09| UN JOVEN CEREZO
Un dulce aroma se apoderó de sus sentidos, lo arrulló con sutileza y evocó el nacimiento de emociones y sensaciones similares a enormes volcanes ardientes a punto de hacer erupción. Al girarse y dejar de lado la presa aún caliente a sus pies, sus ojos se enfocaron en su grácil silueta, en unos bellos ojos tan brillantes como el mismo cielo, que lo miraban con curiosidad, sin embargo, no pudo ver su rostro con claridad. En ese momento con la respiración acelerada y su corazón latiendo desenfrenado, tuvo la certeza de que se encargaría de amanecer enredado en sus cabellos negros, en marcar su dulce y pálida piel con besos que le arrebatarían el aliento. No supo porqué pero su lobo estuvo de acuerdo con aquella idea, sus instintos suplicaron fervientemente por un beso de aquellos labios, y la permanencia en la tierra con su descendencia.
Al intentar acercarse, la tierra pareció girar precipitadamente, y de pronto se vió a sí mismo corriendo detrás de él, persiguiéndolo sin intenciones malévolas, simplemente queriéndolo alcanzar, y cuando lo logró, cuando sus manos sostuvieron su fina cintura, la plenitud que lo invadió fue inmensa, avasallante y magnífica, pues al tener su rostro tan cerca del suyo, mirándolo con tanto amor y devoción, se dio cuenta de que era él con quién debía compartir la vida. Jeon Jungkook era el omega que quería para él.
El canto de un endemoniado animal emplumado lo despertó; atolondrado se sentó rápidamente en la cama e intentó mermar la pesadumbre arraigada en su ser, la respiración entrecortada y el sudor frío que le recorrió el cuerpo por aquel extraño sueño que venía atormentándolo desde noches atrás, y esas alucinaciones que aparecían esporádicamente frente a la lucidez de sus ojos.
Debido al temblor involuntario de su cuerpo y su entusiasmo por lograr respirar correctamente, el omega que dormía plácidamente a su lado terminó despertándose también; en un intento por tranquilizarlo y hacerlo volver a la realidad, tomó su rostro entre sus manos y con una expresión confusa acarició sus mejillas.
Quizás fue debido a su familiar aroma que las pulsaciones de su corazón se redujeron a suaves tamborileros, su agitada respiración se convirtieron en suspiros y por mera inercia se impulsó a su tacto, ansiando su calor corporal y la devoción con la que era tratado.
En algún punto de ese ínfimo momento, Taehyung se percató de que no se encontraban en su habitación, ni siquiera alguna otra dentro del palacio, pues las sábanas eran distintas, de fina seda color azúl cobalto con bordados de cerezos dorados; el techo no era tan alto y las ventanas no tenían el característico verde que pintaba los aposentos en aquel que él reconocía como su hogar. Entonces recordó que la tarde anterior al ser víctima de un extraño recuerdo decidió cumplir finalmente con su palabra e ir a la casa de los Jeon. Tal y como se lo había prometido a su Concubino, partieron al caer la noche, con ropas más simples para evitar llamar la atención del gentío que aún vagaba por las calles a tan altas horas de la noche, y siendo escoltados por un puñado de alfas escondidos en las sombras.
Al llegar tan tarde y con tan poco tiempo de antelación, fue la señora Jeon la única en recibirlos, su amable sonrisa y la satisfacción de tener de vuelta a su hijo bajo su techo no pasaron desapercibidos para los presentes, mucho menos para Taehyung, quién a pesar de no encontrarse del todo cómodo con la situación, se sintió extrañamente conmovido por hacer sonreír al omega a su lado.
Al volver en sí y percatarse de la intensa preocupación en el semblante del azabache, el monarca sonrió, le devolvió la caricia con suluteza y bajó su mano lentamente hasta su vientre.
—No te asustes —susurró Taehyung sobre las mejillas ajenas tras déjale un beso—. Estoy bien, solo tuve un sueño extraño.
—¿Cómo puedo no asustarme si se le ve tan acalorado? ¿Se encuentra bien? ¿Necesita que llame al médico?
—Me gustaría que encendieras la vela, así podría verte mejor.
