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Draco gruñó cuando el reloj de la habitación se estremeció ruidosamente junto a su cama. Sin levantar su cara de la almohada, Draco tomó su varita de la mesa de luz a su derecha y lanzó un hechizo incinerador al pobre reloj, que a pesar de haberse recompuesto por magia propia, logró su cometido. Draco se sentó de pésimo humor al borde del colchón de su cama y se encaminó al baño. No le importaba si se bañaba dos veces en un lapso de 7 horas, para él, era necesario bañarse luego de despertar.

Cepilló su cabello, se colocó el uniforme y se asomó con cautela por el pasadizo que daba paso a la Sala Común de Slytherin. Muchos alumnos estaban saliendo. Esperó a que se fueran y salió cuando el último niño de primer año salió, y se mezcló en el grupo con naturalidad. Claro, que su aspecto llamaba demasiado la atención, así que, más que mezclarse, pareció realizar un efecto de agua y aceite con el grupo. A pesar de eso, nadie hizo más que mirarlo de reojo. El chico parecía demasiado elegante, tenía un aire de soberbia que opacaba a las damas Black, y su barbilla en alto demostraba altanería. Ese chico desprendía un aura Malfoy por cada jodido poro, y esto, llamó la atención de muchas serpientes.

Llegando al Comedor, Draco tomó asiente en la punta de la mesa, frente a los profesores. Disimuladamente, buscó mirar la mesa de los leones, tratando de hallar a Potter y Weasley, y allí estaban. Al igual que él, ambos Gryffindors estaban en la punta de la mesa, del lado de los profesores.

- Oye - Draco alzó la cabeza, topándose con un Slytherin de cabello rubio ceniza, que le sonreía de una manera casi escalofriante- ¿A qué año perteneces? No recuerdo haberte visto en clases antes- afirma sin dejar de sonreír.

- Eres muy curioso, para ser de Slytherin- acota en respuesta, evadiendo la pregunta. El rubio Slytherin sonríe aún más, pareciéndose al gato malicioso de Wonderland.

- Me lo dicen a menudo. Pero me gusta saber con quiénes me mezclo - responde- ¿Cómo te llamas?- Ladea la cabeza con curiosidad. No pasó por alto que el de cabello platino no respondió su pregunta.

- Draco Rosellhell- responde desinteresado, mirando su alimento, para llevarse la copa de jugo a los labios. El Slytherin le siguió cada movimiento con los ojos, sonriendo con malicia.

- Tienes unos modales muy sofisticados, Rosellhell- apunta. Draco no le responde y deja la copa en la mesa.

- Y tú no tienes ninguno si sigues hablándome cuando claramente quiero comer en paz-  responde tajante, colocando ambas manos, una sobre otra, con delicadeza sobre la punta de la mesa, frente a su cuerpo.

- Oh~ ¿De verdad?- sonríe divertido- Lo lamento. Soy malo leyendo a la gente- a Draco el tono de voz no le indicó más que se estaba burlando.

- ¿Cómo te llamas?- cuestiona. El rubio sonríe y se endereza.

- Bartemius Crouch- responde, estirando su mano sobre la mesa- Un gusto, Rosellhell- sonríe. Draco solo tomó la mano y dio un suave apretón, para luego regresar su mano sobre la otra.

- Eres el hijo del Director del Departamento de Cooperación Mágica Internacional ¿Correcto?- lo mira vagamente. No veía la hora de dar por acabado el desayuno y retirarse a la Sala de Menesteres.

- Odio que me reconozcan bajo la popularidad de mi padre. Pero si. Ese soy soy- sonríe. Draco asienten sin interés, pero el rubio continua hablando de tonterías que el pequeño Malfoy no se interesaba en escuchar.

En la mesa de los leones, Harry estaba nervioso, sin pensarlo, se había sentado frente a los Merodeadores ¡De los Merodeadores! Bien hecho, Harry. Bien hecho. Se felicitó mentalmente con cinismo. Intentando evitar que lo vieran, comió con la cabeza baja, mientras que Ron buscaba disimuladamente a su padre. Había localizado a su madre del lado de enfrente pero cerca de la mitad de la larga mesa.

