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39. Las apariencias engañan.


Palabras: 3301

Autor: abigailgaytan3


SAVANNAH


Ya estaba cansada de esta situación. Hoy Pauline había asistido a mi oficina para decirme que probablemente regresaría con Tanner, que estaba enterada que el salía con alguien, pero no sabía quién era esa persona.

Así que Tanner me había hablado para decirme que necesitaba verme con urgencia en el ático que ya estaba remodelado, como si no supiera de lo que me iba a hablar, de la tonta y triste Pauline, de lo desolada que estaba porque su matrimonio se fue al fracaso. Lo que Tanner no sabe es que si él una vez más coloca a Pauline por encima de lo que tenemos, yo no voy a rogar, yo simplemente lo dejaré ir. Ya estoy cansada. Quiero una vida feliz sin pensar en terceras personas. Así que solo esperé la hora, lista para ver qué era lo que traería de vuelta el drama llamado Pauline a nuestras vidas.

En cuanto llegué, Tanner estaba serio, pensativo. Lo sé porque este tiempo juntos a pesar de que lo conocía muy bien tiempo atrás, ahora lo estaba conociendo mucho mejor. Ya conocía perfectamente a ese hombre que amo tanto, pero que probablemente hoy, una vez más rompa mi corazón. Claro, si yo lo permito, porque una vez más yo no me voy a dejar, ni a derrumbar, no más por él.

—¿Qué pasa, Tanner?

—Sav... yo... —dijo, pensándolo mucho.

Niego. Le está dando demasiadas vueltas a algo que ya sé.

—¿Qué? ¿Me vas a decir que vas a regresar con ella?

—Sav, las cosas están mal con ella. Me dijeron que está en depresión y no sé qué mierdas más. Lu y Guzmán me recuerdan a Sav y Tanner. Lu y Guzmán me recuerdan a Sav y Tanner.

Arrugo el ceño. Lo sabía. Jamás lo va a dejar en paz. Siento una opresión en el pecho. La Pauline que estuvo hoy en mi oficina no se veía en el estado que me dice Tanner.

Esa perra ha estado actuando.

—Entonces... ¿vas a regresar con ella? Por Dios, Tanner. Solo te está manipulando, te están manipulando. Sabes que sigues siendo débil cuando se trata de esas mierdas en las que se pone, como un puto conejo asustado. Yo estoy cansada de que siempre la prefieras a ella y en esta ocasión no va a ser la excepción, ¿cierto?

Me mira y niega. Como si no supiera que va a regresar con ella. Lo conozco.

—No, Sav, estaré con ella. La veré, me cercioraré de que esté bien. La iré a ver al pueblo de su familia.

Me le quedo viendo. ¿Qué mierda? Ella estuvo hoy en mi oficina. El frunce el ceño cuando río.

—¿Qué es lo que te parece gracioso, Savannah?

—Por Dios, Tanner, solo te está manipulando. Hoy vi a Pauline. —Me mira como si no me pudiera creer—. Sí. Hoy me vino a ver y me dijo, muy segura de sí, que iban a regresar, que sabía que estabas con alguien, pero que ella no te iba a perder tan fácil. La Pauline que yo vi hoy no se asemeja a la chica que me dices que según tu está devastada.

Me mira y no lo puede creer. Sí, cariño, la perra de su ex esposa está jugando sucio, pero eso ya lo sabias, cuando me lo dijiste una vez que ella no es tan inocente como pensaba y ya lo estaba comprobando, pienso para mí.

—Sav, necesito verla para comprobar si es verdad.

—¿Y luego qué? Cuando veas que es muy buena actuando, ¿regresarás con ella? Porque te aseguro, Tanner, que si tú haces eso, a mí no me vuelves a ver en tu vida.

Se me queda viendo serio y tenso.

—Sav... no hagas esto más difícil.

—Te lo dije y lo vuelvo a repetir, Tanner Reed. Tú vuelves a poner por encima de mí a esa mujer y a mí no me vuelves a ver, te lo juro. Así me ruegues. —Lo cual dudo que llegue a pasar alguna vez, porque Tanner no ruega. Su maldito ego jamás lo dejara hacer algo así pienso—. Yo no volvería contigo por más que te ame porque yo no soy santa Pauline que se hace a un lado para dejar ser feliz a alguien más, aunque por lo que vi hoy esa mujer de santa no tiene nada. No le importa tu felicidad, porque me lo comentó, te vio de lejos y voy a citar sus palabras, se veía muy bien, volvió a ser el Tanner que conocí, y aun así a ella no le importa tu felicidad, solo la de ella. Piénsalo bien, Tanner, porque si me vuelves a hacer a un lado, a mí no me vuelves a ver nunca.

—Necesito saber que está bien, Sav.

Hizo un intento por acercarse y lo alejé. Puse una mano para sobre su pecho para que se alejara. Esto me estaba abrumando demasiado.

