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Debility

Sarah odiaba estudiar sin poder concentrarse.

Escribió varias veces la misma frase sin poder lograr que se grabara en su mente. Después de cinco minutos en el mismo ciclo se dio por vencida, se puso lo auriculares y salió a correr.

Era de tarde, las estrechas calles por las que tuvo que pasar estaban ligeramente oscuras, pero cuando salió a una zona amplia vio que todo aún permanecía bañado con una leve luz naranja del atardecer.

La única palabra que llegó a su mente en ese momento fue calidez. Le encantaban los atardeceres porque le resultabas reconfortantes de una forma inexplicable.

Ella suspiró cansada y se sentó en una banca de un parque cercano. Se sentía extraña. Como si su cuerpo estuviera pisando tierra pero su mente flotara a varios metros. Y a ella no le gustaba sentirse así. Más si esas extrañas sensaciones eran causadas por los repentinos pensamientos que tenía acerca de aquel tipo que la había engañado con agradables palabras, peculiares detalles e intensos gestos.

El nombre retumbó en su mente con fuerza, aturdiéndola.

Zack.

El estúpido ser humano que se había despedido de ella con un simple "Esto no funcionará, Sarah. Eres demasiado aburrida"

«A la mierda» pensaba ella. No había nada de aburrido en su persona. Eso ella lo sabía mejor que nadie. Esas solo fueron palabras huecas para separarse de alguien que era demasiado buena para él.

Era un imbécil, sí, eso era. Pero ella aún sentía algo por ese tipejo que la había hecho experimentar emocionantes sensaciones que nadie más había logrado, ni siquiera ella misma cuando se ocultaba en su cuarto cuando su madre no estaba y comenzaba a realizar eso que su abuela le decía que era incorrecto, malo, horroroso.

Zack había despertado en ella cosas nuevas que su mente y su cuerpo jamás hubieran creído posibles, y diablos... Vaya que sí le dolía saber que ya no era posible disfrutar de esos momentos.

Porque a pesar de todo ella lo extrañaba. Las noches que pasaban juntos acostados a escondidas en el techo de los padres de Zack no habían sido en vano. Sus besos no lo habían sido, sus manos por todo su cuerpo, la respiración caliente de él contra la piel sensible de Sarah tampoco lo había sido. Ella recordaba eso y más, muchísimo más, especialmente sus palabras prometiendo todo y nada.

La secuencia de su voz estaba grabada a fuego en la mente de la chica y aunque buscara la manera de borrarla o ignorarla temporalmente no lo conseguía.

¿Por qué pasaba eso?

Porque no se sentía capaz de hacerlo. Ella era débil, aún lo era...

«La dependencia emocional de alguien es una asquerosa broma del destino. Y lo aborrezco» gruñía constantemente.

Ensimismada en su abrumada cabeza no dio cuenta cuando alguien más se sentó a su lado en la banca. Era un tipo alto, de hombros anchos y piel levemente bronceada. Estaba vestido con una camisa manga larga blanca, revelando algunos botones abiertos. Sus brazos se marcaban cuando ejercía presión en un collar con un extraño dije de un ojo decadente.

—Ya veo que no soy la única alma en pena que vaga por este estúpido parque—murmuró Sarah haciendo uso de su usual atrevimiento que tanto la caracterizaba.

—Quince—habló el tipo por fin después de varios segundos, su voz sobresaltó a Sarah, quien creía que él la había ignorado.

Ella se volvió hacia el neutral muchacho, confundida.

—¿Qué dijiste?—quiso saber.

—Llevas quince minutos aquí sentada simplemente mirando a la nada. Y me resultó curioso.

—¿Me observaste por quince minutos? ¿Quién eres? ¿Un acosador de mierda?

—¿Y tú una grosera?