—No creo que sea posible, majestad —respondió con renuencia el omega—. No solo porque no sé encender eso, sino que he de verme desastroso, me avergüenza pensar que usted...
—¿Qué yo qué? —inquirió el alfa cuando Jungkook guardó silencio—. Has sido tú quien me ha visto en situaciones aún más vergonzosas, sin embargo tu opción hacia mí no ha cambiado. ¿Qué te hace pensar que...
—Exacto —resopló—. Su opinión sobre mí no ha cambiado, aún piensa que intento traicionarlo, no me cree de fiar, pero al menos piensa que soy hermoso, y eso, es lo único que tengo a mi favor. ¿Cómo he de mostrarme ante usted con el rostro hinchado y el cabello enmarañado? No me arriesgaré a perder su atención por tan impúdica escena.
—He estado teniendo sueños extraños —dijo Taehyung, cambiando hábilmente el rumbo de la incómoda conversación, pues quería admitir en voz alta que realmente no había logrado confiar del todo en él—, al parecer mi memoria quiere volver. Estoy perdiendo la razón, porque en cada una de esas alucinaciones estás presente, y no fue hasta hace un par de semanas que te vi por primera vez. ¿Acaso es esto un embrujo? ¿O será que me equivoqué? ¿Te he estado haciendo daño todo este tiempo?
Sin poder evitar demostrar la emoción que sintió, los ojos de Jungkook destellaron por la presencia de su lobo, y sonriendo enorgullecido por los avances que comenzaba a presentar el alfa, sonrió, se inclinó un poco más para poder acariciarle el pecho y hundió su nariz en su cuello, donde las feromonas de este se concentraban deliciosamente para él.
—Estoy orgulloso de usted, majestad, lo está haciendo bien. Independientemente de si me recuerda o no, me tranquiliza que por fin esté recuperado la memoria —le dijo con sinceridad, susurrando y besando delicadamente la piel sensible de su cuello, lo que provocó que Taehyung soltara un suspiro y que ladeara la cabeza para darle más espacio en la zona—. Debe haberse sentido perturbado todo este tiempo intentando recordar, tan desolado por la muerte de su padre, y confundido por mi presencia, aún con todo eso se ha convertido en un magnífico Rey.
—¿No te enseñaron a jamás jugar con fuego? —inquirió con sorna el castaño, dejando de lado sus palabras de aliento, y enfocándose más en la ardiente sensación que le provocaban sus besos—. No enciendas la hoguera si no estás dispuesto a arder.
—Póngame a prueba —respondió con una de sus manos bajando peligrosamente hacia el pantalón del alfa—. No le temo al fuego, majestad, me encantaría arder bajo el yugo de su sed.
Con sus iris brillando en intenso dorado, el alfa afianzó la cintura del azabache, lo subió a sus muslos y besó sus labios con hambre voraz, con deseo incontenible que llevaba semanas enteras encendido en su interior, sin embargo, y contrario a todos sus deseos por someterlo debajo de su cuerpo, Jungkook tomó la impetuosa iniciativa, meció sus caderas sobre su sexo y lentamente fue deshaciéndose de su agarre.
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VERSIÓN SIN CENSURA DISPONIBLE EN INKSPIRED.
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Entrando la mañana, sin poder alejarse de su calor, aún compartiendo dulces besos e ínfimas caricias, con sus cuerpos sudorosos y el constante “¿qué acaba de ocurrir?” Taehyung se percató de la pesadez en los ojos ajenos, el cansancio que implicaba gestar a su heredero y además satisfacer sus necesidades, fue algo por lo que ciertamente se sintió culpable.
—Duerme un poco más —le dijo sobre su oído, cubriéndolo con las mantas sucias por sus fluidos, pero sonriendo con orgullo por el aroma de ambos impregnado en ellas—. Yo me haré cargo de tus padres, sólo descansa.
—Estoy exhausto, —admitió Jungkook, dando un bostezo.
—Y cómo no, si estás embarazado.
—Majestad —lo llamó somnoliento—. ¿Le cuento un secreto?
—Dime.
—Todo este tiempo me he levantado más temprano que usted para arreglarme el cabello y bajar la hinchazón de los ojos, para evitar que me viera así.
