27. Hades.
♡ Palabras: 2058
♡ Usuario: Oliviamgomeza
No gastes mensajes, en quien no te responde. No gastes palabras, en quien no las escucha. No gastes tu vida, en quien no la merece.
Son las ocho de la mañana y no puedo dejar de mirar la ventana de mi oficina. Estoy tan nerviosa. Es hoy. Un día como este, un veintidós de noviembre, Tanner regresó con Pauline aun cuando tres meses antes estaba rogándome tener algo formal con él.
Irónico. Pauline solo llegó con muchas promesas, algo de manipulación y fue el camino más fácil para Tanner. Lo único que me hace sentir mejor es que perdió tres meses detrás de mí y eso no lo recuperará jamás.
¿Dolió?
Claro que dolió, como si me hubieran sacado el corazón. Aunque dije y juré no ilusionarme con toda esta obra de teatro, lo hice. ¿Cómo no lo haría? Tantos años esperando una señal, una oportunidad, admirándolo tan cerca y a la vez tan lejos. La obra que parecía sacada de mis más profundos sueños, resultó ser una cruel comedia. El chiste fue mi cara.
Yo no lo entiendo y a la vez sí. Intenté darle tiempo de sanar, intenté hacer que él se ganara la oportunidad, pero llega Pauline con un mar de lágrimas y él cambia como si los tres últimos meses fueran una vil mentira, una porquería. Como si nunca la hubiera engañado, como si ese divorcio que me metió por los ojos fuera solo eso, un papel.
Y justo hace un año, el veintidós de noviembre, Pauline volvió a quedar embarazada para en dos meses después, perderlo, solo que esta vez no por ella. Fue un aborto espontaneo, pero como la vida es un dulce Karma, justo hoy, veintidós de noviembre, le daré la noticia a mi novio de dos años que estoy esperando un bebé suyo.
Irónico, demasiado.
Casualidad, no lo creo.
Sorprendida, mucho.
Feliz, muchísimo.
—Savannah, ya llego la cajita que pediste —dice Isla, sacándome de mis pensamientos.
Por primera vez dejo de ver la dichosa ventana y la observo. Tiene un vestido rosa pálido con unos lindos tacones plateados. Sin duda a Isla, más que a nadie, le han servido para bien estos tres años. Está preciosa.
—Oh, fabuloso —respondo—. ¿Te he dicho que eres la mejor asistente personal del mundo?
Lo único que hace es rodar los ojos y seguir con el papeleo. La vida fuera tan triste si no pudiera molestarla. Me anima las mañanas. Hace un año cambié de oficina. Como todo el mundo, yo evolucioné. Pude hacerme más conocida. Ahora formo parte de una de las 20 mejores empresas de arquitectura a nivel mundial. Fue un evento que esperé tanto y por el cual luché mucho. Cuando más desesperada estaba, muchas puertas se abrieron. Gracias a esto pude cambiar a una oficina mucho más grande y sin paredes de vidrio y traje a Isla.
Isla ha sido un gran factor en estos tres años. Creo que es la primera que puedo llamar sin dudas, amiga. Me he apoyado mucho en ella y ella en mí. Somos un buen equipo.
—Savannah.
—¿Si?
—¿Dónde estás?
—En tu corazón, alma y vida.
—Ok. —Su voz enojada se hace escuchar—. ¿En qué diablos piensas? ¿Al menos sabes cómo se lo vas a decir?
—Claro, le diré vas a tener una cría —suelto mientras hago comillas con mis dedos.
—¡Oh mi dios! —Suelta una muy indignada isla.
—Relájate, Hawái. Será algo genial, lo prometo —digo para que se calme.
—No me digas Hawái. Sabes que me molesta. —Un dulce puchero se forma en su cara.
—Está bien, Hawái. —Sigo para molestarla solo un poco más.
Ella solo gruñe, tal cual perro rabioso.
Me rio mientras recojo todo. Hoy será un gran día. Esta chica maravilla lo hará fabuloso. Antes de cerrar la puerta me despido de Isla con una sonrisa para seguir mi camino al ascensor. Mientras bajo me encuentro con unos compañeros de trabajo. A pesar de que son amables, de que hemos salido un par de veces, siguen siendo solo eso, compañeros de trabajo. Si no fuera por Hades, Isla y Ryland, estaría bastante solitaria.