—Yo pregunté primero, amigo—dijo ella en tono sarcástico, mirando detalladamente el rostro marcado de ese hombre. ¿Cuantos años tenía? ¿Veinte? Su semblante a Sarah le resultaba demasiado maduro. Quizás hasta era más joven pero no lo aparentaba.

—Eres atrevida—suspiró él—. En cuanto me senté a tu lado olvidé por un momento mis problemas.

—Entre desgraciados nos entendemos.

Él la miró con una sonrisa empezando a curvar sus labios.

—¿Qué te sucedió?—preguntó interesado.

—Nada que te incumba.

—Si me cuentas yo también lo haré.

—No me interesa tu vida.

—¿Ni aunque se trate de Zack?

Instintivamente Sarah volvió la cabeza hacia él, más confundida aún.

—¿Cómo sabes...?

—Es mi compañero de cuarto—respondió—, algunos días nos íbamos juntos a la universidad. Y hoy que regresé a mi habitación lo encontré follando con mi novia.

Los ojos de Sarah se abrieron de par en par. Sus manos empezaron a sudar y sintió un ligero temblor atenazarle los miembros.

—¿Cómo es que sucedió...?—consiguió preguntar.

—Fui a un viaje rápido a ver a mi familia. Regresé antes de lo planeado y los vi en pleno acto.

—¿Hace cuánto...?

—Aproximadamente dos horas.

—¿No estás molesto?

—¿Te parezco molesto?

Sarah lo miró y murmuró un simple:

—No, me pareces roto...

El le sonrió.

—Tú también me pareces rota, Sarah. Tan rota que veo tus grietas con más atención teniéndote tan cerca.

—¿Cómo es que sabes de mí...?

—Zack hablaba de ti algunas veces. Decía que había tenido una novia que lo aburrió después de dos meses. Mencionó tu nombre en muchas ocasiones, diciendo que para lo único que le servías era para...—

Sarah asintió, deteniendo lo que él diría.

El muchacho siguió sus movimientos sin apartar la mirada y prosiguió.

—Me enseñó una fotografía tuya, y en cuanto te vi aquí supe que eras tú.

—Ya—asintió—pero debes saber que me está dando igual lo que incluya a Zack—dijo ella, dudando.

—Mentirosa—murmuró él—, ¿no te enseñaron que mentir es malo?

—También me enseñaron que hablar con desconocidos es peor.

—Soy Gael—susurró con esa profunda voz que tenía—, el desconocido que le habla a una chica rota igual que él.

Sarah se sintió extraña, como si le causará gracia esa simple frase.

Se rió del tipo y chocó su hombro contra el de él.

—Me sorprende lo tranquilo que estás después de haber visto eso.

—¿Qué podía hacer? ¿Lanzarme sobre él y molerlo a golpes?

—Eso haría un badboy.

—No soy uno.

—¿Entonces?

—Soy un hombre que ha sido engañado de la forma más vil que existe. Y si esa chica fue capaz de hacer eso es porque no sentía nada por mí, entonces ¿por qué actuaría en contra de ella? ¿O en contra del que creía mi amigo? ¿Para vengar su traición? No valen la pena. Mejor me alejo y los dejo vivir su jodida vida. Así disfrutaré de la mía sin su compañía.

«No pensé que decía malas palabras» pensó ella «Me gusta»

—Gael—pronunció Sarah—. ¿La querías?

Él la entendió inmediatamente.

—Lo suficiente.

—¿Para qué?

—Para regalarle esto antes de ofrecerle un anillo—señaló el collar—, pero creo que me forcé a quererla. No era normal ni natural, y eso me enfermaba.

Le tendió el reluciente collar a Sarah, quien dudó por un momento antes de aceptarlo.