—No lo hagas más, —respondió Taehyung soltando una risita—. Mi intención es conocerte tal cual eres, no te escondas más de mi, pues incluso así, eres hermoso.
—Majestad, —volvió a llamarlo, pero está vez sus ojos se encontraban cerrados—. Lo amo, en verdad lo hago.
Sin saber que responder a tan significante confesión, el alfa se mantuvo estático por un momento, mirándolo en silencio hasta que su respiración comenzó a pausarse y la inconsciencia terminó por apoderarse del cuerpo del omega.
—Creo que yo también, —soltó en un murmullo, con lágrimas en los ojos por lo absurdo que sonaba aquello, pues semanas atrás habría jurado jamás llegar a sentir más que repudio por él—. Creo que yo también te amo, Jeon Jungkook.
Tras asegurarse de marcar con su aroma la almohada que había usado y cubrir los pies del omega con la manta restante, se puso de pie para poder limpiarse. Humedeció un pañuelo que encontró del otro lado del biombo y una vez sin residuos de lo que fue un apasionado encuentro, se colocó un par de prendas limpias que se encontraban aún en los baúles que habían llevado desde el palacio; se peinó el cabello frente a un pequeño espejo, y salió procurando no hacer demasiado ruido.
Una vez estuvo afuera se llevó un susto de muerte, pues al girarse se encontró con la madre de Jungkook, quién lo miraba con curiosidad.
—¿Lo asusté? —le preguntó MinYoung con una sonrisa pícara en sus labios, pues estuvo de pie frente a la puerta el tiempo suficiente para percibir el aroma picoso del interior—. Lo siento mucho, su majestad, solo quería ver si ya se habían despertado, el desayuno está casi listo.
—Mi concubino sigue durmiendo. Él… Bueno él está cansado por el viaje, así que…
—Claro, el viaje —se burló la castaña—. Anoche noté un aroma extraño en él, majestad, me preguntaba si es que quizás su excelencia podría…
Taehyung supo de inmediato a qué se refería. No era de extrañarse que la omega, siendo la madre de su concubino, pudiera percatarse de los cambios físicos que comenzaba a experimentar; así que meditó si era buena idea ocultarle a la omega aquel irrefutable hecho.
—Sí —respondió rendido—. El concubino está encinta.
—¡Enhorabuena! —lo felicitó sonriente—. Me hace muy feliz saber que finalmente estén rehaciendo su vida como pareja. Ambos han pasado por tanto…
—Le agradezco su sinceridad —le dijo en cambio—. Sin embargo espero que pueda guardar el secreto, aún no se lo he informado a mi familia, y la médica Jeon, ha dicho que puede ser riesgoso someterlo a tanto estrés, es por eso que hemos venido aquí, me gustaría que pueda descansar y sentirse cómodo al menos hasta que llegue el momento de hacer pública la noticia.
—Por su puesto —concordó ella con una sonrisa—. Mi Jungkookie no soportaría perder a otro cachorro.
El recuerdo constante de ese dato detonó que la incertidumbre que venía sintiendo desde que supo de ello se manifestara en impotencia, en una rabia hacia sí mismo que lo obligó a morderse la lengua para evitar maldecir en presencia de la señora.
—Todo el tiempo se me habla de aquel niño pero jamás he podido… No sé, tener la certeza de que estuvo aquí, y que fue mío. Usted me dijo aquella vez que tenía pruebas de ello, me gustaría que me mostrara ahora.
MinYoung le dio una mirada sombría, guardó silencio por un extenso momento hasta que estuvo segura de la sinceridad escondida en sus ojos, y suspirando asintió, se dio la vuelta sin mencionar nada y comenzó a guiarlo hacia el patio trasero, del cual salieron para encontrarse con el inicio del bosque a espaldas de la casa.
—¿Ve ahí? —Le señaló una fracción de tierra cercada alrededor de un cerezo—. En ese lugar se encuentran mis padres y suegros, quienes murieron hace un par de años, ¿Los recuerda?
—Vagamente, sí —respondió Taehyung con el ceño fruncido en desconcierto—. Pero no lo entiendo, ¿Qué tiene que ver?
