Saturno
“La vida puede parecer injusta, pero ¿Acaso la vida tiene que ser justa por obligación? O es posible que nuestros actos traigan consecuencias injustas para la vida… Fielmente creo en lo segundo.”
Saturno, mi hogar. Nací, crecí y me desarrolle hasta alcanzar la madurez suficiente para la cual decidí prosperar en mi vida, un trabajo como fijador de anicas; así le decimos natalmente a las rocas que forman los anillos que rodean al planeta. Un trabajo aburrido de mantenerlas en perfecto orden sin que se salgan de la atracción de gravedad, aunque poco a poco se vuelven menos con el tiempo, pues el mismo planeta se encarga de irlas consumiendo…
Un día regresando del trabajo, con mi traje especial. La vi, ella era como admirar los colores desplegados por el espacio, una estrella madre. Sus ojos, tan amarillos como un sol, su piel, sus labios…
Así que; por un mal movimiento, termine fuera de la zona de aterrizaje, y ella estaba allí, tendida observando el cielo sobre una alfombra. Me observo sorprendida, y por auto reflejo me quite el casco.
Lo que fueron segundos, terminaron siendo horas para nuestras miradas cruzadas, un tartamudeo, un saludo y luego le siguieron las risas de ambos.
A partir de ese día, nos empezamos a encontrar en diversas áreas, bien fuera para comer, caminar o mirar las estrellas mientras hablábamos.
Me leía como un libro abierto, sabía que iba a pensar o anticipaba mis reacciones con sus cálidos besos. Se había convertido en mi droga, estar sin ella se convirtió en un sufrimiento de abstinencia, y cuando finalmente nos volvíamos a ver, mi mundo brillaba con intensidad.
Yo me había prometido no enamorarme, ni buscar pareja hasta salir de este trabajo por el peligro que representa, inclusive para no desconcentrarme. Las horas estando en el espacio, alrededor de los anillos de Saturno, podían fácilmente pasar de sentirse como una hora a veinte horas; algo muy agotador y sumándole a eso, se encuentra la percepción de tiempo de estar lejos de ella.
Sufría el síndrome de la preocupación, aquel que nos hace preguntarnos ¿Qué estará haciendo? ¿Estará bien? ¿Habrá comido algo? ¿Estará extrañándome? ¿Se habrá aburrido de esperarme? Y todas esas preguntas que pretenden auto consumirte en un sinfín de dudas, que al final representan tus inseguridades.
Ella rompió la barrera, un amor inesperado, y un día se lo confesé, todo.
La sostuve de las manos, mientras observábamos el cielo estrellado, a la luz de las lunas de Saturno.
—Desde el momento que te vi, tus ojos penetraron mi barrera, mi corazón, y no pude resistirme el acercarme a ti, en volverme parte de tu vida y dejarte entrar a la mía. Te amo. — Esas fueron las palabras que más recuerdo haberle dicho, teníamos meses encontrándonos y me sentía preparado para soltarlo.
Varias veces habíamos fantaseado con casarnos y tener hijos, inclusive mascotas y vivir retirados del poblado; ahora parecía que esa fantasía se volvería realidad…
Ella me miro con lágrimas en los ojos, soltó mis manos y recuerdo sus palabras, porque nunca las olvidare.
—Eres un inocente, te falta madurar para entender que esto no es amor, no podemos continuar… No eres lo suficiente para mí. — Esas palabras que salían de sus perfectos labios fueron como recibir un fusilamiento una y otra vez, en milésimas de segundos.
Nuevamente había logrado detener mi tiempo, pero no mágicamente como siempre, esta vez, parecía que todo el planeta se volvía polvo, las lunas se destruían en pedazos y no quedaba nada. Mis lágrimas no salían, estaba en shock, le pedí explicación, le asegure que si era muy pronto podríamos hacer como si yo no hubiera dicho nada. Hasta que ella estuviera lista pero de nada sirvió, siguió recalcando que me faltaba carácter, me faltaba inteligencia y mi trabajo hacia que el tiempo que podía dedicarle a ella no fuera el que deseaba, que su vida no podía girar en torno a mí, que yo debía de esmerarme más y que no lo hacía, precisamente por eso yo no era para ella.
