Capítulo 01: La llegada.
Capítulo 01: La llegada.
'...tal vez en la mañana me extrañes menos,
tal vez al ver al cielo preguntes el porqué
de mi partida. Tal vez me olvides hoy,
pero me recuerdes toda una vida.'
Las ramas crujían bajo mis pies conforme caminaba hacia mi nueva casa, pude ver cómo las personas de la mudanza salieron limpiándose el sudor; habían bajado y dejado los muebles instalados, mi padre les había pagado más porque nos ayudarán a dejar estos listos. Nosotros nos encargaremos simplemente de nuestras cosas personas y en adornar nuestro nuevo hogar.
La casa era blanca, de madera con la puerta doble de color café, tenia ventanales grandes y cuadrados con los marcos del mismo color café que el de la puerta. Tenía unas pequeñas escaleras que subían al pórtico -piso era de madera clara-, donde los señores de la mudanza habían dejado dos sillas grandes, como mecedoras, y una pequeña mesa en medio. Al ingresar a mi nuevo hogar, pude visualizar que el piso era de una madera oscura, había una mesa circular mediana, arriba de esta colgaba un candil, y delante, pegado al lazo izquierdo, habían unas escaleras con un barandal que conducían al segundo piso, pude ver que debajo de las escaleras había una puerta, deduje que ese era un baño de visitas. Al lado izquierdo había un marco que conduce a la sala principal, en este había un candil más grande, de aproximadamente ocho luces; las paredes eran de un color crema y hacían juego con nuestros sofás cafés. A mi lado izquierdo había una puerta de tipo doble, como en la entrada, solo que esta tenía ventanales largos de cristal que llegaban a la mitad, estas conducían al comedor, que te recibe con un suave color café dorado.
Me encamine hacia el marco que se encontraba al lado de las escaleras, podía ver que era la cocina, toda de color blanca, era amplia y tenia una ventana de un tamaño regular que apuntaba al patio trasero, desde esta pude visualizar una pequeña habitación, que pude deducir que era donde iria la lavadora y secadora. Mantenía mi maleta en mano mientras recorrí toda la planta baja, una vez que termine comencé a subir aquellas escaleras, el pasillo era largo y las escaleras quedaban justo en medio de este, dando dos accesos, el lado derecho y el lado izquierdo. El lado derecho pude ver que tenía tres puertas, a lo que mi padre me comento, esa era su ala de la casa; su estudio, recamara y baño. El lado izquierdo era mío, dos puertas, abrí la del lado izquierdo, y aprecie mi nueva recamara. Las paredes eran de un azul cielo, los muebles eran blancos, y pude ver que el gran ventanal que pude apreciar en la entrada, era el de mi nueva habitación. Este daba a la calle larga y ancha, aunque no lo suficiente para estar lejos del bosque. Mi cama estaba totalmente pegada a mi pared izquierda, con una mesa de luz a su lado derecho, dejando el ventanal sin nada que lo cubriera; al lado de este estaba mi tocado, y más adelante una cómoda. La puerta de mi closet se encontraba frente a mi cama.
Deje mi maleta en el suelo, y me encamine al baño que estaba enfrente; este era de tonos grisáceos, la regadera era cuadrada y a diferencia de los baños tradicionales, esta estaba justo en medio de la ducha. Era cuadrado y amplio, el lavamanos era largo con un espejo rectangular y cintas de luz por dentro. Las puertas de la ducha eran transparentes y largas, y había una ventana cuadrangular no tan grande. El piso era de tile en pequeños cuadrados de gris oscuro y claro; tenía una lámpara larga justo en medio del baño.
-Demi -al salir del baño la voz de mi padre me hizo voltear a mi costado izquierdo -¿Qué te ha parecido tu ala de la casa?
-Me ha encantado, de verdad papá -dije con una sonrisa de media luna. -¿Qué tal la tuya? -pregunte interesada.
-Ven a verla.
Me encamine hacia su lado, abrió la primera puerta de lado derecho, esta era su despacho; tenía un largo escritorio café oscuro, con una lámpara verde que es común verlas en la biblioteca, pude ver de lado izquierdo un gran librero, y del lado derecho había un sofá triple con una lámpara larga en la esquina, y delante había una mesa de centro. Al lado del mismo sofá había una pequeña barra, donde pude imaginar que mi padre pondría alguna botella. Detrás del escritorio, y por ende de la silla grande giratoria de color negra, había un gran ventanal, del mismo tamaño y diseño que yo tenia en mi recamara. Este daba igual frente al bosque.
-Es bastante bonito y elegante -le dije mientras volteaba a verlo -Creo que una planta larga al lado del ventanal no le vendría mal.
-¡Era justo lo que pensaba!- dijo alegre -Deja te enseño mi recamara -me enternecí por la escena infantil de mi padre; me quería mostrar todo como un niño pequeño.
Su recámara tenía la habitación al centro, sus paredes eran beige y sus muebles cafés. A cada lado de su cama tenía mesas de noche, de lado izquierdo tenía una cómoda con un espejo rectangular, no tan ancho, justo en medio. Del lado contrario, del lado derecho, estaban las puertas de su closet. Pude apreciar que su recámara era más pequeña que la mía y que su propio despacho. Su recámara justo quedaba al fondo de la pasilla, en la parte de en medio, y de lado izquierdo la puerta que él abrió, estaba su baño, el cual era todo blanco e idéntico que el mío.
-Valió la pena el año de espera, ¿no crees?-me pregunto mientras mantenía en su rostro una sonrisa de orgullo.
-Claro que sí, papá -dije sonriéndole de vuelta.
-¿Has pensado en la universidad? -preguntó cauteloso mientras me miraba.
