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08| REFUGIO DE LA NOCHE

Con la respiración entrecortada y gruesas lágrimas corriendo por sus mejillas, Jimin no pudo hacer otra cosa más que ceder a sus emociones. Sus manos hechas puño en la tela lila de su hanbok, y sus rodillas apoyadas en el suelo al perder el control de su cuerpo, fueron el menor de sus problemas. Su lobo aún resentido con su conciencia, o la llamada parte racional, reconoció el aroma del alfa acuclillado frente a él; levantó la mirada para encontrar su rostro borroso, y quiso sonreírle, tal vez acariciar una vez más el contorno de su nariz, pero al secarse sus cuencas, notó el desprecio con el que lo miraba, la altanería y el rencor por su existencia.

–El tiempo no ha pasado en  ti—, pronunció el pelinegro con la voz áspera, con ápice casi impertinente de gentileza—. Sólo mírate, sigues siendo hermoso, pero tan patético que lo único que logras evocar en mí, es pena.

–¿Cómo te atreves a hablarme con tanta insolencia?—, bramó el rubio invadido en ira hasta la médula—. Soy la reina de Yuin, y si lo deseo haré que te arranquen la lengua…

–¿Es así?—, lo interrumpió Yoongi con una sonrisa burlona adornando la palidez de su rostro—. ¿Serías capaz de dejar a tu hija sin su otro padre? Aunque no me sorprende, he de admitir. Sí ya fuiste capaz de abandonarla y asesinar al hijo de tu amo, ¿Qué no me harías a mi? La cuestión es, Jimin, que no te tengo miedo.

–Cierra la boca—, lo amenazó a punto de quebrarse.

–El Concubino del rey, se ha ganado su simpatía, y tiene a todo su clan esperando por tu caída—, haciendo caso omiso continuó con una sonrisa—, ¿Recuerdas todas las groserías que le hacías a los omegas de la casa, mofandote de ellos por ser el protegido del joven Jeon? Ahora, su alteza, soy yo quién ocupa ese lugar, créeme que no hay nadie en este mundo que te odie más que él, ni siquiera yo, que aborrezco cada recuerdo de lo nuestro. Aunque reina, no tienes aliados de tu parte y es cuestión de tiempo para que por fin vuelvas a las fangosas calles de dónde nunca debiste haber salido en primer lugar.

–¡He dicho que cierres la boca!—, su mano se impactó brutalmente contra la mejilla del alfa, y se levantó de golpe para mirarlo desde arriba—. Haré que te devuelvan al calabozo.

–Piensa en tu hija, Jimin—, volvió a burlarse de él antes de ponerse de pie para igualar las condiciones—. No creo que seas tan desalmado. ¿O sí?

–Esa niña no es mi hija—, le dijo con el rostro enrojecido y su labio temblando ante la amenaza de una nueva oleada de llanto—. Piensa en ella antes de interponerte en mi camino, Yoongi. No tienes idea de lo que soy capaz.

–Ya no puedes hacer más daño, Jimin, eres tan estúpido que ni siquiera lograste mantener la atención del rey y asegurar tu lugar en el palacio, así que ve, sé que te mueres por intentar hacer que me arresten y echen a su excelencia de aquí. Sólo recuerda que él tiene mucho más poder e inteligencia que tú.

Con sólo el rastro del aroma de su amo, Yoongi siguió sus pasos dejando a Jimin completamente desconcertado y al borde de un colapso nervioso.

Tenía que ser sincero consigo mismo, afrontar la crueldad de sus palabras y hacer algo al respecto para intentar frenar lo inevitable. Por ese motivo, con la poca lucidez que mantenía y orillado por la idea que le cruzó por la mente, comenzó a andar por lo ancho de los pasillos y jardines hasta que finalmente llegó al salón imperial, donde todas las mañanas y parte de la tarde, los eruditos y el rey se reunían para discutir asuntos referentes a la situación del reino y la familia real.

[...]

–¿Qué se sabe sobre la situación actual de Sirgo?—, inquirió Taehyung, quién sentado en su trono leía atentamente los pergaminos entregados para esa reunión.

–No mucho, su majestad—, dijo Jeon GongYoo, dando un paso al frente—. El Rey omega es querido por su pueblo y bajo la tutela de su padre el Duque de Céndia, logró estabilizar su territorio después de la guerra; pero no más que eso.

–¿Un rey omega?—, inquirió con sorpresa, levantando la mirada de la tinta para mirar al primer ministro—. ¿Se está burlando de mí?

–Oh no, su majestad, no me atrevería. Según nuestros informantes, tras el exilio y destitución del rey Kang, fue su consorte quien se coronó como monarca. La dinastía de los Kang no es más que historia, aunque sus hijos, actualmente con el apellido de los Choi, mantienen su título como príncipes de la corona.

–Debe tener cuidado, su majestad—, habló otro de los eruditos al fondo—, dado que los omegas tienden a seguir los movimientos rebeldes de los suyos, su reina podría pretender seguir el ejemplo del rey traidor. Asesinar a su propio alfa para tener el control del reino, debe tratarse con excelsa precaución.

