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OBSSESION

Relato con contenido +18
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Si conoces la ciudad de Wildwood, has estado allí o has oído hablar de ella, seguramente debes saber que no es una ciudad como cualquier otra. Allí nada es lo que parece y grandes secretos se ocultan entre sus calles. Desde grandes asesinos, psicópatas, narcotraficantes hasta prostitutas, utilizan la fachada de ciudad tranquila que posee Wildwood para camuflarse entre sus habitantes, siendo diablos disfrazados de ángeles.

Hace algunos años atrás, mucho antes de que el gran Monstruo de Wildwood amenazara las calles y asustara a las personas con sus despiadados asesinatos. Existió en la ciudad un bar nocturno, el que en la noches de los viernes abría solo a clientes masculinos. En esas noches la lujuria, el morbo, y el sexo abundaba en aquel bar, cada viernes se transformaba en prostíbulo. Las luces de neón formando la palabra OBSESSION se leían perfectamente desde el comienzo de la calle más transitada en Wildwood, esa noche ninguna mujer esperaba a su esposo despierta, ellos iban en busca de aquello que no conseguían en casa.

Aquel viernes era la despedida de soltero de Caleb y sus mejores amigos lo llevaron al mejor bar de la ciudad. Caleb no se casaba por amor, era un compromiso que sacaría a su familia de la ruina y finalmente le daría la riqueza que tanto deseaba.

Cuando atravesaron la puerta del local se quedó asombrado observando todo, las luces rojas que daban un aire sensual a todo el lugar, el humo con una fragancia erótica que aromatizaba todo, aquellas mujeres caminado con trajes sexis que no dejaban nada a la imaginación. Habían hombres de todas las edades, algunos miraban a las bailarinas de los tubos, otros ya disfrutaban de la compañía de algunas mujeres. Wildwood sin duda guardaba grandes secretos y este era el mejor de todos.

—Te dije que este sitio es genial —le dijo Jorge su amigo empujándolo hacia la barra.

—Tres botellas de champagne, por favor —le pidió Bruce al barman.

Bruce era su otro mejor amigo, un chico con una familia adinerada y que tenía un futuro prometedor por delante.

Una música suave y sensual sonaba por los altavoces y justo cuando Caleb iba a sentarse en una de las sillas frente a la barra una voz masculina se escuchó.

Buenas noches caballeros, bienvenidos a la noche de viernes, esta es una noche muy especial, nuestro auspiciador Bruce Matwell ha traído a un amigo y esta es su última noche de soltero.

Los hombres empezaron a abuchear y a gritar ''no te cases" y Caleb río divertido.

Nuestro amigo Bruce ha querido darle un regalo a Caleb, así que por esta noche, vuestra principal obsesión y la nuestra, será la primera en subir al escenario, señores con ustedes, nuestra reina, ¡Cleopatra!

—Acerquémonos —pidió Bruce y los tres caminaron hacia el frente del escenario donde una chica vestida de Cleopatra salió y todos comenzaron a aplaudir.

Lo primero que hizo Caleb fue mirarla a los ojos y justo en ese instante, ella también lo miró a él. Aunque llevaba máscara, aquellos ojos llegaron a los más profundo de su interior y sin saber lo que hacía le mostró una sonrisa que ella respondió antes de comenzar a bailar.

Cleopatra, pudo haber sido una reina, pero aquella mujer, era una diosa. Sus caderas se movían al ritmo de la música y era tan sensual verla que Caleb no pudo evitar morderse los labios. Subía al tubo y hacía tales contorcionismos que era imposible evitar pensar todas las posiciones que podía probar con ella. Ella se acercó caminando hasta donde estaba el público y jaló a Bruce al escenario, quien sin ningún reparo desabotonó su blusa blanca dejandóla en un sostén del mismo color. Caleb estaba respirando pesado, y comenzaba a sentir dolor en su parte baja.

Bruce bajó del escenario y la chica volvió a bailar en el tubo, esta vez sin despegar la mirada de Caleb que se encontraba inquieto por tocarla.

—La quiero —le dijo a Bruce sin dejar de mirarla.

—Es tuya —le informó su amigo—. Desde ayer pagué tu noche con ella.

Caleb sonrió y le dio un palmada en el hombro.

—Eres el mejor amigo del mundo.

—Pero ten cuidado —le advirtió—. Cleopatra es peligrosa.

