24. Quemada por Tanner.
♡ Palabras: 2348
♡ Autor: maregold69
SAVANNAH
Los días soleados, los árboles frondosos, las olas del mar, el canto de las aves e incluso alguien que conozcan en el metro, son cosas que suelen inspirar a los artistas para crear lo que yo llamo magia y otros llaman arte. Aunque no se equivocan al nombrarlo así, yo le otorgo el nombre de magia porqué sé más que nadie cuánta pasión, dedicación y entrega hay en cada trazo plasmado en un boceto. Las nubes grises inspiran a los pintores a plasmar un universo de melancolía porque de alguna manera u otra nos inspira lo que nos despierta una sensación o un sentimiento, lo primero muy sutil y lo segundo muy profundo.
Algunas personas creen que solo es imaginar y plasmar, pero la verdad es que detrás de cada obra hay un sentimiento o una razón oculta de su temática o de su universo, cada quién tiene su manera de gritar sin palabras ni elevar la voz, muchos amantes vociferan su pasión escribiendo historias de su amor prohibido mientras que otros pintan unas manos heridas por las espinas de una rosa y otros, como yo, diseñan una cabaña en el bosque que protegería a dos amantes de la realidad y hablando de la realidad... ojalá y pudiera también diseñarla.
Y en caso de ello no estuviera sola observando la luna y estaría con Tanner a mi lado y posiblemente me estuviera haciendo el amor, pero hay dos puntos que aclarar:
El primero es que Tanner no es mío y puedo asegurar que ahora está con la ingenua de Pauline.
El segundo es que para hacer el amo, hay que amar y él por mí no siente nada.
Destruyó mi orgullo de mujer dejando en claro hace unos años cuánto le repugnaban mis miradas de deseo, las cuales le doy sin intensión, cuán necesitada le parecía cuando vestía para resaltar mis atributos, cuán inmoral me veía por desear al novio de mi compañera de habitación y cuán patética era por crear historias dónde ambos estamos juntos y dónde el sentimiento es mutuo.
¿Qué siento por Tanner?
Inefable, lo es debido a que yo simplemente no puedo describir algo que no identifico ni entiendo. Por eso lo catalogo como indescriptible, porque es como mi deseo frustrado que sé nunca podré satisfacer o de lo contrario terminaré arruinada, es como ir al infierno en busca de un diamante, colgarte encima la joya, pero luego quemarte.
Mi razonamiento me dice que Tanner saca lo peor de mí, pero mi corazón golpea fuerte contra mi caja torácica cuando lo veo, tan concentrado, apasionado y dedicado en su trabajo que me insta a diseñar grandes edificaciones donde sus ojos oscuros y fríos me hacen representarlos a través de una ventana de cristal que no permite ver nada desde afuera, porque aunque conozco muchos de sus hábitos o gustos, no conozco ni el 99% de Tanner y así justamente es como considero a Tanner. Un gran ventanal que ve todo de ti, pero no te permite mirar más allá de unos negros irises que resultan misteriosos, profundos e intensos.
Es curioso cómo Tanner corta mis alas sin haberlas construido, cómo me decepciona sin hacerme promesas y cómo me llama sin siquiera pronunciar mi nombre. Tanner es un imán para mí que me atrae, pero no se queda a mi lado y aunque eso malditamente intenta matar una parte de mí, no lo hace completo porque antes de Tanner tengo otra pasión y es la arquitectura, la que me da vida cuando la indiferencia de Tanner intenta matarme. Al día de hoy manifiesto que Tanner ocupa el 50% de mí y lo demás es mi pasión y mi sueño.
Por eso cuando doy un último repaso al resultado de contemplar por horas fotografías de la boda de él y Pauline, me siento más que satisfecha. He mejorado mucho interpretando mi rabia y desdicha por no tenerlo, tanto que grafico mis ganas de arder en su fuego en una fogata moderna cuyo alrededor está cubierto de cristales punzantes que me dejan muy en claro que si traspaso los cristales solo por arder en el fuego voy a cortarme. No he diseñado ni dejado espacio prudente en su despacho de la casa para que él y Pauline hagan el amor después de que él venga de la oficina luego de una noche de trabajo. No coloqué más que una ventana elaborada en su habitación matrimonial con el fin de que él al menos pueda verla oscura a ella. Coloqué los cajones de arriba de la cocina a una altura donde él no tenga que intervenir para pasarle la sal mientras presiona su pecho contra la espalda de la rubia. Incluso decliné el hecho de colocar un jacuzzi porque me mataría imaginar tan siquiera a Tanner cubierto de espuma embistiendo a Pauline, haciéndola sentir la mujer con más dicha y fortuna solo por tenerlo a él.
