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Capítulo 12

El día en el hospital había sido demasiado agotador. No solo por tener que atender a los pacientes, si no por permanecer al lado de Iñaki.

Al parecer Lorena se encuentra algo indecisa respeto a sus sentimientos hacia él. Le gusta, no lo puede negar, aun así es su compañero y como tal debe quitarse de la cabeza la absurda idea de que pueda surgir algo entre ellos.

Sentadas en el área de descanso, Lorena charlaba con Nadine y Raúl. Cada vez que echaba un vistazo a Nadine notaba como ésta cambiaba su semblante. Podía pasar de estar alegre a dejarlo de estar. Al marcharse Raúl, tiempo le faltó a Lorena para ir junto a su amiga y consolarla. A pesar del todo tiempo que llevaba trabajando junto a Raúl, Nadine no podía dejar de pensar en él. Le constaba vivir sin su amor, y lo peor de todo, debía guardar sus sentimientos con tal de no perder su amistad.

—Nadine, habla no te calles lo que llevas ahí guardado.

—Lorena, que bueno que te tengo como amiga. Porque eres la única que sabe lo que siento hacia Raúl. Lo que menos deseo es ser la comidilla del hospital.

—Tranquila, puedes confiar en mí, y si en algo puedo ayudarte solo debes decírmelo.

—Lo sé querida. Lo sé. 

—No entiendo Nadine. ¿Por qué no te lanzas y le dices a Raúl lo que sientes? Al fin y al cabo ambos estáis solteros.

—Ya. Pero el corazón de Raúl está blindado. No hay día que no llore por ella, y ese problema que supuestamente quedó en el pasado le impide seguir con su presente. Ya no sé qué hacer, he tratado de ayudarle. Entiendo que lleve una cruz muy pesada llena de tristeza y amargura. Aun así no sé porque se ha encerrado y no deja que alguien le ame.

— ¿Y eso porque?

—Por lo que me ha contado, estuvo muy enamorado de la madre de su hija, la cual murió cuando dio a luz a su bebé. Después estuvo muchos años luchando contra el abuelo de su hija por su custodia. Encima, el abuelo de su hija le prohibió acercarse a ella. Resumiendo que Raúl tiene una hija y ésta no sabe ni quien es su padre. Te podrás imaginar cuando dolor acumula Raúl viendo a su hija y no poderse acercar a ella, ni siquiera puede darle un beso.

—Pobrecillo. Tiene que ser todo un calvario vivir en esa situación.

—Raúl dice que su hija se parece a su madre. Pero que su abuelo la moldeado a su manera de ser, haciéndola una mujer injusta y mezquina.

—Uff. Mejor no cruzarse con ella.

Un rato después, Iñaki informaba a Lorena que tenía que ir para urgencias, una niña había sufrido una caída y al aparecer se había fracturado el brazo.

Inmediatamente Lorena se dirigió hacia urgencias. Allí una enfermera le entregó el informe de la niña.

Se trataba de una niña de ochos años, con lesiones en el cúbito y radio. Al pasar al box. Lorena empezó hablando con cariño con la niña. Ésta mirándola con miedo desvió su cabeza para otro lado. Iñaki intentaba entablar una conversación con la pequeña, pero la niña estaba demasiado asustada y no hablaba.

—Han llamado a la familia—Preguntó Iñaki a la enfermera tomando de la mano a la niña para que se tranquilizase. La enfermera dijo que sí, en breve llegaría algún familiar, puesto que la niña la había traído su profesora.

—Hola pequeña me llamo Lorena y este es mi compañero Iñaki y nosotros vamos a cuidar de ti. Pero para ello debes ser nuestra amiga y decirnos donde te duele. Nosotros no queremos lastimarte.—Dirigiéndose a la niña Lorena le hablaba con cariño haciendo que la niña atendiera a cada una de sus palabras esbozando una sonrisa. Con cuidado Lorena y Iñaki comenzaron a examinar a pequeña, en un momento Lorena miró impactada a Iñaki, con la mirada les bastó para deducir que unos moratones señalaban en el cuerpo de la niña maltrato. Alarmada Lorena salió del box cuando su compañera le dijo que afuera había un familiar de la niña.

Descompuesta, sin poder creer que esa niña con cara angelical, le estuvieran haciendo algo así. Lorena empezó a caminar en busca de algún familiar de la pequeña. Al llegar donde había un hombre alto de espaldas hablando por su móvil, Lorena se quedó reparada cambiando el semblante de su rostro al descubrir que se trataba de Nick.

