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Capítulo 1

EN LA ACTUALIDAD:

Cancún:

«Veinticinco años, veinticinco años»
Pensaba Esme mirando a Lorena que se encontraba terminando de repasar para sus exámenes para poder trabajar en Europa como médico pediatra. De siempre, ese ha sido el sueño de Lorena, ser médico pediatra. Día a día se ha esforzado en estudiar para poder sacar sus estudios adelante pero eso no lo hubiera conseguido si su hermana gemela Eloísa junto a Esme no hubieran estado al pendiente de buscar trabajo para poder pagarle sus estudios.
Esme siempre trabajó como limpiadora en una oficina y Eloísa había tenido varios trabajos. En el último año, gracias a su amiga Mireia, había entrado a trabajar como camarera en el hotel donde ella trabajaba como recepcionista.

Aquella mañana, Eloísa tenía que hacer doble turno, una de sus compañeras no había ido a trabajar debido a que su madre había fallecido y debía ocupar su lugar.
«Hoy por ti, mañana por mí». Se decía Eloísa algo molesta por tener que trabajar tantas horas. Por lo menos mañana lo tendría libre, y lo podía pasar junto a su novio Armando.

-Venga Elo, anímate, hoy tenemos nuevas reservas hechas y verás como trabajando en el restaurante te se van a pasar las horas-Esbozó una sonrisa Mireia, la mejor amiga de Eloísa.

-Sí, lo que tú digas. Desde luego mira que tengo mala suerte. Hoy, precisamente que había quedado con Armando para que me llevara a cenar tengo que estar aquí trabajando.
Mireia la observó con detenimiento. Aún no entendía como su amiga seguía enamorada de un tipo como Armando. Era todo un holgazán, juerguista que se aprovechaba de la bondad de Eloísa para gastarse el dinero que ella le deba en máquinas tragaperras cuando no termina en la cama con alguna mujer.

-Sigo pensando lo mismo Elo, no sé porque no dejas a ese bribón de Armando. - Mireia la miró a los ojos haciendo entender a su amiga que debe abrir los ojos, no puede continuar perdiendo el tiempo con un hombre que no la respeta y se la pasa todo el tiempo intentando ligar con las turistas o gastándose el dinero que ella gana en juergas.

-Mireia, déjalo. Sabes que no me gusta que hables así de Armando. Él es buen hombre conmigo y pronto nos vamos a casar. Para mí es el hombre adecuado. Y si no, mira, llevamos tres años como novios y me respeta. Por lo cual...

-Lo que tú digas. Por lo que veo sigues tan ciega como siempre.--Terminó de hablar Mireia algo mosqueada por la actitud de su amiga. Seguía pensando que Armando era un canalla que no la merecía y ella seguía ilusionada con casarse con él.
De nuevo su turno comenzó, Eloísa entró al restaurante ayudando en la cocina para dar de comer a los comensales.

El avión despegó en Cancún. Mariola Urtizo junto a su amante Emilio Linar, habían volado desde España hasta Cancún. Quería poder escaparse o más bien evitar los problemas que tenía con su pareja. Desde años había mantenido una relación con Marcos Zisis. Él arquitecto, un hombre noble y de buen corazón. Pero en un momento de su relación, Marcos puso los ojos en Samia. Una chica vulgar, que hizo que su relación con él terminase. Sintiendo un odio por Samia, sintiendo una irá hacia Marcos por haber roto la relación, Mariola dejó de quererlo para odiarlo. Pero a la vez debía de complacer a su abuelo Miguel, sin quedarle de otra tuvo que humillarse y perdonar a Marcos dándole una segunda oportunidad. En esos momentos no estaban pasando por buenos momentos en su relación, se la pasaban discutiendo y apenas se veían. Aun así, Mariola sabía que Marcos se casaría con ella, por lo cual no le preocupaba si su relación iba bien o no. En esos momentos, inventándose que tenia que relajarse y pensar. Planeó un viaje con su amante desde hace semanas hacia Cancún.

Una vez que llegaron al hotel y se registraron fueron acompañados por el botones hacia su suite. Dándole una pequeña propina al botones que éste le agradeció con un leve movimiento de cabeza, Emilio cerró la puerta para agarrar a Mariola y hacerle el amor. Para eso habían viajado a un lugar donde nadie los conociera, donde pudieran estar tranquilos y lo mejor, poderse olvidar de Marcos y la familia Zisis. Solo quería disfrutar del momento y hasta el momento Emilio lo estaba consiguiendo.

-Mariola mi amor te queda mucho. Si tardas un poco más, no vamos a encontrar mesa para cenar.

-Ya estoy arreglada.-Con una sonrisa de satisfacción Mariola agarró su bolso rodeando el brazo de Emilio para marcharse hacia el restaurante y seguido irse de copas.