Todo se resume a él.
Soy perfecta en muchos ámbitos, pero no en los que contribuyen a mantener pulcra y divina la imagen y moral de Reed. Por ejemplo, en ser sumisa, tener rostro y actitud angelical, como son características de Pauline, que aunque no encuentro del todo genuinas, las dejo simplemente pasar porque me ganó un juego dónde siquiera me dejaron dar a conocer todo mi potencial. Contra todo pronóstico, me fui tanto del lado de Pauline quién al parecer me consideraba su gemela siamés, y del lado de Tanner, quién me consideraba su diseñadora personal para hacer realidad sus sueños con Pauline, porque nadie más que yo conozco sus gustos y porque nadie más sabe complacerlo con lo único que se me permite.
Mi monólogo es interrumpido por el sonido del timbre y dejo a un lado mi copa de vino, dónde de forma previa había dado un sorbo mientras miraba el boceto, y me alejo de mi escritorio para ver quién llama a estas horas de la noche a mi puerta. No enciendo las luces del recibidor y solo toco el botón del intercomunicador para preguntar quién es, pero tras no tener respuesta alguna, dejo de hablar y me doy la vuelta. Cuando intento iniciar mi caminata, el timbre suena nuevamente y al no ser muy poseedora de paciencia y confiada de que vivo en un lugar lo bastante caro y fino como para tener una seguridad de carácter excelente, abro la puerta y choco con los ojos de mi inspiración y con el causante de mi perdición.
Tanner Reed.
—¿Qué haces aquí? —le cuestiono.
Su mirada nunca se cae, pero la misma me deja ver lo que no le permite a nadie: un Tanner derrumbado y con el peso de un dolor que lo taladra hasta querer destruir cada célula de su cuerpo. Sé lo mucho que lo lastimó el hecho de que Pauline abortara dos veces lo que ella llamó en su momento el fruto de su amor, pero exactamente porque no quería verlo sufriendo fue que me alejé y hoy, al parecer, Atenas no resulta una ciudad tan alejada de Travis porque ha viajado hasta aquí como si de una de sus visitas inesperadas se tratase.
No niego que verlo tras varias semanas hace que mi corazón lata más desesperado gracias a un sentimiento que no reconozco, pero casi me domina.
—¿Por qué te fuiste de Travis?
Su voz cargada de resentimiento combina bien con su actual fachada física de hombre lastimado. Me pregunto dónde quedó el tipo fuerte y pragmático que me ha rodeado desde años.
—Necesitaba inspiración. Me he planteado iniciar nuevos proyectos.
—Mientes, te conozco tan bien que sé que te fuiste por mi culpa —dice.
Olvidé mencionar que soy transparente ante los ojos de Tanner.
Lo dejo pasar cuando hace ademán de entrar y sin avisos previos me estampa contra la pared. Mis sentidos de alteran a mil y podría sufrir de hipertensión cardiaca por lo rápido que golpea mi corazón contra mi pecho. Parece un tigre a punto de devorar a su presa y en dicho caso yo soy su presa. Mi corazón comienza a latir más rápido, como si eso fuera posible, y siento escalofríos recorrerme. He olvidado cuán influyente en mí es su cercanía, pero aquí está él rozando su nariz contra mi cuello y recordándome cómo puedo ser un hielo para los demás, pero con él parezco derretirme.
—Una vez te pedí que te alejaras de Pauline y por mi culpa te hicieron daño —recuerda—. No sabes cuánto tiempo tuvo que pasar para que me perdonara que eso pasara. Esta vez no te lo pedí y, maldita sea; no te alejaste de Pauline, lo hiciste de mí.
Tras hablar, toma aire. Me arde el alma y se me oprime el pecho cuando siento sus lágrimas caer sobre mi piel cuándo hunde su nariz en el hueco de mi cuello y hombro.
Me duele el dolor de Tanner.
Tomo fuerzas de dónde pensé que no las tenía y lo sostengo evitando llorar, porqué él ahora necesita de mi fortaleza para llorar y luego de ello no sentirse débil sino liberado, cuando comienza a gritar aún en mis brazos identifico que llora de rabia más que de tristeza.
—Debí preferir al demonio. —Al momento entiendo que habla de mí—. Al menos él no cambiaría su forma, pero el ángel me engañó, Sav. Me subió al cielo y de repente me vi ardiendo en un fuego que me consumía y ahí no era dónde quería arder.
