Capítulo Doce.
Cuando se hablaba de las concubinas en el palacio tenías que tener mucho cuidado, a pesar de que ellas eran las mujeres de compañía y entretenimiento para el rey, eran parte del palacio y por ende de la realeza.
No cualquier mujer podía ser parte de las concubinas reales, ni tampoco de cualquier familia importante o de parte del gobierno. Tenían que ser mujeres preparadas para lo que vivirían el resto de sus vidas, mujeres que tal vez serían reemplazadas en cualquier momento por otra mejor que ellas y que aún así sabiendo eso estaban bien con su lamentable destino.
Es por eso que ante la rivalidad entre las mujeres y las incontables muertes por la envidia, el rey agrego categorías para cada una de ellas. Aunque las más importantes se separaban en tres.
La concubina favorita, era la mujer que el rey prefería pasar sus noches llenas de deseo, ella sabría qué hacer para hacer sentir bien a su majestad, dónde tocar y dónde no hacerlo, qué decir y qué no decir al igual que saber cuándo parar y cuando no hacerlo.
La concubina de más confianza, era la mujer que sabía absolutamente todo de las demás concubinas, el rey podría confiar sus penas e inquietudes con ella y aceptaría en cierta ocasiones algún consejo de su parte. El rey confiaba en ella y sabría cuándo le mentía pues ser ingrata de su parte no le venía muy bien.
Y finalizamos con la primera concubina real, era la primera mujer en llegar al palacio y pasar su primera noche con el rey. Todas en el palacio eran reemplazables a excepción de ella, no podías tocarla porque era la elegida, la que más modales tenía y la que sería perfecta para ser reina cuando el concubino varón tuvieran un heredero, si es que su majestad no le otorgaba el título especial a este, por supuesto que eso nunca había pasado.
En ese caso nombramos a JinSoul, siendo la concubina favorita, a Wendy, siendo la concubina de más confianza, y a JiSoo, siendo la primera concubina real.
Últimamente el ambiente era muy tenso en la sala dónde las concubinas iban y tomaban el té, todas la mujeres trataban de calmar a JiSoo quien con el pasar de los días simplemente su estado de ánimo se hacía más y más pesado. El rey no había querido pasar una noche más con ella, ni siquiera había mandado para preguntar sobre su día o simplemente para divertirlo.
Y según ella sólo había una razón y claramente que era SeokJin, el concubino varón, el hombre que llegó y puso todo de cabeza.
La sala de té estaba en silencio, JinSoul volteó hacia Wendy y está a pesar de sentir su mirada pesada no volteó a verla, y eso le hizo fruncir el ceño a la rubia.
-¿Crees que esté tramando algo?- preguntó inocente, Soul apenas y llevaba dos años en el palacio, aún era un poco más inocente que las demás.
-¿Crees que ella no está tramando algo?- contestó viendo de lejos a JiSoo quien seguía siendo halagada por otras concubinas-. El simple hecho de que ella no esté actuando en estos momentos en contra del concubino da miedo, pero es imposible, obviamente tiene algo preparado.
-Sería el peor error que cometiera, si le hace algo al concubino desataría la ira del rey y eso sería incluso malo para ella siendo intocable.
-Ella nunca cómete un error, obviamente nunca tocaría al concubino pero sí haría que alguien más lo haga para hacerlo ver como un accidente, entonces así su majestad no tendría pruebas o razón para castigarla.
La rubia frunció el ceño lamentable, sin entender muy bien porqué JiSoo seguía siendo así de malvada, por qué no simplemente esperaba a que el heredero naciera y que el rey se hiciera cargo por su propia cuenta.
Dicho antes ella era muy inocente y no sabía ni entendía hasta donde podría llegar la crueldad de esa personas.
Entonces cuando su mirada se fijó en la concubina real y esta le sonrió de medio lado algo tétrico, tragó pesado y sintió que el alma se le iba. Entendió el poder que esa mujer tenía y lo fácil que era para ella hacer las cosas sin ser sospechosa.
Y eso más de darle miedo, le dió tristeza pues el rey nunca les creería por encima de ella.
- Concubino Varón -
SeokJin se había dado cuenta que la única persona que conocía dentro del palacio y que podía salir de éste mismo era el chef JiMin, tenía que ir al mercado para escoger él mismo los alimentos. Siendo una persona de la cual se encargaba de algo importante para la familia real tenía que asesorarse de no escoger nada echado a perder ni tampoco confiar en personas que tal vez podrían ser traidoras.
Entonces cuando SeokJin se dió cuenta de eso no había dudado una segundo en escribir una carta para sus padres, con la esperanza así de que JiMin se apiadara de él y no le quedará de otra más que hacerle el favor.
Fue cuando tomaba el té cerca del jardín, que observó cómo las puertas se abrían y los caballos reales entraban con carretas llenas de cajas de madera, todas llenas de comida y un cello especial dando a entender que era de calidad solo para el palacio.
Se levantó de aquella colchoneta roja y a pasos dudosos y lentos se acercó al jardín principal, cada sirviente que pasaba simplemente lo ignoraba e incluso a veces chocaban levemente contra sus hombros.
La curiosidad le ganó por un instante cuando nadie se encontraba al rededor y las puertas aún no se cerraban bien, se acercó más y más y por el filo de la puerta observó el exterior, no había mucha gente, pocos caballos y uno que otro aficionado rezando por el bienestar del rey y el principe, halagando que no tardaría la llegada de un heredero en cualquier momento dándoles paz y alegría por primera vez.
Frunció el ceño, ¿Tan importante era para ellos? Nadie sabía de su estadía en el palacio como el concubino y estaba seguro que de ser así la gente se volvería loca.
Finalmente la puerta se cerró, suspiró pesado y lamentaba antes de dar media vuelta para regresar al palacio. La idea de escapar sí había cruzado por su mente aunque sea por un segundo, pero sabía y no le cabía duda de que el rey lo encontraría en cualquier momento, así que simplemente desechó la idea.
Se detuvo de golpe cuando la filosa punta de la enorme espada real rozó su cuello, tragó pesado y su piel de ser llena de vida ahora estaba pálida. El rey estaba exactamente frente a él con cara seria, sus ojos tranquilos y apesar de eso su puño apretaba tensamente el mango de la espada.
-Vaya...- comenzó el moreno-. Por un momento pensé que saldrías corriendo, estaba a punto de cortarte la cabeza.
-Su majetad- contestó nervioso y más que nada asustado-. No podría hacerlo.
-Aunque pudieras hacerlo no creo que vayas muy lejos.
SeokJin asintió bajando la vista, finalmente el moreno guardo su espada en el estuche de oro que colgaba y rodeaba en su cintura y se acercó a pasos lentos hasta a él, con una de sus fuertes manos sostuvo la barbilla del menor y lo obligó a levantar la vista. Sus miradas se encontraron y por más sorprendente que fuera el rey no usó fuerza en ningún momento.
-Aun no sé bien lo que me pasa- susurró él-. Pero entiendo por qué nadie te conocía afuera, tus padres tenían miedo de que cayeras en las manos equivocadas. Pero sé que si se enteran que estás en el palacio estarían felices, qué mejor que pertenecer a la realeza.
Dicho esto se acercó lentamente hasta que sus labios se unieron en un beso, SeokJin frunció el ceño y se obligó a cerrar los ojos cuando la imagen del rey disfrutando de los movimientos bruscos y sus lenguas chocar le dieron náuseas.
De hecho ahora que lo pensando; ¿El rey estaba considerando dejarlo con vida?
- Concubino Varón -
-jkookie.
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