—Estás hablando enserio, ¿no me crees?

—No es eso. Quiero verla con mis propios ojos.

Niego con la cabeza.

—Está bien... —me mira como si no me creyera—. Ve a verla, pero a mí no me vuelves a buscar.

Intenta acercarse una vez más, pero no se lo permito. Mis lágrimas están por salir, pero las retengo lo más que puedo. Voy por mis cosas para irme. Esto ya no tiene caso. Él hará lo que quiera como siempre.

—Sav, ¿qué haces? ¿A dónde crees que vas? De aquí no te vas hasta que acabemos de hablar.

Intenta tomarme del brazo y lo vuelvo a apartar. Niego con la cabeza. Por Dios. No entiende que me está lastimando otra vez.

—¿De qué? Ya está todo claro. La verás, volverás con ella y yo me quedaré otra vez con las malditas manos vacías porque no acepta que no la amas. Porque no acepta que su estúpida vida color de rosa y perfecta nunca existió y que se terminó. Ella no conoció al verdadero Tanner Reed y yo sí. Aun así amé esos demonios que traías contigo, mis demonios y los tuyos se conocieron, y se volvieron locos juntos y ambos lo sabemos, pero no, tenías que aparentar ser otra cosa por ella, como siempre, todo por no dañar a la frágil y débil Pauline, ¿y yo que? ¿Que me joda? No, Tanner, yo no me voy a dejar. No más.

Se me queda viendo como si analizara todo lo que dije, suspira e intenta acercarse una vez más, pero esta vez lo dejo. Necesito un último abrazo, sé que me va a dejar, así que dejo que me bese y hacemos el amor una última vez, como despedida.

Lo siento, lo presiento y él también.

*****

En la mañana despierto temprano y lo veo una última vez. Sigue dormido, así que me voy. Empaco las pocas cosas que tenía en el ático, lo vuelvo a checar a la habitación y sigue dormido. Me le quedo viendo, contemplándolo una última vez. Suspiro y las lágrimas quieren salir. Me abrazo a mí misma y me prometo ser fuerte. Esto no me va a tumbar. Yo no soy débil. Puedo con esto. Ya pasé una vez por esta situación. Otra ya no más. Esta es la última vez que dejo entrar a mi vida a Tanner. Me acerco a su cama y planto un beso en sus labios.

—Adiós, mi amor —susurro encima de ellos.

En cuanto llego a mi apartamento, busco mis maletas y meto todo cuanto puedo. Llamo a mis padres de camino a mi casa, llamo a la oficina y le digo a Isla que cancele todas las citas que tenía. Trabajaré desde sea a donde vaya. Aún no sé a dónde, pero necesito irme, tomar aire, pensar y respirar. En cuanto tengo todo listo, cierro con llave mi casa, doy un enorme suspiro. Me monto en mi auto y me voy. Pasaré a ver a mis padres primero y ya allí veré a donde ir.


TANNER

Fui a la casa donde estuve viviendo mi matrimonio con Pauline, nos quedamos de ver ahí y cuando llegué encontraba en ella. Estaba demacrada, no como me había comentado Sav.

O mentía muy bien.

—¿Cómo estás?

—Mal, te extraño, amor... No he estado bien sin ti. Vamos a intentarlo juntos, Tanner, te necesito.

Ella de verdad la estaba pasando mal, pero yo en estos momentos solo estaba pensando en Sav. No quiero hacerle esto, pero siempre he tenido un sentido de protección hacia Pauline. Sin embargo, ahora que la veo no siento nada. No me siento como cuando estoy con Savannah y no sé cómo haré para estar con Pauline, amando a otra mujer. Joder, Savannah, ¿qué me has hecho?

—Pauline, yo...

—No digas nada. Solo vamos a intentarlo, ¿sí? Por un tiempo. Si no me sigues amando y sientes que es mejor estar separados, yo lo aceptaré y me iré.

Pauline siempre he sido débil cuando quiere llorar, pero no puedo hacerle esto a Savannah. Yo no puedo dañar tampoco a Pauline. Savannah es fuerte, Pauline no.

—Está bien, vamos a vivir aquí, pero en camas separadas y esto solo lo hago porque te veo mal, Pauline, pero si no funciona espero que lo aceptes. Saldré un momento y regreso.

Ella asiente y me sorprende ver maletas en su auto, pero conduzco a la casa de Sav. Necesito explicarle las cosas. No puedo quedarme con esto, quiero verla una vez más, esta necesidad que tengo por ella es como una maldita adicción. Al llegar veo que no está su Mercedes. Toco la puerta, pero nadie sale. Entonces uso mis llaves. Al entrar veo que los muebles están con sábanas. Voy corriendo rápido a su recamara y no hay ropa. No está la mayoría de sus cosas. Siento como si se me fuera a salir el corazón y una opresión fuerte en mi pecho. ¿Así es cómo se sintió Savannah las veces que la dejé por Pauline? Porque si es así, he sido un idiota.