–No es nuestro asunto—, acotó tajante el castaño—, dudo que alguno de mis omegas sea capaz de cometer semejante acto de traición. En todo caso, no es eso de lo que estamos hablando, sino de la solución a este conflicto que parece interminable. Envíenle una carta al rey pidiendo una reunión para apaciguar las aguas. Estoy dispuesto a viajar a Sirgo para solucionar este malentendido, o, si lo prefiere, estaré gustoso de recibirlo en el palacio.

–¡Sí, su majestad!—, hablaron al unísono los alfas, inclinándose como cada vez que Taehyung dictaba una nueva orden que acatar.

–Ahora, me gustaría saber más sobre los príncipes.

–Según sabemos, su majestad—, acotó el primer ministro—, el rey omega dió a luz a tres príncipes, la última en nacer es apenas una cachorra de tres años. Su primogénito y heredero, es un alfa con la edad suficiente para casarse, ya que está en sus quince y sigue soltero, mientras que el segundo, es un omega varón de trece años, igualmente soltero y sin aparente compromiso…

Un estruendoso escándalo en las puertas del salón hizo callar al erudito. Todos los presentes, incluyendo a Taehyung, miraron la entrada a la expectativa de un suceso que no tardó en aparecer.

Jimin emergió del umbral histérico, importandole muy poco que su presencia en ese lugar en específico no fuera bien recibida por nadie, pues después del último incidente, era la reina madre, la única omega quién tenía derecho a entrar a aquel sagrado salón.

–¡Majestad!—, gritó el omega con lágrimas en los ojos, siendo seguido por los guardias de las puertas, quienes al ver la expresión molesta del rey, desistieron a su intento por alejarlo del trono—. Majestad, debe enviar al perro guardián del Concubino de vuelta al calabozo.

–Jimin—, advirtió el castaño al ver al rubio subir los peldaños para alcanzarlo, pero fue demasiado tarde, pues éste ya se había postrado a sus pies, y lloraba desconsolado sobre sus muslos—. Omega…

–¿Por qué me traicionó de esta manera tan cruel?—, continuó cegado por el miedo y la ansiedad; la envidia y el rencor dejando sesgos que no podía controlar—. ¡Quiero que se largué! Échelo del palacio, no quiero verlo, no quiero compartir a mi alfa con él, y ese maldito mercenario no merece vivir.

–¡Jimin, por la Diosa!—, exclamó Taehyung poniéndose de pie, y fue en ese momento en el que cayó en cuenta de las miradas atónitas y burlonas de sus eruditos—. ¡Salgan del salón! La reunión ha terminado.

GongYoo, tan sereno y apacible como siempre, se dedicó a mirar la escena con una diminuta sonrisa en su rostro, y no queriendo armar un alboroto, salió sin emitir palabra alguna del salón junto a Namjoon, quién al igual que el resto salió molesto por la actitud de la reina.

–¿Puedes explicarme qué te sucede?—, gruñó tomando a Jimin por los hombros una vez que se encontraron solos—. ¿Qué crees que estás haciendo?

–Alfa—, sollozó el omega, abrazándolo por la cintura y restregando su rostro en su pecho. El aroma de Jungkook permanecía en sus ropas, algo que hizo a su lobo rabiar en ira, pero obligándolo a soltar sus feromonas para eliminarlo por completo—. ¿Por qué el Concubino se mudó a sus nuevos aposentos? ¿Por qué me abandonó? Esperé con paciencia por usted, y me traicionó, ¿¡Por qué!?

–¡Basta!—, reaccionó de manera involuntaria, usando su voz de mando por mero instinto de su lobo, por el desagrado que le provocó que él intentara eliminar la esencia de su omega en estado. Jimin se hizo pequeño en su lugar, soltó su agarre y agachó la cabeza para comenzar a llorar en silencio—. Tenía planeado visitarte después de la ceremonia de selección de la princesa, pero elegiste desobedecerme y actuar con imprudencia frente a todo el consejo. ¿Quién te crees que eres para avergonzarme así? Después de lo mucho que te he defendido ¿Es así como me pagas?

–Lo lamento—, pronunció quedito el rubio—, pero lo vi salir de su habitación, y me dijo que usted lo llevó ahí. ¡Soy su omega! ¡Merezco al menos una explicación!

–Es complicado de explicar—, respondió está vez más sereno que antes, masajeando el puente de su nariz—. El Concubino vivirá conmigo por un tiempo, y no podré visitarte tan frecuentemente por ello, pero no debes temer, no planeo convertirlo en mi consorte, y mucho menos deshacerme de ti. Sólo necesito que me comprendas y no hagas preguntas al respecto, cuando llegue el momento te contaré todo, mientras tanto, no debes acercarte a él, te prohíbo que tan siquiera pienses en hacer algo en su contra. Deberás aprender a vivir con su presencia, ya que, aunque no lo quieras aceptar, mi amor, todo esto es tu culpa.

–¿Mi culpa?—, inquirió ofendido—. ¿Qué mi alfa me abandone es culpa mía?

–No has podido darme un hijo, Jimin.

–¿Él… Él está en cinta?

–No, pero lo estará—, le mintió—. Él me dará a mi heredero, y lo único que tú debes hacer es ganarte la simpatía del pueblo y consejo para evitar tu destitución.

