Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

9. Mi segundo idioma favorito








Viernes, 28 de Mayo de 1993

La alarma que provenía en una esquina del lugar sonó, avisándome que ya había cumplido mis tres horas de ejercicio. Me detuve en el triciclo y permanecí sentada, estiré el brazo para tomar agua de la botella.

Me bajé del asiento y fui por la toalla a limpiarme la sudor de la frente, apagué la música con el pequeño control remoto y salí del gimnasio que tenía en casa.

Me dirigí a mi habitación a darme una ducha relajante. Después, me vestí un pantalón al estilo pesquero, una playera roja de cuello V y mangas cortas. Me recogí el cabello y me calcé unos tenis.
Ya con la chamarra colgada en mi brazo y la mochila en los dedos de la mano, salí de mi habitación. Miré la hora de mi muñeca y no era tarde, eran apenas las tres y media de la tarde.

Me dirigí a la puerta de la habitación de Kathleen y toqué su puerta tres veces.

Pasa.

Abrí su puerta y la encontré en el suelo mientras miraba la televisión.

─¿Qué haces? ─pregunté con una sonrisa.

─Perdiendo el tiempo ─habló sin prestarme mucha atención.

─¿Hoy no Irás a a la Universidad?

─No, los exámenes han terminado ─me miró ─. No cuento el que nos van a hacer con quien sabe quién.

─Yo tampoco tengo la menor idea ─me recargué sobre el marco de su puerta.

La miré por unos largos segundos. Inevitablemente me estaba acordando de la última vez que había visto a Sean en la cafetería, donde me había contado todo lo sucedido. Me pidió que le hiciera el favor enorme de convencer a Kathleen de que hablara con él para aclarar sus cosas, hacerle ver que nada estaba sucediendo entre él y la chica Glinda, pero sobre todo que él todavía quería casarse con mi prima.

─¿Qué pasa? ─escuché que me habló.

─Nada ─moví la cabeza ─. Solo venía a avisarte que ya me voy a las clases de Español. Regresaré en un par de horas, contando con el tráfico que va a haber más tarde.

─Cuídate, prima ─me lanzó un beso al aire.

─Gracias.

Me di la vuelta y cerré su puerta. Bajé por las escaleras para dirigirme a la cocina a servirme un vaso de agua, lo bebí y lo dejé en el fregadero.

Salí de la casa con las cosas y fui hacia mi auto donde eché las cosas en el asiento de atrás y me subí para encender el auto. Le di las gracias al portero de la reja de la mansión y me fui directo a la escuela privada que se hallaba cerca de la Universidad.

Hace un año con unos cuantos meses me había decido a meterme a una escuela a aprender el idioma Español, que a los meses se fue convirtiendo en mi segundo idioma favorito. Todo se debía a una película que me había encontrado en una plaza cerca del centro de Chicago, que era una película ambientada en los años 50's, al que llamaban en ese tiempo como la Época de Oro. Era una película de Libertad Lamarque, llamada Acuérdate De Vivir.

No lo pensé mucho, así que lo compré y fui a casa a verla. No había entendido la mayor parte de la cinta, pero me había impactado las actuaciones de los actores mexicanos, y el hecho de que el acento era tan diferente como el de España. Tiempo después, encontré otra película mucho más reciente, llamada Mariana Mariana, que de ahí devino para leer novelas de José Emilio Pacheco, pues la película se había basado en el libro de ese autor, Las Batallas En El Desierto. Gracias eso, pude recordar el título y preguntar a la Biblioteca.

De ahí nació mi interés por aprender ese idioma.

Luego de llegar al estacionamiento, aparqué el auto un poco más lejos de la entrada del edificio, apagué el auto y bajé con mis cosas.
Me adentré al lugar, me mostré con mi identificación personal y fui hacia el elevador, que sólo se componía de un gran espacio para muchas personas, en una pared había un espejo de cuerpo completo.
Mirándome al espejo me quité alguna imperfección de labial rojo que me había puesto en el camino.

Las puertas se abrieron, me dirigí al primer salón que se visualizaba a mi derecha. Entré y saludé al profesor en el idioma correspondiente. Tomé asiento casi hasta atrás, encontrándome cerca de las ventanas donde podía ver la ciudad de Chicago.

A los minutos fueron llegando varios compañeros, como quince en total. Y así, el profesor dio inicio a su clase.

》》《《

Por tercera vez en la última hora, el teléfono celular se encontraba sonando. Esta vez me decidí por apagarlo. Pero el profesor había salido del salón para ir al baño a atender sus necesidades.

Lo pensé mejor cuando ya había apagado el aparato, así que lo prendí y fui al registro de las llamadas perdidas. Alcé una ceja al darme cuenta que era Sean quien me había estado llamando.

Busqué su contacto y lo llamé.

Narella, ¿estás en casa?

