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Capítulo Veintiuno.

Los primero tres días pasaron un poco tensos, el rey seguía haciendo guardia todas las noches en vela con la esperanza de que SeokJin abriera los ojos conciente y pudiera contar lo ocurrido. Le preocupaba el tiempo inconsciente porque ¿Acaso no tenía hambre? ¿Los ojos no le dolían de estar todo el tiempo cerrados? Todo lo que su pobre concubino estaba pasando por culpa de un descuido y obviamente un desconocido a quien todavía no le encontraba rastro de existencia.

Y todo esto no tardó en llegar a las concubinas quienes recelosas sentían el abandono del rey al no darles atención, entonces un pequeño odio empezaba a crecer en ellas hacia SeokJin, y no se diga de JiSoo quien simplemente enfermaba cada noche más, solo por el coraje.

Al cuarto día la habitación del rey estaba en silencio, el doctor Jeon junto con JungKook aplicaban esas pomadas hechas a base de plantas curativas que, "sorprendentemente", hacían un buen efecto en curar todas las heridas.
NamJoon esperaba paciente afuera mientras hablaba con el capitán Min y el general Choi y las criadas esperaban órdenes.

SeokJin abrió los ojos lentamente y su ceño se frunció notablemente llamando la atención del señor Jeon quien paciente esperó una reacción.
Sorprendido dió un paso hacia atrás escondiendo a su hijo en su espalda cuando el concubino comenzó a gritar asustado, levantándose dolorosamente por los golpes y pegándose a una esquina haciéndose bolita.

Lágrimas brotaban de su ojos y caían en cascada sobre sus mejillas, llamando la atención con sus gritos a todos afuera en el pasillo, así que NamJoon no esperó ni un segundo cuando entró viendo toda la escena.

-SeokJin...- murmuró llamando la atención de este.

En cuanto SeokJin vió al rey, se levantó y a pasos rápidos y torpes corrió directo a él, lo abrazó apretándolo contra él cada vez más y más, suplicando por lo bajito que no lo dejara y que lo protegiera.
Todos en el lugar estaban sorprendidos ante la reacción, al principio el concubino parecía reacio a los toques de su majestad, tenerlo cerca era más que obvio que le causaba incomodidad. Y ahora... Parecía que NamJoon era la única persona segura en ese palacio aunque era todo lo contrario.

-Tranquilo- NamJoon sonreía asombrado por la reacción del menor-. Claro que yo estoy aquí, nadie te hará daño.

"Su majestad el rey es el único que puede protegerte, si piensas en salir fuera del palacio entonces recuerda, Kim SeokJin, que no solamente yo sino cientos de personas estarán esperándote para asesinarte, y lo mejor de todo es que también esperan por ti para violarte. ¿Te gustaría eso? Bien... Entonces es tu última oportunidad, regresa con el rey y que te proteja él. Porque nadie más lo hará".

-Su majestad- murmuró de nuevo cuando casi enseguida fue guiado de nuevo a la enorme cama, se sentó en esta y el rey lo hizo a su lado-. Usted estará conmigo siempre ¿Verdad?

El moreno volteó hacia el doctor y su hijo, YoonGi y el general Choi quienes asombrados seguían viéndolos. Alzó una ceja ante eso y con un poco de celos siguió.

-Salgan de la habitación- ordenó y casi enseguida todos asintieron.

El capitán Min volteó de reojo, viendo cómo el concubino se aferraba al hanbok del rey y buscaba refugiarse entre sus brazos.

-¿Deidad...?- murmuró antes de que las puertas fueran cerradas por las criadas.

Por otro lado su majestad trataba de calmar a SeokJin, daba pequeñas palmaditas en su espalda y caricias en sus sedosos cabellos.

-¿Te sientes mejor?- siguió él-, ¿Te sigue doliendo el cuerpo? Veo que tus heridas han sanado bastante en estos últimos días.

-Me siento mejor...- contestó aún con el rostro escondido en el pecho del mayor. Su voz era delicada y baja, y por alguna razón extraña para NamJoon su cuerpo seguía teniendo espasmos de temblores.

