06| UN ADIÓS INEVITABLE
–Lo que Yuin necesita es un heredero—, la voz de su madre resonó con firmeza y sin titubeos. La miró, y al igual que él, todos los presentes tenía su total atención en ella, pues la omega apareció de imprevisto en el consejo matutino, luciendo un hermoso vestido color negro y su cabello perfectamente peinado en un moño que sostenía el binyeo con la figura de un dragón. Hermosa y poderosa, digna de ser llamada la reina viuda, la reina madre, su madre—. Los reinos vecinos no dejarán de vernos como un pueblo vulnerable y débil si el trono no es fortalecido.
–Su alteza.
Los eruditos presentaron su respeto al unísono, agachando la cabeza hasta que ella terminó de subir los escalones del trono para sentarse a un lado de su hijo, quién no dejó de mirarla, pero tampoco hizo amago de saludarla. No le agradó su interrupción, pues no gozaba de verse como un indefenso niño que es contradecido constantemente por su progenitora frente a la bola de buitres que esperan con ansias picotear su carne.
–La reina, su alteza—, la voz de YeoBeen se hizo presente, llamando la atención de los eruditos, quienes asintieron tras darle una corta mirada el ministro de estado, quién se mantuvo sereno, pero igualmente atento a las palabras de su hija, unas que fueron ensayadas antes de entrar al salón ceremonial—. Él no ha podido engendrar un hijo desde hace años. Las posibilidades de que sea infértil son cada vez más… evidentes.
El tema a discutir antes de que Kim HyeSun osara inmiscuirse en los asuntos del reino, eran los constantes conflictos que se tenía con Sirgo, el reino vecino que parecía ensimismado en enviar pequeñas tropas a la frontera para hurtar víveres y armamento que, por obvias razones, jamás llegaba a manos del rey. Era absurdo pensar que el monarca creyera que veinte hombres podrían en contra del ejército yuiniano, pero, y debido a los constantes enfrentamientos, Taehyung comenzaba a tomar esos pequeños roces como un perjurio antes de la guerra.
No le convenía entrar en conflicto con su vecino, si bien, aquél reino no presumía de tener la mejor armada, tampoco negaría que se verían terriblemente afectados por ellos. Los sirganos eran aguerridos, feroces y vengativos. Taehyung siempre lo tuvo presente después de aquella guerra que enfrentaron contra Percia, una nación estable tanto política como económicamente, con un ejercicio de más de cien mil alfas que fueron cruelmente derrotadosy masacrados por las fauces de Sirgo, hasta convertirlos en cenizas.
Definitivamente no tentaría a la suerte. Su madre tenía razón, su falta de heredero dejaba un hueco que fácilmente podría ser ocupado con alguien fuera de la línea de su propia descendencia, y era un vergüenza que teniendo ya los treinta años cumplidos y a dos omegas a la entera disposición de su cama, no tuviera un cachorro al cual nombrar como el siguiente en la línea de sucesión. Pero, ya se encontraba lo suficientemente contrariado internamente como para echarse más peso sobre la espalda. Había miles de problemas pero muy pocas soluciones, y el constante reproche que recibía por parte de su estado y familia, lo empujaban a un punto de no retorno, llenando gota a gota el diminuto vaso que contenía su paciencia.
–No importa lo que haga, ustedes jamás estarán conformes con nada—, su voz grave logró acallar los murmullos de su consejo. Cansado de escuchar las mismas palabras una y otra vez, el monarca terminó por soltar un suspiro que dejó en evidencia su fastidio. Echó la cabeza hacía atrás, apretando sus párpados y permitiéndose respirar pausadamente de esa manera—. Si la reina no puede darme un heredero, mi concubino lo hará. ¿Cuál es el problema?
–Que sus hijos serían ilegítimos, mi rey—, está vez fue su madre quien habló—. Aunque esté casado con él, sus hijos con el concubino serían solo eso, hijos bastardos. En cambio, con la reina…
–Comprendo—, la interrumpió recuperando su postura para devolverle la mirada—. Quieren a un Jeon en el trono, eso ha quedado claro. Mis hijos con Jimin cargarán con la maldición de poseer sangre plebeya. ¿Es eso lo que los acongoja?
–¡Majestad!—, exclamó la única omega en ese lugar, mirándolo con advertencia por su descarada insolencia—. ¿Qué pasaría si un día sus hijos llegarán a pelear por el trono? No está pensando con claridad, mi deseo es ver al reino fuerte.
–Mis hijos jamás dejarán de ser mis hijos sin importar quién los haya engendrado. Sí lo que quieren es a Jeon Jungkook como mi consorte, eso no pasará. Y volviendo al tema del heredero, ni siquiera yo puedo saber quién será, o de qué vientre nacerá. Ninguno de mis omegas está encinta, y tampoco existe príncipe al cual nombrar.