-Antes pensaba en estudiar leyes -dije mientras me encogía de hombros -Sabes que no me siento ahora segura, me gustaría estudiar algo diferente.
-Sabes que lo que elijas esta bien, Demi -dijo mientras tocaba mi mejilla -Tomate este año, busca algún empleo, explora, comienza terapia y determina que quieres antes de tomar una decisión diferente. De cualquier forma te apoyaré, cariño -lo abrace fuertemente -Ahora somos tú y yo.
-Lo sé, papá.
-Son las 8:41 de la mañana -dijo alejándose y viendo su reloj -Tenemos bastante tiempo para acomodar, no creo que nos lleve tanto tiempo.
☩☩☩☩☩
Eran las tres de la tarde cuando pude ver que habíamos terminado de adornar y acomodar nuestras cosas; el hecho de que las personas de la mudanza nos hayan ayudado nos ahorró demasiado tiempo. Entre a mi baño, la ducha ya tenía agua caliente, por lo que tomé un baño. El agua estaba templada, aunque Inglaterra fuera un lugar frío, yo estaba acostumbrada, y justo estábamos en la temporada que apenas iniciaba otoño. Mi jabón capilar tenía un olor a cereza, y el corporal a frutos rojos. Aunque usaba estos mi olor siempre era a caramelo, la mayoría de veces no lograba percibirlo.
Salí de la ducha, y me senté en un pequeño banco que puse, y me apliqué mis cremas corporales, luego mi desodorante y loción corporal. Procedí a continuar con mi rutina de skincare que era mi favorita, tónico, contorno de ojos, suero, protector solar, crema y primer; este mismo cambiaba en la noche, y finalice con la del cabello, aplicando un suero, crema y secándolo.
Me dirigí a mi recamara, me senté delante de mi tocador y me aplique mi maquillaje, no me gustaba muy cargado, pero tampoco demasiado natural para que no se notara; comenzaba peinando mi ceja y pintando algunos huecos, luego usaba un suero con color que era mi base, mis correctores, sellaba con un polvo, luego blush, enrizaba mis pestañas y las pintaba, y luego usaba algún color labial, en este caso opte por uno de tono natural anaranjado y lo selle con fijador de maquillaje, me dirigí a mi closet y opte por unos jeans acampanados de color azul, una blusa de cuello de tortuga negra, la cual faje, y unos converse negros. Tome una gabardina negra y la puse encima del conjunto, tomé mi bolso y salí de mi recamara.
-Mira -mi padre alzó las llaves de mi bocho -Acaban de llegar nuestros autos -sonreí ampliamente mientras tomaba mis llaves.
-Justo iba a dar una vuelta por el pueblo para conocer -dije feliz -Mi bebe, deja veo como esta. -Salí, y mi auto estaba impecable, suspire tranquila y voltee a ver a mi padre -regresó más tarde.
-Con cuidado cariño.
Ingresé a mi auto, y comencé a manejar por aquella pequeña carretera, al dar vuelta por la derecha pude ver aquella calle que te hacía ingresar al pueblo; las calles eran limpias, las casas bastante hermosas con jardines. Me estacioné afuera de un área larga de locales. Salí de mi vehículo, lo cerré y tomé fuertemente mi bolso. Caminé frente a una librería, por inercia hice un paso hacia atrás y golpeé a una persona.
-Auch -escuche que se quejo, y voltee a verla -era baja, de mi estatura, de cabello castaño oscuro y los ojos azules más brillantes que había visto. Su piel era pálida, y venia vestida toda de negro; su cara denotaba no ser muy social.
-Lo lamento, no te vi -dije disculpándome.
-Ya lo note -dijo seca -¿Eres la hija de Ares Leblanc, no? -pregunto mirándome fijamente -El contador que llegó hoy.
-Si -dije alegre -¿Cómo lo sabes?
-Eres pelirroja, no hay muchos por aquí, y no dejan de hablar de ustedes -dijo inclinando sus hombros -A parte, pueblo chico, infierno grande.
-Soy Démeter -dije estirando mi mano por cortesía.
-Paris Lam -estrecho su mano -Es bueno conocer a alguien educada -dijo sonriendo de lado.
-Entonces espero que seamos amigas -dije sonriéndole de vuelta. Tal vez fue mi imaginación, pero sus ojos brillaron al escuchar eso, y una sonrisa grande se dibujó en su cara.
-Me encantaría tener una amiga -dijo mientras sus mejillas se tiñen de rosa -No soy sociable, así que realmente no tengo amigas cercanas, conocidos únicamente, amigos no.
-Bueno, cambiemos eso -dije sonriente -¿Estudias en alguna universidad? -pregunte.
-No, acabo de terminar el colegio, y mis padres no están muy seguros de enviarme a la universidad -dijo mientras se encogía de hombros.
-Yo igual salí apenas del colegio, ¿tienes dieciocho? -pregunte.
-Si, cumplí en julio seis -dije sonriendo de lado.
-Yo cumplo el treinta y uno de octubre -dije sonriendo -Eres cáncer -dije mientras subía y bajaba las cejas, ella se rio.
-Eres divertida, te conservaré -esta vez fue mi turno de reír -¿qué signo eres tú?
-Escorpio, dicen que los cáncer y los escorpio son mejores amigos -dije mientras, con confianza, enganchaba mi brazo al de ella.
-Bueno, Démeter, vamos a averiguarlo -dijo mientras ella igual enganchaba su brazo al mío -Deja te enseño el pueblo.
Fue ahí, cuando comencé una amistad inseparable con París, y a los pocos meses supe que ella era mi mejor amiga, como también sus oscuros secretos y dolencias.
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