—Buenas tardes soy la doctora Guijarro, usted es algún familiar de la pequeña Mariela Banes.

—Sí, soy su hermano. ¿Dime Lorena que le ha ocurrido a mi hermana?—La voz de Nick temblada, aparentemente quería estar sereno aun así sus ojos claros marcaban la preocupación por su hermana.

—Nikolas, ven conmigo por favor.—Lorena debía dejar a un lado la irritación que le hacía sentir Nick. En esos momentos debía ser una profesional. Con toda la tranquilidad posible empezó a contarle a Nick lo ocurrido a su hermana. Éste alterado se pasó su mano por su cabello aguantado el coraje que anunciaba con salir al exterior.

—Nikolas, el problema es que hemos visto unos moratones en varias zonas del cuerpo de Mariela, y me gustaría que fueses franco conmigo. Sólo queremos ayudar a la niña.

—¿Estás segura de lo que dices?—Masculló entre dientes intentando aguantar su estado de enfurecimiento.

—Tal vez. De todas formas vamos a hacerle algunas pruebas para salir de dudas. También me gustaría que me contases un poco  el ambiente de tu hogar si la niña es bien tratada, ya me entiendes.

—Lorena te juro que yo sé lo que me dice Mariela. Yo hace años que vivo independiente. Digamos que no tengo buena relación con mi padre y mucho menos con mi madrastra.

—Aja. ¿Pero me imagino que te preocupas por tú hermana?

—Todo lo que puedo. Tengo también mi vida.

—Nikolas, yo no estoy aquí para juzgarte. Estoy aquí para intentar ayudar a Mariela y si encontramos que Mariela es una niña maltratada, sabes que se va proceder a denunciar a tus padres por maltrato.

—Lo sé. Y no sabes cuanta exasperación me causa todo esto. Mariela es mi hermana y si me entero que esa bruja ha lastimado a mi hermana te juro que me la va pagar.

—Ahora debes relajarte, ven, ahora puedes pasar a ver a Mariela después le haremos unas pruebas antes de enyesar su brazo.

Lorena le hizo un gesto sonriéndole, de algún modo quería tranquilizar aquel hermano que intentaba dirigir todo lo le habían comunicado.

Nick pasó al box con su hermana abrazándola con cariño hablando con ella para que le contase lo ocurrido. Mientras tanto Iñaki y Lorena se marcharon para hablar sobre el caso y hacerle las pruebas necesarias a la niña.

Un par de horas después Lorena llegaba para hablar con Nick.

—NiKolas, debo decirte que le hemos hecho una radiografía y un escáner. Según las pruebas tú hermana tiene el radio del brazo derecho fracturado, y quiero decirte que Mariela tiene lesiones por golpes. Tú hermana es maltratada Nikolas.

—Lorena llámame Nick, si no te importa. Y pareceré tonto, pero nunca he sabido nada de esto. Nunca he llegado a pensar que Mariela estuviera siendo lastimada. Qué clase de hermano de soy.

Sosteniendo sus lágrimas Nick tomaba asiento poniendo sus codos en sus rodillas paseando sus manos por su cabello frustrado. ¿Cómo no se había percatado de nada referente a su hermana?

Callada, Lorena puso una mano en su hombro, mientras Nick permanecía culpándose por lo ocurrido ella sintió lastima por él. Una pena que le llegó al corazón.

—¿Y ahora qué va pasar Lorena?

—Nick mírame.—Eso fue lo que hizo, mirarla a sus hermosos ojos azules proporcionándole una calma transmitiéndole paz. La voz dulce y su mano agarrada a la de él bastó para que él sintiera un calor infernal esparcirse por su cuerpo.De pronto empezó a sentirse hechizado por aquella mujer que lo hacía enloquecer. Atento escuchaba las palabras de ella, hasta comenzó a sentirse nervioso. ¿Cómo iba el a cuidar de su hermana si apenas sabía cuidarse de sí mismo?