-Lorena hija, cena un poco. Si sigues así vas acabar por enfermar.-La voz de Esme era de preocupación. Lorena se la había pasado los últimos días casi sin salir de su habitación, tan solo se la pasaba estudiando. Ella quería sacar buenas notas, era su recompensa hacia el esfuerzo que hacía su hermana y madre por pagarle sus estudios. Eloísa y Lorena eran gemelas, y aunque Eloísa tuvo que dejar los estudios para trabajar y ayudar a pagarle las becas de estudio a su hermana, no le importaba tener que ponerse a trabajar para que su hermana consiguiese un trabajo digno.

Lorena era una muchacha tímida, aplicada en sus estudios, apenas tenía amigas, tan sólo las de su hermana Eloísa. De hombres no tenía mucha experiencia, puesto que siempre se la había pasado en la biblioteca o en casa estudiando. Quería sacar buenas notas para poderse irse a Europa y trabajar en uno de los mejores hospitales y ampliar sus conocimientos.
Lorena siempre ha estado agradecida con Esme y Eloísa por todo lo que hacen por ella, por eso siempre se ha dicho que debe esforzarse al máximo para que algún día pueda devolverle todo el sacrificio que hacen su madre y hermana.

-Mamá está muy rica la sopa, gracias.--Decía Lorena mientras comía. Aquella noche cenaban solas, Eloísa había llamado para decirles que tenía que quedarse a trabajar. No era la primera vez que Eloísa se quedaba más horas en el restaurante. Sin embargo lo que más le llevaba los demonios a Esme, era la relación que tenía con Armando. Para nada le gustaba ese hombre para su hija.

-Mamá que es lo que te preocupa, te veo muy callada.
Esme miró a su hija con ternura, acariciándole su mano.
Aunque un día Esme le dijo a las niñas que no era su madre, ellas siempre le han llamado mamá. A pesar de que hayan pasado veinticinco años, Esme se sentía mal por tenerle que ocultar a las muchachas quien eran en realidad. Su promesa la estaba ahogando cada día más, ver en los rostros de sus hijas su felicidad la llenan de dicha. Pero la culpa seguía vigente en su corazón. Muchos días se ha llegado a cuestionar que habrá pasado con Marta, con Miguel y con aquella bebé que se quedó en manos de ellos. Que fue lo que el destino le preparó.

-Mamá en qué piensas, hoy estás algo rara.-La voz de Lorena la devolvió de sus pensamientos.

-Nada mi amor, sólo estaba pensando en lo que tenemos que comprar mañana en el mercado.--Se excusó Esme quitándole con su mano importancia al asunto para no preocupar a Lorena.

-Mañana te acompañaré al mercado, quiero preparar la comida puesto que me y graduo y pronto viajaré al extranjero.

-Me siento muy orgullosa de ti mi amor. Me da mucha pena que tengas que irte a Europa, pero espero que seas una mujer de provecho y una buena médico.

-No lo hubiera conseguido sin vosotras mamá. Os quiero mucho.--Lorena con su dulzura besó a Esme en su mejilla rodeándola por detrás por sus hombros.

Una vez que tomaron asiento en una mesa, y fueron atendidos por el camarero, Emilio dejó la carta aun lado para prestar todo su atención en Mariola que seguía consultando su móvil sin prestarle mucha atención. Llevaba viéndose a escondidas desde hace meses, él sabía que no llegaría a nada serio con Mariola. Aún así disfrutaba de los momentos de placer en la intimidad de la alcoba. Emilio era hijo de un empresario, y como hijo único se la pasaba derrochando el dinero de su padre en juergas. Y desde que conoció a Mariola, la consoló llegando a interesarse en ella, pero todo cambió cuando le dijo que había vuelto con su ex novio y debía casarse según se lo había pedido su abuelo. Y por su puesto, Mariola no podía contradecir en lo que decía su abuelo.

Aburrido porque ella siguiera pendiente de su móvil, Emilio buscó con la mirada alguna mujer hermosa con la cual pudiera distraerse. En ese momento vio una mujer de perfil, se encontraba anotando algo en su libreta, pero algo le hizo que se detuviese a observarla mejor. De pronto la muchacha cargada con la comida se quedó mirándole. Él sin ningún tipo de vergüenza seguía observándola. Tanto que le llegó a sacarle parecido con Mariola.

-Qué miras querido.-Por fin Mariola dejó a un lado su móvil para centrarse en su amante.

-Oh... nada querida, solo que he visto una chica que se parecía a tí.

-¡Qué dices! No seas iluso. --Mariola se echó a reír, y con toda la gracia que disponía se echó su cabello rojizo sedoso hacia un lado mostrando su sensualidad, dándole a entender a Emilio lo que desea.

La cena estuvo bien, a pesar de no volver a ver a la muchacha más atendiendo a los comensales, Emilio no se quitaba de la cabeza aquella muchacha con cabello castaño, ojos azules y un físico tan bello como el de la mujer que tenía delante suya.

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