–¿Es que acaso ya te olvidaste de todo? Él nos separó, me humilló y me lastimó para alejarme de ti. ¡Él es la causa de nuestro sufrimiento!

–¿En verdad fue así?—, cuestionó con desden—. No quiero dudar de ti, pero cada vez me encuentro más convencido de que eres tú el verdadero usurpador. ¿Por qué tienes a tanta gente en tu contra?

–¡Porque fuí un esclavo!—, respondió en un grito desgarrador—. Porque es usted el rey, y yo un omega rescatado de las calles. Porque mis amos me despreciaron por ser más bello que su hijo, y porque su madre no acepta la idea que alguien tan inferior a usted tome un lugar a su lado. ¿Qué más hay para explicar? ¿Por qué en este momento cuando más lo necesito ha decidido darme la espalda?

–No es así, Jimin, lo sabes bien. Pero me resulta curioso que todo el mundo, incluyendo mi propio consejero repudie tu presencia.

–¿No cree en vez de dudar de mi amor y verdad, debería callar aquellas voces?

–¿Y poner a todo el reino en mi contra una vez más?—, se burló—. Comprendo que nuestras crianzas hayan sido distintas, pero, ¿Cómo es posible que no lo entiendas? ¡Hace un par de semanas estuvo a punto de estallar una rebelión en mi contra! Mi propio hermano me traicionó, y mi madre no hizo más que insistir en derrocarte. ¡Eres tú la manzana de la discordia! Compréndelo de una vez por todas, mi posición peligra por mantenerte a mi lado, y lo único que tenías que hacer como mi reina y omega era darme un hijo, sólo con eso hubiera bastado para acallar los susurros, pero ni siquiera has sido capaz, y en su lugar me pusiste en ridículo aquella vez que juraste estar encinta.

–Eso no es culpa mía…

–¡Por supuesto que lo es!—, lo interrumpió—. Creí en ti sin siquiera molestarme en confirmar tu palabra, y me hice responsable de tomarte y marcarte, pero ni siquiera estando en celo pudiste darme un heredero. ¿Crees que me habrían puesto en el trono si existiera la mínima posibilidad de que yo no pudiera engendrar? Sólo bastará un nudo mío para que cualquier omega se quedará encinta.

–¿Se está escuchando, majestad?—, está vez su dolor fue genuino, y se hizo más que evidente en su aroma. Fue tanto y tan intenso que Taehyung lo sintió avasallante en su interior—. Me está comparando con un cualquiera. Me está poniendo a la misma altura de alguien tan inferior a mí, cuando me prometió que al menos usted jamás lo haría. Y debe darse cuenta que todo esto que me está diciendo es obra de ese maldito omega. Bastaron solo un par de días para hacerlo perder la razón. ¡Debe deshacerse de él cuanto antes!

–No lo haré—, la resignación y autoridad se entrelazaron para darle fin a aquélla discusión—, y como te dije antes, tendrás que vivir con ello. Jungkook es importante para mí, y si tan devoto eres a tu alfa y rey, aceptarás sin rechistar mis decisiones.

–Bien—, soltó lleno de orgullo y soberbia, limpiándose las lágrimas y alejándose del castaño lo suficiente para evitar que lo tocara—, si tan importante es, no piense en volver a mi lado cuando lo traicione, porque no lo aceptaré de vuelta.

–Sólo vete de aquí, ya has dicho y hecho suficiente.

–¡Pues me iré! Me iré tan lejos que nunca más volverá a saber de mí.

–¿Es así?—, inquirió entre mofas—. ¿Y a dónde irás? Sí no tienes ni un centavo a tu nombre. Las reglas son sencillas aquí, Jimin, y el ultimátum que le dí al Concubino te lo daré también a ti. El día que decidas abandonar el palacio no volverás a entrar, y todo lo que posees, incluyendo tu título y todo lo que traes puesto, se lo daré a alguien más. ¿Quieres jugar conmigo? Entonces atente a las consecuencias, porque antes de ser tu alfa soy el Rey de Yuin, y mi deber está con mi pueblo, no más contigo. Ya me cansé de tus caprichos y berrinches infantiles, así que si te quieres ir, adelante, no pienso detenerte.

Sin permitirle continuar, Jimin tomó el poco orgullo que le quedaba, se dio la media vuelta y salió del salón sin emitir palabra alguna, ni siquiera los sollozos de su llanto abandonaron sus labios, y caminó hasta el lago para intentar mermar el peso de sus emociones.

Mientras veía su reflejo distorsionado en el agua, recapituló una a una todas sus decisiones, todos los momentos que lo habían llevado justo a dónde se encontraba, y encontró que realmente había corrido con suerte, que no merecía llevar las ropas que tenía puestas, ni el título tan grande con el que los demás lo referían. Pero también pensó en que eso era solo una recompensa a todo lo que tuvo que sufrir desde su nacimiento, que su belleza excusaba cualquier atrocidad que había cometido, y que Jeon Jungkook merecía la pena que vivía por haber crecido en tan agradable entorno.

Se preguntó genuina y sinceramente el por qué existían personas que merecían tenerlo todo sin esforzarse por nada.