Al llegar a la recepción, una emoción y nervios se apoderan de mi cuerpo. Mis pasos son seguros. Aunque todavía no me como al mundo, justo hoy voy a comerme a Hades y eso es bastante satisfactorio. Cuando ya estoy en el estacionamiento, veo su Lamborghini rojo y escandaloso como él. Me acerco lentamente aunque estoy muy segura de que él ya me vio. Me detengo frente al auto y él solo baja la ventana.
—Toc, toc —digo para empezar con algo muy nuestro.
—¿Quién es? —Suelta bastante divertido.
—Él.
—¿Él? —pregunta, confundido.
—El amor de tu vida.
Aunque su cara se pone seria, sus ojos son pura diversión.
—¿Quién te dijo esa gran mentira? —dice para después sacarle el seguro a la puerta.
—Ese sujeto que mientras lo hacemos me dice que para esclavo divino, él.
—Bueno, no puedo argumentar contra eso.
—¿Soy el amor de tu vida?
Aunque lo pregunto en broma, la verdad es que quiero saber.
—Cielo, tú eres eso y más —respondo con voz dulce.
—Te amo.
—Y yo a ti —dice mientras suspira—. ¿Hiciste la reservación?
Sí, sabía que algo había olvidado.
Al parecer me enfoqué demasiado en la noche y muy poco en el día.
Lo miro con cara culpable mientras digo la verdad.
—No, lo siento. Lo olvidé por completo.
—Tranquila, amor, me alegra. Tengo planes para nosotros.
—¿Qué clase de planes?
—Planes que solo un tipo genial como yo puede hacer —suelta mientras sigue mirando la carretera.
Suelto una risita.
—Mi vida, los dos sabemos que la más genial de aquí soy yo —le digo para luego tirar mi cabello hacia atrás.
—Claro, Miss ego.
—¿Cuánto falta para llegar?
—Mmm, unas cuantas horas, pero si te duermes, te grabo —advierte lentamente.
—Eso no es muy justo de tu parte.
—La vida no es justa. Déjame disfrutar de tu compañía.
—Lo intentaré.
Le sube el volumen a la radio mientras salimos de Austin. Miro como los árboles pasan mientras salimos de la ciudad. A veces pensamos que nunca seremos felices, que todo es un sueño, algo que las personas se dicen así mismas para poder tener un poco de paz en sus vidas llenas de monotonía. Sin embargo, yo pienso que aunque no todo el tiempo es felicidad, siempre existen esos pequeños momentos donde la excitación y alegría te llenan el sistema nervioso.
Muchas veces sentí que no era suficiente, que Tanner no me quería porque no era esa chica para tener una familia perfecta, que las personas me criticaban por vivir mi vida sexual al máximo y eso me minimizaba como mujer ante la sociedad, aunque siempre tuve buenos argumentos para defenderme. Dejé de pensar en ello mientras pasaba el tiempo, mientras más cuenta me daba que todos quieren tener el único comentario o argumento válido de cualquier tema. De que la gente ya debería dejar de tomarse las cosas de manera tan personal y empezar a construir su vida según sus propios criterios, sin sentirse más o menos que los demás, somos libres de pensar y hacer lo que queramos. Nadie tiene derecho a juzgarte por tus errores o por tu forma de vivir.
Entonces tuve paz.
*****
Son las dos de la tarde y seguimos en carretera. Hace una hora paramos para comer en una cafetería de una gasolinera, pero todavía falta para llegar. De lo único que me quejo es del dolor de culo, del resto, estar con Hades me da una paz infinita.
Dissolve de Absofacto se escucha en la radio y enseguida giro mi cabeza para verlo. Él la está cantando mientras su cabeza hace un leve movimiento con la melodía. Yo no puedo evitar recorrerlo. Su cabello cobrizo casi naranja no está ni tan corto ni muy largo. Esos ojos verdes brillan mientras ve la carretera. Su cuerpo de uno noventa, siendo musculoso sin parecer exagerado. Ante mis ojos, perfección: un sueño. Él voltea para mirarme unos segundos y volver a ver la carretera.
Entonces caigo en cuenta que todo lo que necesito esta en este auto con un destino desconocido, pero con mucha ganas de seguir.
