personas de clase socioeconómica baja, resistirse al arresto —La lista seguía, pero ya no quería seguir leyendo, le era detestable ver a un hombre con esos antecedentes suplicando por perdón.

—Y muchos hicieron cosas peores —agregó Flicker con seriedad—. No sientas lastimas por ellos —repitió con énfasis, sin quitarle la mirada de encima.

Marcos continuó buscando entre los condenados a alguno que no fuese un completo delincuente, alguien que, por lo menos, hubiese sido acusado de manera falsa o que sus delitos no fueran tan graves. Sin embargo, mientras más miraba, más se daba cuenta de la realidad, todos eran asesinos, violadores o torturados, lo que termino por llenarlo de una incontenible rabia, le era demasiado frustrante que lo encarcelaran y lo compararan con todos ellos.

—Es tan injusto... —susurró con impotencia, con el ceño fruncido y apretando la mandíbula—. No puedo creer que termine en el mismo lugar que todos ellos... —Llevó su mano al pecho, intentando deshacerse de aquella presión tan fuerte que sentía, la misma que lo torturaba cuando los explotaban en el trabajo, cuando solo podía apartar la mirada y aceptar las ordenes con tal de sobrevivir algunos días más.

Sabrina no soporto la curiosidad, se cuestionaba al ver el aspecto de niño inocente e inofensivo de Marcos, quería saber la razón por la que lo había sido condenada a sufrir en Condena Virtual, uno de los más crueles castigos conocidos por la actualidad. Todo condenado a muerte participaba del sorteo para ser enviado, pero ahí estaba el problema, "¿qué había hecho el niño?". Él mantenía su color de pelo, era obvio que ni siquiera tenía el valor para teñirse y que mantuviera ese estilo de peinado tan antiestético era otra señal de su poca independencia.

—Asesinato de dos policías, intento de escape de su planeta, transporte ilegal de tecnología, terrorismo y robo de vehículos oficiales —dijo en voz baja Sabrina, sorprendida por el historial de Marcos que leía en su pulsera. No había logrado contener su voz, provocando que la escucharan.

Marcos esbozó una trágica sonrisa, cargada de culpa y una mirada de pena al recordar cada acto que hizo. Sin embargo, no se arrepentía, solo lamentaba el hecho de no haberse revelado antes, quizás de esa forma no habría llegado a tal extremo.

Los recuerdos en su mente eran tan claros que, si cerraba los ojos y se concentraba, podía distinguir cada sensación que había vivido el ultimo día que vio a su familia. Incluso, ese maldito grito. Aquel que lo torturaba por las noches, desde el día que lo escuchó. Deseaba volver y actuar de una manera diferente, con más valor, con el que había descubierto que portaba durante los primeros desafíos. Si tan solo... se hubiese percatado de ello antes...


Fin del capítulo 15

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