-¿Quieres contarme qué pasó afuera? ¿Con quién fuiste?

-Y-yo...- dudó por algunos segundos, apretando entre sus dedos el abrigo azul del rey-. No lo sé... Era una mujer.

-¿Y cómo era ella?

Inesperadamente los ojos de SeokJin se llenaron de lágrimas y sus labios temblaron con desesperación antes de seguir por el apretón que el mayor le dió en la cintura.

-E-era alta, su cabello era l-largo y negro, delgada y sus labios eran rojos p-pero no usaba maquillaje como el de las concubinas.

La expresión de NamJoon fue totalmente un acertijo, pensar que una mujer había hecho eso con el cuerpo de un hombre le parecía totalmente ridículo, pero por esta vez y por primera vez en su vida decidió ser paciente y preguntar.

-¿Una mujer te hizo esto?- preguntó irónico, y cuando SeokJin negó con fuerza frunció el ceño-, ¿Entonces...?

-¡Tres hombres!- exclamó ahora más asustado-. Eran tres hombres, altos y cubrían la mitad de sus rostros. ¡Su majestad! ¡Usted me va a proteger ¿Cierto?! Yo no me iré del palacio y le daré todos los herederos que usted quiere, pero por favor no me deje salir.

Ante lo dicho NamJoon no pudo evitar sonreír satisfecho por las palabras, que por primera vez parecieron dulces en sus oidos. Así que acercó más a SeokJin y siguió con las caricias en sus cabellos.

-Sabes SeokJin, si te quedarás para siempre en este palacio, entonces creo que llamarme "su majestad" es un poco incómodo ¿No crees? Tú me darás a mi primer hijo y no dudó que al último también. Entonces de ahora en adelante puedes llamarme mi señor. ¿Sabes lo valioso que es eso?

-¿Lo es...?

NamJoon rió por eso, como si el momento fuera una dicha.
-¡Claro que sí! Ni siquiera las concubinas reales, que han estado durante años aquí, tiene el derecho de llamarme así. Llamarme por mi señor es algo más íntimo para nosotros porque eso significa que, así como tú eres mío, yo solo soy tuyo, soy tu señor. Yo soy "su majestad" para los demás, porque soy el rey todo el país, pero yo soy mi señor para ti, porque solo a ti te pertenezco.

Las mejillas del menor se sonrojaron y ante un escalofrío recorrele de pies a cabeza se acomodó mejor entre sus brazos, olvidando como por arte de magia lo que había sucedido. Solo por un momento.

- Concubino Varón -

Una semana... Una semana para que el día de cinta ocurriera, las heridas de SeokJin ya habían sanado completamente y el tema olvidado de su mente de un momento a otro. Entonces eso sólo confirmaba lo que HoSeok había dicho, y la sorpresa entre JiMin y YoonGi simplemente aumentaba.
Pero aún así YoonGi no iba a negar que presenciar el que SeokJin se mostrara más dócil al rey le hacía tampoco creerle al costurero, o al guardián como había dicho que era.

Habían veces que SeokJin se mostraba dudoso ante el toque de su majestad, su ceño se fruncía en desconfianza pero después de un segundo todo cambiaba a una expresión alegre y corría con saltitos hacia sus brazos.
Era cuestión de un segundo que SeokJin estuviera asustado por las palabras de esa mujer, recordarlas le hacía temblar más que el rey los primeros días que estuvo ahí. Eso sólo le hacía creer que ella tenía razón que el rey Kim era alguien bueno para cuidarlo de los demás. Aunque eso realmente no fuera cierto...

El día caía en la tarde, y por primera vez en un mes el sol se había asomado por todas esas nubes grises, claro que seguía haciendo bastante frío pero está vez era un poco más soportable que en días pasados.

El sol chocaba contra el río sin intenciones de derretirlo, y en el jardín trasero del palacio, en aquel kiosko lleno de hortensias azules, descansaba un cuerpo fuerte mientras leía un libro grueso. NamJoon odiaba los días calurosos pero por el momento aquel lugar era el más apto para su lectura. Y cuando sintió que fue suficiente solicitó la presencia del concubino quien no tardo ni cinco minutos en llegar, acompañado de dos guardias y sus damas de compañía.

