Capítulo Veintidós
Cuando al pueblo se le complicaba la economía ya que el precio del won subía, era muy normal conocer lo que se llamaban mercadillos puestos donde la gente más necesitada vendía cosas de valor, o cuando los comerciantes aprovechaban a vender su mercancía para hacerse más ricos de lo que ya eran.
Libros, peinetas, jueguetes para niños, zapatos e incluso tiendas de ropa era lo que se encontraba más seguido.
Para un doncel dónde su padre y su madre trabajaban, la vida de los mercadillos no era muy común y menos al sur de Seúl, una franquicia que no era de ricos pero si de gente acomodada con ganado y cosechar, dónde todos los hijos estudiaban y el plato de comida nunca faltaba en la mesa. La gente del sur era la gente rica de la gente pobre, porque la verdadera gente rica vivía en el norte, en casas enormes y jardines hermosos.
Pero la gente del norte, solo era la gente pobre de la gente rica pues los que gozaban de extremada riqueza vivían en el centro, rodeando el palacio y disfrutando, no de casas enormes, sino de terrenos interminables.
Es así como llegamos a la realeza, las tres ciudades más importantes con un palacio, Busan con el conde Chá, Jeju con el consorte Kang y Seúl, con el rey Kim. La realeza era la gente poderosa de la gente poderosa.
Entonces para los del centro, gente rica y realeza Kim, era muy normal ver esos mercadillos pues la gente pobre aprovechaba en vender la mercancía en precios más alto, sabían que sí se iban al sur el precio o sería el mismo o incluso podría bajar más de lo que ya había bajado.
Y SeokJin estaba fascinado con los puestos, la mesas llenas de cosas nuevas y la gente gritando los precios, haciendo tratos y con un sonrojo al ver a aquellas mujeres colgandose de los brazos de los hombres que pasaban y vestían hanboks de tela seda.
Era un mundo nuevo para él, por así decirse, y NamJoon no podía evitar sonreír cuando él lo hacía.
Pero todo lo bueno por comenzar tiene que acabar, la gente del mercado los observaban asustados, algunos tragaban pesado y SeokJin podía jurar en esos momentos que las piernas de varios hombres temblaron. Era entendible pues ¿Qué hacía el rey en ese lugar? Jamás había ido, jamás se lo habían encontrado cara a cara más que en los retratos pintados que cada pueblo tenía para reconocerlo como su rey.
Definitivamente las cosas empezaban a cambiar, y lo malo de todo era que no iban ni para bien ni para mal entonces la gente empezaba a confundirse.
Con eso en mente, entre los pueblerinos empezaron a murmurar entre sí y llegando a una decisión obligaron a un señor de tercera edad dar un paso en frente, llamando por ende la atención del rey y su concubino.
Era obvio, el señor pasaba ya los setenta años, si decía o hacia algo que al rey le moelstara y lo llevará a la decisión de asesinarlo estaría bien, era una persona que vivió lo que tuvo que vivir y si veían las cosas fríamente o cruelmente, sólo estaba ocupando espacio y acabándose la comida que alguien más podía aprovechar.
Y así obligado, el hombre frente al rey inclinó la cabeza mientras sus dedos jugaba entre sí.
-Su real majestad- empezó y el nombrado alzó una de sus cejas con curiosidad, alzándose más en una posición de mandato-. Es un honor tenerlo aquí entre nosotros, unos simples pordioseros.
NamJoon torció los ojos aburrido.
-Qué es lo que quieres- más que una pregunta fue una orden. SeokJin se escondió atrás del enorme abrigo de NamJoon.
-P-pues...- su voz tembló-. Nosotros tenemos una pregunta. En las montañas ha estado desapareciendo gente, también la inesperada nevada hace que queden enterrados bajo esta. Estamos curiosos de saber por qué hay nevada si aún no es temporada.
-Mmm...- sus ojos viajaron hacia los demás, personas que desviaban la mirada y seguían temblando ante su presencia.
Por primera vez no se sintió orgulloso de eso, se sintió incómodo por sus reacciones y no pudo sentirse asqueado de saber que la razón era que SeokJin estaba ahí, que veía y se daba cuenta del tipo de persona que era. No sabía si era bueno, tampoco si era malo, pero el simple hecho de tener una imágen como un tirano frente a la única persona que empezaba a llamar tu atención más allá de un deseo carnal, le parecía incómodo.