Su cuerpo está tenso y dejo de sentir sus lágrimas mojarme. De pronto tengo sus ojos observándome fijamente. Estos han adquirido un tono rojizo que me hace casi tener arcadas porque detesto ver el color rojo en ellos. Prefiero el negro intenso y oscuro. Sus palabras como siempre causan reacciones en mí y por lo cuestiono.
—¿Dónde querías arder, Tanner?
Las palabras abandonan mis labios en forma de susurro muy cerca de su boca y me siento tentada, pero no lo besaré. Su mirada se llena de lujuria y deseo. Sus ojos me penetran el alma y si fuera una adolescente, juro que estaría temblando, pero no lo hago. Levanta su mano y no me alejo de su toque cuando acaricia mi mejilla con una mano y la otra la toma para llevarla al lado izquierdo de su pecho, dónde su corazón late desesperadamente, al igual que el mío, y compruebo que Tanner no es inmune a mí.
—Siempre he querido arder contigo, Savannah —pronuncia antes de que me ataque.
Sus labios toman los míos sin preámbulos. Toma mi labio inferior, lo lame y luego tira un poco fuerte de él, jadeo por la sorpresa del beso y esa es una situación que aprovecha para adentrar su lengua en mi cavidad bucal. Pronto estoy siendo beneficiaria de un beso desesperado y lleno de deseo. No tardo en ponerme al día colocando mis manos en su cuello, pero Tanner en ningún momento me sede el dominio del beso que me lleva al universo de las gelatinas ya que me encuentro casi temblando y muy persuadida por las acciones de Tanner.
Es cuando sus manos llegan a mis nalgas que las cosas se ponen más intensas y Tanner decide llevarlas más allá rompiendo una camisa que casualmente él dejó en mi hogar en Travis tras haber pasado la noche luego de haber estado muy ebrio. Los botones vuelan por la estancia mientras Tanner me ubica en el lugar más cercano dónde podríamos sucumbir en placer y desquitar toda la pasión y la necesidad de poseernos que sentimos el uno por el otro.
Sus pupilas se dilatan cuando nota que no tengo nada más que una tanga de Victoria Secret muy parecida a la que tenía la primera vez que me hizo suya.
No me da tiempo de hacer algo por él cuando su boca ya tiene mi pezón izquierdo en la boca succionando con astucia y hambre. Mi otro pecho no es celoso de su atenciones porque Tanner se dedica a pellizcarlo y a tirar de él hasta tenerme entonando gemidos que resuenan en el lugar. Tras haber prestado la suficiente atención a mis pechos, trato de recomponerme y con experiencia quito el cinturón de Tanner y lo lanzo a un lado. Ni siquiera he empezado cuando toma mi cabello largo y oscuro en su puño. En poco tiempo tengo su virilidad, que choca con su ombligo, disparada contra mi cara. Me tomo el tiempo debido para acariciarlo ante su atenta mirada, escuchando sus roncos gemidos. Tras un último vaivén, doy un lametazo desde la base hasta la punta que lo hace pronunciar una maldición.
Mi lengua es sabia y astuta paseándose por todo su glande. Introduzco la punta a mi boca y muevo mi cabeza de atrás hacia adelante, siendo alentada por sus gemidos. Termino con el pene de Tanner en mi cavidad bucal mientras este ejerciendo presión en mi cabello, me insta a tomarlo por completo con mi boca. De nuevo inicio la combinación del atrás hacia adelante y llega un punto dónde me invaden las arcadas, pero no me importa si es el precio que debo pagar por quemarme con Tanner.
Pasan minutos y ya tengo la mandíbula un poco cansada de la acción, pero continuo dándole placer. Por último tengo a Tanner tirando muy fuerte de mi cabello y las arcadas se hacen más poderosa cuando lo siento tensarse y tratarme con mucha brusquedad. Siento que ya va a terminar y también siento que lo hará en mi boca. Esto lo confirmo cuando tras hacer la famosa garganta profunda, siento su espeso líquido invadir mi cavidad bucal.
Cuando ha terminado, saco su miembro de mi boca y solo puedo pensar en algo:
Si esto es arder con Tanner, quiero vivir en el infierno toda la vida.
Porque el infierno puede ser un buen destino, divertido, si te hospedas en la casa de un demonio como Tanner. Y al final me quemo con su pasión, porque aunque esta nos consuma es mejor quemarse disfrutando lo que uno quiere, que enfriarse viéndolo quemar a otra.
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