Empiezo a cantarla con él, esta canción significa mucho. ¿Cómo no recordar cuando terminé bailando en un bar de prostitutas, borracha y triste porque no me tomé muy bien que Señorita Perfecta regresara con Señor Familia Feliz? Hades no estaba mejor. Acababan de echarlo por pelear con un tipo que se quería sobrepasar con su hermanita menor y conmigo. Los tres acabamos afuera del bar; él enojado, su hermana asustada y yo borracha. Entonces por los parlantes se escuchaba aquella canción. Como si el universo lo quisiera, los tres empezamos a cantarla. Al terminar ofreció llevarme a mi casa. Llevamos a su hermana a la casa de sus padres para después seguir a la mía, pero entonces volvió a sonar aquella canción y me dijo si quería ir a dar una vuelta con él yo ya menos borracha acepté. Fuimos a un disco donde la mayoría de las canciones eran salsa. Bailamos, nos besamos y me llevó a mi casa.
Seis meses después, en una fiesta de sociedad, nos encontramos. Yo como la nueva en la empresa de arquitectura y él como dueño de dicha empresa. Todo se alineó, las cosas pasaron y ahora estamos aquí.
Estoy cansada y no puedo evitar que mis ojos se cierren.
*****
El pitido que llega a mis oídos me hace despertar asustada.
Veo a Hades conducir a una gran velocidad.
El sol se va a meter. Deben ser como las seis de la tarde.
—¿Qué pasa? —pregunto, preocupada.
Él no me responde y dos autos nos interceptan, llegando otros dos más, haciendo una especie de círculo alrededor de nosotros. Esto me asusta. Estoy nerviosa.
Estos obligan a Hades a bajar la velocidad hasta emboscarnos, puedo ver como una especie de militares se baja de los autos y tocan la ventana de Hades, diciendo que debemos bajarnos o no responden. ¡Maldición! Yo no respondo debido al miedo. Creo que puedo orinarme ahora mismo, Hades me abre su puerta y baja. Yo le sigo. Estaré miedosa, apunto de hacerme encima, pero no les daré el placer de verme así. Apenas bajo veo que estamos en una carretera secundaria. Si nos quieren matar, violar o secuestrar no hay a quien pedirle ayuda. Tampoco árboles donde esconderse, si es que somos tan estúpidos, porque siento como llegan tres camionetas más. Son unos cuarenta contra tres. A menos que nos transformemos en las chicas súper poderosas, no vamos a poder con ellos, cosa que dudo.
Uno de nosotros ni siquiera ha nacido.
Nos obligan a apoyarnos del auto rojo mientras nos esposan. Puedo ver cómo uno insulta a Hades en un idioma que reconozco como ruso mientras le abre la camisa y le saca un paquete que tiene... ¿droga? Oh, genial. Ahora el padre de mi bebé es un delincuente.
Qué suerte tan culera la mía.
Sueltan a Hades y él abre el paquete, destrozándolo mientras encuentra un ¿anillo?
Hades se acerca a mí para luego arrodillarse.
Estoy impactada.
—Eres lo más maravilloso que me ha pasado y quiero pasar el resto de mi vida contigo —dice despacio y algo asustado—. ¿Quieres casarte conmigo? —suelta por último.
Yo estoy asustada, nerviosa, impactada, pero muy feliz.
No sé ni que carajos decir. Tomo aire y lo primero que digo es:
—¡Casi matas a tu hijo, imbécil! ¡Qué puto susto! —le grito, para luego abrazarlo—. ¡Acepto!
—¿Voy a ser papa? —me pregunta, impresionado.
—Si no lo mataste, sí.
Él me mira, mortificado.
—¿Estás bien? ¿Debemos ir a una clínica? Lo siento tanto, yo no sabía.
Lo interrumpo con un beso.
—Él está bien. Estamos bien —susurro para calmarlo y porque sé que exagere.
Los militares se quitan los gorros. Puedo notar que algunos son amigos de Hades. Otros al parecer sí son militares. Vienen a abrazarnos y felicitarnos. Empieza a sonar nuestra canción, juegos artificiales. Es un sueño.
Siento como Hades me carga mientras sus amigos nos mojan con licor. Esto es felicidad. Él me besa mientras yo solo pienso lo afortunada que soy. A veces hay que dejar el pasado atrás y caminar hacia el futuro.
Todos merecemos amor,
Espero y les guste, con cariño,
Oliviamgomeza.
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