—Esa noche llovía a cántaros —comenzó a contarle sin mirarlo a los ojos, manteniendo su entera atención en el campo santo frente a ellos—, cuando usted marcó a otro omega y la unión que tenía con mi hijo, finalmente se rompió, fue que le vino un terrible dolor, las sábanas se mancharon de sangre y sus lamentos fueron más fuertes que los rayos en los cielos. Los médicos y parteras corrían de lado a lado en su habitación intentando frenar el sangrado y salvar al cachorro en su vientre, pero fue demasiado tarde, una de las parteras más viejas de la capital, nos dió la noticia del fallecimiento del bebé, y tuvieron que inducirle el parto para sacárselo de adentro. Así fue, mi Jungkook hizo su mejor esfuerzo y parió a su hijo muerto, pero después se desmayó. Yo creí que jamás lo volvería a verlo despierto, pues no paraba de sangrar, sin embargo, cuando se despertó, deseé que sus ojos se volvieran a cerrar, su pena fue tanta y tan fuerte, que sostuvo al niño en su pecho por un día entero mientras lo llamaba a usted. Antes de eso creí haber experimentado el dolor, jamás creí ver a mi hijo llorando la muerte del suyo, pues así no debe ser la vida, son los hijos quienes nos lloran cuando la luna nos reclama, no al revés, una abuela jamás debería ver a su nieto ser enterrado junto a sus bisabuelos, sin embargo ahí está, debajo de ese pequeño cerezo que tiene la misma edad que tendría él.
—Señora Jeon —musitó el alfa mirándola atentamente, llorando en silencio la dolorosa escena que se proyectó delante de sus ojos—. Me cuesta trabajo pensar que yo, siendo quién soy, haya provocado tal tragedia; pero parece que la vida está empecinada en demostrarme que he causado más daño del que puedo imaginar, y si me permite, me gustaría ir allá, quiero ver con mis propios ojos al niño que asesiné.
—No sea maleducado y llévele flores, —lo reprendió con sorna—. Después de todo, también será su primera vez conociendo a su padre.
Sin más que un asentimiento como respuesta, MinYoung se adentró de nuevo en la casa para darle privacidad, algo que Taehyung agradeció en silencio, pues se quedó de pie sin poder avanzar por un buen rato, intentando que su llanto cesara para poder ir a su encuentro.
En el camino que le pareció más largo de lo que realmente era, recogió un par de flores silvestres del suelo, las más bonitas desde su parecer, e ingresó a la cerca de un salto, pidiéndole permiso a los muertos que descansaban en ese lugar y dando pasos dudosos hasta el joven cerezo.
Mirando a su alrededor se encontró con un par de nombres conocidos en las lápidas; entre ellos estaba el valeroso Jeon MinHo, quién alcanzó a servir a su padre como historiador y fiel partidario de las reformas; Jeon JaeHyuck, su cónyuge, así como también, la ministra Park, quién fue madre de su suegra y sirvió a su abuelo como jefa de estado antes de jubilarse; sin embargo, y aunque todos los nombres le eran familiares, había una excepción, un Jeon que jamás llegó a conocer, cubierto de flores blancas sobre el pequeño montículo de tierra alrededor del cerezo más bello que alguna vez hubiera visto.
Jeon YongSun.
El corazón se le apretó al leerlo, y buscó entre sus recuerdos el significado escondido en las siglas escritas con perfecta caligrafía, y descubrió que más que un simple nombre, tenía un significado hermoso. Dragón en primera posición.
»El verdadero dragón«.
Volvió a susurrarle su lobo cuando una fresca brisa impactó contra su rostro, cuando el viento sacudió las flores rosadas del cerezo y sus pétalos se esparcieron a su alrededor, como queriendo saludarlo, como si el niño debajo de la tierra estuviera contento por su presencia.
Fue como si su hijo hubiera corrido a sus brazos después de un largo día de ausencia.
Una terrible melancolía se apoderó de su cuerpo, sus piernas perdieron por completo la fuerza y antes de que pudiera darse cuenta, ya se encontraba de rodillas sobre el suelo, llorando y sollozando por el recuerdo que lo atacó con brutalidad. En ese momento, con sus manos haciendo puños sobre la tierra, vió ante sus ojos una escena borrosa, donde él se encontraba acariciando el cálido hogar del cachorro a sus pies, donde le pedía que no causara problemas y le aseguraba que pronto regresaría.