─No, estoy en mis clases particulares de Español. ¿Qué pasa?

Estoy a unos minutos de llegar a tu casa. ¿Kathleen está allá?

─Sí, está en casa. ¿Por qué estás yendo allá?

Necesito hablar con Kathleen.

─Sean, habíamos quedado que yo primero iba a comentarle de ese día ─me puse de pie ─. Dudo bastante que Kathleen te reciba.

¿En qué tiempo terminas?

Brevemente revisé la hora de mi reloj.

─En diez minutos.

Tú eres buena para tranquilizar a Kathleen. Prefiero esperarte a que yo llegue a tu casa y Kathleen me grite. Y lo hará, pero si tú estás allá podrás calmarla.

─Entiendo. Llegaré aproximadamente en media hora.

Colgamos y volví a sentarme en mi lugar. Comencé a mover los pies en modo de mi nerviosismo.

Tal vez no me debía meterme entre ellos, pero prefería estar ahí si Kathleen reaccionaba mal por él, y era mejor que yo lograra tranquilizarla. Sus reacciones no la llevaban al extremo de la locura, sin embargo, llegaba a no callarse. Y era fastidioso, a veces lo era.

El profesor entró al salón, y de inmediato dijo que podíamos irnos, que nos veía en la próxima clase. Recogí mis cosas, me despedí del profesor y fui hacia las escaleras para bajar de dos en dos. Salí al estacionamiento y arranqué el auto, le di las gracias al encargado del lugar y salí a la calle.

En menos de la media hora que le había dicho a Sean que llegaría, ya estaba en el camino que llevaba a la entrada de la reja de mi casa. Entonces vi el auto de Sean. Éste me miró desde adentro y le hice una seña de que me siguiera para que ambos entráramos a la estancia.

Apagué el auto y me bajé para dirigirme a su auto.

─Llegaste muy rápido ─se bajó de su auto y me dio un breve abrazo ─. Gracias.

─Por nada. Ahora vamos.

Llegamos a la entrada principal de la mansión, introduje las llaves y abrí la puerta. Antes de subirme por las escaleras, le pedí a Sea  que esperara en la sala de estar.

Subí y llegué a la habitación de Kathleen. Toqué su puerta tres veces. No oí nada.
Volví a tocar y tampoco. Entonces abrí la puerta, y justo ella estaba saliendo de bañarse, con el vapor vivo saliendo del baño.

─¡Narella! ─sonó como regaño ─. Llegaste muy temprano. ¿Por qué no tocas?

─Sí toqué, queridita ─reí por lo bajo ─. ¿Vas a salir?

─Sí. Unas compañeras me invitaron a un club nocturno ─se encaminó hacia su armario, donde abrió el correvidrios ─. Ya le avise a mamá, Ghunter me llevará.

─Oh...

Me volteó a ver.

─¿Habíamos quedado en salir tú y yo? ─preguntó con los ojos abiertos.

─No, no. Nada de eso ─moví levemente las manos ─. Escucha, ponte algo cómodo. Te espero abajo.

Y me di la vuelta antes de que ella me preguntara. Corrí por las escaleras y me fui a la sala de estar. Sean se hallaba de pie, con la mirada al suelo.

─¿Te ofrezco un vaso agua? ─pregunté al percartarme de que no se encontraba ninguna de las empleadas cerca del lugar ─. ¿O algo fuerte?

─Gracias, Narella, pero así estoy bien. Sólo..., quiero hablar con ella ─. Finalizó con un tono de voz rasposa.

No dije nada. Di unos pasos a la entrada de la sala para observar desde ese punto a Kathleen bajar por la escaleras.
No tardó nada. Apareció con el cabello un poco húmedo, pero recogido, vistió una playera larga de color negra, y unos short que llegaba a usar muy pocas veces. Y hasta los tenis.

Me miró con una sonrisa de lado, lista para escucharme, pero su rostro cambió al ver atrás de mí. Se quedó inmóvil, para luego mirarme a mí sin entenderlo.

─Sean ha venido a verte para explicar su versión de las cosas ─expliqué con algo de nervios.

Me hice a un lado para estorbar en lo mínimo con mi presencia. De reojo observé a mi prima para luego mirar a Sean.

─Kathleen ─pronunció con el mismo tono de voz ─. Lo siento..., las cosas no fueron como tú crees. Lo siento por haber ocultado la presencia de Glinda. Simplemente las cosas se me salieron de las manos...

─¡Vete! ─lo interrumpió abruptamente, alzando la voz ─. No te di el derecho ni el permiso de explicarme. Vete de aquí, Sean.

─Kathleen ─aún con la voz ya quebrada, mantuvo su semblante en serenidad ─. Tu peor defecto es no escuchar la otra versión de las personas. Debo hacerlo. Debes escucharme. Después de eso me iré. Si es lo que quieres.

