21. Al final del día.
♡ Palabras: 1900
♡ Autor: JesselJT
—Perfecto —le digo a la encargada de las flores—. Los arreglos tienen que estar de la forma que le dije. Sí. Ahí estaré para supervisar todo. Apenas lleguen quiero saberlo. Sí, está bien. Adiós.
Apenas corto la llamada me dirijo al bar, necesito una copa con urgencia. El tema de la boda de por si es difícil, pero estar a cargo de ella es un peso extra. De cierta forma ayuda porque me mantengo ocupada pensando en flores, sillas, vajilla y todo lo demás, pero al mismo tiempo siento ganas de vomitar. Quisiera no sentirme así, pero cada vez que los veo juntos duele.
Cuando cruzo la puerta, camino directamente a la barra y pido mi bebida. El barman me sonríe coquetamente, pero no estoy de humor, así que hago lo mejor que puedo para ignorarlo. El clima de aquí es cálido, algo húmedo, y la bebida fría es deliciosamente refrescante aunque ni de cerca suficiente. Quizá debí tomar un lugar en alguna parte de las mesas de afuera, la suave brisa de la noche tiene que ser mejor que esto. Tomo mi bebida en una mano, giro en el taburete y busco con la vista algún lugar disponible, pero me encuentro directamente con ellos... los futuros novios. Están en su mundo, como siempre, hablando y riendo despreocupadamente. Ella pasa sus dedos por el cabello de Tanner y este se deja hacer, familiarizado con la acción.
Se ven felices.
Perfectamente juntos.
Lo odio.
Tomo un gran trago de mi bebida, giro en el taburete y decido que aquí dentro no está tan mal. Al final termino bebiendo dos copas más antes de ponerme de pie, pagar la cuenta e ir directamente a mi habitación. No voy a mirar en su dirección, solo voy a fingir no haberlos notado y así no quedaré atrapada en otra situación incómoda en medio de los dos. Finalmente no puedo hacerlo, ignorar su presencia no está en mí, así que lo miro.
Solo a él.
Y como si lo sintiera, levanta el rostro y nuestras miradas se cruzan. Atrapada. La sonrisa se ha ido de su rostro y me da una mirada intensa que no puedo descifrar. Quisiera saber que intenta decir y a la vez quisiera que descubra lo que yo intento decir con la mía. Obviamente eso no sucede y mi corazón se rompe un poco más. El tiempo se hace eterno mientras nuestras miradas se sostienen pero ninguno aparta la vista hasta que Pauline, a su lado, llama su atención. Roto el momento, y no queriendo hacerlo extraño, solo asiento en su dirección como saludo y salgo de ahí.
Solo un día más y todo esto habrá terminado.
*****
Durante la noche casi no puedo pegar el ojo, el clima y mi dolido corazón no ayudan mucho. Afortunadamente en algún momento logro dormir, pero no dura mucho así que simplemente dejo de intentarlo, me arreglo y me pongo con las cosas de la boda. Las sillas y mesas llegan a tiempo, las flores están en camino, los de la decoración me dicen que se retrasaran un poco, pero nada que pueda afectar el itinerario de la boda. El salón para la recepción está casi listo. Solo falta ordenar la vajilla, pero el catering ya está aquí, así que ellos se encargan. Los centros de mesa están en sus sitios y las sillas para la ceremonia también van encajando en sus lugares. En general todo va bien. Por ahora no hay más que pueda hacer, así que decido ir a desayunar algo.
Estoy en medio de eso cuando mi teléfono suena y un problema con el pasillo para la ceremonia hace que deje mi comida sin probar.
Tengo que hacer unas llamadas y pegar unos cuantos gritos, pero finalmente me aseguran que llegarán a tiempo. Más les vale porque Pauline quiere ese pasillo para poder usar sus tacones de diez centímetros. ¿Por qué hacer una boda en la playa si no quiere la arena? Nunca lo entenderé, pero ya que solo soy la diseñadora-organizadora, no di mi opinión al respecto.
Después de un rato de dar vueltas de aquí para allá, supervisando, puedo ver cómo mis bocetos van tomando forma y se hacen realidad. La madera de la pérgola y el pasillo, el turquesa de las telas, el blanco de las sillas y flores, el verde de las hojas, el azul del cielo y el mar, la arena, todo combina perfectamente.
Simplemente es perfecto.
Perfecto para Pauline y Tanner.
En fin, el clima también es agradable, el calor no es sofocante y hay una ligera brisa.
Es un gran día para una boda.
Para su boda.
Después de comprobar por segunda vez que todo va sobre ruedas, contenta de que mi trabajo aquí este por terminar, vuelvo a mi habitación y comienzo a prepararme para la ceremonia. Pauline ya está comenzando a preguntarse dónde estoy, saturando mi teléfono con sus llamadas, las cuales solo respondo con un corto mensaje: ya voy. No queriendo estresar más a la novia, opto por tomar una ducha rápida y salgo envuelta en una toalla. Saco el vestido de su funda y lo extiendo en la cama. Un vestido corto halter en color nude que Pauline eligió para las damas de honor. Me apresuro con la ropa y para finalizar me pongo un lindo calzado tipo plataforma de tiras con brillos. Aun no sé cómo peinar mi cabello, pero con el tiempo limitado me decido por una coleta alta que va bien con su largo. Finalmente me hago un maquillaje sencillo, después de todo estamos en la playa, y tomando mi bolso salgo de la habitación. Camino por el pasillo y entro en el ascensor, quedando frente al panel de botones. Estoy a punto de accionar el veinte, el piso de Pauline, pero a un lado, un poco más arriba, veo el veinticinco y este hace que mi corazón se descontrole.
Tanner...
