25. Intentando sacar de mi sistema a Tanner Reed.
♡ Palabras: 1444
♡ Autor: Karina Soto
Sé que tal vez suene estúpido el hecho que quiera sacar a Tanner de mi sistema y vaya hacia un partido que juegan los Longhorns contra mi equipo local, los Cougars de Houston, pero esas son mis intenciones. Me visto con un pantalón de mezclilla, un top blanco con una cadena que va de mi cuello, pasa por el medio de mis pechos y se cierne a mi cadera, con una chaqueta roja y unos tatuajes plateados en los brazos. Llevo mi cabello en dos trenzas de boxeador, mis botas negras de tacón altas hasta mis rodillas, maquillaje sombras de color rojo con una estrella dorada en mis cienes delineado negro y labios rojos como cerezas con mucho brillo.
Llego a las graderías del estadio, donde ya están llegando los espectadores del partido. Los del equipo de Austin me miran de una manera no muy agradable. Salen los dos equipos y sin contener mis ganas, dirijo mi mirada hacia el mariscal de los Longhorns. Tanner se ve tan lindo con el uniforme, pero al otro lado del campo veo a un hombre con el equipo y distinción de quarterback del equipo de los Caugars. Él me deslumbra increíblemente y me encuentro comparándolo mentalmente con Tanner. Se gira, me lanza un beso y me señala. Es demasiado sexy. Me giro ya que siento que me tocan el hombro. Es una nena de cabello castaño largo, ojos mieles y está sosteniendo una pancarta para apoyar a los Caugars. Me explica que es la novia del lanzador del equipo. Al rato estoy hablando con ella como si nada y sosteniendo su pancarta de la otra esquina.
El partido comienza. El mariscal de los Longhorns me mira con el ceño fruncido y el de los Cougars con una sonrisa hermosa y grande. Desde donde estoy logro ver bien el color de sus ojos. Son de un azul profundo con pequeñas motas de color violeta. Sus labios son súper besables y rellenos. Tiene el mentón cuadrado, el cabello de un café cobrizo corto, el cual despeina pasando sus grandes manos por él antes de colocarse el casco. Es una montaña de músculos, un poco más que Tanner, de estatura diría unos cuantos centímetros más alto, pero da igual. Es un Adonis.
Comienza el partido y van ganando los Longhorns. En una jugada inesperada el balón cae en manos de los Cougars, más específicamente en las manos de Johnson, el cual hace un touchdown dedicado a mí ya que se voltea y me señala. La chica a mi lado me mira y con una sonrisa me dice:
—Johnson te tiene en la mira y no suelta el hueso hasta que lo roe.
—¿Qué tanto lo conoces?
—Es un buen chico, solo que un poco mujeriego. Respeta mucho a las mujeres ya que se crio solo con su madre y cuatro hermanas. La que logre atraparlo va a ser muy dichosa.
—Ojalá también lo haga feliz porque ese bombón lo merece.
El partido transcurre entre jugadas de ambos equipos habiendo pasado a la delantera los Cougars y cada touchdown que hacía Johnson era dedicado a mí. Desde donde se veía Tanner hervía de cólera, pero no podía hacer nada ya que él le pertenece a la buena y dulce Pauline. Seguí con la mirada fija en Johnson hasta finalizar el partido con un marcador de los Longhorns 28, los Caugars 33. Ellos salen del campo directo a los camerinos, me imagino a ducharse y cambiarse. Me quedo con la nena que estaba, la cual al final me entero que se llama Andreina y el novio se llama Marcus. Cuando él llega hasta donde Andreina, me levanto, dispuesta a irme, pero una mano sostiene mi muñeca y me detiene en mi intento. Me giro y veo a Tanner, que me observa con incredulidad por los colores que estoy vistiendo. Niega sin emitir palabra y aprieta su agarre. Me está lastimando y gimo de dolor.
—Tanner, me lastimas, suéltame.
—¿Por qué debería de hacerlo? Tú vas con migo —dice, jalándome de la muñeca.
Como puedo me suelto. Paro en seco y espero a que se gire a verme. Cuando lo hace veo sus ojos oscurecidos de la furia.
—¿Qué te sucede?
-—¿En serio me preguntas eso? Más bien dime tú qué fue ese espectáculo que diste con Johnson. ¿De dónde mierda se conocen?
—¿Ahora resulta que te debo explicaciones? Perdón, pero no soy Pauline. Soy Savannah y no soy tu novia ni nada que se le parezca.
