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No había ser más hermoso y majestuoso que Lucius Malfoy vistiendo el uniforme de Slytherin, ese oscuro matiz de verde mezclado con el color plata de la corbata hacían juego con el sedoso listón verde jade que amarraba su cabello en una floja coleta que reposaba en el hombro derecho del mago. Si, sin lugar a dudas su padre era un ser precioso.
Alto.
¿Qué estaba usando el uniforme de qué?
Draco se detuvo cuando vio el perfil de su padre, se veía mucho más joven, un centímetro mas bajo, y su semblante parecía menos rígido que de costumbre. Draco frunce el entrecejo, extrañado. Algo no estaba bien.
- ¡Wow!- exclama sorprendido, al ser jalado de repente por la parte posterior del cuello de su túnica a otro pasillo, sacándolo del rango de visión de quién creía, era Lucius Malfoy- ¿Qué mierda te pasa ahora, Potter?- espeta molesto, volteando para encarar a su rival. Su padre ni había alcanzado a verlo.
- Draco, algo no está bien acá- susurra el miope, tenso. Draco mira por sobre su hombro a Weasley, quién se retorcía las manos con nervios, estaba pálido.
- ¿Y ahora que lo asustó a este?- espeta el rubio. Harry revolea los ojos.
- Draco, esto no está bien. Necesitamos ir al despacho de Dumbledore ahora, tengo un mal presentimiento- asegura. Draco bufa.
- ¿Te puedes explicar, Potter? No te estoy entendiendo nada, y yo tengo mi paciencia bastante limitadita - se cruza de brazos.
- No podemos hablar aquí, Draco, ni dejar que nos vean. Tenemos que ir con Dumbledore ahora, solo él podría ayudarnos con esto- responde alterado, intentando no alzar la voz.
- Ash ¡Bien! Iremos con el vejete- se resigna de malhumor- Que fastidioso que eres- Se toca el pecho con la punta de su varita, y murmurando un hechizo, su ropa se secó, al igual que su cabello. Potter y Weasley ya estaban secos, o al menos a medias.
- Solo camina, Malfoy- gruñe el castaño de mala gana, para comenzar a caminar rumbo al despacho del director.
Harry podía estar muy confundido, pero no lo estaba lo suficiente como para no reconocer a una muy joven Molly Weasley caminar con calma por el pasillo, conversando tranquilamente con Frank Longbottong. Juraría que el cabello de Molly era cinco veces más largo que como lo recordaba de la última navidad, y era más delgada. No tenía sus simpáticas arrugas, y el tono rojizo de su cabello era más fogoso que antes, sin contar que su voz sonaba un poco más aguda y jocosa. Frank no parecía traumado, ni tenía el comportamiento que una víctima de miles de Cruciatus tendría. Se veía alegre y relajado. Eso no estaba bien. Ron no podía creer lo que vio. ¡Su madre no parecía su madre! ¡Y estaba hablando con un hombre al que daba por sentado en un manicomio por inestabilidad mental luego de una de las mayores torturas mortífagas de la tierra! Eso no podía estar pasando.
Draco se sentía frustrado, pero no shockeado como Weasley, acababa de ver a su padre, prácticamente rejuvenecido. No alto, no era posible que fuera su padre. Él jamás se habría cruzado de brazos tan vagamente como ese hombre. No."Eso arruinaría una postura perfecta e intimidante", eso decía su padre. Él no haría justamente lo que le dijo años antes que no hiciera. Sería estúpidamente hipócrita ¿No? Caminaron durante algunos minutos hasta que llegaron al despacho del director. Draco suspiró, cansado, quería bañarse. Supuso que no tardarían tanto, pero se equivocó. Al momento de dar la contraseña, la gárgola de piedra no se movió ni un poco.
- Esto no está Bien- murmura Harry. No creía que Dumbledore la hubiera cambiado, le habría abusado ¿No?
- ¿La habrá cambiado?- Harry miró a Ron ante la duda- Quizás olvidó decirte, o algo surgió y no alcanzó a hacerlo- propone el pelirrojo.
- O tal vez, el viejo quiera privacidad por fin- se mete Malfoy. Harry bufa, cuando la gárgola se movió de repente, sobresaltando a los estudiantes.
- Y no quiero que vuelva a suceder ¿Quedó claro, Tom?- los tres estudiantes se hicieron a un lado de golpe cuando vieron a un adolescente de imponente postura y ojos color carmín bajar las escaleras enfurruñado, seguido de Albus Dumbledore.
- Si, Director- respondió el chico, retirándose sin voltear a saludar. Los tres estudiantes siguieron con la mirada al extraño chico hasta que se perdió por los pasillos, cuando un carraspeo de garganta llamó su atención.
- Me temo, que tienen algo que decir ¿No?- sonríe afable el anciano, dando una mirada divertida a los tres estudiantes. Dos leones y una serpiente juntos, no parecía natural. Aunque le agradaba que fuera posible.
- Si - se limitaron a responder los adolescentes, mirándolo con sorpresa. Esto desconcertó a Albus.
- Bien, pasen entonces- sonríe y sube de nuevo las escaleras, siendo seguido por los tres estudiantes, que aún no cabían de la impresión. ¿Albus tenía algunos mechones naranjas entre su cabello encanecido?- Cuéntenme ¿En qué los puedo ayudar?- sonríe, tomando asiento tras su escritorio.
- Bueno...- vacila Harry. ¿Cómo preguntar algo que no sabes que fue?- Verá, tuvimos un accidente en clases de pociones- comenzó. Albus alzó una ceja- Parece que por una discusión bastante tonta- el ojiverde dedica una mirada de fastidio a sus dos acompañantes- La poción en la que trabajamos se arruinó y nos cayó encima. Luego de eso nos desmayamos- cuenta, Albus asiente, atento- Pero cuando nos despertamos, estábamos en el patio exterior, cerca del lago negro. No entiendo cómo pasó, pero no creo que el profesor Snape nos haya revoleado por una ventana para no tener que llevarnos a la enfermería. Pero no comprendo cómo fue que acabamos allí - Albus parecía extrañado. Como si hubieran contado un cuento irreal. Había algo que el director tomó como extraño y llamó totalmente su atención.
- ¿"Profesor Snape"?- repitió desconcertado.
- Si, mi padrino- respondió Draco con un tono que cualquiera habría interpretado como un "Duh, estúpido", peor Albus ignoró el torito.
- ¿Cómo se llaman ustedes?- pregunta de repente. Los adolescentes se miraron entre ellos, confundidos.
- Eh, señor. Creo que ya lo sabe- responde Ron mirándolo con extrañeza. ¿Qué le pasaba al viejo ahora?
- No, mis niños. No los conozco, disculpen- responde.los adolescentes se miraron de nuevo, ya un poco preocupados.
- Señor, soy yo. Harry- responde el d rojos verdes- Harry Potter- aclara con cierta incomodidad por tener que reafirmarlo. Esto no estaba bien.
- Yo soy Draco Malfoy, hijo de Lucius Abraxas Malfoy, es una tontería que no se acuerde de mi- gruñe ofendido el rubio, cruzando sus brazos con severidad.
- Ron Weasley, la verdad que se olvide de mí no me impresiona- suspira el pelirrojo. Albus los mira a los tres con asombro, esto era increíble. Era imposible.
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