–Pero si lo hubiera…—, su madre murmuró aquello, y Taehyung le lanzó una mirada desdeñosa, apretando la mandíbula y con las manos hechas puños sobre la madera de su trono.
–¿Hay algo que yo no sepa?
HyeSun lo desafió, casi gruñendo cuando el alfa elevó la cabeza altaneramente en su dirección; pero le sonrió, su semblante se suavizó y decidió ceder.
–Nada de lo deba preocuparse—, respondió con orgullo, volviendo su mirada hacía enfrente, no importándole que su presencia y opiniones ese lugar, no fueran bien recibidas—. Pero es un hecho que debe hacer algo al respecto, y, dado al antecedente médico que ha presentado el departamento real, la reina no es buena opción, sin embargo, debería existir alguna ley que respalde la sucesión de los hijos que tenga con su concubino.
–¿Hay alguna posibilidad de que eso sea posible?—, inquirió el monarca para su notario, quién dio un paso al frente al sentirse preso de la mirada del rey.
–Por supuesto, majestad. Debemos revisar algunos documentos, y el mandato quedará listo para el próximo mes.
–Antes—, volvió a hablar HyeSun—. No debería haber inconveniente en adelantar un poco la fecha ¿No es así?
–Claro, su alteza—, respondió sumiso el anciano.
–Mi primogénito—, Taehyung elevó la voz, se levantó de su trono y los miró desde arriba con suficiencia, apacible pero también demandante—. Ya sea mujer o varón, alfa u omega, nacido del vientre de mi reina o concubino, será el heredero legítimo al trono.
La conmoción de sus palabras se extendió por todo el salón, los rostros de los eruditos se desfiguraron en una mueca inconforme. Pero GongYoo elevó la curvatura de sus labios, en una sonrisa casi imperceptible.
–Pero majestad—, todos hablaron al mismo tiempo, con una angustia palpable—. Un omega jamás…
–Su rey ha hablado—, los interrumpió el castaño, con sus iris brillando en un intenso amatista—. Mis hijos con el concubino Jeon serán llamados príncipes, su legitimidad jamás podrá ser puesta en duda, y el primero de ellos, será quien tome el trono una vez yo haya partido de este mundo.
No les permitió hablar, objetar ni opinar, su supremacía legítima provocó que más de uno agachara la cabeza en absoluta obediencia. Y salió, recorrió el pasillo con la frente en alto y la mirada fija en las puertas verdes que se abrieron para él a unos cuantos pasos antes de llegar.
El cielo se había despejado desde aquella noche inclemente en la que el llamado de guerra no llegó a oídos de los centinelas. Todo parecía retomar su curso original, pero, por algún motivo el aire le parecía denso, los sonidos naturales habían cambiado. Su cabeza era un embrollo, un laberinto que no parecía tener salida, pues su voz, aunque seguía siendo escuchada ya no poseía la misma fuerza, la misma credibilidad ni obediencia.
El conflicto con los clanes de su reino, lo debilitaron, Jeon Jungkook había puesto su mundo de cabeza, y no solo era su presencia lo que lo afectaba, sino que también, aquella espina que continuaba clavándose cada vez más en su corazón, esa duda que le calcomanía las noches sin darle descanso.
Kim HyoSeop, su adorado hermano y compañero de aventuras, lo había traicionado, era consciente de que el alfa no se rehusó, y mucho menos se atrevió a defender su corona cuando los Jeon quisieron sentarlo en su trono. Su silencio había expresado mucho más de lo que su boca pudo haber dicho, y su quietud lo desquiciaba, lo tenía alerta todo el tiempo, provocando que su orgullo y ego lo movieran, cegandolo por completo.
Taehyung no era un alfa común que podía dejar pasar aquel suceso como si nada, él era el rey, el legítimo heredero, el primogénito de su padre; y su hermano, quién a falta de su divina descendencia era el siguiente en la línea de sucesión, el traidor predilecto, el más esperado y temido.
En el pasado, muchos de los consejeros de su padre, le advirtieron que debía cuidarse de aquel cabo suelto, que en la realeza poco importa el cariño fraternal. Si existía un hermano alfa, lo suficientemente apto o maleable, cualquiera podría ponerlo en su contra. Ser el heredero, no le garantizaba el trono, y jamás creyó posible que aquello fuera siquiera remotamente posible, hasta que tuvo que vivirlo en carne propia.
Sus pies se movían por mera inercia mientras que sus pensamientos lo consumían lentamente. Vagó por los extensos jardines de su palacio por lo que parecieron horas para sus fieles sirvientes que le seguían el paso a la distancia; pero tan efímero para él que no se percató de que el más brillante astro del firmamento se había comenzado a ocultar entre las montañas del sur.
La hinchazón de sus pies cansados lo hicieron detener justo frente al inmenso lago donde los peces danzaban bajo el agua, donde hermosas aves hacían su última cacería del día para deleitarlo, para transmitirle un poco de esa paz que había perdido después de su accidente en la carretera.
Sus ojos miraron a través del agua cristalina y calma, los últimos destellos del día le brindaron la posibilidad de admirar su reflejo en movimiento, distorsionado por las pequeñas corrientes, y suspiró. Sus manos se apretaron en la tierra húmeda del suelo; la frustración de no reconocerse a sí mismo manifestándose en ese instante en el que por fin la luna se comió al sol.
Desganado y derrotado por esa sublime pero tan asertiva metáfora, su mentón se elevó para encontrar a la luna en su fase más hermosa, menguante y brillante, acunando con su cuerpo aquello que lleva añorando por años, un hijo, un heredero. Su corazón se apretó ante la imagen mental que cruzó en ese momento, la sensación de tener entre sus brazos a un cachorro, cubierto por las hermosas y finas telas, sonriéndole y mirándolo con el mismo amor con el que lo sostendría, y a su lado, contemplando la paternal escena, no era Jimin a quien alucinó, sino un omega de hermosos cabellos negros, con los ojos grandes y expresivos. Su concubino le sonreía con adoración, y él intentó acariciarlo, pero su imágen se desvaneció cuál polvo al viento, pues una vez más y debido a la eterna batalla de sus ideales, lo había abandonado en los confines de su nueva habitación.
–El concubino—, sus palabras salieron con remordimiento, ansiosas por una respuesta que sabía que llegaría pronto, pues, apesar de la distancia y esa privacidad que creía tener, sus sirvientes se acercaron con rapidez, y, en cuestión de segundos, el jefe de ellos ya se encontraba de pie a su lado—. ¿Cómo está él? ¿Se ha adaptado bien?
–Las cartas de sus criados son un tanto… desalentadoras—, respondió el joven, no muy convencido de su respuesta, temblando de miedo cuando el castaño sostuvo su feroz mirada sobre su humilde semblante—. Su excelencia Jeon, ha estado enfermo. Tal parece que ningún alimento preparado por la cocina le sienta bien, termina devolviendo todo lo que come.
–Eunuco Cha—, el monarca musitó con irritación, poniéndose de pie para encarar al joven—. Dígame, ¿Hace cuánto tiempo recibió esas cartas?
–La… la semana pasada, majestad.
–¿Y no creyó prudente informarme de su estado? ¿No le cruzó por la cabeza que quizás su rey debía saber que su concubino se encontraba enfermo?
Para ese punto, Taehyung ya tenía acorralado al joven contra la piedra del mirador, con los párpados apretados y temblando, balbuceando disculpas casi incomprensibles para él.
–Perdóneme, su majestad. Usted nunca mostró interés por el estado de su concubino. No creí prudente…
–¿No lo creíste prudente?—, lo interrumpió el castaño enarcando una ceja—. No estás aquí para pensar, mucho menos para tomar decisiones por mí. ¿Quién te crees que eres para ponerte en mi lugar?
–Piedad majestad, se lo suplico.
Taehyung notó que su mano se encontraba afianzada con fuerza sobre su cuello, empujando su manzana de Adán hacia arriba; que el rostro ajeno comenzaba a tornarse violeta, sus sus uñas buscaban su liberación, clavadas en la piel de su muñeca descubierta.
–No te quiero volver a ver en mi palacio—, advirtió con severidad tras dejarlo en libertad—. Y como última tarea dentro de este lugar, buscarás un buen reemplazo. No quiero nadie igual de incompetente que tú a mi servicio.
[...]
En la soledad de su habitación, con los rayos del sol inmiscuyéndose por la ventana, el omega soltó una pesada exhalación, e inevitablemente su mente viajó a un recuerdo de su niñez. Él se encontraba sentado sobre el regazo de su abuela. Mientras ella le acariciaba el cabello suspiró, y le preguntó el porqué de su pesar; como respuesta la anciana le pellizcó la mejilla y le regaló una dulce sonrisa, antes de escucharla hablar. “Cada vez que suspiramos un pedazo de nuestra alma abandona nuestro cuerpo. La mía está por agotarse, el tiempo me está alcanzando, pero me siento feliz, así que la ayudo para que la madre luna reclame lo que es suyo”.