—Tíralo por mí, por favor—casi suplicó el muchacho de oscuros ojos. Su mirada viajó al rostro expresivo de Sarah y bajó hasta sus labios. No pudo evitar lamerse los suyos antes de pensar que quería besarla. Pero ese repentino pensamiento no fue impulsado por el momento o su leve desesperación. No, no era eso, él en serio quería hacerlo pero no por ninguna razón anterior, sino por algo diferente que lo instaba de buena manera, entendiendo que no podía hacerlo sin su permiso. Porque en cuanto vio a Sarah ahí sentada, con los verdes ojos mirando el cielo supo que estaba tan rota como él, y eso le gustó de una forma que no sabía describir.

«Dos almas rotas se entienden mutuamente»

Y ambos lo estaban.

Y ninguno sanaría con la compañía del otro.

Cada quien lo haría por su lado. Como tenía que ser. Porque si algo surgía de esa estrecha cercanía debía ser todo lo contrario a lo que sus relaciones pasadas habían sido.

Sarah arrojó el collar lejos, dejando que se hundiera en las aguas del lago que tenía enfrente. Le tendió una mano a Gael, quien la aceptó sin oponerse.

—Olvídala—declaró la altanera muchacha.

Gael le apretó la mano.

—Si tu haces lo mismo con Zack, también yo.

—Es un trato entonces.

—Lo es, atrevida.

Ella sonrió por inercia y le dio un manotazo a la mano del chico.

—No te pases, ¿me oíste?

—¿Eso significa que no puedo acercarme más?

—No.

—¿Puedes castigarme si hago algo que no debería?

—Talvez, ¿qué quieres hacer?

—Besarte.

—Atente a las consecuencias entonces—murmuró ella, acercándose y besando al chico, quien no estaba ni siquiera sorprendido.

—Tú empezaste—dijo él contra sus labios—, ¿eso quiere decir que yo tengo que castigarte?

—No, eso significa que te patearé luego por tentarme a hacer esto. ¿Cómo te declaras, desconocido?

—Culpable.

El sonrió por última vez antes de trazar su dedo por el labio más grueso de Sarah, admirando la simetría exótica del rostro de la chica. Luego sus bocas se juntaron otra vez.

Ella no lo apartó, al contrario, le siguió el beso con urgencia.

—Besas bien, Gael.

—Y no es lo único bien que puedo hacer.

Ambos soltaron risas, como si comprendieran la información.

—¿Por eso te engañó esa desgraciada?—Rio Sarah—, si besabas tan bien, ¿entonces por qué?

—Creo que buscó consuelo en alguien más al no querer hacerlo con ella.

—¿Por qué?

—Me considero un experto en la materia porque leo mucha literatura sobre eso. Y ya antes he experimentado y he recibido más de una opinión positiva por parte de alguna chica. Pero sé que veces mis métodos son un poco extremos y no quería lastimar a la que fue mi novia por tanto tiempo.

—Interesante... —un repentino pensamiento llegó a la mente de Sarah. Como si le dijera... "métodos extremos, ¿eh? Así que te gusta jugar, Gael" Sonrió, atrayendo la atención del chico—Intentémoslo—musitó—. ¿Sí, desconocido?

—Si quieres...

—Quiero—asintió—¿probamos?

—Seré rudo y suave, Sarah. Seré todo lo que quieras.

—Lo sé.

Ambos se fundieron en los labios del otro ignorando todo a su alrededor, intentando al mismo tiempo no pasar la raya pareciendo vulgares. Se separaron después de unos minutos de mantener la misma posición y caminaron por la orilla del lago casi peleando sobre quién lanzaría a quién al agua.

La sonrisa de Sarah se extendió sobre su rostro, iluminándolo y dándole ese toque travieso a su expresión altanera, repitiendo en su desordenada mente la misma frase:

Las grietas que uno lleva sí pueden arreglarse, y desde hoy las mías se están cerrando.

Porque ya soy fuerte.

No por Zack.

No por Gael.

No por alguien más.

Simplemente...

Por mí.

Escritora: Fergie_MS
Diseñadora: LadyNat23
Canción: Mi Debilidad de María Becerra.

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