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30. SE SKÈFTOMAI PARÁ TA PROVLÍMATA.

♡ Palabras: 1785

♡ Autor: Patricia Mendez

TANNER

Lo húmedo y caliente que es estar dentro de ella se siente bien. No se siente mal o increíble. Su vagina aprisiona más mi pene. La pego aún más a la pared; sé que está a punto de correrse, así que acelero mis movimientos. Ella mordisquea mi cuello y pasea sus manos por mis abdominales. Su cabeza está en mi pecho, pero escucho sus súplicas mientras gemidos de mi nombre salen de su boca además de unas cuantas palabras indecentes que nadie, conociéndola, creería que fuese capaz de pronunciar.

Porque la conozco sé que ya va a llegar a su clímax así que, doy estocadas más profundas.

—Solo un poco más. —Mi voz sale un poco más ronca de lo esperado.

Es demasiado tarde. Ella se ha corrido, así que camino y la dejo en la cama, saliendo de ella y viendo su coño aún palpitante, viéndola retorcerse con los efectos placenteros del orgasmo en su cuerpo. Voy al baño y con mi mano masturbo mi polla, pensando en lo bien que se veía, pero una imagen borrosa de una chica usando un tanga negra de encaje con cintas en la parte trasera viene a mi cabeza. Otro recuerdo ataca mi mente: el de la mejor mamada de mi vida, viendo cómo sus pechos redondos y perfectos rebotaban entre sí. Con ello y simulando cómo se sentía estar con ella con mi mano, mis músculos se tensan. Apuesto que se me marcan las venas. Mi longitud está poniéndose más dura. Luego, por alguna razón, rememoro los gemidos de Savannah que se escuchaban en Corpus al otro lado de la pared, cuando obtengo mi liberación. Luego siento mi respiración agitada y mi pulso acelerado, aunque el máximo placer sigue en mi cuerpo.

Solo de volver a pensar en ello me pongo duro nuevamente.

—Joder —mascullo en tono bajo.

—¿¿Amor? ¿Estás bien? —Habla Pauline al otro lado de la puerta

—Sí, ahora voy —digo, regulando mi voz, pero esta afortunadamente me sale bien.

Me paso las manos por la cara en señal de frustración. Vuelvo a pensar en Sav y la chica misteriosa, pero esta vez suprimo los recuerdos ya que estoy con alguien maravillosa, lo que siempre quise, pese a que ahora no me satisface por completo. Apuro en limpiar mi semen y salir del cuarto de baño. Observo a Pauline cambiarse, aún sonrojada por el sexo que hemos tenido. Yo, por otro lado, ya no estoy agitado ni sudoroso como ella lo está. Gruño, molesto por lo bajo, al darme cuenta de que mi camisa está arrugada. No quiero hacerla sentir mal, así que solo la aliso con mis manos un poco y vuelvo a ponérmela. Alcanzo mi bóxer, pero cuando termino prosigo con el pantalón. Por último, introduzco mis pies en los calcetines y zapatos.

Ahora que Savannah se ha ido, mi novia y yo tenemos más tiempo para follar sin restricciones. Veo que está lista, así que nos dirigimos al campo de fútbol americano. Hoy tenemos un juego importante contra los Cougars, uno de los rivales menos mediocres que tenemos, y aunque es un partido amistoso con el objetivo de una recaudación de dinero para los orfanatos de Austin, estarán algunos entrenadores de equipos importantes, por lo que tenemos que dar el doble de esfuerzo por aquellos compañeros que esperan ser reclutados por estos. Al llegar ahí Pauline se queda junto con otras chicas novias de mis jugadores, yo, por mi parte, me dirijo a los vestidores. Cambio mi ropa por el uniforme de mi equipo y hablo con algunos de los chicos. Cuando anuncian el inicio del partido, salimos. Observo a nuestro alrededor afuera. Las bancas correspondientes a nuestra universidad están todas ocupadas, los de Houston: no tanto. Sonrío con autosuficiencia, seguro de brindar la victoria otra vez al equipo de fútbol.

Vamos empezado el partido, pero, como predije, tenemos una ligera ventaja sobre los del otro bando. No es mucho, así que me esfuerzo por tener una mejor puntuación que ellos. Estoy tan concentrado, pero todo cambia cuando un jugador realiza una intercepción, se la pasa al imbécil de Johnson y este señala con su mano a una dirección específica. Mi atención es dirigida ahí, encontrándome con Savannah, quién hoy al parecer decidió venir al partido en modo apoyando al enemigo. La alcanzo a divisar con un sombrero vaquero, un top blanco, cadenas en forma de collar, que cuando salta sus tetas rebotan, dando todo un espectáculo. También lleva un abrigo rojo y un pantalón del mismo color. Me parece que en los pies unas botas. Definitivamente sabe cómo marcar y gritar a todo el mundo que ella está ahí, pero veo que corresponde al señalamiento del jugador mandándole un beso. No puedo creer esto.