¿Era acaso obra del destino?

¿Estaría él pagando algún karma pasado?

Lamentablemente no pudo encontrar las respuestas que necesitaba, pero sí que halló un motivo más para mostrarle a todos que él también era digno de portar la corona que le fue entregada, y para ello, debía deshacerse definitivamente de Jungkook, y quizás aliarse con alguien que lo detestara tanto como él.

A sabiendas de que existía una diminuta criatura siguiendo sus pasos en silencio, se giró para buscarla, y dio con ella apenas fijar su vista en las escaleras del quiosco.

–Niña—, la llamó, y ella salió de su escondite con los ojos brillando de curiosidad—. Ven aquí.

Sin rechistar la menor de las hermanas Shin, se aproximó hasta él, lo reverenció y mantuvo su mirada fija en el suelo como sus mayores le habían enseñado.

–¿Dónde están tus hermanas?—, inquirió el omega, recibiendo gustoso el pañuelo que la niña le ofreció para limpiar sus lágrimas.

–En el pabellón del norte, su alteza—, respondió monótonamente—, toda su corte lo espera para la selección de la princesa.

–¿Y tú por qué me has seguido?

–Porque ese es mi trabajo, su alteza. Soy pequeña y silenciosa, si algo le sucede puedo correr muy rápido para ayudarlo o pedir ayuda.

–¿Así que tú cuidas de mi?

–Lo hago, su alteza. Siempre me aseguro de que camine por el sendero correcto, y me mantengo atenta por si me necesita.

–Me parece sospechoso—, admitió, pero el rostro enrojecido de la menor y sus ojos expresivos cristalizados por el miedo, lograron hacer que su corazón se ablandara, pues veía en ella a la niña que había abandonado años atrás para poder convertirse en aquel lucero que jamás esperó ser—. Pero no voy a reprenderte, sé que tus hermanas son leales a mi, y por lo que veo, tú también lo eres, así que, desde ahora sigue mis pasos desde cerca.

–¡Sí su alteza!

–¿Podrías hacerme un favor?—, la niña lo miró por primera vez a la cara, y asintió con entusiasmo—. Cuando llegue la noche te entregaré una carta, debes guardarla muy bien y llevarla hasta el pueblo cuando llegue la mañana, ¿De acuerdo?

–¿A qué parte del pueblo, su alteza?

–A la casa de los Jeon, por supuesto—, respondió con una sonrisa—. Jeon Seokjin te recibirá con gusto.

[...]

Sinceramente no creyó que alguna vez pudiera llegar sentirse tan contento al ver un asiento para él junto a la reina madre, pero al subir al pabellón, que tenía una hermosa vista al puente que cruzaba por el estanque de peces, y ver aquel lugar que le pertenecía a su izquierda, sonrió lleno de complacencia.

Con gracia saludó a su suegra, quién detrás del tul sonrió y palmeó el cojín a su costado para indicarle que tomara asiento.

–Buen día, su alteza—, dijo una vez que logró sentarse—. ¿Cómo se encuentra el día de hoy?

–Feliz por verte aquí—, respondió ella—. No creí que su majestad aceptara que asistieras a esta ceremonia, pero me alegra que por fin lo hayas hecho entrar en razón.

–Supongo que ya lo sabe. ¿No es así?

–Por supuesto—, respondió con una sonrisa—, pero me encantaría escucharlo de tus labios. Siempre es grato enterarse que una se convertirá en abuela.

–Estoy encinta, su alteza, pero su majestad me ha pedido guardar el secreto por el bien del príncipe.

–Y hace bien, teniendo a la astuta víbora merodeando, no se sabe que mal pudiera ocurrir. Pero debo decir que me hace muy feliz que seas tú quien traiga al mundo al heredero, confío en que sabrás criarlo para que se convierta en un excelente monarca cuando llegue el momento.

–Así lo haré, madre, téngalo por seguro.

–Confío en ti—, con las manos del omega entre las suyas, y sin permitir que su sonrisa se disolviera, miró el espacio vacío a su derecha—. Supongo que debemos comenzar cuánto antes, incluso sin la reina presente.

–¿No cree que deberíamos esperar un poco más?—, cuestionó por mero protocolo, pero al verla negar sintió el peso que oprimía su pecho desvanecerse al instante. Tener a Jimin lo más lejos de sí, siempre era bien recibido para él.

–Él debió llegar incluso antes que yo, pero, ¿Qué podemos esperar de un pobre esclavo iletrado? No me sorprende que ni siquiera haya tenido la decencia de avisar que no asistirá, que pocos modales.

–Lo entiendo, madre—, respondió Jungkook con una sonrisa discreta, al igual que la caricia que dejó sobre su vientre—. Cambiando a temas mucho más agradables, ¿Podría ponerme al tanto sobre los omegas seleccionados? Me disculpará, pero no tenía idea de que me permitirían asistir éste día.

–Tu padre fue muy astuto al sugerir un matrimonio con uno de los suyos. Jeon SuNoo, sino mal recuerdo, un chico encantador, sin duda, pero también pasional y un tanto despistado—, comenzó a contarle adoptando un semblante mucho más serio—. También hay una joven de la familia principal de los Park, y la hija del clan Kang. Hermosas criaturas, debo admitir, con cualidades fantásticas que espero puedas apreciar, y no te dejes llevar por la sangre, querido.