Sus palabras me hicieron cada vez más pasar de mi tristeza y negación a un enojo en crecimiento. Un odio pero no hacia ella exactamente sino a todos esos momentos que vivimos y pasamos juntos, todos esos instantes que compartimos, vueltos en nada en solo unos minutos. Como transformar cada beso, caricias, risas, miradas e intimidad en solo recuerdos de tiempo perdido.
Esfuerzos no valorados, eso fue lo que hirvió en mi sangre, y revente. Le dije mil cosas, le reclame otras tantas.
—Eres poco hombre. — Fue uno de sus insultos.
—Egoísta camuflada. — Fue uno de los míos.
Todo nuestro amor, o por lo menos el que yo sentí, destruido en solo horas…
Para ella seria sencillo, no vivía en Saturno, ella era de Plutón. Y su estadía se había acabado, por lo tanto, tomo el primer vuelo y se fue sin mirar atrás.
Vivir en Saturno es hermoso, no obstante, el pasar por cada lugar y ver desde mi trabajo aquellos lugares donde compartimos, me hacían recordar cada instante que vivimos, y por eso la odiaba. Odiaba que me hubiera convertido en un archivero de recuerdos románticos que ahora no servían para nada, más que para hacerme sentir melancólico, triste y enojado.
Ha pasado mucho tiempo desde que ella se fue, desde que creí que lo superaría, sin embargo, no ha pasado ni una noche que no sueñe con los hijos que no tuvimos, ni otro en el que desearía haber ido a construir recuerdos con ella en Plutón junto a su familia. Algo que ahora es imposible, puesto que Plutón se volvió inhabitable con el paso del tiempo, y habían evacuado a todos de allí. Nadie se enteró a donde, pues cada persona tuvo elección de decidir.
Por eso, siempre que trabajo en el anillo de Saturno. Grito y grito que la perdono, que no acepto que se fuera sin que pudiéramos resolverlo, pero que la perdono a pesar de todo.
Las lunas son mis testigos, a pesar de que sea inútil y nunca me escuchara. Pues, ninguno fue lo bastante valiente como para aceptar que lo único que teníamos que hacer era perdonarnos, y eso, fue algo que entendí con el tiempo.
El perdón no es solo para hacer sentir mejor a la otra persona, sino para ti mismo. Debes perdonarte, saber que hiciste mal y reconocer que la otra persona también cometió errores que puedes entender y comprender. El odiar es solo el camino fácil para no reconocer, que cuando pierdes una batalla, has salido perdedor. Siempre queremos ponernos como los victoriosos o que otro gano por suerte u trampa…
En el amor, no hay batallas, solo conflictos de incomprensión, si lo hubiera sabido en ese entonces, la fuera escuchado atentamente y le hubiera dicho:
—Yo no soy para ti, lo entiendo. Esa es tu percepción y aunque yo te amo y amare. Vive tu vida, experimenta más sensaciones y si ninguna te llena como yo lo he hecho, vuelve, puede que aun este esperándote. No por ello te sientas obligada a hacerlo, si logras ser feliz yo lo estaré, a pesar de lo que sufro por tu repentina revelación, no te odio. Todos los momentos que vivimos fueron hermosos, los atesorare para siempre, y te deseare el bien porque lo mereces, a pesar de lo que me dices hoy, dentro de ti esta aquella chica que una vez conocí, sentada en el lugar indicado al momento preciso. Aquella de ojos llenos de universo que me hacia sonreír sin intentarlo, aquella que me hacía sentir el hombre más feliz del mundo. Y aunque eso no pueda continuar, siempre serás mi primer amor y alguien que nunca voy a olvidar…
Saturno.
Escritor: JDArmaoLe
Diseñador: Anera_7u7
Canción: Saturno de Pablo Alborán
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