22. La arquitecta.
♡ Palabras: 1214
♡ Autor: Clati_Fab
Hoy sí que fue un día pesado, pero reconfortante. Al fin mañana se inaugurará mi edificio, mi segundo proyecto más ambicioso en la vida: el primero duerme plácidamente en mi cama mientras yo disfruto de una taza de chocolate y la maravillosa noche de Zúrich.
Fue la mejor decisión elegir esta ciudad como mi nuevo hogar, un lugar para mi familia y aunque ahora solo seamos dos, sé que en algún momento esta podrá estar completa, con mis padres.
Recuerdo cómo llegué a esta ciudad. Me moría de miedo. Nunca me sentí tan sola, ni con mi autosuficiencia o altanería podía haberme preparado para afrontar estar en una nueva ciudad, con un nuevo inicio, más vulnerable que nunca, pero con la determinación que era lo mejor que podía hacer. Malcolm quiso venir conmigo, renunciar a todo por mí, pero no podía hacernos ello, no lo amaba como él merecía y quiera o no, su hermano podría encontrarme fácilmente al ser un personaje público y no es que si no hubiese podido de hacerlo aún sin él, pero al final Tanner entendió que me debía la paz que buscaba y ni en sus sueños imaginaria que opté por residir en la ciudad de su madre y donde él pasó tantos años mientras se educaba en un prestigioso internado.
*****
Lo esperé con la cena lista y una botella de champagne para el descorche. Hoy firmaban el divorcio, al fin seríamos libres, al fin empezaríamos juntos una vida. Llevábamos meses esperando ello. El proceso fue más complicado de lo esperado ante la negativa de Pauline y el sensacionalismo de la prensa, pero al fin había llegado el día.
Cuando escucho el ascensor llegar, me acerco a entrada. Llevamos tres meses viviendo en el ático. Sí, ya vivimos juntos, él estaba decidido a iniciar una vida conmigo, con el divorcio ya en trámite, y yo le creí, creí que él me quería. Aunque nunca me había dicho que me amaba, no siempre se necesitan palabras. A veces acciones bastan. Al verlo me arrojo a sus brazos y me dedico a besarlo dulcemente. Él me devuelve el beso, pero algo no está bien. No está bien cuando siento su agarre en mi cintura, cuando siento que sus manos tiemblan, y al levantar la mirada y ver sus ojos atormentados. No sé qué, pero simplemente algo no está bien.
—No lo hiciste.
—Sav, escúchame...
—¿Firmaste?
—Escúchame, por favor.
—¿Firmaste sí o no?
—No.
Solo opto por mirarlo, grabarme sus facciones por última vez, porque lejos del motivo que haya tenido por no firmar, él me mintió. Me juró que sería libre y sabía que no habría otra oportunidad.
—Pauline intentó suicidarse —habla atropelladamente—. Sus padres me llamaron, tardaba en llegar al abogado. El motivo lo imaginas.
—No, no es posible —susurro.
—Sav, lo siento. Tengo la muerte de mis hijos en la mente, no puedo cargar con su muerte también. Escúchame, yo...
—¡Cállate!
—Entiéndeme, ¡maldita sea! ¿Crees que busqué que pasara? ¿Crees que te mentí cuando juré que haría una vida a tu lado?
—¡Pues sí me mentiste!
—Intentó matarse...
—¿Firmarán el divorcio?
—Sav...
—¿Te divorciarás cuando se recupere?
—Savannah, yo...
Por primera vez, no me derrito al escuchar mi nombre salir de sus labios.
—Sí o no, Tanner. Es una simple palabra.
—No, perdóname. No puedo cargar con ello.
—Está bien, pero no habrá otra oportunidad. —Lo empujo lejos—. Aléjate de mí.
—Savannah, encontraremos la forma —dice mientras se pasa las manos por el cabello, luciendo sumamente desesperado—. Solo, mierda, esto es difícil.
Mis ojos se llenan de lágrimas.
—Aléjate de mí, me lo debes.
—¿Cómo me pides eso si sabes que tú le das sentido a toda esta mierda?
Niego, negándome a caer en sus palabras de nuevo.
En su trampa.
—Te alejaras de mí. Si sientes alguna mierda por mí, déjame continuar.
Con la nula dignidad que me quedaba, me dirigí a mi habitación-estudio a tomar lo único importante que podría tener en este lugar, mis bocetos. Cogí todo rápido: un abrigo y la poca dignidad que tenía. Al salir, lo encontré bebiendo whisky en el salón, con un cigarro de olor extraño en la boca. Se veía atormentado, pero no era mi deseo apaciguarlo. Solo quería irme y dejarlo en su miseria.
Él la había escogido por encima del paraíso que creábamos juntos.
—Adiós.
—Sabes que esto no es el final —dijo, sonando como si se tratara de convencer más a sí mismo de ello que a mí.
—No me interesa si no lo ves así, para mí se acabó todo, Tanner Reed.
*****
Dos meses después estaba instalándome en un departamento en Zúrich, tres meses después empezaba a trabajar en una constructora de prestigio y ahora, tres años después de esa despedida, estaba a horas de la apertura del hermoso hotel ecoamigable construido en el centro hotelero de Zúrich, obra hecha por mi propia constructora, solo el inicio de mis grandes proyectos. Todos estos logras van de la mano del amor de mi vida ya que cuando pensé que todo estaba perdido y volvería a mi vida normal, donde mi carrera lo era todo, apareció el hermoso hombre que duerme en mi cama, con sus ojos negros, su piel blanca y el cabello tan oscuro como el mío. Creí que sería difícil verlo crecer, más aun por ser tan parecido a su padre, pero cuando veo a Zain Campbell, lo veo por lo que realmente es: mi hijo, el amor de mi vida. Quién donó esperma en su concepción no importa.
Tanner cumplió con mi deseo y no me buscó. Eso es algo que debo agradecer. No sé si hubiese tenido la fuerza de partir si él hubiese insistido. Cuando supe que estaba embarazada, entendí que no podía quedarme en Austin. Necesitaba una nueva vida, un lugar que representara paz para mí y el bebé del cual solo sabían, saben, mis padres y Malcolm. Él quiso venir conmigo y ser un padre para el pequeño, pero ni yo podía hacerle eso ni correr el riesgo que Tanner supiera de nosotros. Pareció loco, pero tuve la seguridad de dado el caso de que nos buscara un día, a él no se le ocurriría buscarme en la ciudad de su madre y menos dónde tantos años vivió. No sé qué fue de su vida, si siguió con Pauline o si feliz con alguien más. Sinceramente, dejó de importarme en el momento que abandone el ático. Mi enfoque está en Zain, la linda vida que llevamos juntos y el éxito que nos espera.
Si Tanner lo sabrá algún día o no, no es algo que me quiete el sueño. Si Zain preguntara alguna vez por su padre, estoy preparada para ello, así como también para darle todo el amor del mundo, el suficiente para que nunca sienta la falta de nadie. Malcolm lo adora. Aunque solo lo haya visto en persona un par de veces, siempre estamos en contacto por video llamadas. Es un niño muy listo que adora a sus abuelos. Mis padres quieren estar cerca de él, pero deben conformarse con dos viajes al año a París ya que prefiero prevenir y no delatarle nuestra ubicación a nadie. Conozco a Tanner y no voy a ignorar el presentimiento que me dice que en algún momento se le acabará la paciencia.
Soy Savannah Campbell, la madre de Zain Campbell, actualmente la arquitecta estrella de Zúrich, una mujer independiente, profesional y, sobre, todo correspondida en el amor, el amor que me eligió sobre un universo de posibilidades.
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