–No me atrevería, su alteza. El Gran príncipe merece una esposa a su altura, mi opinión será imparcial, se lo prometo.

–Ésta es tu oportunidad para hacerle ver a su majestad cuan calificado estás, Jungkook, así que aprovéchala al máximo.

Dicho ésto la omega les indicó a sus sirvientes que llamarán al trío seleccionado para la última prueba antes de conocer al príncipe HyoSeop. Uno a uno, los omegas presentaron sus respetos ante las figuras escondidas detrás de las telas, y tomaron asiento en sus respectivos lugares, siendo SuNoo el único en dejar de lado el cojín bordado con el nombre su madre alfa, y algo que por supuesto destacó para evocar en la reina madre curiosidad.

–Joven Jeon—, lo nombró ella con un tono sereno, y el aludido agachó la mirada al tener su atención—. ¿Podría decirme el motivo por el cual no ha querido sentarse en el cojín que preparamos para usted?

–Su alteza, jamás podría sentarme sobre el nombre de mi madre—, respondió sin tapujos ni dudas, logrando que la omega a su costado retirara apresuradamente el cómodo objeto para apoyar su peso en el suelo—. La respeto y aprecio muchísimo como para atreverme a poner mi insignificante cuerpo sobre ella.

–Me parece bastante acertado a decir verdad—, acotó con una sonrisa, pero pronto su mirada viajó hacía Park JiNeul, quién fue la única que se mantuvo firme sobre el cojín, pero fue Jungkook quién le pidió la palabra con una mirada.

–Usted, señorita Park, ¿No piensa igual que sus compañeros?

–Su alteza—, volvió a saludar a la omega mayor con una inclinación total, y permaneciendo con sus palmas sobre el suelo el tiempo suficiente para volverse a incorporarse—. Su excelencia—, ésta vez habló en dirección del omega al que reconoció como el Concubino, y realizó la misma acción de sumisión y absoluto respeto—. No pienso igual que el joven Jeon, pues mi padre estaría feliz de saber que lo considero un sustento, el alfa más fuerte desde mi ignorante perspectiva y el amor de una hija. Él ha dado su vida para que yo pudiera llegar hasta aquí, así que, considero un honor portar el apellido que llevo, y el padre de dónde vengo.

Aquello marcó una gran diferencia de interés y opiniones entre los omegas encargados de la selección, y se vio reflejado en cada pregunta que les hicieron. De ese modo transcurrieron un par de horas, hasta que finalmente, Jungkook tenía a su favorita, y por supuesto, la reina madre también.

Con un descanso breve, el trío de omegas salió del pabellón para tomar el almuerzo preparado por los sirvientes del palacio, y entre anécdotas y comentarios respecto a la presión impuesta, SuNoo, quién se creyó triunfal, le lanzó a la señorita Park una mirada poco amable.

–No comprendo cómo es que tú, con el apellido que portas, hayas sido capaz de llegar hasta aquí—, comentó tras tragar un delicioso bocado de las galletas de miel que les llevaron como postre—. Al menos por vergüenza, tu padre debió casarte con alguien a tu altura, y no pretender alcanzar a la familia real.

–Me parece que estás más que dolido por el interés que tu primo ha puesto en mí—, se defendió JiNeul—. Seguro que pensaste que te apoyaría sin más, y te carcome la conciencia que no haya sido así.

–No voy a mentirte, me sorprendió un poco—, respondió él con aires de grandeza, restándole importancia al fuego que se expandió en su pecho por la verdad dicha—, pero confío en el buen juicio de mi primo. Después de todo, aún no se demuestra que tu familia no está confabulada con la reina usurpadora, tener a un pariente del otro lado sólo le asegurará un aliado más, y más fuerza a su reclamo.

–Mi familia no tiene nada que ver con esa rata escurridiza—, contraatacó enfurecida, golpeando la mesa con los cubiertos que había usado—, y está de más decir que no lo apoyamos en absolutamente nada. Es una desgracia que porte el apellido de mi clan, pero me aseguraré de limpiar nuestro nombre cuando me case con el príncipe, y así como tú, SuNoo, yo también estoy dispuesta a convertirme en aliada de la verdadera reina para apoyar su reclamo.

–JiNeul—, murmuró Kang EunJi a su costado, miedosa de aquella presencia que se acercaba a su mesa en silencio, pero sus intentos por parar la discusión fueron completamente en vano.

–Park Jimin no es más que un asqueroso usurpador, y estoy cansada de que me asocien con él—, continuó sin hacerle caso al jaloneo de la omega, hasta que tuvo que callarse por completo cuando frente a ella apareció un omega con ropas de seda, piel blanca como su compañero y el cabello tan negro como las alas de los cuervos—. ¡Su alteza!

–Ni siquiera es el honorífico correcto para dirigirse a mi, señorita Park—, la reprendió Jungkook con una sonrisa escondida, mirándola desde arriba y apreciando el temor que provocó en el trío, pues todos se inclinaron ante él.

