Capítulo Trece.
Ahora lo dejaban merodear incluso por los pasillos, había descubierto un par de habitaciones más que sólo estaban ahí como adorno, no había camas y los muebles aún olían a madera nueva así que entendió rápido que nadie descansaba ahí.
SeokJin no sabía que las habitación abandonadas habían pertenecido a concubinos pasados, habitaciones donde los criados decían escuchar a veces ruidos o lamentos escalofriantes. Nadie en el palacio podía hablar de esos temas en frente de alguien de la realeza, por eso SeokJin no entendía muy bien la gravedad del asunto.
Pero ante su ignorancia agradecía poder husmear de vez en cuando, habían pasillos con decoraciones diferentes y cuando escuchó la risa de la concubina real en una de las habitaciones simplemente salió corriendo ante el miedo de ser golpeado. De hecho ahora que lo pensaba por parte del rey no había vuelto a golpearlo, tal vez por el miedo de perder su fertilidad que de hecho la opción de arruinar eso él mismo solo para salirse con la suya no se le hacía mala idea; después recordaba que siempre hacía un gran escándalo cuando la más mínima cortada en el dedo aparecía incluso sin darse cuenta.
Curiosando por ahí deslizó una de las puertas y su mirada brilló cuando encontró a JiMin sentado en el suelo, con hilos, agujas y tijeras al rededor suyo, había una capa enorme que lo rodeaba y fruncía el ceño con dificultad.
-Concubino- comenzó el rubio cuando el ruido de la puerta ser abierta llamó su atención-. ¿Puedo ayudarle en algo?
La relación a veces se sentía tensa entre ellos por la última discusión que habían tenido, JiMin aún recordaba la risa desconocida e incluso soñaba con ella y esa mirada sombría del rostro oscuro aún sin dueño, su cabeza tenía dolores insoportables de vez en cuando y sin razón aparente empezaba a temblar.
-JiMin- SeokJin se acercó lentamente cerrando la puerta detrás suyo-, ¿Qué haces?
-Bueno...- suspiró cansado-; El capitán Min siempre usa trajes diferentes en cada entrenamiento, y todos terminan rotos algunas veces, le digo que debería ir a la guerra solo con un traje en vez de con una espada porque es imposible que él pelee con ella. Por lo general siempre tira los trajes pero esta vez se rompió su favorito, me pidió que lo arreglará pero simplemente soy un desastre.
-Ya veo... Si quieres, ya sabes, yo podría ayudarte.
-No creo posible eso, usted es el concubino varón y no es correcto que haga este tipo de tareas.
SeokJin frunció el ceño.
-No digas más que soy el concubino varón, simplemente soy un doncel y cuando tenga al heredero moriré.
Park bajó la mirada con pena.
-No tiene porqué decir eso.
-Es la verdad... Y si voy a morir tarde o temprano y ni tú ni nadie puede hacer nada para impedirlo ¿No podrías dejar que disfrute un poco antes del final?
-Pero-
-En mi familia siempre nos llamó la atención la artesanía manual, así que mi madre me enseñó a coser y tejer cuando tenía ratos libres, gracias a eso soy muy bueno con las agujas. Puedo ayudarte y está bien que te quedes todo el crédito con el capitán Min, si lo hago mal entonces asumiré toda la responsabilidad.
A JiMin no le quedó de otra que aceptar y rendirse para después pasarle las cosas a SeokJin quien con ojos brillosos sostuvo todo en sus brazos y se sentó a la par del rubio más animado que otros días, y eso no pasó desapercibido por el mayor.
-Vaya que te gusta hacer esto- siguió después de un rato y Kim sólo asintió. Observó con curiosidad cómo sus manos trabajaban con velocidad y el hilo quitaba todo rastro de lo que antes era una tela rota, SeokJin sabía que era una tela delicada y se preguntó cómo era que el capitán Min se atrevió a entrenar con esto puesto y más si se suponía que era un "entrenamiento" llegó a ser rasgada.