Perdí a Savannah definitivamente por no elegirla, una vez más, pero Pauline me necesita.

Lo siento tanto, Sav, no te dije que... te amaba.

Solo espero no haber cometido el peor error como hace cinco años.

*****

Cuando regreso a la casa veo a Pauline con el teléfono en la mano y entrando a la recamara. La sigo, no me ha sentido. Cuando estoy a punto de tocar la puerta, escucho algo que me deja helado. Pauline está hablando con mi madre.

—Sí, ya me instalé, señora. Hablé con Tanner y aceptó que lo intentáramos una vez más. Usé mi mejor actuación y me creyó todo. No iba a dejar que nadie me lo quitara, necesito a mi esposo. Haré lo mejor que pueda para quedar embarazada y no separarnos nunca.

—Está bien, Pauline, eso sería estupendo. Mi hijo tiene que verte vulnerable. Usemos a tu favor que Tanner siempre ha querido protegerte.

—Claro, señora, eso es un punto a favor. Ya empecé a tomar pastillas para embarazarme cuanto antes. Me tengo que ir. Tanner no tarda en llegar y tengo que seguir con mi papel.

Bajo lo más rápido que puedo y salgo sin que escucharla. Intento marcarle a Savannah, pero obviamente no me contesta. Tiene el celular apagado. No puedo creer que Pauline y mi madre hicieran todo esto, perdí a Sav una vez más y no le creí lo que me dijo. Soy un imbécil. Golpeo el volante. Conduzco rumbo al ático. Necesito alejarme de Pauline.


SAVANNAH

Ver a mis padres me dio un momento de paz. Solo ellos saben que me encuentro en Miami. Estar aquí, salir a caminar en las noches, ha sido una gota fresca que necesitaba para tener mis momentos de paz y tranquilidad. Él no se me ha cruzado por la cabeza estos meses que he estado aquí. He hecho trabajo desde mi departamento. Mis padres me lo regalaron cuando le conté a mamá todo lo que pasó. No dudó en darme un lugar para estar alejada de Tanner e incluso cuando yo no quise que me lo regalaran, no había poder humano que los hiciera desistir. Sé que mama le contó todo a papa. Ellos no tienen secretos. Lo que daría yo por hacer una familia como la de ellos.

Me he mantenido alejada de todo tipo de noticias que los involucren. No he querido saber de esos dos por nada del mundo. Ahora estoy muy bien. El brillo en mis ojos volvió. Siempre salgo a hacer ejercicio por la tarde noche. Disfruto tanto del choque de las olas del mar. Eso me da tanta paz y me muestra que tomé la mejor decisión al salir de ese lugar. Mi trabajo sigue, solo que trabajo desde mi departamento. En Miami he tenido mucho trabajo ya me he hecho de muchos clientes. Mi madre viene cada vez que puede.

No he regresado a Austin a ver mi apartamento desde hace un año. Mamá lo puso en venta. Solo que necesito regresar para firmar los papeles. Según el vendedor necesito ir en persona. No he podido viajar, pero en cuanto pueda, tengo que ir. Comprarán mi departamento por un muy buen precio, así que no me negué. Cerré mi despacho allá. Mi madre fue por la mayoría de mis cosas. Le he agradecido tanto que estuviera conmigo en este proceso tan largo y tan caótico, pero ella lo hizo sentir tan fácil. Es la mejor madre. Hoy me tiene que visitar, ahora menos que nunca me deja sola. Prácticamente se vino a vivir conmigo desde hace dos meses.

No puedo sola con todo.

Sus palabras, no las mías.

Malcolm me ha hecho compañía en ocasiones cada vez que ha tenido vacaciones, ya que el viaje es largo para venir a vernos. Le ha ido muy bien en su nuevo equipo, le ofrecieron ser uno de los quarterback del equipo de Kansas City Chiefs. Ganaron la temporada pasada. Cuando viene ha tenido llamadas de Tanner, pero se sale de mi casa cuando hablan. Es lo mejor. No deseo saber nada de él. En una ocasión a Malcolm se le salió decirme que él y Pauline no duraron nada. Por dentro me sentí feliz, una vez más eligió mal, pero no lo dije. Solo asentí como si eso no me importara. Después se disculpó porque sabía que Tanner no se mencionaba enfrente de mí. Después volvió a soltársele la lengua diciéndome que su hermano quería hablar conmigo, pero Malcolm le dijo que no sabía nada de mí. Dice que Tanner es un completo desastre. La verdad no me importa. Cada quién tomó decisiones y esas decisiones tienen consecuencias. Después Malcolm no volvió a nombrarlo hasta hace un mes cuando regresó a traernos obsequios. Nos hemos acercado más. Salimos como amigos. Es un gran hombre. Mamé me ha insinuado que formalicemos, que lo intentemos. Lo he pensado. Es una gran persona, pero no sé si acepte a una mujer y a dos bebés mellizos de su hermano. Aunque en el fondo, sé que sí lo haría.