–¡Su excelencia!—, está vez pronunciaron al unísono.

–No hace falta—, soltó acompañado de un suspiro—, aunque sí debería reprenderlos por su imprudencia. Este no es un lugar en el que puedan hablar abiertamente de sus deseos y pensamientos; si aspiran a unirse al Gran príncipe, lo primero que deberán aprender es a elegir el momento y lugar correcto para expresarse de esta manera vulgar con la que estaban conversando. Y respecto a la reina, no les permito que hablen así de él.

–Su alteza—, habló JiNeul, con el ceño fruncido y desconcierto en su mirada—. ¿Cómo puede defender el honor de una persona que le ha arrebatado tanto? Comprendo que debe mantener las apariencias, pero todo lo que he dicho es cierto, ninguno aquí está de acuerdo con rendirle respeto a alguien tan cruel y egoísta como él.

–Es así, su excelencia—, recalcó SuNoo, quien a pesar de compartir sangre con el Concubino, jamás había tenido el privilegio de tenerlo así de cerca—. Cómo su pariente, y haciendo uso de mi sentido común, estoy totalmente de acuerdo con la señorita Park, incluso si su lealtad es cuestionable.

–No se trata del respeto que merece él como individuo—, acotó Jungkook con un semblante serio, pero también regocijándose por dentro por evocar tal sentimiento en aquellos jóvenes—, sino por ser el compañero de nuestro rey, si él lo ha elegido sobre mí, entonces todos deberíamos simplemente callarnos y aceptarlo.

–Su excelencia—, está vez habló EunJi, con la voz pequeña y tratando de esconderse de su mirada con su propio cuerpo—. Esto no tiene nada que ver con lo que estamos hablando, pero me gustaría hablar de algo con usted.

–Dime—, la incitó curioso.

–Bueno, la verdad es que yo quisiera pedirle un favor… ¿Podríamos hablar un momento en privado?

–Sólo dilo EunJi—, se quejó SuNoo—, todos aquí sabemos que no deseas casarte con el príncipe.

–¿¡Puedes por solo un momento guardar silencio!?—, se quejó JiNeul, y fue en ese momento que Jungkook pudo verla con más atención, y se percató de que genuinamente era una señorita preciosa, con la piel naturalmente besada por el sol, como pómulos pronunciados y unos hermosos ojos a juego con el color castaño de su cabello.

–¡Silencio!—, los reprendió con un deje fastidiado, pero pronto volvió a fijar su atención en la joven Kang—, Hable de una vez, señorita, que no tenemos más tiempo, el príncipe ya tuvo que haber llegado para conocerlos.

–SuNoo tiene razón, su excelencia—, respondió con timidez—. Hay un alfa del que estoy enamorada, de hecho estábamos comprometidos antes de que se diera a conocer la noticia de que buscaban una esposa para el príncipe… No sé cómo es que llegue tan lejos siendo yo tan poco elocuente, y espero que no se ofenda, no es mi intención, pero quisiera que…

–¿De qué familia viene tu prometido?—, la interrumpió tajante.

–Los Choi, su excelencia, es el heredero del clan.

–Al menos no es un don nadie—, se burló y los presentes se rieron, a excepción de EunJi, por supuesto—. Si la ayudo en esto, ¿Qué está dispuesta a hacer por mi?

–¡Haré lo que sea, su excelencia!—, soltó eufórica—. Le prometo que haré cualquier cosa que usted desee.

–Sólo espero que estés consciente de lo que haces. Le estás vendiendo el alma al diablo por un alfa que quizás no valga lo que haces por él, pero no soy quien para juzgarte, después de todo, yo también le entregué todo a alguien que no hizo lo mismo por mí—. La melancolía en sus palabras y semblante no pasó desapercibida, pero nadie se atrevió a comentar nada al respecto—. Espera noticias mías, mientras tanto trata de no llamar mucho la atención de la reina madre, pues no tengo tanto poder como crees, pero haré lo que esté en mis manos para cumplir con tu favor.

–¡Se lo agradezco tanto, su excelencia!—, le dijo al borde del llanto, inclinándose para tomar sus manos y posteriormente besarlas—. Es usted tan bondadoso…

–Ahora suban—, dijo desinteresado, zafándose de su agarre para mirar el pabellón a sus espaldas—, el príncipe HyoSeop ha llegado.

[...]

Al volver a su lugar junto a la reina madre, Jungkook se percató de la presencia del príncipe, y no pasó por alto las pronunciadas manchas negras debajo de sus ojos, el cansancio y la amargura en su aroma que se intensificó al saludarlo. Como respuesta obtuvo un simple asentimiento de cabeza, y una mirada dolorosa. Antes de que pudiera sentirse afligido por aquella actitud, apareció una esencia adicional, una que logró revolverle el estómago, y que las náuseas se apoderaran de sus sentidos, lo que provocó que se girará en dirección a tan desagradable aroma.

Jimin hizo su gloriosa aparición después de horas de ausencia, con los ojos hinchados y el hanbok desaliñado, al igual que su cabello suelto. Pero definitivamente no fue su apariencia poco grata lo que lo hizo sentir gustoso, sino la expresión sorprendida que se apoderó de su rostro al encontrarlo en ese lugar.