—Todas las mujeres lo son —le dijo él riendo.

Finalmente su show terminó y Cleopatra bajó del escenario y caminó hasta la sala donde estaban todas las bailarinas.

Esa noche tenía un nuevo trabajo con uno de los amigos de Bruce y debía quedar bien con el auspiciador del local. Las chicas estaban preparándose para su show. Llegó hasta su mesa y comenzó a preparase para subir a su habitación donde el hombre la esperaría.

—¿Tienes trabajo hoy? —le preguntó Gina, era con la que mejor se llavaba de sus compañeras.

—Despedida de soltero —le explicó—. Hola Dax hermoso, ¿qué tal estás?

—Insoportable como siempre —respodió Gina.

El pequeño niño de ojos azules miró a su madre con desprecio y ella sonrió.

—Recuerda lo que te dijo tía Aria —le dio un beso en la mejilla al pequeño y se acercó a su oído parasusurrarle—. Nada de hacerle caso a la voz.

—Ten cuidado… —intentó advertirle Gina pero ella la interrumpió.

—No pasará lo mismo que la última vez, tranquila.

Se puso de pie caminando hacia las escaleras que la llevaban a su habitación, aún con su máscara puesta, pero justo cuando iba a subir chocó con alguien.

—¡Oh lo lamento mucho! —le dijo aquel chico que la había mirado tanto mientras bailaba.

—No te preocupes —le dijo ella y se dispuso a subir. Pero aquel chico la acorraló en la escaleras y ella contuvo la respiración.

—Eres Cleopatra ¿no? —le preguntó y ella asintió—. Caleb, encantado.

—Igualmente ¿puedes déjame salir? —le pidió—. Debo trabajar.

El chico no respondió nada y se acercó lentamente a su oído, ella lo observó confundida, pero se sentía bien tenerlo cerca, asi que no se negó.

—Eres algo adictivo para ver —le susurró al oído y a ella se le erizo lapiel—. Ahora mismo quiero hacerte muchas cosas.

Su voz era tan sensual y provocadora que le importó poco su trabajo, aquel chico la enloqueció.

—¿Por qué no las haces? —le preguntó.

Él la miró un poco asombrado por su respuesta, pero en solo segundo su mano la tomó por la cintura y la pegó a su cuerpo.

—¿Quieres jugar? —le preguntó él.

—Te advierto que estás jugando con fuego  y te puedes quemar —le contestó ella.

—Con gusto me quemaría en tu incendio.

Sus labios se acercaron a los de ella y la besó con pasión y desenfreno, como nuna la había besado ninguno de sus clientes. Su lengua se abrió paso en su boca y Aria soltó un gemido de place que hizo que Caleb sonriera sin dejar de besarla. Ël quería apoderarse de ella, volverla loca de placer, que olvidara a todos los hombres conque había estado y que lo recordara a él.

Aquella chica tenía algo que llamaba su atención más alla del sexo, pero era algo que tenía que alejar.

Alejó una de sus manos de la cadera de la chica y lentamente la acercó a su parte más íntima, Aria se arqueo en su brazos y soltó un gemido, la toco suavemente antes de penetrarla con un dedo.

—Estás lista para mi —le susurró—. Subamos

Intento alarla pero ella lo tomó el brazo.

—No, aquí —le dijo.

—Alguien puede vernos.

—Eso lo hace más interesante —le sonrió ella quitándose la máscara antes de volver a besarlo.

—Ven —se separó y la tomó del brazo caminando hasta debajo de la escalera.

Ella intentó besarlo nuevamente pero él no la dejó.

—Vayamos a la parte divertida —le dijo virandola de espaldas.

El se agachó y con sus dientes levantó su falda dejando su braga al descubierto, la que no dudo en quitarle de un solo movimiento.

—Eres una maldita diosa —le dijo al oído.

—Aria, me llamo Aria —le dijo ella cegada por el placer.

—Un placer hacerte mía Aria —le dijo mientras quitaba el cierre de su pantalón y se acercaba su miembro a su entrada—. Quiero que cada vez que te acuestes con cualquier hombre, recuerdes que yo te tuve por una noche, que fui tuyo y tu fuiste mía ¿Lo harás?

Movía su miembro rozando su intimidad volviéndola loca y ella no respondió disfrutando de aquella sensación. Él la agarró del pelo y le dio un suave jalón.