—¿De verdad no te das cuenta de cómo me tienes?
—¿Y cómo te tengo, si se puede saber?
Veo una sombra masculina acercarse tras Tanner y escucho que dice:
—A mí también me interesa saber cómo te tiene, Reed.
Tanner me empieza a jalar de nuevo, a lo que me responde la pregunta.
—Me tienes muerto de celos, Sav. No puedo concebir que Johnson te esté lanzando besos, dedicándote todos sus touchdown.
—Pues lo siento mucho, Tanner, pero no me interesa si te gusta o no.
En un impulso, supongo de impotencia, me empuja contra una pared y se acerca a besarme, a lo cual yo le digo que no. Sin embargo, sigue con su acercamiento hasta que un movimiento brusco lo aparta de mí, lanzándolo al otro lado.
—Suéltala, ¿no escuchas que no quiere?
Cuando levanto la mirada veo a Johnson discutiendo con Tanner. Lo veo apuntarle con un dedo amenazador. Se acerca y me pregunta si estoy bien, a lo cual le respondo que gracias él, sí. Segundos después no sé qué sucede. Ambos se están dando una paliza a muerte hasta que me interpongo y los alejo, llevándome con migo a Johnson. Escuchando a Tanner llamarme, nos dirigimos hacia mi cuarto, el cual gracias a Dios queda a unos pocos pasos del estadio. Al entrar lo hago sentarse en mi cama. Voy al baño por mi botiquín. Llego hasta la cama, me agacho en frente de él, sacando el alcohol, y cojo una mota de algodón. Lo impregno de él y le empiezo a limpiar las heridas. Él no me quita la mirada ni un segundo, por lo cual le pregunto:
—¿Qué sucede?
—Preferiste traerme a mí que a Reed, con quien se ve que llevas una relación muy estrecha.
Niego.
—No te equivoques, Johnson. Tanner y yo nos conocemos ya que él es el novio de mi mejor amiga: Pauline. Solamente por eso.
Me mira fijamente de nuevo y sin darme cuenta, me tiene recostada contra la cama, besando mis labios y acariciando mi mejilla con un brillo extraño en los ojos. Lo detengo y le pregunto qué hace. Me responde que besando a la mujer que le gusta. Le respondo que no soy para él. Que él está en Houston y yo aquí en Austin, que es lejos y no sirvo para relaciones a distancia, pero podemos pasar la noche juntos. Ante ello, se levanta y se sienta en el borde de la cama. Se gira a verme.
—Quiero la oportunidad de conocerte. ¿Me lo permitirás o tendré que venir todos los fines de semana hasta que me digas que sí? Ahora que sé dónde encontrarte, no te dejaré ir tan fácil.
—Déjame pensarlo y te aviso.
Ante mi respuesta, se levanta, toma un bolígrafo de mi escritorio y apunta su número en él.
Antes de salir, me dice:
—Tengo una celebración a la cual ir. A menos que quieras ir, debo despedirme.
Vuelvo a negar mientras lo tomo.
—Adiós, Johnson. Ojalá y nos volvamos a ver.
Tras mis palabras sale y se va. Me levanto de la cama, cojo mis llaves y salgo del edificio. Me subo a mi auto, me dirijo a una gasolinera a comprar un six pack de Smirnoff manzana verde y una cajetilla de cigarros mentolada. Empecé a fumar cuando Tanner y Pauline y se hicieron novios y me vi metida siempre entre ellos. Me sofocaba y no tenía excusa alguna para huir del lugar o alejarme de ellos.
Dos semanas después
—Hola, ¿Johnson?
—Sí, él habla, ¿quién es?
—Soy Savannah. No sé si te acuerdas de mí. Me dijis....
—Oh, sí, muñeca, ¿cómo estás? ¿Estás dispuesta a darme una oportunidad?
—Lo pensé y lo consulté con la almohada y la verdad es que si quieres, estoy libre mañana.
—Ok, en hora y media llego por ti. No estoy muy lejos. Ponte bella, bueno, ya eres hermosa. Vamos a cenar a mi restaurant preferido y luego a caminar por la playa.
La cita se dio súper relajada y me di cuenta que esa apariencia de jugador rudo no tiene nada que ver con el hombre que tengo a mi lado en estos momentos, agarrando mi mano al lado del mar, viendo un amanecer precioso. Y así tuvimos muchas citas más, igual de románticas y especiales hasta que meses después, comenzamos una relación muy linda y llena de respeto y amor.
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