Al verlo se levantó y de inmediato se acercó los poco pasos hasta que sintió al concubino lanzarse a sus brazos en un fuerte abrazo.

¿Qué era aquello? ¿Por qué NamJoon permitía el cariño tan repentinamente?
Siempre que se encontraba con sus concubinas, los primeros días en los que ellas llegaban al palacio, creían que la vida sería de ensueños, que las amarían por lo que eran y que podían ser cercanas al rey. Su desilusión era grande cuando NamJoon simplemente las alejaba con asco y les dejaba en claro a base de golpes que acercarse a él pidiendo más que una caricia, no era correcto.

Pero con SeokJin... Su bonita sonrisa y aquella melodiosa risa tierna le movían el corazón de un lado a otro que no podía evitar recibirlo gustoso y dejarlo hacer lo que quisiera cuando quisiera. ¿Cuándo había cambiado eso? ¿Desde cuándo había empezado a ser tan detallista?

Le restó importancia a sus pensamientos y después de dejar un suave beso en la frente del menor, comenzó.

-Hoy es un buen día, ¿No lo crees?

SeokJin asintió rápido.

-¡Si lo es! Hoy hay mucho sol, mi señor.

NamJoon sonrió antes de suspirar y proseguir.
-He escuchado que los pueblerinos hacen sus mercados cerca de aquí, ¿Quisieras salir a verlo?

La pregunta conmovió tanto a SeokJin que no pudo evitar sentir sus mejillas calientes ante un satisfecho sonrojo.

-¿De verdad podemos hacer eso? Digo... ¿Yo puedo salir del palacio?

-Mientras te mantengas a mi lado estará bien, ¿Prometes que te quedarás cerca mío?- el menor volvió a asentir emocionado-. De acuerdo, entonces no perdamos más tiempo y vayamos rápido.

Las manos de aquellos dos "amantes" se unieron y ante la mirada de cada sirviente en el lugar, se retiraron.

Más allá de ellos, o de lo que pudiera parecer el kiosko, tanto YoonGi cómo HoSeok observaban la escena. Jung con manos temblorosas y Min con una ceja alzada.

-¿Aquello te parece una deidad en peligro?- comenzó el capitán-. Por lo que veo no es más que un concubino enamorado.

-Te equivocas- tragó pesado-. SeokJin es un niño de dieciocho años, quién desde que nació fue la deidad más cercana a Dios-

-Vamos...- YoonGi chasqueo su lengua un par de veces , cruzando sus brazos atrás en su espalda. Y siguió-. ¿A caso un dios existe en este mundo, HoSeok? Si a lo que tú llamas Dios existiera no crees que habría hecho algo por SeokJin al ser su deidad más cercana, ¿Por qué dejarlo sufrir a tan corta edad?

HoSeok no contestó y cambio a eso, simplemente tragó pesado, algo que para el capitán no pasó desapercibido.

-Espera- continúo ahora con el ceño fruncido-. Tú... No lo dices por la seguridad de ese niño, lo dices porque... Estás enamorado de él.

Las miradas entres ellos dos eran tensas, sin nada que decir pues la verdad es que dicho esto por el mayor, no había nada más que decir, no había nada más que confirmar.

-Ustedes dos- siguió el mayor ante los dos guardias que los acompañaban y que de inmediato esperaron la orden-. Arresten al costurero Jung por traición a su majestad, encierrenlo y privenlo de todos sus alimentos o necesidades. Privenlo hasta que el heredero nazca.

Cuando HoSeok sintió a los dos hombres altos sujetarlo de los brazos, ni siquiera puso resistencia, simplemente volteó hacia YoonGi una vez más y terminó.

-Estás cometiendo un error.

Mi alzó una de sus cejas.
-Los errores siempre se han cometido, costurero Jung, pregunteselo a los diez concubinos hundidos en el lago...

- Concubino Varón -

-Jkookie.




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