No le quedaron más dudas, toda la gente a su alrededor le había dicho siempre la verdad, y se culpó por no haber hecho caso de sus sinceras palabras, de no haberle creído a Jungkook cuando este entró en el palacio hace un par de primaveras para suplicarle que volviera a su lado, y le regresara el color a su vida, pues ciertamente, él le había arrebatado más de lo que alguna vez pudo haber imaginado.
Tan ensimismado estaba en su caótica autodestrucción, que no fue capaz de percibir las feromonas de Jungkook cuando salió de la casa, sino que fue hasta que tocó su hombro que pudo salir por un momento de su desesperanza.
—Volvamos adentro —le pidió el omega en un susurro, acariciando su espalda intentando reconfortarlo, mas no esperó que el alfa sostuviera la mano que se encontraba sobre su hombro.
—Jamás me había sentido tan triste y tan feliz al mismo tiempo —se sinceró entre sollozos—. ¿Este niño es realmente mi hijo? Dime, Jungkook, si te he hecho tanto daño, ¿cómo es que puedes verme a la cara y no maldecirme?
—Porque amo el recuerdo de lo que fuimos un día, porque amo a mi hijo, incluso si lo sostuve tan poco tiempo en mis brazos, porque lo amo a usted, y sé que de haber estado cuerdo jamás me habría provocado tanta pena y dolor.
—¿Por qué continúas llamándolo tuyo y no nuestro?
—¿Lo recuerda?
—No lo hago, —mintió.
—Entonces es sólo mío.
Las lágrimas acumuladas en sus ojos no fueron impedimento para que Taehyung se diera cuenta del semblante temerario del omega, de ese resentimiento que incluso en su dulce barítono se encontraba presente, y se preguntó si se debía a algo más, algo que no sabía o que simplemente no tenía la valentía para ver. Aunque era cierto que comenzaba a recordar y tenía certeza de innumerables sucesos ocurridos en su letargo mental, continuaba preguntándose quién era el verdadero villano de esa tragedia, si sería Jimin el responsable de la muerte de su primogénito, o Jungkook había tergiversado la información a su conveniencia. De cualquier forma, y desde su ignorancia, se culpó a sí mismo por todo, pues incluso sin Jimin como variable, él había actuado de manera imprudente, y ocasionó un daño que ni siquiera el sabio tiempo podría borrar.
No queriendo salar más la herida abierta en su corazón, suspiró, se limpió las lágrimas y le echó un último vistazo a la tumba de su hijo, miró las flores regadas en sueño y las acomodó a su alrededor con sumo cuidado y cariño, saludándolo y despidiéndose en silencio de aquel pequeño ser, al que jamás tendría la oportunidad de conocer.
—Es tarde, vámonos.
Jungkook asintió sin más, besó la yema de sus dedos y acarició el nombre de su hijo con amor.
—Papá vendrá a verte más tarde…
Taehyung, quién ya había salido de la cerca se detuvo abruptamente al escuchar aquellas palabras, pero no sé atrevió a voltear, la vergüenza y el repudio que sentía por su persona, no se lo permitieron, sin embargo, cuando el azabache lo alcanzó, se atrevió a entrelazar sus manos y comenzó a caminar a su lado hacia el interior de la propiedad de los Jeon.
Fue un amargo encuentro, por supuesto, pero tan significativo que logró marcar al monarca de por vida.
[...]
Al volver a la casa y después de tomar juntos un baño, ambos salieron de la habitación con ropa más apropiada para tomar el desayuno con los señores Jeon, sin embargo, volvieron a encontrase únicamente con MinYoung y un par de omegas sirviendo la mesa.
—¿Están listos? —preguntó avergonzada—. Creí que tardarían un poco más.
—Quiero llevar a Jungkook a dar un paseo, —respondió Taehyung fingiendo una sonrisa, pues no se sentía del todo bien por lo recientemente ocurrido—, pero no puede salir sin antes desayunar.
—Le dolerá el estómago —concordó la omega—. Que bueno que lo sepa.
La cuestión era que Taehyung no sabía nada al respecto, pero tampoco hizo amago de corregirla, simplemente asintió y ayudó a su Concubino a tomar asiento frente a la mesa cuando esta estuvo lista y repleta de platillos, a simple vista deliciosos.
—¿El señor Jeon no nos acompaña? —preguntó el alfa después de un rato, a lo que la omega asintió.
—Prometió volver antes del desayuno, pero aún no ha llegado, así que puede comenzar a comer, majestad.
—No, prefiero esperarlo.
—¿Dónde está? —inquirió Jungkook en un murmullo.
—Con YeoBeen —respondió ella—. Sabes como se pone Seokjinie cuando tu hermana se ausenta hasta altas horas de la noche, fue a aclararle que estuvo con él y tu hermana en una reunión.
Tanto Taehyung como Jungkook se rieron por primera vez, y tanta fue la sorpresa para ambos, que se miraron confundidos.
—Por un momento casi olvido que mi primo es también un Jeon —soltó Taehyung volviendo su atención a su suegra—. Lamento en nombre de mi familia los desplantes que hayan tenido que soportar hasta ahora.
—Es un buen omega —dijo MinYoung mientras negaba—. Posesivo y celoso, pero un buen esposo y un excelente padre. ¿Ha podido conocer a mi nieto? Es un cachorro muy adorable, se parece mucho a él.
—No estaba enterado de que estaba encinta, pero ahora que estamos aquí, quizás pueda ir a visitarlo.
—Le encantará, lo sé —se rió—. Jungkook, ¿irás también?
—Le escribí a Hoseok para ir a visitarlo más tarde.
—Yo puedo acompañarte —se ofreció el alfa, sin embargo Jungkook negó.
—Me gustaría ir con mi amigo, si no le molesta.
Aunque quizás su comportamiento se debía al dolor que implicó verlo visitando la tumba de su hijo, Taehyung no comprendía del todo cuál era su molestia en sí, pues según él, tenía el mismo derecho a llorar su muerte, incluso si no lo recordaba por completo. El verlo tan renuente a hablarle o siquiera mirarlo a pesar de lo que habían compartido un par de horas atrás en la alcoba, comenzaba a ponerlo ansioso.
En ese momento, boqueando al intentar darle una respuesta, el padre de Jungkook apareció, luciendo su pulcro atuendo como funcionario y portando un semblante poco amigable, como era costumbre.
—Lamento la tardanza —dijo GongYoo en un tono áspero, inclinándose ante el monarca con sumo respeto—. Buen día, su majestad, es honor poder tenerlo bajo mi techo.
—Le agradezco la hospitalidad, señor Jeon —respondió Taehyung una vez que el hombre volvió a incorporarse—. Mi concubino tenía deseos de visitarlo.
—Claro —soltó el alfa mayor con cierta sorna en su entonación, e inmediatamente dirigió su mirada hacia su hijo—. Su excelencia, es un placer poder verlo tan saludable, ¿Ha estado bien?
—Sí, padre —respondió Jungkook con una mirada llena de afecto y una sonrisa incontenible—. ¿Cómo está usted? ¿Ha ido bien el asunto con mi cuñado?
—SeokJin puede ser un tanto exagerado —se burló el alfa, al tiempo que tomó asiento junto a su esposa, justo enfrente de Taehyung—. Sin embargo lo comprendo, acaba de dar a luz, su lobo debe sentirse ansioso por la ausencia de su alfa.
—¿Cuál fue el asunto que los mantuvo a tan altas horas de la noche fuera de casa? —indagó Taehyung con curiosidad, y recibió por parte de su suegro una mirada mordaz.
—Aunque no es una reunión oficial, su majestad, he de hablarle con la verdad, incluso si eso significa que usted interfiera directamente con nuestros planes.
—Hable sin rodeos.
—Los eruditos y yo, hemos comenzado una investigación acerca de su alteza, la reina consorte —admitió sin miramientos, sin un ápice de miedo o duda en su semblante—. No ha sido mi codicia lo que me ha impulsado a proponer aquello, mi rey, sino el amor que le tengo a Yuin y a mi hijo aquí presente; pues es él, quién debió ascender al trono junto a usted. Así que, espero que una vez recaudadas las pruebas suficientes, no haga oídos sordos a nuestra petición.