—Responde Aria ¿Me recordarás?

—Si —respondió.

—¿Eres mía? —le preguntó el entrando suavemente en su interior.

—¡Ahh! —gimió ella disfrutando de las sensaciones.

—¡Responde! —exigió saliendo de su cuerpo.

—Soy tuya Caleb —le respondió y el volvió a entrar en su interior de una sola estocada.

Y ahí debajo de aquella escalera Caleb había firmado su propia sentencia. Disfrutó del placer que Aria le ofreció y la hizo suya tantas veces quiso esa noche, disfrutó del cuerpo de aquella reina, sin saber que había despertado al peor de los demonios.


A la mañana siguiente cuando Caleb despertó en su casa, su madre ya había llegado con su traje para la boda, lo ayudó a preparase y cuando estuvo listo se marchó a ayudar a su novia.

Él abrió la botella de vino que había en la mesa de su salón, se sirvió una copa y se puso cómodo para esperar la hora de ir a la iglesia. Cuando pasaron diez minutos, la puerta de su departamento se abrió, y una chica de cabello rubio y ojos verdes apareció frente a él vestida de novia.

De repente su cabeza comenzó a doler y su mirada se tornó nublosa.

—¿Qui..Quien eres? —le preguntó a la chica.

—Soy tuya Caleb —le respondió ella y por un instante su vista aclaró.

—¿Aria? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué traes ese vestido? —intentó ponerse de pie pero no pudo y la vista volvió a nublársele.

—Eres mío Caleb —le dijo ellaacercándosele—. Nadie te va a separar de mi.

—¡¿Qué diablos?! —sus oídos comenzaron a escuchar un ruido ensordecedor—. ¿Dónde está mi madre?

—Muerta —respondió ella—. Ella, tu novia, su padre y todos los que estaban junto a ella.

—¡¿Estás loca?! —la vista se le oscureció completamente—. ¡¿Por qué no veo nada?!

—Tranquilo, nos iremos a dar un paseo —sintió sus manos topando su cuerpo antes de caer en la inconciencia.


Podía sentir unas manos acariciando su cuerpo, un olor dulce y suave, y algo líquido caer por todo su pecho.

Nuevamente las manos acariciando y una lengua lamerlo desde su cuello hasta el ombligo, pero no podía moverse, ni abrir los ojos.

Otra vez el líquido cayendo en su cuerpo y ese olor embriagador llegaba a sus fosas nasales dándole tranquilidad, pero no podía estar tranquilo.

¿Qué estaba pasando?

Esta vez unos labios cubrieron los suyos en un beso lleno de deseo, que envió corrientes eléctricas a todo su cuerpo, y sintió la reacción de su miembro, quería tocar a quien sea que estuviese causando tal deseo en él.

Sintió algo acercarse a su mano, su tacto no fallaba, eran los senos de la chica, los apretó y masajeo, y escuchó el gemido de placer de ella. Estaba disfrutando mucho aquello.

¿Pero por qué no podía abrir los ojos?

¿Ni mover sus brazos?

¿Por qué sentía que algo estaba mal?

Sintió un peso mayor encima de su cuerpo, era ella. Intentó mover uno de sus brazos y ella lo tomó ayudándole acercándolo a su intimidad, estaba tan húmeda que sintió unas enormes ganas de hacerla suya, sin importarle lo raro de la situación.

Ella alejó su brazo y nuevamente no podía moverlo. Sintió como se acomodaba encima suyo, y como se debaja caer haciendo que su miembro duro entrara en su intimidad. Aquella fue una sensación tan exquisita pero no podía emitir un sonido. Ella comenzó a moverse encima suyo y a volverlo loco de placer.

—Ya puedes abrir los ojos —escuchó en su oído y al abrirlos la vió.

Aria, completamente desnuda encima suyo como una diosa de la sensualidad, sonrojada y sudada por el placer.

—¡¿Qué diablos haces?! ¡¿Quién eres maldita loca?! —le preguntó sin poder creerlo.

Miró a su alrededor estaban en una habitación que desconocía, sus piernas y manos atados a aquella cama.

Ella sonrió sensualmente y se acercó a su oído.

—Hola guapo —le susurró—. Yo soy tu peor pesadilla y tu eres mi maldita obsesión.


Escritora: itsButterflys
Diseñadora: EFG_edis
Canción: Dark Horse de Katy Perry

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