Mientras el concubino le explicaba al chef cómo era qué se cosían las telas y que obviamente habían diferentes tipo de maneras para hacerlo en cada una, JiMin notó que era la primera vez que veía a SeokJin hablar tanto y tan liberal que en algunas ocasiones incluso lo codeaba mientras reía, su risa no era escandalosa más bien era como... La de un niño.
Su corazón se oprimio ante tal pensamiento y con toda la confianza se acercó más al menor y recargó su barbilla en uno de los hombros contrarios, SeokJin solo suspiró tranquilo.
-Perdón- comenzó el rubio y SeokJin frunció el ceño-, Realmente no quise ser tan duro contigo y entiendo que aún estás asustado, debí ser más comprensible y no tratarte de esa manera.
Ante la confesión, Kim sólo sonrió más tranquilo y negando con la cabeza contestó.
-Los humanos son egoístas, JiMin, pero tienen corazón y sentimientos obviamente todos tenemos un límite y cuando llegamos a el explotamos. Más bien yo no debí ser un egoísta al pensar solo en mí mismo y mi bienestar, todos estamos pasando por diferentes cosas y vivimos nuestro propios infiernos...
El chef Park sólo asintió y después de eso nadie dijo nada más, el traje del capitán Min parecía nuevo después de unas pasadas de hilo más y cuando el sol empezó a ocultarse SeokJin sintió que era hora de retirarse en caso de que el rey llegará a sus aposentos por atención suya, que los más seguro es que así fuera.
SeokJin ya estaba mucho mejor, y más gracias a las hierbas medicinales del doctor Jeon y claro que a las risas y sonrisas que JungKook le sacaba todos los días con sus caras gracias, todo a escondidas de su padre.
Las cosas parecían estar tranquilas por el momento, la concubina no se había aparecido en varios días, el capitán Min seguía observándolo de lejos con total discreción, JiMin y él parece que habían arreglado sus problemas y el principe TaeHyung... Bueno él seguía perdiéndose entre reino y reino que eran muy pocas las veces que le veían la sombra.
Finalmente la mañana siguiente del sábado llegó, fue una de las mañanas más frías que se había sentido en todo Seúl; los pordioseros de la calle temblaban de frío y se refugiaban entre ellos para friccionarse y hacer calor, los caballos no podían salir para andar entre las calles pues empezaban a llenarse de nieve y muy posiblemente morirían de frío, por ende todas las familias se encerraron y la familia real no era la excepción.
Entre uno de los balcones se encontraba JiMin y YoonGi, recargados en un barandal con vista hacia uno de los tres jardines, incluso no habían pájaros bañándose en las fuentes pues el agua había sido congelada.
De un momento a otro, gotas blancas cayeron del cielo y una leve nevada se dió paso en la cuidad.
-¿Nieve en estas fechas?- se preguntó el menor y YoonGi suspiró a su lado acomodando la bufanda negra entre su cuello.
-Apenas y salimos del invierno, el clima puede estar muy loco por ahora, cuando estemos en el centro del verano entonces puedes olvidarte del frío - contestó tranquilo haciendo a JiMin virar los ojos con aburrimiento.
-Odio el frío, son las temporadas donde la cosecha se seca y no crece rápido, el rey se pondrá loco si eso pasa de nuevo.
-Volviste a confiarte por el clima.
-Entonces para qué existen las estaciones del año si va a nevar cuando se les pegue la gana.
YoonGi rió y JiMin le siguió antes de que las puertas principales se abrieran y por ende llamará su atención, Min frunció el ceño y Park se enderezó terminando con el buen ambiente.
-¿Quién se supone que es...?
Un hombre delgado, de cabellos castaños y vestimenta blanca les sonrió directamente de medio lado, sus ojos totalmente negros como la noche y su piel algo bronceada, causó en JiMin un escalofrío y tragó pesado cuando YoonGi siguió un poco más serio:
-No... Más bien ¿cómo entró al palacio?
- Concubino Varón -
-jkookie.
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