Así que la cólera subió hasta su cabeza y con el ceño fruncido y palabras raposas contestó.
-¿Creen que al ser un rey puedo controlar el clima? ¿No pensaron que al igual que ustedes estoy totalmente confundido por la nieve? Dejen de decir idioteces y sí preguntas coherentes no saldrán de sus bocas entonces mantenganlas cerradas para que no corte sus lenguas. Conozcan su lugar como pordioseros y sobrevivan cómo puedan.
El pueblo quedó en total silencio y el hombre frente a él se vió obligado a arrodillarse y pedir perdón en nombre de los demás.
Pero NamJoon los ignoró y aún molesto tomó del brazo a su concubino y lo guío de nuevo al palacio.
- Concubino Varón -
El día en Seúl amaneció extraño... Los criados se volteaban a ver y tragaban pesado. Ese día nadie podía hacer ruido, nadie salió de sus habitaciones e incluso algunos tuvieron que regresar a sus casas para dar mejor privacidad.
El día había llegado, la semana pasó lo que fue más rápido y SeokJin se mordía las uñas por las noches cuando regresaba a la realidad. A la triste realidad de darle un heredero al rey y que la maldición de ser alguien lamentable siguiera. Todo en él temblaba y prefería dormir con el miedo de despertar y saber que faltaría un día menos, pero era todo lo contrario; cuando abría los ojos olvidaba lo cruel que podía ser el rey y recordaba las palabras de aquella mujer quien lo torturó, y entonces seguía con la idea de que en ese lugar, o infierno como quisieran llamarlo, era su única salvación.
Regresando un poco atrás, todo estaba en silencio, solo las criadas necesarias se resguardaron para la alimentación de la familia real, las concubinas y para SeokJin.
Y hablando de las concubinas nos enfocamos en Wendy y JinSoul quienes esperaban impacientes noticia alguna pero lo único que sabían era que ese día en especial no podían salir de sus habitaciones.
JiSoo parecía estar tranquila, leía un libro sentada sobre la alfombra roja igual en su habitación, bebía té y por más tranquila que pareciera en su mente ya se preparaba para el futuro nombramiento de reina consorte y madre de ese niño.
La corte real en sus lugares, debatiendo del futuro del rey y las mejores opciones para llevar a cabo el nombramiento del heredero.
NamJoon golpeaba el piso con uno de sus pies con impaciencia desde su tron, su mirada se iba hacia el reloj de arena y cada segundo pasaba un poco más lento que el anterior. Pero recordaba que las hora más indicaba para consevir era en la noche, así que tenía que aguantar un poco más.
Y SeokJin... Bueno él ya había vomitado tres veces, el maquillaje en su rostro había escurrido otras cuatro veces más y las criadas solo suspiraban al tener que prepararlo desde el inicio. Las ropas se manchaban, los accesorios se arruinaban y todo empezaba de nuevo.
SeokJin sentía que se desmayaría en cualquier momento, él ni siquiera había tenido un primer novio, jamás había pasado la noche con alguien y lo más bajo que había hecho fue gracias al rey. Los toques más calientes fueron por el rey y si las cosas se sentían mal por más mínimas que fueran no quería imaginar cómo se sentiría compartir una cama sin ropa, con besos y movientos bruscos.
Estaba asustado, lloraba y si no fuera por el doctor Jeon ya sus tés para calmarlo podía asegurar que estaría entrando en un ataque de pánico.
No le quedaba de otra que resignarse.
Por otro lado, llegamos a Lisa y Tzuyu quienes se dirigían hacia el calabozo, las dos en completo silenció y a comparación de Tzuyu quien sonreía socarrona Lisa simplemente se encontraba seria sin expresión alguna.
Cuando llegaron a la única celda ocupada por su hermano se detuvieron, obsrvando cómo estaba atado a cadenas desde lo más alto de la pared de piedra, habían golpes y sus mejillas un poco más undidas por falta de alimento, sus ojos con bolsas de ojeras y sus labios partidos con sangre seca.
Sus ropas estaban rotas por completo a excepción de sus pantalones, sus zapatos desparecieron y sus muñecas moradas por las cadenas.
Lisa tragó pesado al verlo de rodillas en una posición incómoda, sabiendo que así estaba desde que lo encerraron y Tzuyu solo suspiró pesado borrando su sonrisa.