Molesto por su irritable franqueza, Taehyung se le quedó mirando por un largo rato, e intentó no mostrarse afectado por sus palabras, sin embargo, no pudo hacerlo, pues aunque ya había recuperado ciertos fragmentos de sus recuerdos, lo cierto era que se encontraba bastante confundido respecto a la situación. Y no era de extrañarse el hecho de que sus sentimientos humanos se contradijeran tanto con los deseos de su lobo, pues había vivido durante años creyendo que estaba haciendo lo correcto, que amaba a la persona que se encontraba a su lado, y odiaba a muerte a un omega, que, al parecer, era la verdadera víctima de todo el problema.
—Tiene mi consentimiento, erudito —dijo finalmente, mirando al alfa con recelo—. Desenmascare al usurpador, y traiga a mí las evidencias, que he de escucharlo, y prometo tomar una decisión basandome en hechos, y dejando de lado mis mundanos sentimientos. No me opondré a sus deseos.
Los Jeon se miraron todos entre sí con asombro, pues ninguno pudo anticipar que Taehyung fuera a dar esa respuesta, cuando tiempo atrás se había opuesto rotundamente a cualquier petición que implicara un daño futuro a su consorte.
—Me alegra escucharlo, su majestad —dijo GongYoo con sinceridad, aunque dubitativo por su repentino cambio de actitud—. Es bueno saber que poco a poco, la verdadera esencia del dragón vuelve a gobernar con sabiduría.
—Hablando de eso —añadió el castaño con audacia, tomando la mano de Jungkook por debajo de la mesa—. Me place ser yo quién le traiga esta noticia, pues la sangre de mi linaje yace en el vientre de su hijo. Jeon Jungkook, dará a luz a mi heredero.
Lleno de orgullo y destellando el rojo vivo de su lobo en sus pupilas, GongYoo miró a su hijo, le dio una sonrisa afable y se levantó de la mesa, tras darle un casto beso a su esposa.
—Les deseo salud, paz y amor en esta nueva etapa de su vida —dijo hacia Taehyung, inclinándose en una reverencia—. No me cabe la menor duda de que su hijo estará orgulloso de ser uno más de la familia, de portar el apellido imperial, y poder ser nombrado como el futuro del reino. Serán excelentes padres. ¡Felicidades!
Pese a que ya conocía la noticia y guiado por la impulsividad de su parte animal, sus palabras no fueron suficientes, así que caminó hasta el otro extremo, para poder quedar frente a su hijo, quién se levantó de un salto cuando lo vio arrodillarse a sus pies. Con suma delicadeza, tomó sus manos entre las suyas, y besó su dorso con excelsa dulzura, pues el regocijo que sentía era avasallante y difícil de contener.
—Padre, por favor levantase —le pidió Jungkook un tanto avergonzado, mas el alfa hizo caso omiso a sus palabras.
—Que la Diosa bendiga el vientre en el crece el futuro heredero, que cuide de su salud, y salvaguarde su noble corazón. Hijo mío, tú más que nadie merece ser feliz. Tú más que nadie merece el honor de ser llamado padre, así que, con humildad y respeto, te ofrezco a ti y al niño que llevas dentro, el amor y protección de nuestro clan. Un Jeon nunca olvida, y jamás le dará la espalda a uno de los suyos.
—Que la Diosa lo bendiga también, amado padre, pues deseo compartir con usted la dicha de la vida, y la agonía que me ha dejado la muerte —dijo Jungkook, recibiendo el beso que GongYoo dejó sobre su vientre vestido, y arrodillándose a su lado para poder besar su frente y afianzar el agarre de sus manos—. Sin su guía mi camino se vería incierto, así que acompañeme por una eternidad más, que no hay otra cosa que desee con tanto anhelo que seguir bajo el cobijo de su manto. Levantase padre, no hay razón para que sus rodillas toquen el suelo.
Después de volver a sus asientos, la atmósfera tensa que comúnmente los envolvía se disipó, los presentes compartieron el desayuno en silencio, pero compartiendo sonrisas y miradas que demostraban cuán felices eran por las gratas noticias, y la presencia de un hombre al que jamás esperaron volver a tener bajo su techo.
El rumbo de su historia estaba cambiando, y el destino parecía volver a sonreírles…
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