Jodida Savannah, jodido y estúpido Johnson, que les den a ambos

¿Cómo se atreve a corresponderle al banco contrario? ¿Cómo nos da la espalda a todos así? ¿Por qué lo apoya? ¿Por qué no está aquí como siempre apoyándonos a todos, a mí? Es una idiota. Me enfurece que le dé la espalda a Pauline, que ha estado triste porque su ex compañera de cuarto al parecer la ha estado evitando al igual que a mí, pero al parecer tiene demasiado tiempo libre y lo usa para vengarse por lo sucedido en Corpus Christi cuando debería agradecerme. Le he dejado claro todo y si esto es para hacerme sentir jodido, está muy equivocada. No la quiero. Yo amo a Pauline, la mujer perfecta, con la que siento paz y tranquilidad, estabilidad, saca lo mejor de mí ya que me hace sentir bueno dentro de lo roto que estoy.

*****

Odio esto. Savannah no ha dejado de gritar como una fangirl y de seguirle el juego al idiota de Johnson. Incluso la han puesto en la pantalla celebrando con otra chica. Solo falta que ambos follen delante de todos, así que aunque quiera ignorarla, aparece en el televisor cada vez que el capitán del equipo rival la señala para hacer un jodido pase perfecto mientras yo estoy distraído y furioso. Me siento como un puto adolescente y eso es una gran debilidad.

Estoy decepcionado de que he hecho mi peor partido.

Fallo una y otra vez. Estoy frustrado. ¿Hasta cuándo la chica de cabello negro va a seguir así? Le dejé claro las cosas, la herí con palabras que debían humillarla y hacerla sentir la peor escoria por hacerle eso a su amiga, para que se rindiera, pero es tan estúpidamente necia que sigue aquí. Ella no es feliz enamorada de mí, entonces, ¿por qué se empeña en quererme?

¿Qué la hizo obsesionarse hasta este punto?

Me siento como un infeliz y esas palabras que dije en Corpus Christi definitivamente me hacen un idiota. Aún recuerdo su mirada vulnerable y profundamente triste. Sus ojos se mostraban sinceramente heridos. El recuerdo de ellos impide que duerma. Los tengo en mi mente tan clavados que calan demasiado. Esto no puede seguir, pero sé que una parte de mí se arrastraría a sus pies si sucumbo a ella, lo que no voy a hacer, no hoy, no mañana, no en mil años. Esa es mi parte racional, la que me grita que no puedo hacerle eso a Pauline. Ella es tan buena. Ingenua. Ella que siempre ve la luz en los demás aunque estemos destrozados.

Eso es lo que no quiero perder.

Cuando acaba el partido, no solo estoy enfadado, sino avergonzado con todos los del equipo. ¿Cómo exigirles si yo no pude en este partido? Es un fiasco el marcador, que está favor de los Cougars con treinta y tres, en cambio nosotros acabamos con la puntuación perdedora de veintiocho. Todos lo que vinieron a apoyarnos están decepcionados, por lo que no puedo ver la risa y burla en sus caras. Voy en dirección a los vestuarios, no me quedaré para ser el payaso de este circo. Veo que Pauline intenta acercarse diciendo que está bien, pero qué ciega es ella; nada lo está, que me esforcé y eso es lo que cuenta aunque estaba distraído. Quiero gritarle que no me esforcé en lo absoluto, que su supuesta mejor amiga que la ignora es la responsable de mi distracción, pero en cambio solo le digo que no es buen momento. Soy una bomba andante y, sin embargo, lo último que quiero es herirla a ella también. Sé que valdrá la pena.

Sé qué debo hacer, lo que le debo, así que más vale hacerlo pronto.

*****

—Te acostaste conmigo la noche antes de ir por Pauline —lo revela de manera fuerte, pero yo estoy en shock, es imposible, pero entonces la chica de la tanga negra es ella. Diablos, Savannah. Al día siguiente al parecer lo olvidaste: cuando me desperté estabas buscándola por todas partes. —Recuerdo que estaba al lado de Pauline el día que el chico las llevó a la fraternidad, pero ella se marchó rápidamente—. Yo sabía que era solo sexo, pero no pude evitar preguntarme todos los días que tenía ella que yo no. —Quiero decirle que nada, que es perfecta y lo tiene absolutamente todo, pero no lo hago—. Luego vi que eras genuinamente dulce con Pauline, me di cuenta de que no eras solo un idiota más, comencé a notar cuando realmente me gustas y me obsesioné. —Solo pienso una cosa en este instante—. He intentado deshacerme de ello, pero no puedo. —Sospecho que se porque cuando le ordene que se cambiara de habitación no puso peros, veo que se hecha a llorar más y el agua salada traza su camino por sus mejillas—. He estado con chicos. —Recuerdo perfectamente al hijo de papi de West, el seguimiento del juego de Johnson y la recién follada en mi cama, sobre mis sábanas con el idiota de Ibor—. He intentado enfocarme en mis estudios. —Lo sé, apareces casi siempre en el periódico junto a mí—. Incluso me mudé de habitación —confirma mis sospechas—. Pero continuas apareciendo —sigue y oficialmente soy el pero ser humano de la faz del planeta Tierra. Inconscientemente retrocedo, demasiado confundido. No proceso todo, ella para y el silencio es tan tenso, pero al parecer no tiene problemas con seguir hablando—. Así que entiendo perfectamente a lo que te refieres cuando dices que saco lo peor de ti porque también sacas lo peor de mí. Hiciste estragos mi amistad con Pauline. —Perdóname—. Mi autoestima. —Lo siento—. Y mi corazón.

En verdad estoy arrepentido.

Pero todo lo que pienso se queda en eso, solo pensamientos mientras miro cómo ella sale por la puerta de mi habitación. Quiero seguirla, pero sé que es mejor de esta forma.

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