Capítulo Treinta y Tres.
El frió aquella noche era simplemente insoportable. Todos en el palacio eran resguardados en sus aposentos mientras esperaban alguna otra noticia de la llegada del nuevo integrante.
Y es que, a pesar de que estaban por dar a luz al siguiente heredero, no era la primera vez qué esto pasaba, solo que la diferencia con los otros era que el heredero salía... bueno, sin vida.
Y era normal puesto el estrés que los pasados concubinos pasaban en el tiempo de encinta. Eso sólo causaba que los fetos no se llegaran a formar de una manera sana cómo para nacer.
Así qué todos estaban nerviosos, el rey podía seguir intentándolo pero la situación se ponía tensa al saber que SeokJin era el concubino real con el título especial y que ya no podían deshacerse de él. Si eso llegaba a pasar sólo causaría que el pueblo se involucrara en una guerra con la gente del reino, y hasta cierto punto era lo que se evitaban los pasados reyes.
Así que NamJoon lo sabía. Sabía que no podía dejar a SeokJin, y no por el hecho de la guerra contra el pueblo, más bien porqué él no quería hacerlo.
Había confesado sus sentimientos a sí mismo hacia seokjin, en una noche al verlo dormir tan tranquilo, con esas largas pestañas y labios rosados que solo le aceleraban el corazón.
NamJoon jamás se sintió así, entonces por obvias razones sabía que ése niño era especial para él.
Dejándo de lado sus pensamientos, el rey Kim suspiró pesado, nervioso por el bienestar de Jin y de su hijo quien ya ansiaba tener en brazos y conocer.
Y los gritos por parte de su concubino, adentro de aquella habitación, no le eran de mucha ayuda para calmarse. JiMin y YoonGi nerviosos en la cocina, viendo el reloj una y otra vez mientras se mantenían en silencio. HoSeok sentía náuseas desde que la noticia de SeokJin dando a luz llegó a la habiatacion del príncipe TaeHyung quién sólo se burló con una sonrisita.
Y la concubina real... de ella no se sabía nada.
Finalmente, después de largas e insportables horas, cuando la noche oscura estaba por dar su fin, los gritos y llantos por parte de SeokJin se detuvieron y los llantos de un bebé se escucharon.
NamJoon aguantó la respiración por un segundo y sintió que el ambiente se hacía más silencioso. Cómo si todos en el palacio supieran que el heredero ya había nacido.
Sus manos temblaban y por fin, después de tanta espera, las puertas del lugar se deslizaron sólo para dejar ver al doctor Jeon con media sonrisa, invitándolo a pasar.
NamJoon tragó pesado una vez más antes de asentir y a pasos lentos entrar a la habitación, encontrando el lugar impecable, como si nada hubiera pasado. En la enorme cama, en medio de todo, SeokJin reposaba con gotas de sudor perlando su frente.
Entres sus brazos... un pequeño bulto envuelto en sabanas blancas .
El rey sonrió, emocionado cuando SeokJin también lo hizo sólo que, a comparación de él, cansado por obvias razones.
- Jin...- murmuró acercándose más hasta estar en la orilla de la cama y observar todo desde cerca.
- Mi señor- contestó viendo al rey sentarse en la silla que le fue arrimada, siguiente a eso recibió un beso en la frente con cariño.
- ¿Te sientes bien? Debes estar cansado por todo esto- se disculpó y SeokJin sintió algo oprimirse en su pecho-. No puedo creer, que incluso asi te veas hermoso.
SeokJin sonrió avergonzado por eso antes de que el pequeño bebé que cargaba en sus brazos se removiera, llamando así la atención del rey quién curioso con la vista trató de indagar más sobre las sabanas.
El menor de los dos rió bajito y sin duda quitó las sabanas que cubrian el rostro del menor.
- Dios...- suspiró y trató que las lágrimas no lo delataran-. Se parece tanto a ti- aseguró.
- Se parece más a usted, mi señor.
- No. Definitivamente sacó tu belleza. Totalmente es un digno a la sangre real, será tan fuerte de grande y no dudo que igual de listo que yo. Sin duda será un buen rey.
Los dos se voltearon a ver. Orgullosos de lo que habían creado y aunque al principio no había sido con amor, no dudaban que los sentimientos habían cambiado para ese momento.
-Doctor Jeon- siguió el moreno, dejando otro suave beso en la frente de Jin, llamando la atención del nombrado.
- Sí, su real majestad- contestó el doctor quien hasta ese momento seguía en el lugar supervisando la salud tanto del concubino cómo del heredero.
- Encárguese de los paples de nacimiento. Escriba la fecha, hora y el nombre.
- Así será. ¿Han pensado en algún nombre?
NamJoon se lo pensó algunos segundos antes voltear a SeokJin quien los veía con curiosidad. Y le sonrió con cariño.
- ¿Has pensado en algún nombre?- preguntó y el menor alzó las cejas con asombro.
- ¿Yo?- preguntó y el rey asintió levemente.
- Puedes escoger el nombre, es tu derecho después de todo.
SeokJin lo pensó por algunos segundos. Claro que había pensado en algunos nombres pero no pensaba que podía escoger.
De hecho, se había dado la idea de que cualquier nombre que el rey escogiera lo pasaría en alto cuando estuviera a solas con su hijo y lo nombraría de una manera diferente.
- ¿Seokjin?- siguió el rey y el nombrado volvió a la realidad antes de asentir seguro.
- SooBin- contestó sin saber si eso le gustaría al rey.
Sin embargo este le sonrio y una vez más se dirigió al doctor.
- Ya escucho, que sea Kim SooBin.
El doctor asintió lentamente, sin creer en el comportamiento del rey antes
aquel niño.
Ya en la soledad, NamJoon y SeokJin siguieron juntos llamando la atención de todos en el palacio puesto que, la noticia del heredero ya nacido no tardó en correr por todos los pasillos gracias a las sirvientas y voceras del lugar.
Sin duda alguna, los esperaba una gran fiesta tanto a ellos como al pueblo.
- ¿Quieres descansar un poco?- preguntó el moreno y SeokJin asintió-. Entonces llamaré a una de las criadas para que cuide al heredero.
El cuerpo de SeokJin se tenso al insante y de inmediato negó.
- Quisiera quedarme con él, si es que puedo...
- Pero debes descansar, es mejor si lo haces sin cargas cómo lo es el bebé.
- Estoy bien así, me siento mejor si está cerca de mí.
NamJoon lo observó por algunos segundos antes de asentir con permiso.
- Bien... que así sea. Mandaré a preparar la habitación más caliente para que puedan quedarse ahí.
SeokJin se sintió aliviado y NamJoon se levantó dispuesto a irse. Afuera de la habitación suspiró pesado llamando a uno de sus guardias reales.
- Qué no salga de la habitación, y qué nadie entre tampoco. Si eso pasa entonces cortales el cuello.
El guardian hizo una venia y NamJoon siguió con su camino.
- ¿Si es una deidad... por qué no ha muerto todavía?- se preguntó a sí mismo antes de perderse en los pasillos del palacio.
Se sabía gente, se sabía que SooBin era el bebé.
Aaaaaaah!! Ya casi llegamos al final de la historia, por finnnn!!!
-K_S_05.
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