En ese momento Jungkook no logró comprender a lo que se refería, pues era demasiado pequeño para ser consciente del verdadero significado de la muerte; hasta que finalmente sucedió, y la mujer que tanto amaba abandonó el mundo tras soltar un último suspiro.
Desde entonces le había tenido un miedo atroz a que su alma se fuera diluyendo en el viento, pero debido al terrible dolor en su pecho, le fue inevitable no perderse entre suspiros.
¿Qué pensaría esa dulce anciana de él?
¿Estaría decepcionada por verlo aborrecer a la criatura que crecía en su vientre?
Con lágrimas en los ojos tomó entre sus manos el pequeño espejo que descansaba en la mesita frente a él, y se miró con detenimiento, reparando en la profundidad negruzca de sus ojeras, en lo seco de su piel, y el poco brillo de sus ojos. Sus dedos recorrieron la piel muerta y desprendida de sus labios y bajó lentamente hasta la unión de su cuello, donde la cicatriz más dolorosa de su vida era cubierta por la tela de su hanbok, y fue ahí, cuando acarició superficialmente el contorno grisáceo de su pasado, que una arcada lo atacó con brutalidad, como si aquel intruso estuviera reprendiendolo por torturarse a sí mismo de esa manera.
Vomitó con asco en el interior de una vasija, limpió la comisura de sus labios y llevó sus manos a su vientre, aún sin poder apartar la mirada del su reflejo en el espejo, haciendo puños la tela que cubría la piel ligeramente endurecida de su abdomen y lloró, gritó con necesidad, con súplica a algo que ya no podía remediar.
Días atrás, después de ser reubicado en sus nuevos aposentos, Jungkook solicitó la presencia de su hermana con la esperanza de que ella pudiera ayudarlo a interrumpir el embarazo, y aunque le brindó la dosis suficiente de un infusión amarga para provocar el sangrado, este nunca llegó, y esa misma mañana había terminado por confirmar que se encontraba en espera de un cachorro.
✧≫≫≫≫≫≫ ✧ ≫≫≫≫≫≫≫✧
Tras retirar la fina tela que cubría su piel, YeoBeen soltó una exhalación tan fuerte que hizo a Jungkook ponerse ansioso. Y terminó por mordisquear la piel lastimada de sus labios cuando la expresión de su mayor no cambió, dándole así una respuesta a la inquietante pregunta que llevaba resonando en su cabeza desde su reencuentro con el rey.
–Lo estoy, ¿No es así?—, inquirió bajito, en un susurro apenas perceptible para la alfa.
–Lo estás—, afirmó con sinceridad. Sus manos cayeron hacía atrás, sosteniendo su peso con las palmas, rompiendo así con la formalidad de la situación—. Felicidades, supongo…
–¡Bebí todas y cada una de las infusiones que me diste!—, exclamó con reproche y molestia en su voz, apretando los párpados ante la importancia que sentía por la nueva noticia de su estado, su aroma tornándose ácido, eliminando aquel dulzor que desde hace varios días se había intensificado—. No puedo estar esperando un cachorro YeoBeen. ¡No puedo!
–Calma—, se quejó la mayor tronando la lengua y volviendo a su posición habitual, completamente erguida—. Las hierbas que usé son efectivas en nueve de cada diez omegas que las toman. Tú fuiste esa única excepción. No es mi culpa que seas tan fértil.
–¡Diosa, cállate de una bendita vez!—, gritó exasperado el omega, tomando entre sus manos el cojín más cercano que encontró y lo lanzó con fuerza al rostro de su hermana—. No lo quiero YeoBeen. No puedo tener a un bebé que fue concebido de esa manera. ¡No lo quiero!
Las lágrimas ya habían aparecido en escena cuando la alfa se percató del estado tan vulnerable en el que el concubino se encontraba, y sintió a su lobo aullar en desaprobación, ya cansado por todas las veces en las que lo había visto así, en todas las ocasiones en las que debió salvarlo y no pudo hacerlo.
–Tranquilo, ¿quieres?—, murmuró con cariño, acariciando sus manos con gentileza—. No es tan malo… Claro que si lo vemos desde esa perspectiva, es terrible; pero es un hijo del rey, el heredero del reino crece en tu vientre, hermano. El futuro del mundo que conocemos está aquí, viviendo a través de ti. Su majestad te hará un maldito altar cuando le cuente la noticia.