- Oye, Prongs. Ya tenemos listo el brebaje para Snivellius- Harry levanta la cabeza casi de golpe, mirando con asombro a Sirius Black, su padrino, susurrar de cerca al oído de su padre.

- Excelente, cuando se aleje de Malfoy se lo tiraremos encima- sonríe con malicia el Potter mayor. Harry suspiró con pesar.

Por supuesto, aquí todos son unos bravucones. Pensó el pequeño Gryffindor con decepción. Había olvidado ese lado de mierda de su padre. Escuchó al par de Merodeadores murmurar con ánimos el plan, y Harry torció la boca con desdén. No iba a dejar que pasara. No quería que Snape sufriera. Pues no importaba que tan crudo fuera ese hombre con él en el futuro, sabía que su forma de ser se debía, en gran parte, afectada por lo que le hizo James en el pasado. Si podía salvarlo al menos esta vez, todo estaría bien ¿No? Alto ¿Qué pasaría si modificaba el pasado? Tragó saliva.

- Harry ¿Estás bien?- el castaño voltea a verlo, extrañado- No estás comiendo- responde. Harry zumba, a modo de que entendió de que hablaba.

- Si, si. Estoy bien. Sólo...- vacila y mira su plato un momento- Nada. Estaba armándome una historia solo- ríe. Ron asiente y sigue comiendo.

Harry estaba bastante inseguro de cómo actuar ahora. Dirigió una mirada a la mesa de profesores, buscando a Dumbledore con ella. Cuando lo localizó, notó que este estaba muy concentrado en su desayuno, ajeno a la idea de que tres alumnos del futuro se estaban mezclando con los alumnos del presente, y probablemente afectando la línea temporal. Harry vira los ojos, pues claro; Era Albus Dumbledore, no podía esperar un comportamiento normal de él.

- Oye- Ron levantó la cabeza de su mundo- ¿Me puedes pasar la miel, por favor?- Weasley miró un momento al rechoncho mago y luego buscó con la mirada la jarrita de miel para pasársela- Gracias- sonríe el rubio, para luego seguir con su desayuno.

Ron no pudo. Sin dejarlo de ver, el pelirrojo codeó por debajo de la mesa a Harry, tratando de llamar su atención. El león volteó a verlo y Ron se inclinó hacia él para susurrarle.

- Harry ¿No es Pettigrew?- indaga, señalando con la mirada al mago que le solicitó la miel, y que estaba sentado junto a un joven de cabello color miel y algunas pequeñas cicatrices.

- ¿Él?- indaga Harry extrañado. Entrecerró los ojos, analizando al joven.

A Harry le costaba un poco imaginarlo lleno de tierra, desalineado, y más gordito. Ya saben, con aquella apariencia de rata que le vio en la casa de los gritos aquella vez que conoció a Sirius por primera vez. El joven al que veía ahora no se parecía casi nada. El cabello rubio era un poco largo, y estaba algo despeinado. Sus mejillas tenían un leve tinte rosado, y sus ojos estaban llenos de vida y no paraba de sonreír. Sus uñas estaban bien cuidadas y no tenían ese largo asqueroso de años futuros. No podía ser Pettigrew ¿Verdad? Ve en silencio como jala levemente la manga de la túnica del chico de las cicatrices a su lado para preguntarle algo de un examen, que el otro le respondió amablemente.

- Ese debe ser el profesor Lupin ¿No?- indaga Ron en un susurro.

Harry estaba algo impresionado con la atención que ponía el pelirrojo, cuando él sólo estaba pensando en sus miles de teorías ridículas sobre las múltiples líneas temporales. Harry miró al chico de las cicatrices. Y si. Ese si tenía que ser Remus. Su dulce y confiada manera de responder a otros era única, además, acababa de colocarle chocolate a sus pancakes, así que debía ser Remus.

- Si, creo que Si- respondió Harry. Mirando su comida de nuevo. Debían terminar lo más pronto posible para irse a la Sala de Menesteres y ver que hacer con respecto a su improvisado viaje al pasado.

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