–¿Qué hace él aquí?—, inquirió descolocado, exudando preocupación y celos—. Concubino, no sé si no lo recuerda, pero usted tiene estrictamente prohibido formar parte de las ceremonias reales.

–Tal vez su majestad olvidó comentarle, su alteza—, soltó con desdén el azabache—, pero fue él quien me permitió asistir y formar parte de la selección de la princesa.

–¡Mientes!—, rabió histérico, y estuvo a punto de abalanzarse contra él de no ser por la pesada mano de Yoongi sobre su antebrazo—. ¡Suéltame maldita sea!

–¡Reina!—, vociferó la reina madre, parándose de su asiento en un movimiento rápido—. ¿Cómo puede perder la compostura frente a tanta gente? ¿No tiene respeto por nuestras tradiciones y mi presencia?

–Su alteza, el concubino sólo ha aparecido aquí para molestarme—, se quejó con lágrimas en los ojos—. Su majestad jamás permitiría que él formara parte de algo tan importante después de lo que su clan hizo.

–El mundo no gira a su alrededor, Jimin—, comentó entre mofas la omega—. No puedo creer que incluso después de llegar tan tarde tenga el descaro de hacer este numerito. Le pediré que se retire cuánto antes.

–No me iré—, continuó negándose renuente—, si alguien tiene que abandonar el pabellón es él, no yo. ¡Soy el omega del rey!

–Su alteza—, intervino HyoSeop, y suspirando comenzó a caminar en su dirección—. No puede refutar a las órdenes de la reina madre, así que salga de aquí antes de que notifíquenos a su majestad sobre su mal comportamiento. Tengo entendido que no se encuentra muy contento con usted por el escándalo que armó está mañana en el salón ceremonial.

–Príncipe—, dijo entre súplicas—, no puedo irme…

–Lo hará, incluso está poniéndome incómodo a mí, piense en los jóvenes omegas a sus espaldas. ¿Es éste el ejemplo que quiere darles?

–Pero…

–No hay lugar para excusas—, volvió a intervenir la matriarca—. Salga de aquí antes de que me colme la paciencia.

Azotando los puños al aire, y tras golpear el suelo con su pie, se retiró del lugar entre refunfuños, pero no sin antes mirar con desprecio al culpable de su humillación. Una vez más, Jungkook había triunfado sin siquiera intentarlo, y aquello sólo avivó la rabia y resentimiento que sentía por él.

El concubino por otra parte, miró la escena con satisfacción, y le dio a su cuñado una sonrisa de agradecimiento que fue ignorada brutalmente.

Luego de eso, después de una nueva sesión de preguntas extrañas y pruebas de modales, se llegó al veredicto final respecto a la selección de la princesa.

HyoSeop realmente no tuvo mucha participación en ello, pero Jungkook se tomó tan en serio su papel, que la reina madre no tuvo más remedio que aceptar sin rechistar aquel nombre que le dio, siendo Park JiNeul, la siguiente en formar parte de la familia real.

[...]

Al caer la noche, con los hombros tensos por tanto trabajo realizado, el monarca se dirigió a pasos lentos a sus aposentos, olvidando por completo que al entrar encontraría al omega que había estado evitando por años, y se sorprendió, indudablemente lo hizo, pues apenas cruzar el umbral, su frutal fragancia se adhirió a su piel, entró profundamente por su cuerpo hasta adueñarse completamente de su razón. Su corazón dio un vuelco inesperado a medida que sus ojos seguían cada uno de sus movimientos.

Justo en el centro, sentado frente a una pequeña mesa estaba él, peinando sus cabellos con calma mientras se veía en el espejo. Una acción que no debió parecerle asombrosa debido a lo cotidiana que era, pero Jungkook se veía precioso, la tenue luz de las velas le daba a su rostro un toque tan cálido como angelical, y qué decir de la fina y transparente tela que envolvía su figura con delicadeza.

Le parecía ridículo emocionarse tanto al verlo de esa manera, sin maquillaje ni adornos acentuando su hermosura, y era inexplicable el cómo su lobo daba vueltas en círculos para llamar su atención, una que no tardó en posarse en sí, pues sin darse cuenta había comenzado a soltar su aroma para llamarlo, quizás avisarle que había llegado, o tal vez, simplemente añoraba que sus enormes ojos lo mirarán únicamente a él.

–Buena noche, su majestad—, saludó el omega tras ponerse de pie—. ¿Hace cuánto tiempo llegó?

–No mucho en realidad—, prefirió mentir antes que admitir lo absorto que lo dejó su brillosa existencia—. Creí que te encontraría dormido, tengo entendido que fue un largo día para ti, y debido a tu embarazo…

–¿Cómo podría conciliar el sueño sabiendo que mi esposo no se encuentra a mi lado?—, lo interrumpió, pero pronto se arrepintió al darse cuenta de lo que había dicho—. Lo lamento, majestad, no es mi intención pretender exigirle más de lo que usted quiera darme.

–No te disculpes—, respondió en un suspiro, y comenzó a caminar por lo ancho de la habitación para retirar sus prendas; lo que no esperó fue que Jungkook se acercara hasta él para ayudarle con esa tarea—. No es necesario, realmente puedo desvestirme solo.

–Es mi deber—, dijo con una sonrisa, mirándolo a la cara una vez que sus manos comenzaron a aflojar el nudo que mantenía su hanbok sujeto—. Quiero ser un buen omega para usted.

Definitivamente aquello no debió provocarle semejante bochorno, y mucho menos obligarlo a actuar con tanta imprudencia. Antes de que pudiera pensar en sus acciones, sus manos se movieron por cuenta propia para acariciar su cuello y posteriormente acunar su delicado rostro en ellas. Sus labios recién humectados con su saliva, chocaron con los del omega, siendo apenas un roce que lo incitó a más, y pronto, con los ojos cerrados, lo besó con excelsa devoción, con cariño y delicadeza.

Entre suspiros ambos se sumergieron en las explosivas sensaciones de sus cuerpos unidos, de la saliva intercambiada y esos tímidos toques de sus lenguas, pero antes de que ambos desearan más, fue Taehyung quién se obligó a abandonar su boca. Su frente cayó en la impropia, y suspiró sobre sus labios tras dejar unos cuantos besos tronados en ellos.

–Esto que siento no puede ser normal—, susurró sin permitirse abrir los ojos, pues se sentía cobarde, dolido por algo que no podía comprender—. Me has hechizado, no le encuentro otra razón a tan avasallante sentimiento.

–Me desea, majestad—, respondió con la voz pausada, recomponiendose de tan intenso contacto—, y yo también lo hago. Es el padre de mi cachorro, y el alfa que deseo para mi vida.

–Hablando del cachorro—, tomó aquello como un escape para evitar hablar de lo que sentía. Abrió los ojos finalmente y se apartó solo un paso para continuar con su labor, pero está vez, no se negó a recibir la ayuda del omega—. ¿Cómo te sientes? ¿No te resultó agotador asistir a la ceremonia?

–Estoy cansado, sí—, admitió con una sonrisa, su pecho sintiéndose cálido por la preocupación en su entonación—, pero nada alarmante. Aunque sí tuve náuseas, tal parece que a mí lobo no le agrada el aroma de la reina.

–De eso quería hablarte—, soltó con un suspiro cansino, retirando la camisa para dejar su pecho al descubierto y comenzar a quitarse los pantalones—. Lamento mucho el alboroto que armó en el pabellón, prometí que no intentaría ir en tu contra, pero no pude frenarlo a tiempo. Quiero que sepas que no lo envié con ningún propósito, que quede claro.

–Lo comprendo, majestad. Después de todo, él es su omega, se siente celoso por mi presencia.

–No lo justifica—, dijo con firmeza—. Hay ocasiones en las que no lo comprendo, se supone que él debería ser un refugio para mí, pero…—, se detuvo en el momento que se percató de que había comenzado a desvariar—. Olvídalo.

–Dígame, majestad—, insistió con sutileza, paseando sus palmas abiertas por lo ancho de la piel desnuda de su torso—. ¿Qué es lo que le aflige? Aunque no lo crea, puedo ayudarlo en lo que necesite, yo seré su refugio, un alivio al caer la noche.

–¿Es así?—, inquirió con picardía, y el omega asintió sin dejar de mirarlo a los ojos—. ¿Qué harías en mi lugar si tuvieras que resolver un conflicto con un reino?

–Tendría que saber de qué reino hablamos, majestad—, respondió de inmediato, adoptando un semblante más serio, que distaba al coqueteo descarado de hace un momento—. No puedo responderle si no conozco la situación.

–El reino de Sirgo, por ejemplo.

–Oh. Bueno, si es tan grave, entonces debería solucionarse con un acuerdo de sangre. Tengo entendido que dos de los príncipes ya están en edad casadera, pero usted aún no tiene un heredero, así que, podría casar a su hermana con el príncipe heredero.

–¿Jisoo?—, inquirió conmocionado—. No lo creo, ella…

–Ya está en edad suficiente, y es parte de su familia directa—, lo interrumpió—. Si es realmente importante, debe hacerlo, majestad, incluso si el chico es más joven que ella.

–Nunca dije que fuera un caso real.

–Pero lo conozco, jamás sacaría a relucir un tema tan delicado en una conversación hipotética.

Aquello lo descolocó, pues fue tan acertado que incluso evocó un escalofrío que le recorrió el cuerpo entero.

–Voy a tomar en cuenta tu sugerencia—, optó por decir, y se sintió deseoso por besarlo, pero en cambio acarició su mejilla, y bajó su dorso lentamente hasta detenerse en sus costillas—. Me encantaría tocar tu vientre cada vez que lo desee, pero comprendo que aún no tenemos la confianza para ello, así que lo preguntaré ahora. ¿Puedo hacerlo?

–Sí, majestad…

–Soy el rey, pero no dejo de ser un alfa, y deseo formar un lazo con mi cachorro. Quiero que cuando nazca encuentre en mis brazos un refugio, un alivio al caer la noche.

–Suena idílico—, respondió con una sonrisa, y guió las manos del castaño hasta el pequeño bulto en su vientre—. Yo también lo deseo. No tiene idea de cuánto.

–Pronto será una realidad…

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