✧≫≫≫≫≫≫ ✧ ≫≫≫≫≫≫≫✧
Jungkook estaba seguro que en algún otro momento se encontraría rebosando felicidad, pues, después de la pérdida de su primer hijo, poder ser padre era lo que más anhelaba. Se había pasado años enteros a la espera del momento en el que nuevamente pudiera sentirse pleno, y traer al mundo a un príncipe que compartiera las bellas facciones de su padre, era, sin lugar a dudas, uno de sus más hermosos sueños. Así que, no era que el omega realmente quisiera deshacerse de ese cachorro que crecía en su vientre; la verdadera razón iba mucho más allá, tenía un trasfondo apabullante, cruel y doloroso. Tristemente y para su desgracia, las circunstancias en las que fue concebido, lo hacían querer arrancarse la piel, el abuso que sufrió continuaba atormentándolo día y noche.
¿Podría criar felizmente a un cachorro que fue resultado del peor momento de su vida?
¿Podría mirarlo a los ojos sin recordar el momento en el que su alfa, el hombre que más amaba y admiraba, lo había tomado con tanta agresividad, que lo haya humillado de esa manera tan cruel?
No estaba listo para averiguarlo, le dolía el corazón de solo pensarlo, porque aunque haya sido Taehyung quién lo plantó en su vientre, no borraba el hecho de lo pequeño e insignificante que lo hizo sentir.
Mientras se encontraba jadeando de rabia, logró escuchar los pasos de alguien en el pasillo de afuera, y momentos después la voz y presencia de Yoongi lo hicieron regresar a la penumbra del presente.
–El príncipe HyoSeop, desea verlo, su excelencia—, comentó el alfa con la vista perdida en sus manos, no atreviéndose a mirarlo a la cara, pues el aroma amargo de la habitación denotaba su tristeza, y había escuchado el llanto en el que se sumergió—. ¿Le pido que vuelva en otro momento?
–Hazlo pasar—, respondió de inmediato, limpiando el rastro de lágrimas en sus mejillas y peinando los mechones que se habían colado por su frente—. Supongo que no me hará daño un poco de compañía.
–Sí, su excelencia…
–Yoongi—, el omega lo detuvo cuando el alfa se giró para comenzar a caminar en dirección a la puerta—. ¿La has visto? A DaEun.
La mención de su nombre provocó que el mercenario tragara en seco.
–Cuando salí del calabozo—, respondió finalmente, mordiéndose el labio inferior cuando notó que los ojos del omega volvieron a llenarse de sal—. Ella está bien, recién cumplió los cinco años, y habla con más fluidez. Me preguntó por usted…
–¿Podrías…
–Sí—, no hizo falta que el omega terminara de hablar para que él comprendiera lo que estaba por pedirle—. Aunque ahora que se encuentra de este lado del palacio será un poco difícil, lo haré.
Jungkook le sonrió y asintió cuando el alfa volvió a hacer amago de volver en sus pasos, pues el hermano del rey se encontraba esperando por una respuesta.
[...]
Jamás lo admitiría en voz alta, pero tampoco sería capaz de negar lo bien que se sentía a su lado. Mientras caminaban por los jardines después de una merienda ligera, Jungkook agradeció el gratificante silencio que el príncipe le brindó, pues ya había demasiado ruido en su cabeza como para agobiarse con aquellas charlas que el alfa a su lado se empeñaba en mantener durante los saludos matutinos, solo para sacarle una sonrisa.
Quizás con el tiempo ambos aprendieron a conocerse, y aunque era evidente el cariño que el príncipe le tenía no era amistoso, jamás había cruzado el límite de lo estrictamente permitido. Se convirtieron en algo parecido a confidentes, guardianes de sus sentimientos y pesares. Tan cercanos para saber en qué momento hablar, y guardar silencio.
¿Qué hubiera pasado si tan solo el amor que sentía por Taehyung no fuera tan intenso? ¿Habría aceptado unirse a él, cuando el difunto rey se lo propuso?
¿Sería feliz?
Tal vez era absurdo pensar en eso cuando ahora más que nunca se encontraba atado a su destino, pero aquello le sirvió para recordar algo que había quejado a su acompañante por semanas enteras mucho antes de lo que ocurrió con él.
–La selección de la princesa…
HyoSeop detuvo su andar cuando la voz de Jungkook hizo aparición. Su semblante decaído se volvió más evidente cuando cayó en cuenta del peso de sus palabras.
–No parece ser una selección, su excelencia—, respondió fingiendo una sonrisa—. El término que yo usaría, sería “competencia”. Las familias nobles están ensimismadas en hacer brillar a sus hijos omegas; se puede decir, que solo tres de ellos, han llegado a la gran final.
–¿Ha podido conocerlos?—, el príncipe negó a su pregunta, y él suspiró por el brillo perdido en su mirada.
–Sólo sé que son dos varones del clan Kang, y una mujer de la familia Park.
–Estoy seguro de que la reina madre hará una buena elección para usted. Ella lo ama.
–Desde que era niño se me enseñó cuáles eran mis deberes como el hermano del futuro rey—, el alfa retomó su camino, suspirando cuando notó al cielo tornarse de cálidos colores—. Casarme y formar una familia lejos del palacio que ha sido mi hogar; pero nunca me prepararon para el dolor que sentiría una vez que tuviera que hacerlo. La persona que amo es prohibida, y estoy seguro de que su majestad, me enviará al rincón más inhóspito del reino, despojándome de mis deberes con el ejército y dejándome sin la posibilidad de volver a verlo a usted.
Jungkook lo miró con tristeza, y pudo sentir a su omega aullar melancólico en su interior por el agrio aroma que el alfa había comenzado a soltar.
–Alteza…
–¿Podría llamarme por mi nombre?—, suplicó con lágrimas en los ojos, pero jamás permitiendo que su sonrisa se desvaneciera—. Al menos por hoy quiero sentirme libre del peso de ser un príncipe. No quiero pensar en que eres el omega de mi hermano, y tampoco en el amor que te tengo. Por favor, Jungkook, por esta noche, quiero ser solo tu amigo. Sé que mis problemas son minúsculos comparados con los tuyos, pero…
–HyoSeop—, lo interrumpió el azabache, obligándolo a detenerse y posando su diestra en su mejilla izquierda—. Yo también deseo olvidarme de todo.
Ambos necesitaban retirar las cadenas que los ataban, los protocolos con los que fueron educados, y soltar el dolor que venían cargando.
Con todo el valor que pudo recolectar, el príncipe se atrevió a posar su mano sobre la del omega, ronroneando ante su gentil tacto, y mirando sus ojos con amor, con tanto anhelo que era imposible contenerlo. Y quiso acercarse más, juntar sus labios con los suyos y arrebatarle el aliento, pero no fue capaz de hacerlo, no cuando finalmente el omega había decidido abrirse un poco con él, y por supuesto, por ese cachorro que crecía en él.
HyoSeop podría ser, en algunas ocasiones, alguien bastante despistado cuando a las personas se refiere, pero el aroma de Jungkook había cambiado, su semblante no era el mismo; podía sentir la presencia de su hermano en él, aunque sabía que realmente no lo había tocado, ni siquiera visitado en varios días; pero podía sentir su sangre corriendo por las venas del azabache, su linaje estaba creciendo dentro suyo. No necesitaba que se lo contara, él y su lobo ya sabían que el rey había tomado la delantera, y que está vez, no habría posibilidad de avivar la llama de su esperanza.
–Siempre quise ver el atardecer a su lado—, admitió tras tragar el creciente nudo en su garganta, alejándose lentamente del concubino, quién parecía bastante desconcertado por el cambio tan brusco de su actitud—. ¿Deberíamos escabullirnos por ahí?
Jungkook soltó una risita nasal antes de mirar a su alrededor en busca de ese montón de sirvientes que se mantenían quietos a una distancia prudencial de ellos.
–Me encantaría.
Antes de que pudiera arrepentirse, el alfa tomó la mano de su cuñado, y salió corriendo con él hacía las murallas más alejadas, sobrepasando los límites que tenían permitido pisar, y dejando atrás a todos sus sirvientes que, y como era de esperarse, suplicaron que se detuvieran; pero a ninguno pudo importarle menos, y continuaron corriendo entre sonrisas y miradas cómplices hasta que finalmente todo a su alrededor se volvió silencioso.
Jadeante y verdaderamente exhausto por el extenso recorrido, HyoSeop soltó —muy a su pesar—, la mano del omega para poder tirarse de espaldas al suelo, pero no esperó que el azabache lo siguiera, y mucho menos que se recostara tan cerca suyo.
–Tendremos problemas—, se permitió decir el príncipe. Su cabeza giró hasta encontrarse con el perfil del azabache, y sonrió sintiéndose complacido por poder ver, por primera vez, una sonrisa genuina en él—. ¿Qué excusa deberíamos inventar?
–Es irónico—, dijo Jungkook manteniendo su vista fija en él cielo, no percatandose de la mirada del alfa a su lado—. Cuando era niño creía que ser parte de la realeza significaba poder hacer todo lo que uno quisiera; pero mirenos ahora, escapando de un montón de alfas eunucos, y pensando en alguna excusa que valide nuestra fuga. Incluso los plebeyos tienen más libertad que nosotros.
–Ser un príncipe es una mierda, si se me permite decirlo—. Jungkook giró a su costado para mirar al alfa con los ojos muy abiertos por la mala palabra que había usado, pero terminó soltandose a reír cuando notó al otro sonrojarse al caer en cuenta de lo que había dicho—. ¡Lo siento! Me tomé muy literal eso de olvidarme de mis títulos y educación.
