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34. Dolor.

Palabras: 1223

Autora: MadissonRu

SAVANNAH

Llegué al lugar donde tendría una cita con Weston. Al final había aceptado volver a salir con él, pero bajo mis reglas. Mi llegada al bar del campus fue como cualquier otra dónde era vista por quiénes se morían por saber quién terminaría la noche conmigo. Al final siempre me iba sola, pero me divertía viéndolos hacer todo por acaparar mi atención.

Recorrí con la vista el lugar, tratando de encontrar a Weston, pero no lo vi. En cambio me encontré con una mirada fría que intentaba esconder su furia. Tanner destacaba en este lugar y mis ojos no se apartaban de él mientras se acercaba.

—¿Tanner, qué haces aquí? Estoy creyendo que me sigues. —No pude evitar la pregunta mientras una sonrisa sarcástica aparecía en su rostro.

—Tenemos que hablar. —Tomó mi brazo y me llevó a una zona más privada del lugar.

—Dime qué haces en este lugar. Cuando vi a ese imbécil de Weston hoy, me dijo que saldrían y por un momento creí que mentía, pero estás aquí.

—No te metas en mi vida, Tanner Reed. Mejor preocúpate por tu novia. Yo sé cuidarme sola.

—¡No digas estupideces! —gritó, sorprendiéndome—. Claro que es asunto mío desde el maldito momento en que entraste a mi vida. Haz revolucionado todo para mí, Savannah. Es necesario que sepa de ti, que me entere de todo. No voy a dejar que un idiota bueno para nada se quede contigo porque está clarísimo que sigues siendo mía.

—¿Por qué no me dejas? —pregunté retirando algunas lágrimas—. ¡Déjame en paz de una maldita vez!

—Es simple. Eres todo lo que deseo en mi vida Savannah, pero al mismo tiempo eres a la única a la que no puedo permitirle tener acceso a formar parte de ella.

Mi corazón dolía al escucharlo decir que era simplemente un deseo carnal. Algo que tal vez se debía al físico y atracción que podía desaparecer en días, años o, como fue mi realidad, una sola noche. Era deseo. Nada que implicara sentimientos fuertes o un futuro, llevándolo a conocer a la persona que él creía correcta y perfecta, alejándolo del caos que yo representaba. Por mucho tiempo me mantuve fuerte e ignoré cuando veía cómo Tanner y Pauline se demostraban amor y fingían ser la pareja perfecta mientras que yo solo continuaba amando mis planos y salidas con chicos porque aunque mi corazón estaba destrozado entendía que debía continuar y vivir mi juventud. Al final, ¿a quien no le han roto el corazón?

—¿Por qué, Tanner?

—Porque tú eres la mujer que deseo como a nadie, pero no eres la mujer con la que deseo despertar y ver entre mis brazos cada mañana y noche, con la que deseo una vida tranquila sin revoluciones que alteren mis nervios. Simplemente tú no eres la mujer ideal para mí, Savannah.

—¿Pero Pauline si es la mujer correcta para ti?

Se quedó en silencio y aunque yo lo negara, me afectaba demasiado su respuesta. Era consciente que él quería ser una mejor versión para ella y de que yo sacaba lo peor de él y ella lo mejor. Para todos Pauline era perfecta, era mejor que yo y aunque me destroce el corazón, eso lo creía él, al igual que todos.

—He comprendido que no existe para mi otra mujer que sea perfecta, solo Pauline —dijo limpiando mis lágrimas—. Ella es lo que planee para mi futuro. A ella mi padre la adora. Ella quiere salvar animales y al mundo entero y yo quiero esa nobleza en mi vida. Quiero mejorar para ella, para todos. No quiero equivocarme al elegirte y que te termines aburriendo de mí. Quiero lo mejor para ti, Savannah, y claramente yo no lo soy por más que me idealices. Soy tan imperfecto que temo hacerte daño.

Escucharlo decir aquello fue una puñalada para mi corazón. Él creía que yo lo había idealizado y estaba muy alejado de la realidad. Yo lo había aceptado porque muchos de sus demonios también eran los míos, porque nuestra primera noche no solo marcó mi piel, sino mi corazón como nadie nunca lo hizo. Pero una vez más, Tanner tomaba decisiones que no le correspondían solo a él. Era muy inteligente y buen deportista, pero un estúpido eligiendo en el amor porque solo pensaba en la tranquilidad que le podía dar Pauline sin pensar que el caos que podíamos generar juntos podía ser maravilloso.

—Soy consciente, Tanner, de que no soy perfecta como Pauline. Nunca he querido ser perfecta como ella ni como nadie. He vivido mi vida como me place pero... —Sollocé—. ¿Qué es lo que me hace falta para que te enamores de mí para siempre? ¿Qué puedo darte yo además de mi ser? He comprendido que solo estoy mendigando tu amor y no lo merezco porque intento alejarme de ti y no me lo permites porque sigues cruzándote en mi vida una y otra vez.

—Lo siento pero no voy a dejarte ir, soy un maldito egoísta. Quise olvidarte, de verdad que lo intente cuando te cambiaste de habitación, pero cada día sin ti era más y más difícil hasta tornarse imposible. Estaba equivocado al pedirte que te fueras, cada día la soledad y tristeza crecían hasta aniquilarme, pensé que si te ibas podría sacarte de mi mente. Te necesito, necesito tu sonrisa, tu calor, tu voz. Sin embargo, no puedo dejar a Pauline. Ella me hace bien. Con ella todo es sencillo, pero contigo, Savannah, las cosas se complican cada vez que estamos juntos.

—Entonces esto es así: ¿tú puedes estar con Pauline, pero yo no puedo estar con nadie? —susurré, decepcionada—. De eso se trata esto. ¡Qué bien! Pues que sepas que aborrezco la idea de seguir atrás de ti, Tanner, porque no eres el centro del mundo. Solo un maldito cobarde que es el típico chico malo que cree que por estar con la chica buena va a estar todo bien. Déjame decirte que crees mucho en los clichés, pero esta es la vida real y las decisiones que tomas tienen consecuencias y acabas de perderme.

—Lamento ser el malo de la historia Savannah —dijo mientras lo veía negar—. No merezco que me ames, ni que quieras que forme parte de tu vida, pero soy tan egoísta que no puedo apartarte ni apartarme. Prometo que te haré olvidar todo lo malo que pasaste por mi culpa, pero déjame seguir a tu lado aunque no te pueda corresponder como desea —susurró mientras me abrazaba, a lo que no pude evitarlo y solté una risa cargada de ironía y dolor.

—No, no quiero olvidar nada —musité mientras él besaba mi cabello—. Quiero recordar que juntos somos un caos pero que separados somos dos demonios sin su infierno personal.

No dije nada más y solo dejé que las lágrimasfluyeran por mi rostro mientras escondía mi cara en su cuello. Y lo escuchabamurmurar cosas. Había acabado. No podíamos estar juntos, pero difícilmentealguno de nosotros estaba listo para decir adiós y cerrar nuestra historia. Pormás fuerte que el fuego te consuma en dolor, arrepentimiento y asfixia dejas atu demonio personal, a veces prefieres arder en las llamas sabiendo que estánde alguna manera juntos a pesar de todo, porque para infiernos personales tepresentaría a Tanner Reed.  

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