Recuperé mi cuerpo muy fácil. Hice dieta al instante de tenerlos y decir que son unas bellezas es quedarse corto. Mamá no se nos quiere despegar ni un milímetro. Mi padre tampoco. Por eso hace poco de una semanas compraron una enorme casa en la zona. Acepté porque necesitaba que me ayudaran. Mis padres están felices de tener a sus nietos con ellos, lo cual permití bajo la condición de que me dejaran ser su vecina. Cuando se los dije mi madre casi se va de espalda. Compré la casa de al lado. Yo nunca alejaría a mis hijos de sus abuelos, menos cuando mi madre se la pasa pegada con esos dos seres que trajeron luz a mi vida cuando pensé que todo estaba perdido porque perdí al amor de mi vida. Al segundo mes de estar en Miami, me empecé a sentir mal. Yo lo adjudiqué a mi estado depresivo pero no, eran ellos, una niña y un niño hermosos. Empecé a cuidarme, fueron mi luz en la oscuridad. Ellos sacaron a su madre adelante, el brillo regresó a mis ojos gracias a ellos y juré que nadie nunca les haría daño.

No he podido regresar al pueblo a firmar la compra venta ya que se presentó el parto, luego la cuarentena, después tener que acostumbrarme a ellos y ellos a mí, a crear una rutina para los tres. Hasta hace dos meses que por fin logramos esto último, pero no quise hacer que mis hijos estuvieran en un avión tantas horas. Así que tengo que ir sola, pero tampoco los puedo dejar. Soy una mamá gallina. Recuerdo la primera vez que tuve que salir. Le hablaba a mamá cada dos minutos para saber cómo estaban. Hoy, después de cinco meses, podemos viajar, pero en mi Range Rover. La acondicioné para que mis bebés fueran cómodos. Mis padres nos acompañaron. De ninguna manera iban a dejar a sus nietos. Malcolm estaba allá porque fue a visitar a su madre, así que nos veríamos más tarde. Ella quería conocer a mis hijos.

Tenía que ir a vender mí casa y a poner a nombre de mis hijos el terreno que su padre me dio. Solo espero no topármelo. No quiero ver en lo que se convirtió porque ahora soy feliz y no quiero que él arruine mi felicidad, como lo ha hecho otras veces.

Me presenté en el despacho del abogado con mis padres y mis hijos. Mis padres salieron un momento con los niños ya que necesitaban ser cambiados en lo que yo firmaba los papeles. Una vez acabada esta tarea, el abogado salió. Esperé para que regresara. Ya me estaba impacientando porque mis pequeños no tardarían en despertar y cuando lo hicieran sé que van a querer a su madre para darles comida. Cuando no comen rápido se ponen de muy mal humor, con ese carácter que sacaron de su padre y de mí. No me los imagino cuando crezcan. No podré con ellos. Me río sola pensando en eso. En ese momento se abre la puerta. Cuando estoy a punto de decir algo, mi garganta se queda cerrada y no puedo hablar ya que la persona que entra es la que menos esperé que se presentara ante mí hoy.

—Así que esta es la única forma que logré que regresaras, Savannah.

Me tenso. Tenía mucho que no escuchaba esa maldita voz y mi nombre de su boca. Cuando lo veo bien, no es el mismo Tanner se ve ojeroso, pero veo algo más. Me ve con demasiado detenimiento, me evalúa de pies a cabeza. Es normal. Si antes tenía curvas, ahora gracias a los gemelos, tengo más y mis pechos están enormes porque estoy amamantando dos bebes y la verdad es que estoy agradecida con mis hijos por eso, pero la mirada de Tanner es hambrienta, como de un león buscando su presa y me temo que la presa soy yo.

—¿Tú eres el comprador? Claro, ¿por qué no lo pensé? —Niego—. Me tengo que ir. —Intento irme, pero me toma del brazo. Se escucha la puerta y pienso que es el abogado, pero no. Es mi madre con mi hija que viene llorando porque es su hora de comida.

—Sav, la niña tiene hambre, ¿ya nos podemos ir?

Cuando se da cuenta con quien estoy se queda petrificada viéndolo a él, a mí y al bebé con un lazo rosa que trae en brazos. Para terminar de empeorar las cosas, entra papá con mi hijo. Tanner se les queda viendo. El niño, Samuel, se parece tanto a él, solo que con ojos grises y puntos verdes al igual que la niña, Samantha.

Tanner los ve fijamente y se me queda viendo a mí, como si no pudiera creer lo que ve. 


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