Mi mano comienza a temblar mientras extiendo mi dedo y acciono el botón.
*****
No pude hacerlo.
Quería hacerlo, pero no pude.
¿Tan malo sería simplemente decir la verdad?
No sé por qué siento esto justo en este momento, pero no puedo dejar de pensar que es lo correcto y que tengo que hacerlo, ahora, antes de que sea tarde. Antes de que el día termine.
Yo... solo tengo que hacerlo.
Pero antes necesito un poco de coraje líquido, así que me encuentro en el bar, tomando una segunda copa.
Y luego una más.
Después de terminar la tercera copa, decido que no puedo aplazarlo más. Pago la cuenta, me pongo de pie y luego frente al panel de botones. Con la mano menos temblorosa, presiono el botón con el numero veinticinco. A medida que asciendo, siento mi cabeza dar vueltas y tengo que apoyarme en la pared del fondo para reafirmarme en mis pies. Puedo hacerlo. Aun no es tarde y nada ni nadie pueden impedirlo, estoy decidida. Por eso, decido apagar mi teléfono cuando vuelve a sonar con otra llamada entrante de Pauline.
Y como si fuera una señal, una campanilla suena y las puertas se abren de par en par.
Comienzo a avanzar cuando me doy cuenta que estoy algo mareada. Quizá la primera copa de coraje líquido hubiera sido suficiente, sobre todo teniendo en cuenta que casi no desayuné, pero nada va a detenerme, así que sigo avanzando y creo que no voy tan mal. O eso pienso hasta que choco contra alguien y siento cómo me voy para atrás, perdiendo el equilibrio, pero soy atrapada a tiempo.
—¿Savannah? —escucho susurrar con confusión.
Me envuelve con un brazo y ahí lo sé, porque solo con él puede sentirse así de bien. O eso creía.
Tanner.
Si, aquí es mi lugar, entre sus brazos. ¿Acaso no es obvio? Perdiendo el miedo y dejándome llevar por mis sentimientos, y quizá un poco por el alcohol en mis venas, lo abrazo de vuelta y me recuesto en su pecho.
Cierro los ojos y suspiro. Supongo que es hora.
—Yo... —comienzo a hablar, pero siento cómo mis palabras se enredan y tengo que volver a empezar—. Yo... Tú no puedes hacerlo.
—¿Qué?
—Shh... —Lo silencio—. Solo escucha lo que quiero decir. Por favor. —No dice nada así que tomo eso como respuesta y continúo—: Tanner, creo que te amo... y quiero que me ames aunque quizá no me lo merezca —susurro—. Solo necesito una oportunidad contigo.
Ya está.
Lo dije.
Y cumpliendo mis peores temores, no dice nada. Solo hay silencio mientras otra grieta se abre en mi corazón. Luego, como si nada, solo me toma en sus brazos y comienza a caminar hacia el ascensor.
—Tanner...
—Cállate. —Esta vez es él quién me silencia.
Entiendo. Solo quiere que me vaya.
Todo lo que dije no significa nada para él y supongo que eso es todo.
Lo intenté, supongo.
¿En qué estaba pensando para hacer algo tan estúpido como esto? Solo puedo culpar al alcohol aunque tengo que admitir que esto parecía lógico y correcto antes de la primera copa.
—Bájame —pido, queriendo conservar algo de mi dignidad.
—Sav...
—Bájame —pido otra vez, pero más fuerte.
Quiero que todo termine de una vez.
Pero cuando me deja en mis pies, no me alejo como debí hacer, por el contrario, lo abrazo más fuerte y me aferro a él. No, lo cierto es que no quiero que esto termine. Por eso estoy aquí, por eso hice todo esto. Y haciendo mi último movimiento, cierro los ojos, me acerco lentamente él y lo beso.
Por fin.
Él responde al beso, pero solo por un momento y luego se aleja.
Entonces comprendo, no puedo ganar contra ella.
Retrocedo y lo miro a los ojos, queriendo decir algo ingenioso para no parecer tan patética como debo parecer, pero me quedo sin palabras cuando me doy cuenta de que este no es Tanner. Es parecido, sí, muy parecido, pero su cabello no es negro y obviamente tiene algo más de músculos. Abro la boca para decir algo, pero rápidamente la cierro sin encontrar palabras. No entiendo nada hasta que él sonríe, algo avergonzado, y dice:
—Hola, soy Malcolm. El hermano de Tanner.
Mi cabeza deja de dar vuelta, los efectos del alcohol desapareciendo de golpe y me alejo rápidamente de él.
¿Qué he hecho?
Totalmente avergonzada, sin mirar atrás, corro hacia las escaleras. Necesito llegar a la seguridad que solo mi habitación me ofrece. Llego a mi piso con la respiración entrecortada y casi lloro de alegría al sentirme a salvo, pero eso dura poco, cuando veo a un Tanner con su impecable traje de novio aporreando la puerta de mi habitación.
—¿Tanner?
El se voltea rápidamente y se me queda viendo fijamente.
Otra vez esa mirada que no puedo descifrar.
—Yo... —comienza a hablar, pero sacude la cabeza violentamente. Se ve en conflicto, como si no supiera que hacer y luego solo dice—: Tengo que irme.
—¿Tanner? —lo llamo, confundida cuando veo como solo se da la vuelta y se dirige al ascensor—. ¿Necesitabas algo?
—No, nada —responde cortante, sin siquiera voltear a verme.
Entra en el ascensor, las puertas se cierran y todo termina.
¿Qué acaba de pasar?
No entiendo y quizá nunca lo haga.
Al final del día me hago amiga de Malcolm.
Al final del día... Tanner y Pauline son marido y mujer.
Y eso es todo lo que importa.
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