Negando con la cabeza Nick se levantó dándole la espalda a Lorena. Aquel pacto no podía ser. Él no podía luchar por la custodia de su hermana. La relación con su padre no era la mejor del mundo, con su madrasta se llevaba muy mal, nunca se cayeron bien desde el primer día que se casó con su padre y apareció en su casa con aire de superioridad llegándole a pegar en varias ocasiones, a él, a un niño de siete años seguido de amenazas. Nick siempre guardó silencio, y cuando por fin se atrevió a contárselo a su padre, no le creyó. Mantuvieron una acalorada discusión y éste no le quedó de otra que irse de su casa dejando a su hermana con aquella mujer que le hizo prometer que cuidaría de ella. Pero al parecer ni una sola palabra por parte de Mariela le hizo recapacitar y poner en su lugar a su madrastra. Mariela siempre guardó silencio y...¿sería ahora el momento de poner en su sitio aquella mujer?

Derrumbado Nick miró con tristeza a Lorena pidiéndole en silencio un gesto de bondad. Al ver su expresión en aquellos ojos claros, Lorena estremecida por verle en ese estado le abrazó. Lo que se suponía que era un simple abrazo se convirtió en un contacto más afectuoso. Notar el calor de su cuerpo al ritmo de las palpitaciones de su corazón logró de algún modo impresionarla. Haciendo un esfuerzo Lorena se separó de Nick quedándose quieta clavando su mirada en él. Ambos respiraban con dificultad debido a la fusión de lo que estaban apreciando uno del otro. Siendo interrumpidos por Iñaki, éste donde minutos antes había observado la escena miró con recelo a Nick comunicándole que ya se podía llevar a su hermana a casa. A continuación le ordenó a Lorena ir a ver a otro paciente.

—Piensa en lo que te comentado Nick, porque nosotros vamos a hablar con protección del menor para informales sobre Mariela y si ellos así lo vean necesario se procederá a una denuncia.

—Lo haré Lorena. Gracias por tu ayuda y respecto a lo de la otra noche, discúlpame.

—Ya está olvidado, ahora ve con tu hermana. Ella te necesita.

Mariela abrazó a su hermano pidiéndole que no la llevase a casa. Lorena al ver la escena se conmovió y sin pensarlo se aproximó hacia la pequeña dándole un beso en su mejilla diciéndole que ella misma la ayudaría para que pudiera quedarse con su hermano. La niña le dedicó una sonrisa que terminó por desarmar a Lorena. Aquella niña necesitaba cariño. El problema era por cuanto estaría pasando para que el brillo de la felicidad de una niña inocente se haya apagado tan deprisa.

Seguidamente Lorena fue en busca de Iñaki. Al entrar en el box, el semblante de éste había cambiado de algún modo incluso llegando a perder su sonrisa. Lorena pensó que se debía a que estaba agotado y no le dio la mínima importancia continuando trabajando a pesar del enojo que sentía Iñaki le hacía de estar constantemente en desacuerdo con ella. Intentando aguantar el pique que traía Iñaki con ella, Lorena no se lo pensó dos veces para ir hablar con él cuando terminaron de atender a uno de los pacientes.

—Dime Iñaki, ¿Se puede saber que mosca te ha picado para que te comportes tan mal conmigo?

—A mí qué me va pasar. Es solo que no has atinado en diagnosticar el problema al paciente.

Lorena permaneció quieta mirando con furia a Iñaki aguantando las ganas de darle una cachetada por insolente.

— ¿Qué me estás queriendo decir Iñaki? ¿Que soy una estúpida que no valgo para ser médico?—Agarrándole de su brazo Lorena lo fulminó esperando que éste le diera una respuesta.

Aquellos ojos risueños avellana de Iñaki, ahora eran llamaradas de fuego que  observan el rostro de Lorena, la tensión que había entre ambos se podía cortar con una hoja afilada. La llegada de Raúl preocupado por los dos hizo que se alejasen siguiendo mortificados.

—Chicos ¿se puede saber que os pasa para que estés así con esta tirantez?—Preguntó Raúl mientras los observaba con desaprobación.

—A mí no me pasa nada, pregúntaselo al doctor Asbal que no hace masque contradecirte todo el rato.

—¿Iñaki qué ocurre?

—No tienes nada de qué preocuparte tío. Ahora debo marcharme debo continuar con mi trabajo.

—Tranquilo la que se va soy yo. —Se adelantó Lorena dejándoles solos.

Raúl volvió a formularle la misma pregunta a su sobrino. Sin embargo Iñaki evitaba la respuesta conteniéndose en admitir que había sentido celos cuando vio a Lorena abrazada a Nick.

—Iñaki, por favor ve y discúlpate con ella.