–Pero no deja de ser una mierda—, se burló el omega volviendo a su posición—. Creo que es la primera vez en mi vida que me siento tan vivo; y no se disculpe, soy un omega educado, pero admito que he soltado alguna palabra antisonante un par de veces.
–¿Sí?—, inquirió el alfa con curiosidad, apoyando su peso sobre la palma de su mano para tener una mejor vista del rostro ajeno.
–Oh sí, no quiere verme molesto, su alteza. Se lo aseguro.
–Cuéntame Jungkook. Quisiera saber cómo eres.
–No, HyoSeop. Realmente no quieres saberlo. Nunca creí que alguien pudiera sentir tanta rabia por un tiempo tan extenso, pero así es como he vivido por años. Estoy tan enojado conmigo, con ellos, y con todo, que sería capaz de cometer el peor de los pecados.
–Jamás podría juzgarte. Eres el omega más valiente que conozco, el más bello y más devoto. Cualquier sacrilegio cometido por tu mano, estoy seguro de que podría encontrar una justificación.
–¿Incluso si le arrebato la vida alguien inocente?
–Incluso si ese alguien fuera yo, podría perdonarte.
–No podría—, respondió con la voz temblorosa—. No podría hacerte daño, no a ti, porque incluso sin conocerme, fuiste el único que jamás me dio la espalda.
–Debí conocerte primero…
–Este es mi destino. No te lastimes más, debes dejarme ir, porque yo…—, le fue imposible continuar, las lágrimas que creía olvidadas amenazaron con brotar cuando una de sus cambos volvió a descansar sobre su vientre—. Yo…
La brisa nocturna acarició sus rostros, y una melancólica melodía los envolvió cuando supieron que el adiós sería inevitable.
–Serás un excelente padre.
–¿En verdad lo cree?—. Jungkook le preguntó, incorporándose sobre el césped, mirándolo desde arriba con los ojos opacos—. ¿Cree que seré capaz de amarlo?
–Yo confío en ti, Jungkook, porque incluso con el alma hecha pedazos has logrado sobrevivir, y estoy tan orgulloso, tan feliz de que finalmente puedas tener entre sus brazos a tu bebé.
–Nunca nadie podrá ocupar el lugar de mi primer hijo. Y tengo miedo, tengo tanto miedo…
–No necesitas reemplazarlo Jungkook, solo… solo debes amarlo.
Tan inmersos estaban en su conversación que ninguno pudo percatarse de la presencia a sus espaldas, de esos ojos que los miraban con rabia, y ese aroma que se extendía con advertencia.
–Lo que tú deberías hacer, es alejarte de mi omega, HyoSeop.
Jungkook dió un respingo asustado cuando la voz de Taehyung rompió la amena conversación que estaba teniendo con el príncipe. Su lobo se hizo pequeño en su interior, y estuvo a punto de mostrarle el cuello cuando reparó en la furia con la que el alfa miraba a su hermano, quién seguía recostado en el césped, y no parecía tener intenciones de levantarse a encararlo.
–Majestad—, musitó el omega limpiando rápidamente sus lágrimas y poniéndose de pie cuando el castaño lo miró de soslayo.
–Acércate a mí—, ordenó lo más sereno que pudo, ardiendo en celos cuando su olfato detectó el aroma de su hermano impregnado en la ropa del omega. Involuntariamente comenzó a soltar más de su aroma cuando lo tuvo cerca, y una de sus manos se movió hasta tomar su cintura y atraerlo más a su cuerpo—. Póngase de pie, príncipe. Está en presencia de su rey.
–Hyung—, el alfa menor pronunció tras ponerse de pie, su mirada cayendo en la posesiva mano de su hermano sobre el omega, y fingió una sonrisa—. No esperaba verlo por aquí.
–Majestad—, corrigió Taehyung con la voz grave, afianzando su agarre en la cintura de Jungkook cuando esté se removió—. Explíquese, ¿Qué hacía usted con mi omega?
–Su omega, majestad—, HyoSeop hizo énfasis en la última palabra—, se encuentra descansando en la comodidad de sus aposentos.
–No quieras venir a jugar conmigo, HyoSeop, te lo advierto—, gruñó el Rey dando un paso al frente, cegado por la rabia que corría feroz en su cuerpo—. Ya he sido demasiado indulgente contigo. ¿Es que acaso quieres perder la cabeza? ¡Maldito traidor!
–No hermano, jamás se atreva a acusarme de traidor cuando lo único que he hecho toda mi vida es cuidar su espalda. Su concubino y yo solo pasábamos el rato. Su ausencia me ha acercado a él, porque a diferencia suya, yo sí…
–¿Tú qué? Dilo, dame otra razón para deshacerme de ti—, Taehyung lo desafió cuando el otro guardó silencio—. Aunque no tenga mi marca en su cuello, Jungkook es mío, y tú no deberías siquiera atreverte a soñar con él. ¿Dónde queda tu lealtad?
–Su majestad—, Jungkook lo llamó con un pánico casi palpable en su voz, asustado y temblando por el amargo aroma que cubría su cuerpo—. Por favor… Es suficiente.
Taehyung gruñó en descontento por la intervención del omega, quizás molesto por saber que defendía al intruso que había osado acercarse a él, pero también deseando complacerlo, abrazarlo y consolarlo, pues parecía igual de abrumado que aquella vez que se encontraron en su alcoba.
–¿Qué hacías con él? ¿Te tocó? ¿Te lastimó?—, inquirió con un tono más dulce, preocupado por el llanto que soltaba cuando los encontró—. Dime… Dime por favor que no es lo que parece, o juro por la madre luna que le cortaré la yugular.
Jungkook negó de inmediato, su lobo quizás más contento por su actitud protectora y preocupada que no había visto en años, pero al mismo tiempo temeroso por aquella bipolaridad.
–Su alteza, el gran príncipe HyoSeop, se ha convertido en mi amigo y mi único apoyo desde que llegué a este palacio, y yo…— su mirada cayó en el alfa frente a ellos, cabizbajo y ansioso, reteniendo su llanto por la delicadeza que usaba con el rey—. Estos días han sido difíciles para mí. Mi estado anímico y de salud han decaído. Lo echaba tanto de menos que… El príncipe solo me hacía compañía.
–Debiste pedir por mí.
–¿Cómo podría? Sólo soy su concubino, no me atrevería a demandar más del tiempo que pueda ofrecerme.
–¡Pero soy tu alfa!—, vociferó casi llegando al tono de mando, con las manos apretadas en la tela de su hanbok, y expulsando más de sus feromonas para que su hermano retrocediera, para que el omega comprendiera cuán molesto se sentía—. Eres mío.
Taehyung realmente no sabía de dónde habían salido esas palabras, y tampoco el porqué de su actitud. Hace unas cuantas semanas atrás habría preferido que su hermano tomara en matrimonio a su concubino para deshacerse finalmente de él.
¿En qué momento todo había cambiado?
¿No se suponía que él amaba a su reina?
Intentó excusarse con su naturaleza, pues por su cuerpo corría la sangre de generaciones entregas de reyes celosos y absolutistas; era él, el alfa más fuerte de su nación, por lo tanto, siempre tuvo el instinto de proteger lo que era suyo.
¿Jungkook era suyo realmente?
–Sí, majestad—, Jungkook pareció haber escuchado sus pensamientos, y su corazón latió acelerado, la rabia mermando considerablemente cuando el aroma dulce del omega lo abrazó de manera tranquilizante—. No me encuentro bien, ¿Podríamos irnos?
Y el alfa quiso complacerlo, deseó abrazarlo y cuidarlo de todo y de todos, porque muy dentro de sí, su lobo sabía el estado en el que había dejado al azabache; incluso lo escuchó suplicar por fortalecer aquel lazo que no se había podido forjar completamente con el cachorro gestante, pero había algo que tenía que atender, y sabía que Jungkook quería evitarlo.
–Adelantaré los protocolos de selección, y te casarás con el omega elegido por la reina viuda, al finalizar el mes—, demandó volviendo a mirar al príncipe—. Renunciarás a tus deberes en el ejército y te irás después de tu boda al pueblo de la frontera. Y no te permito volver a visitar a mi concubino, no te quiero cerca de él, HyoSeop. ¿Te ha quedado claro?
El aludido asintió por mera costumbre, con lágrimas de impotencia nublando sus ojos, pero reverenciando al rey cuando éste gruñó por su silencio.
–Como ordene, majestad.
–¡Lárgate de aquí!
Antes de retroceder y aceptar su destino, HyoSeop le dedicó una última mirada a Jungkook, acompañada de una dulce sonrisa que de despedida.
»Te voy a extrañar«. Le dijo el alfa en su mente.
Después de todo, el adiós resultó ser inevitable…
[...]
Hola chiquillas, las invito a unirse a mi canal de difusión:)
Por allá les compartiré varias cosillas relacionada a los fics, y pues un poco más personales. Tristemente no puedo poner el link en mi perfil, pero espero que me deje ponerlo en los comentarios. De cualquier modo, en instagram tengo una historia descansa con el link.
Ig: th.ariv
Besitos xxx
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro