3. El demonio que Tanner lleva dentro.
♡ Palabras: 1460
♡ Autora: EndrinaAlba
GORDON
Justo al cerrarse la puerta de la habitación, escucho la voz de Anahí al fondo preguntándome.
—¿Es cierto? ¿Tú no me amas? ¿Soy un juguete para ti?
En cuanto la escucho decir más de lo mismo desconecto mi cerebro, dejándola de escuchar, voy al balcón y logro ver a Savannah hablando con la chica encargada de la vigilancia de los dormitorios. Espero que no le diga nada de lo que ha pasado, ella tiene mucho que perder porque cuento con la boba de Anahí para que me defienda, pero sería difícil todo el problema en la universidad. Veo que hablan, hablan y en algún momento ella llama a alguien, asumo que buscando apoyo. Sin siquiera esperar a que llegue ese alguien se quién será. No muchos se dan cuenta, pero he visto las miradas de Tanner hacia Savannah. Tiene colgando del brazo a Pauline, una mujer que brilla por su bondad, por sus ojos puros, pero él ve con deseo a Savannah, con anhelo, y lo entiendo. Es bella, sí, pero no como la mujer que tiene al lado.
Sin necesidad de esperar por mucho tiempo veo cómo llega Tanner en su Raptor a recogerla, la examina con la mirada, la cubre con una chaqueta y va directamente a hablar con la chica encargada de la vigilancia. Ellos conversan un rato y veo como él se pone rígido, lleva a Savannah a la camioneta y al cerrar la puerta, mira fijamente el camino del edificio y empieza a caminar hacia los apartamentos. Sé exactamente qué hará y lo estoy esperando, quiero que Pauline vea lo débil que se convierte Tanner con tan solo una llamada de Savannah, quiero que conozcan hasta donde es él capaz de llegar. No es tan perfecto como aparenta ni tan bien portado como quiere hacer creer con su nueva faceta. Yo lo conocí en sus inicios, en sus primeros días la universidad. Si a mí me pueden considerar malo por lo que le hago a Anahí, él es peor. Al menos yo solo juego con una y se quién es y me hago responsable. Él olvidaba sus nombres, sus rostros y lo que les hacía. Simplemente se drogaba y dejaba suelto a sus demonios y ahora todos lo ven como el perfecto Tanner Reed.
En pocos minutos se escucha el golpe de la puerta. Anahí, que esta en el sofá llorando, se pone de pie y me mira con sus estúpidos ojos llenos de locura y miedo. Ella necesita de un psicólogo, pero no lo sabe y yo no la voy a ayudar. No es mi problema. Le digo que vaya al cuarto mientras yo resuelvo unos asuntos pendientes.
—Abre la puerta, Gordon, no querrás que la tumbe.
Tanner no está gritando, pero su voz se escucha como el domino que yo conozco y que nadie parece recordar. Para no perder el tiempo voy y abro la puerta y me quedo ahí sin dejarlo entrar. Lo veo directamente a los ojos entonces.
—¿Qué necesitas, Tanner? Tu amiguita Savannah no está aquí. Se ha ido porque al parecer no se sintió cómoda con las cosas en esta habitación.
Tras mis palabras, veo cómo aprieta sus puños y de inmediato estampa sus manos en la puerta y se acerca a mi rostro.
—Eres un maldito, sabes que nada de eso que hiciste era necesario, ¿qué es lo que te propones?
Lo observo por unos segundos sin responder porque me gusta ver cómo sus ojos se ponen más profundos y cómo su respiración se acelera. Solo quiero que explote su demonio, que la gente vea lo podrido que puede llegar a ser.
—Tanner, no hice nada. Le dije a mi novia lo que sé que en el fondo Savannah quería, pero por lo que aún no había dado el paso. Eso es algo que con el tiempo seguro iba a pasar, la conoces, no es más que una mujer que disfruta calentando camas, ¿no es verdad? —Al terminar de hablar veo cómo se desata el demonio. Inmediatamente también veo venir el golpe directo a mi rostro. No lo detengo porque esto es lo que quiero. Con el impacto de su puño pierdo el equilibrio y caigo de espaldas al suelo. Logro soportar la caída con los brazos y siento el tirón en mi muñeca al instante. Tanner se arroja a sí mismo encima de mí. No me da tiempo de reaccionar cuando impacta otro golpe en mi cara. No puedo evitarlo. Se me sale una sonrisa—. ¿Cuánto tiempo guardando tu demonio, Tanner? Pensé que lo podrías haber olvidado.
Esto se lo digo escupiendo la sangre que tengo en la boca. Mis palabras lo ponen en peor estado. Me agarra de los hombros y me estampa contra el suelo. Esto me hace perder los sentidos por breves segundos y cuando vuelvo abrir los ojos, Tanner vuelve a golpear mi cara. Ya mi ojo derecho no lo puedo ni abrir, la boca la tengo rota y solo brota sangre y más sangre, pero él no para de golpearme mientras me habla.
—Quizás yo tenga un demonio por dentro, pero no disfruto de lo que hago. Eres un sádico. No entiendo como lograste salir del pueblo de dónde vienes. Las escorias como tu deberían pudrirse en la mierda tal cual el sitio donde naciste.
Ya en este momento me doy cuenta que Tanner está fuera de control. Intento llamar a Anahí para que lo detenga, pero no logro hablar. Tumbo con mi mano libre lo que hay en la mesita tras mi cabeza e inmediatamente Anahí sale de la habitación.
—Tanner, ¿qué haces? —Anahí grita—. Para, por favor, ¡vas a matarlo!
Anahí no deja de golpearlo por la espalda y Tanner no deja de golpearme a mí. En un momento creo que ya no veo por ninguno de los dos ojos. Tanner para, siento como se levanta, e inmediatamente tengo a Anahí encima de mí tratando de ayudarme, pero lo que hace es hacerme más daño. Me quejo y ella aparta sus manos. Escucho los pasos de Tanner detenerse, pasan unos segundos mientras Anahí sale corriendo a buscar pienso que su teléfono y él habla.
—Esto es poco, ¿lo entiendes?, debería matarte, pero no pienso ensuciarme más las manos con escorias como tú, pero al menos me voy a asegurar que tu lindo futuro en la temporada no vea vida. —Lo siento cuando se acerca a mí, no me puedo mover, y con su bota pisa mi mano en el piso, sin evitarlo pego un grito de dolor, escucho los pasos de Anahí, viene corriendo.
—Para, Tanner, ¿qué haces?, su mano, no podrá jugar. ¡No, para, por favor!
Como lo conozco sé que no se va a detener. Yo solo aguanto el dolor como más puedo y él no se detiene hasta que escucha algún hueso de mi mano romperse. Entonces la complace y le dice algo más a Anahí.
—Quisiera decirte que mereces más, de verdad quisiera, pero te has dejado convertir en tan poco cosa, viviendo a través de lo que esta escoria te de dice y te da para poder lograr sentirte bien, que no haré nada contra ti porque eres solo una estúpida sin autoestima que él logro dañar más, pero te advierto si estás a un metro de Savannah y yo me entero, desearás no haber nacido.
Sin decir más, escucho sus pasos, el golpe de la puerta al cerrarse y un silencio, un profundo silencio, luego. Finalmente siento que se acerca y me dice:
—Esto es lo último que haré por ti, llamaré a los médicos y después de ahí puedes morirte si quieres. Ya me has dañado demasiado. Mi vida es un asco desde que te conocí. Antes estaba mal, pero contigo me siento como en un hueco sin luz, esperando que me des un poco de pan y agua para poder vivir tal como si fuera un perro. No puedo más con esto.
Se aleja de mí, habla por teléfono con los paramédicos y al rato llegan. Me duele todo el cuerpo, pero sé que a pesar de todo Tanner y todo el mundo verá el demonio que tiene por dentro. Me suben a la ambulancia e inyectan algo en mis venas. Sin poder controlarlo, me voy quedando dormido, pero sé que al menos Tanner cada vez que piense en Savannah va a pensar en lo hondo que puede llegar por ella y se dará cuenta lo podrido que está por dentro. Aunque hoy piense que soy una escoria como me dijo, todo esto le recordara quién es él y de lo que ha sido capaz. Antes de dormirme en lo único que puedo pensar es que se lo merecía, ya que nunca debió meterse con Pauline.
Mi Pauline.
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