Cuando HoSeok las escuchó carraspear levantó la vista y su quijada se apretó en furia, pero segundos después sus músculos se relajaron y volvió a desviar la mirada al suelo.
-Qué quieren- comenzó tosco.
-Sabes a qué vinimos- contestó Tzuyu.
-¿A qué? ¿A recordarme que hoy va a terminar la vida de SeokJin? Pueden retirarse si es así.
-No- está vez interrumpió Lisa-. Hoy es el día pero... Haré lo posible para que las cosas no sucedan cómo lo tienen que hacer.
Él soltó una risita sin gracia mientras negaba con la cabeza.
-¿Eso puede pasar? Está bien, lo único que podemos hacer ahora es matar a ese niño también, así con la muerte de SeokJin y la suya la maldición termina, ya no habría más deidades maldecidas.
-Yo no lo hago por él- confesó y el tono de su voz se hizo amarga-. Si SeokJin se muere tú lo harás, la maldición de la deidad arrastra a su guardian. Fuiste un idiota al enamorarte de él, pero eres mi hermano y me niego a que mueras por alguien quien ni siquiera recuerda tu nombre.
Tzuyu soltó una risita burlona.
-Realmente estar con ustedes dos me causa náuseas, no sé si reír o simplemente acabar con esto de una vez por todas. Solo cállate y dinos tu última voluntad.
HoSeok volvió a levantar la mirada, sus ojos pesados se fijaron en su hermana y ésta no se mostró nerviosa ni por un segundo o la mitad de este.
-Quien fue- siguió indiferente-. A quién acudiste para hacerle esto a SeokJin. Dime porqué no lo mató y terminó esto más rápido.
-¿Enserio?- arqueo una de sus cejas viendo a Lisa poner atención igual de curiosa-. Otros dirían otra cosa pero tú solo piensas en ese doncel, realmente eres un idiota. Llevas incluso más de una semana sin comer, ¿Por qué no pides algo de fideos? Los conseguiré sin dificultad para tí-
-¡Responde!- interrumpió con un grito y Tzuyu volvió a sonreír.
-Bueno... No tiene caso que lo oculte si de todos modos vas a morir- se mostró indiferente y aburrida, cómo si las próximas palabras que diría no tuvieran mucha importancia-. Momo me ayudó, ella se llevó a SeokJin ese día y lo convenció de que todo estaría bien si la seguía. Después lo golpearon entre tres hombres hasta casi matarlo. Sabes no sería divertido si lo matabamos en ese momento, se supone que mi trabajo en esta vida es matar a la deidad y acabar con la maldición, pero- se detuvo un momento antes de proseguir-. Creo que sería divertido si hay una nueva deidad, así que convencimos a SeokJin de que NamJoon es su único lugar seguro, que él lo protegería de nosotros quienes queremos matarlo. Eso sólo haría que SeokJin se aferrara al rey y al tener un heredero lo mataría de inmediato, y tener una nueva deidad haría más divertido mi trabajo. De todos modos me preguntó quién será su guardian si tú ya no estarás vivo para tener herederos.
El estómago de HoSeok se revolvió y de inmediato arrojo lo que sería la bilis, su garganta ardía y sus ojos se llenaban de lágrimas que bajaba una tras otro. Lisa apretaba sus manos hechas ya en puño y Tzuyu solo sonreía victoriosa.
Pero eso no importaba, porque todos seguían en silencio. Y cuando la noche llegó...
Todos en el lugar se encerraron en sus habitaciones, las puertas y ventanas cerradas y solo las velas alumbraban el lugar junto a la luz de la luna.
Los grillos cantaban y lejos en las montañas los lobos jugaban entre sí y algunos osos dormían tranquilos.
Sin embargo en la habitación del concubino varón el ambiente se sentía pesado, SeokJin esperaba nervioso en medio de la enorme habitación, maquillado, bien vestido y un velo rojo transparente lo cubría de cuerpo completo.
Finalmente las puertas se abrieron lentamente por dos criadas y de éstas se vió a NamJoon, impaciente quién vestía un hanbok azúl rey con decoraciones doradas. El lugar alumbrado con velas, todo aún en silencio y la hermosa vista de SeokJin le sacaron una sonrisa.
-¿Estás listo...?
- Concubino Varón -
-jkookie.
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