—No pienso disculparme con ella y tú deberías de dejar de defendedla tanto.  Te aviso tío que me  he percatado tu interés hacia ella. Y debo decirte tío que Lorena no es tu hija para que andes comportándote como su fueses su padre. Déjala que se equivoque y si la tienes que despedir hazlo.

—Cómo puedes estar hablando así Iñaki. No te comprendo, hace unos días te pregunté y tú mismo me dijiste que todo iba estupendamente bien y ahora Lorena no hace más que equivocarse. —Raúl sacudió su cabeza de un lado a otro intentando comprender a su sobrino.

—Acaso...¿Estás celoso Iñaki?

—¿Yo? Qué va. Pero si te doy un consejo tío, ten cuidado por ese interés hacia Lorena, puesto que las enfermeras ya están empezando con el cotilleo.

Dejando atónito a Raúl, Iñaki se marchó tras haber descargado su malestar con su tío. Alucinando por lo la conversación mantenida con su sobrino, Raúl tomó asiento confundido. Por un breve instante reparó en las palabras de su sobrino, y en la imagen de Mariola y Lorena. Sin duda las dos chicas se parecían bastante. Triste, Raúl se restregó un rostro con la palma de sus manos como si aquel gesto le fuese a quitar el sufrimiento que lleva padeciendo desde hace años. Exactamente veinticinco años. La misma edad que tiene Lorena y su hija Mariola. Su hija. La que nunca pudo acercarse a ella a pesar de poner todos sus esfuerzos por tenerla junto a él. Lo único que le quedaba de Eloísa y lo que le arrebató Miguel Urtizo el derecho a ser padre. El derecho de tener a su hija a su lado, de poder sentir sus primeras palabras, de curarle cuando se pusiera enferma...Todo, se lo arrebató Miguel Urtizo el hombre que más odia y el cual desharía echárselo en cara para decirle cuatro cosas. Pero por temor a que le pudiera hacer algo a su familia, debía seguir agonizando su dolor o esperar el momento de poder contarle a Mariola la verdad.

—Raúl, le ocurre algo. —Al girar su rostro Raúl te topó con unos luceros añiles que lo miraban con ternura y preocupación. Por una extraña razón Lorena le emitía una armonía llena de afecto. 

—Estoy bien Lorena, gracias por preocuparte.

Lorena con su simpatía abrazó a Raúl. Para ella era como darle ánimos puesto que no quería verlo triste. Para él aquel abrazo estaba inclinado hacia el apego sintiendo que su corazón se abriese para llenarlo de amor.

—Gracias por preocuparte por mí Lorena. Yo...estaba pensando en mi hija y me he puesto nostálgico. Es que...bueno...ella no sabe que soy su padre y me causa tanto dolor que ya no sé qué medicina tomarme para curar este sufrimiento que me ahoga día a día.

—Te entiendo Raúl. Yo no tengo padre y...no sé contigo me siento unida. Vamos que me caes muy bien quiero decir. —Ambos se echaron a reír hasta que llegó Nadine con unos cafés, esa noche les tocaba guardia y la noche prometía puesto que no dejaban de llegar padres preocupados porque sus hijos tenían fiebre, un virus...

En los ratos libres que tenían libres Nadine y Lorena hablaban sobre sus vidas y si en algo coincidían era en el cariño que le tenían a Raúl, cada una a su manera. Casi amaneciendo, Lorena se encontraba descansando, había sido una noche muy larga. Agotada se disponía a recoger sus cosas cuando notó una presencia tras ella.

—Dime Iñaki, qué quieres ahora.—Suspiró fuerte ella intentando tranquilizarse a la vez que se volteaba para mirarlo, notó que él estaba demasiado cerca de ella. 

—Sólo quería disculparme contigo, y decirte que una trabajadora de protección del menor vendrá mañana para hablar contigo respecto al caso de Mariela. Espero que sepas lo que haces y no te metas en problemas. Aún no sabes la reacción de sus padres y una denuncia te puede constar tú carrera. Avisada estás. —Con una calma descomunal Iñaki le dio un beso en la mejilla a Lorena rozando sus pómulos con sus dedos siguiendo bajando por su brazo. Sin decirle más se marchó. Al irse Iñaki, Lorena por fin pudo respirar. Asombrada se cuestionó que le ocurría a Iñaki para portarse de esa forma con ella. Sería absurdo pensar que Iñaki tuviera algún cierto interés hacia ella. Y si lo tuviera, ¿qué era lo que debía hacer ella?

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