Kathleen me miró, y con sola mirada, le pedí calma. No por él, si no por ella misma.

─Me iré. Deben hablarlo estando solos ─dije, para luego verificar si traía las llaves de la mansión entre mis manos ─. Sólo..., escúchalo, prima.

Le sonreí de medio lado y me di la vuelta para salirme de la mansión, cerrando la puerta a mis espaldas.
Caminé hasta llegar a mi auto, hasta que de lejos visualicé al guardia.

─Buenas tardes, señorita Avnet ─dijo cuando estuvo cerca de mi auto ─. Le llegó este paquete para usted. Ha sido verificado de que no haya algún objeto peligroso.

─Muchas gracias, Bill ─. Le sonreí en cuanto me entregó una caja mediana, que no pesaba casi nada.

Lo subí a la parte de atrás, corroboré que traía mis audífonos Walkman. Por fin me subí a mi auto y salí de la estancia para dirigirme a un centro comercial del centro de Chicago.

Al adentrarme al estacionamiento, me estacioné en un lugar bastante lejos de la entrada principal del centro comercial, luego apagué el motor. Me estiré hacia atrás para agarrar la caja. Abrí su contenido, donde saqué muchos casets con una envoltura de plástico. Los metí en la bolsa que traía y me bajé.

Fui hacia una cafetería, pedí solo un café simple. Me acomodé sobre el asiento cómodo y saqué mis audífonos junto con el Walkman. Abrí mi bolsa, y agarré el primer caset, como nombre de: Hombres G - Chico, Tienes Que Cuidarte.

Lo metí al aparato, lo cerré y le di en iniciar.

Pude entender la mayor parte de la canción. Me había llamado la atención un parte de la canción, que me puse a escribir sobre la servilleta de papel:

... puse la televisión, y nada más ponerla
el primer anuncio, uno de SIDA
Mi vecino vino a verme en seguida
Pero chico que te pasa, cómo vas?

Me reí a solas luego de volver a leer ese fragmento. Bebí un sorbo del café que ya le había agregado una cucharada de azúcar, puse otro caset como nombre: Caifanes - Matenme Porque Me Muero.

Fue mucho de mi agrado. Volví a escucharlo para escribir la letra, al menos una parte. Luego lo traduje a mi lengua materna, para solo saber si mi español ha avanzado un poco más este último mes.

Un reflejo me distrajo de mi pasatiempo, vi a una señora con el pelo rubio y recogido, con un vestido blanco de Dolce. Me sentí al hacer un gesto casi burlero de buena fe, cuando me di cuenta que había un bolso tirado en el suelo. Me puse de pie y fui hacia el objeto a recogerlo. Me dio escalofríos al darme cuenta que era una cartera Dior.

Me quité los audífonos y los aventé al sillón, salí afuera para visualizar a la señora. Estaba por bajarse de las escaleras eléctricas, así que me acerqué a ella.

─Buenas tardes ─me aclaré la garganta, donde ella volteó ─. Se le cayó esto.

Miró hacia la cartera entre mi mano, donde yo ya había estirado el brazo para regresarle lo que le pertenecía.

─¡Ay, de mí! ─exclamó con suavidad, notando que ella no era de aquí ─. Te agradezco. ¿Cómo es qué no lo vi?

─No se preocupe ─sonreí para quitarle importancia ─. Aquí tiene.

─¿Cómo te llamas? ─preguntó con amabilidad luego de agarrar su cartera.

─Me llamo Narella. Un gusto ─extendí la mano.

─Mucho gusto, Narella ─gentilmente me sonrió ─. ¿Eres de por aquí?

─Sí, así es. Soy estudiante. Venía a pasar un rato aquí.

Un teléfono comenzó a sonar. Era el que ella traía en su mano, así que contestó pidiéndome una disculpa y se alejó un poco.

Miré desde mi hombro eché un vistazo al lugar donde estaban mis cosas. Todo estaba bien.

─Discúlpame, hija. Llevo mucha prisa, pero te dejo mi tarjeta. Me has agradado bastante, y créeme ─me sonrió de nuevo, sintiendo un ambiente muy ligero ─. No suelo hacer esto.

─No se preocupe. Que le vaya bien.

─Gracias.

Y desapareció por las escaleras eléctricas. Volví a mi lugar y me puse los audífonos a seguir escuchando los siguientes casets.

Pensé en Kathleen cuando ya estaba anocheciendo, mientras me estaba dirigiendo a mi casa. Pedí de antemano que todo hubiera salido bien entre ella y Sean.









¡Buenas tardes!

Otro capítulo más por aquí, tenía muchas ganas de subir otro y pues aquí lo tienen.

Espero que lo disfruten, poco a poco ya se va a dar ese giro que le tocará a Narella en su vida.

Amor y paz. :')

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro