Capítulo 9
Pasados unos días, Liam trató de hacer las galletas. No sabía porqué, pero se sintió de ánimos para hacerlas y lo intentó, bajo la excusa de que debía darle de probar galletas a Abihail luego de prestarle la dichosa miserable.
Las galletas iban de mal cocidas, a quemadas, muy dulces a sin sabor, demasiada vainilla, mucha mantequilla… la cocina era una estupidez. Dejó de intentarlo y llamó a Rebecca para que le dijera por celular qué era lo que debía hacer exactamente con las galletas. La peor parte de llamarla fue responder todas sus preguntas, era una chismosa.
Finalmente las galletas quedaron bien, o solo era Liam viéndolas bien de lo cansado que estaba por intentarlo. Incluso almorzó vigilando el horno para que no se quemaran, las puso en una lonchera de plástico y las guardó.
En un momento dado, la puerta emitió su característico timbre que indicaba que alguien estaba afuera y fue lo más lento posible a abrir, no es como si adorara recibir visitas, pero al abrir se encontró con unos lindos ojos negros muy iluminados.
-Hola, ¿Cómo estás? -Preguntó Abihail con una sonrisa.
-Normal -Respondió él.
-Entiendo... Bueno, te quería invitar a una reunión esta noche -Dijo, logrando hacer que el ceño de Liam se frunciera con desentendimiento-. Vendrá parte de mi familia y algunos amigos, si no quieres venir está bien. No te preocupes.
Liam lo pensó, no era muy fanático de las reuniones, mucho menos con “amigos” y “familiares”. Sin embargo, asintió.
-Bueno, será a las cinco -Anunció y se fue tarareando una canción.
Demasiado cordial, pensó.
…
Minutos más tarde, cuando ya estaba vestido con unos pantalones, camisa y chaqueta; todo en negro, se encontró frente a la puerta de su vecina tocando la puerta, sosteniendo unas galletas en una lonchera con su otra mano.
La puerta se abrió, pero tras esta se asomo una rubia pelicorta que tenía la misma expresión cálida y suave que Abihail. No eran hermanas, estaba seguro, no se parecían en nada físicamente; pero si emanaban lo mismo.
-Hola, pasa, Abihail está dentro -Dijo con mucha amabilidad, tanta que casi le da jaqueca a Liam.
Cuando entró, se sorprendió de ver unas seis personas en la sala, entre ellos, personas de su barrio. Todos lucían alegres y carismáticos, hablando en un tono adecuado pero sonoro, incluso las chismosas de su barrio que siempre lo miraban con cara larga estaban risueñas. Buscó con la mirada a Abihail y no la encontró por ninguna parte en la sala.
-Está en la cocina -Dijo la misma chica que lo había recibido.
Él asintió y caminó en esa dirección. Cuando estuvo ahí, Abihail estaba rodeada de cuatro personas, entre ellos, dos chicos. Abihail al verlo sonrió, le alegraba verlo presente, había tenido muchos sentires espirituales con respecto a él.
-Que bueno que estás aquí, ponte cómodo, en la nevera hay jugo y refresco, toma lo que quiera.
Esto era una reunión y, ¿Lo que planeaba servir era jugos y refrescos?... estaba loca.
-Traje esto -Dijo entonces extendiéndole las galletas. Ella sonrió ampliamente, las tomó y destapó para luego tomar una y morderla.
Liam la miró expectante, mirando sus expresiones. Abihail las masticó y tragó, estaban bien, bastante bien, pero reconoció las galletas de un principiante.
-Están muy ricas -Dijo, luego se acercó a él y le susurró-, para ser un novato.
Liam alzó una ceja, ¿Sabían tan mal que supo que era su primera vez? No le importaba lo que ella pensara, pero era un talento interesante; para él casi todo era, sabía o se veía igual.
-Abihail, todo está listo -Anunció una chica de cabello castaño oscuro y ojos verdes-. Podemos comenzar.
-Fue buena idea invitar a algunos vecinos -Agregó un muchacho castaño.
-Sí, realmente he estado ocupada con el trabajo y no he tenido mucho tiempo para conocerlos mejor, pero el tiempo de Dios es perfecto.
Liam frunció las cejas.
-Amén -Dijeron todos al unísono.
…
Liam no lo podía creer.
La chica tatuada, súper ecológica y extragenerosa era cristiana. Eso confundió a Liam un poco, ¿No que las personas cristianas no podían hacerse tatuajes?. Algo andaba mal…
-Yo quisiera saber -Intervino Sara, una de sus vecinas de barrio en medio de toda la charla acerca de Dios-, porque realmente es muy confuso, ¿Por qué si Dios nos ama, permite que nos pasen tantas cosas?
-Bueno, Sara- Comenzó a explicar Abihail, quien aparentemente era la líder del grupo-. Dios quiere cosas buenas para nosotros, muchas cosas buenas, pero lo principal que él quiere es que tú le sirvas; que le seas por pueblo y ÉL te sea por Dios. Y el detalle es que ÉL tiene sus leyes y mandamientos, que muchas veces no queremos oír ni cumplir. Entonces, así como la luz no puede mezclarse con la oscuridad, así Dios no puede estar con alguien que toma el pecado a la ligera, y he aquí la razón por la que a muchos les va mal.
>> Sin embargo, eso no quiere decir que el cristiano, por ser cristiano va a dejar de sufrir el peso de los problemas, no. De hecho, miremos lo que dijo Jacob en Génesis, capítulo 28; versículos 16 al 17 -Todos automáticamente abrieron sus biblias, excepto Liam quien no traía- : Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Yahweh está en este lugar, y yo no lo sabía.Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.
>> Escuche muy bien lo que expresó al final: “¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.” Habitar en la presencia de Dios no es cosa sencilla, esto porqué, cuando se es hijo de Dios el diablo lo sabe y ataca. El diablo sabe que tenemos un punto débil y por ello siempre busca atacarnos por ahí, lo determinante aquí es qué, si estás con Dios, el diablo no podrá hacerte caer: porque Dios estará contigo. Es como si… por ejemplo, antes eras un ladrón y ahora, como conociste a Dios, quieres dejar de hacerlo pero aún sientes esas malignas intenciones de querer robar algo: si tu corazón verdaderamente cree en Dios, obedecerá, pero si no cree, simplemente no lo hará.
>> Dios dice: Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. (Josué 1:5). Si tú crees en esa promesa, tu mente, tu alma y tu cuerpo estarán dispuestos a dejar de hacer lo malo; tu mente dirá: “No, Dios me ha dicho que si obedezco, el me bendecirá”, en cambio alguien que no está realmente con Dios dirá: “Es que lo necesito, Dios entenderá”. Si tuvieras fe, sabrías que no te sería necesario robar nada, porque nadie podrá hacerte frente en todos los días de tu vida, y si Dios lo dice ¡Cuán cierto es! Lo que falta es la fe y fidelidad.
Liam enarcó una ceja mientras escuchaba todo lo que Abihail explicaba.
Sin embargo, no creía ni lo convencía nada. Años antes, el necesitó de Dios y oró, y trató de agradarle, pero ese tal “Dios” le dio una patada inmensa en el trasero.
>> Mucha gente tiene pensamientos tan egoístas, tan vigilantes de solo su propio bien -Dijo Abihail, como si hubiese escuchado los pensamientos de Liam-, esperan que Dios haga todo lo que ellos anhelan, que Dios siempre sea quién les solucione todo, pero, ¿Saben algo? Dios sabe porqué hace las cosas como son; nadie puede cuestionarle porque él es DIOS, todos debemos estar sujetos a la voluntad de Dios, no ÉL a la nuestra. Y esa es otra de las razones por las que mucha gente se separa de Dios, creen que la vida será color de rosa, buscan agradar a Dios solo para los ayude al momento para luego continuar su vidas con rebeldía; y cuando Dios les da lo que realmente necesitan, no les gusta. Sin embargo, eso es para bien; si no soportas lo que Dios permite que te pase, es porque eres cobarde, rebelde y egoísta: precisamente la gente que Dios no quiere tener cerca.
>>Porque:
El que quiere amar la vida
Y ver días buenos,
Refrene su lengua de mal,
Y sus labios no hablen engaño;
Apártese del mal, y haga el bien;
Busque la paz, y sígala.
Porque los ojos del Señor están sobre los justos,
Y sus oídos atentos a sus oraciones;
Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal. 1Pedro 3:10-12 -Citó leyendo su biblia-. Es decir, el Señor no puede estar a favor de alguien que es contrario a él. Ahora, cuestiono yo, ¿Quieres que Dios te ayude cuando sigues haciendo lo malo? -Hizo un silencio-. ¡No mi hermano! -Hizo otro silencio-. Tú tienes reglas en casa y qué alguien venga a irrespetar esas leyes: tú le vas a reclamar. Pues eso es precisamente lo que Dios hace, y ÉL cuestiona: ¿Quieres poder vivir en paz? ¿Quieres que esté contigo?... pues está tú también conmigo, y con esto se refiere a -Comenzó a contar con sus dedos-: obedecer, ser fiel y amar; se resume en solo eso.
Obedecer, ser fiel y amar; se resume en solo eso…
Y en este mundo, eso es exactamente lo más difícil.
Esa noche, Liam estuvo pensando todo lo que habían hablado. Su corazón repasaba y repasaba todo lo que habían dicho acerca de ese Dios... Pero al final se cerró. Aquí el egoísta era ÉL; si realmente todo lo podía hacer, ¿Por qué entonces no lo ayudó en aquel tiempo? Solo había una explicación:
Dios no existe.
….
Luego que la reunión finalizó y todos se fueron, Abihail salió de su casa exactamente a las siete de la noche. Era viernes y era el día de la cena en casa de Antonio, su vecino.
Cruzó la calle rápidamente, caminó un poco por la cera contraria, y a los pocos segundos estuvo en dicho hogar. Tocó el timbre y esperó a que alguien saliera a recibirla.
Abihail tuvo que tocar una segunda vez, fue entonces cuando escuchó los pasos de alguien acercarse, y la puerta se abrió finalmente y dejó ver a una mujer madura de cabello rojo oscuro (teñido) y lindos ojos verdosos. Al verla, Abihail sonrió y la mujer igual, pero entonces los ojos de dicha mujer fueron a parar en el brazo tatuado de Abihail y aunque trató de disimular, su cara de disgusto fue evidente. En seguida Abihail se sintió algo incomoda.
-Hola -Dijo tratando de mantener su sonrisa-. Soy… Abihail, su vecina.
-Sí, supe que vendrías -Dijo la mujer, en el mismo acento que Antonio, forzando su sonrisa-. Antonio está…
-¡Abihail! -Entonces, para suerte de la pelinegra, Antonio apareció tras su madre; iba vestido muy casual, con el cabello algo desordenado, una camiseta blanca bajo una camisa desabotonada de cuadros verdes, negros y amarillos que resaltaban su piel y ojos también verdosos como los de su madre, acompañado de jeans grises rasgados.
Abihail lo admiró con algo de sorpresa, se veía… genial sin mucho esfuerzo.
No es que la chica fuese tonta, ya había notado la belleza extravagante que poseía Antonio, quizá ahora se trataba de los tonos que lo hacían lucir mejor, pero en definitiva se veía muy bien.
Igualmente Antonio admiró a Abihail, ella vestía con una linda blusa verde, con mangas finas y caídas, junto con una linda falda negra de corte alto, plisada y larga hasta el inicio de sus rodillas; calzando unas zapatillas negras sencillas.
Tales miradas las notó la mujer de inmediato, pero en lugar de alegrarse, se preocupó. Por como Antonio le había hablado de ella, sabía que su hijo gustaba de la chica, pero la chica no le inspiraba algo bueno con su físico. ¿Cómo es que estos jóvenes de ahora se pintan la piel tan a la ligera?
-O-os presento a mi madre: Amalia -Habló un poco apenado Antonio, luego miró a su madre-. Madre, os presento a Abihail, nuestra vecina.
-Ya me ha dicho su nombre. Un gusto, jovencita -Dijo la mujer, que luego miró a su hijo-. Podéis poneros cómodos, yo aún preparo la cena.
Dicho esto, la mujer se retiró de la puerta y Abihail pudo entrar a la espaciosa sala, la cuál admiró; la casa estaba pintada en un verde claro algo opaco, el piso era de cerámica blanca y los muebles iban en escalas de tonos beige y cafés suaves.
-Tu casa es muy linda -Alagó Abihail mirando ahora a Antonio.
-Sí, gracias -Dijo sonriéndole-. Por cierto, os veis preciosa.
De inmediato las mejillas de Abihail picaron, reconociendo un poco lo alagada y algo apenada que le hacía sentir tal cumplido, y eso que ella no era de sonrojarse mucho.
-gracias, gracias -Dijo riendo un poco-. Tú también estás muy apuesto.
-Gracias... eh, ¿Nos sentamos? -Preguntó Antonio señalando un sofá grande y visiblemente cómodo. Abihail asintió mientras alegaba:
-¡Sí! Estoy muy cansada por la caminata hasta tu casa -Antonio sonrió sentándose.
-¿No os apetece un masaje en los pies? -Preguntó este con burla.
-Pues fíjate que no estaría nada mal -Dijo ella bromeando.
Ambos rieron.
-Bueno, mientras descansáis por la caminata -Sonrió más-, podrías contarme un poco de ti. Como por ejemplo: ¿Qué edad tenéis? ¿A qué os dedicáis? ¿Qué os gusta hacer?...
-Oh, pues bueno… tengo 26 añitos -Dijo, y los ojos de Antonio brillaron-, trabajo como enfermera especial para un discapacitado y-
-Esperad, ¿Discapacitado?
-Sip -Respondió ella-. Tengo el cuido especial de un discapacitado, vigilo sus terapias, tratamientos, nutrición, etcétera.
-Vaya… tenéis cara de secretaria más bien -Abihail rio por lo dicho.
-¿En serio?
-Bueno, si yo fuera un empresario seguramente te haría mi secretaria -Dijo, mirándola intensamente, Abihail sonrió sintiéndose muy alagada otra vez.
-Y… lo que me gusta hacer más a menudo es repostería y leer.
-¡Genial! Algún día quiero probar vuestros postres.
-Sería un placer para mí que probaras algo de mis preparaciones.
Y se hizo un silencio, no uno incomodo, sino más bien uno agradable. Uno que Antonio aprovechó para mirarla con una sonrisa apacible y bonita, de dientes blancos y completos. Abihail también lo miró y sonrió. Hasta que ambos reaccionaron. Antonio carraspeó con su garganta y pasó su mano por su cabello rojizo anaranjado.
-¿Y que hay de ti? -Habló Abihail tratando de sobrellevar las direcciones-. Respóndeme lo mismo.
-Tengo 25; sí, soy un bebé delante de vos -Agregó guiñándole un ojito-, soy el administrador de una tienda de ropa, perteneciente a mi padre, y me encanta tocar instrumentos; sobre todo guitarra acústica, clarinete, violín y piano.
Abihail alzó sus cejas.
-¿¿Sabes tocar piano??
-Sí, puedo daros unas clasecitas si queréis -Dijo, a lo cual Abihail soltó un par de risitas.
-Me encantaría poder escucharte algún día -Habló ella con ensueño.
-Creo que eso se puede resolver… -Entonces Antonio se levantó y le ofreció su mano. Abihail vio su mano y luego a él, claramente confundida-. Os mostraré cómo toco, ¿Vamos?
Abihail de inmediato tomó su mano y este la guio por unas escaleras, luego de subir, fueron a una habitación específica. Al entrar, Abihail admiró el nuevo lugar. Era acogedora, no muy grande pero con suficiente espacio; parecía una especie de estudio por la mesa y los estantes con libros, pero lo que llamó la atención de Abihail fue el piano marrón de hermosa madera, ubicado al centro y fondo del lugar. Alcanzó a ver también una guitarra y violín, pero sin lugar a dudas el piano acaparaba la atención.
Antonio la acercó al piano, como si le diera permiso para tocarlo, y esta lo hizo. Paseó su mano con delicadeza por la brillante madera hasta llegar a las teclas, las cuales tocó sin presionar alguna. Con una mirada buscó la aprobación de Antonio para hacerlo, y este hábilmente se ubicó a su lado, tomó sus manos con sutileza e hizo presión junto a la mano de ella en una tecla, y esta emitió un Tim suave.
Abihail sonrió y miró a Antonio.
-Por favor, toca una melodía -Dijo con algo de ansias.
-Muy bien.
Antonio se ubicó en el asiento del piano, miró un poco a Abihail y suspiró tomando un aire de concentración.
Entonces la melodía inició, el suave sonido de inmediato penetró los sentidos de Abihail haciéndola cerrar sus ojos. No sabía mucho de música, pero la sincronía era hermosa, se sintió relajada y en paz…
Y finalmente reconoció la melodía de una canción llamada “Como dijiste”.
Una alabanza…
Tal cosa le confirmaba a Abihail que Antonio era cristiano, y tal conocimiento la hizo sentir extrañamente bien, feliz. Y sin evitarlo comenzó a cantar la letra de la canción.
-Vence en mis tinieblas con tu luz
Sé mi fuerza hoy, oh, Jesús
Encuentra mi escondite
Alcánzame si huyo, oh, Señor
Inúndame con tu amor.
Ven, Señor, como dijiste
Derrama tu gloria, derrama tu gloria
Oh, ven, Señor, como dijiste
Derrama tu gloria, derrama tu gloria.
Oh, ven, Señor, como dijiste
Derrama tu gloria, derrama tu gloria
Oh, ven, Señor, como dijiste
Derrama tu gloria, derrama tu gloria.
Me amas como padre, como un hermano
Y como un león feroz, como nadie
Con fuerza me buscas, para abrazarme
Me envuelves en tu amor...
Antonio también se sintió feliz en ese momento, estaba encantado, fascinado con la voz de Abihail, con su ser, con su sonrisa. Y este momento no hizo más que hacerlo sonreír como un tonto mientras tocaba y la veía y escuchaba cantar.
La melodía terminó, esplendida como toda canción para Dios y Abihail, que no había abierto sus ojos durante todo el rato los abrió, miró a Antonio y sonrió.
…
-Ah, que alegría -Dijo Amalia, la madre de Antonio, muy alegre. Luego de saber que Abihail era cristiana y que sus tatuajes se debían a un error de la adolescencia, cambió considerablemente la imagen mental que tenía de ella. Y para mayores placeres, le agradaba cada vez más. Se encontraban a la mesa del comedor, terminando una cena divina mientras conversaban un poco.
-¿Y tu padre dónde está, no cenará con nosotros? -Preguntó entonces Abihail sonriendo-. Si es tan agradable como tu madre, me encantará conocerlo.
-Oh, olvidé contaros eso. Mis padres están divorciados.
-Oh… yo… lo siento.
-No os preocupéis, querida -Intervino Amalia-, es un asunto del pasado que ya hemos superado. Gracias a Dios estamos en buenos términos y todo marcha bien.
-Ay, que alivio -Abihail se sujetó el pecho-. Pensé que había tocado una fibra poco favorecedora.
-Sois tan tierna -Alagó Amalia con una sonrisa-. Y decidme, ¿En qué iglesia os congregáis?
-Ah, soy la líder de una iglesia, nos congregamos en casa -Amalia frunció su ceño.
-¿En casa? -Abihail asintió- ¿Porqué no en un templo?
-Pues… indiferentemente de donde nos congreguemos, Dios va a estar con nosotros si le somos fiel. Además Dios no necesita una construcción para habitar, ÉL no habita en templos hechos por mano, es habita en nosotros si nosotros estamos prestos a él.
-Ya comprendo…
-Están invitados, si algún día quieren ir a escuchar un poco.
-Ya nosotros asistimos a una iglesia, pero algún día podemos pasar de visita -Asintió Amalia-. ¿Os reunís los domingos?
-No, nos reunimos todos los días -Sonrió Abihail.
-¿Qué? -Cuestionó ahora Antonio.
-¿Cómo sobrevives comiendo solo una vez por semana? -Cuestionó Abihail-. Podrías sobrevivir, pero estarías débil si solo lo haces una vez a la semana. Lo espiritual también tiene una expresión terrenal: así como necesitamos comer todos los días para estar nutridos terrenalmente, lo necesitamos a niveles espirituales.
-Pero el domingo es el día sagrado para Dios -Habló Amalia.
-Quizá, Dios tuvo por sagrado ese día para él, pero no dijo que debíamos solo reunirnos ese día. Jesús no esperaba cada domingo para hablar de Dios, hablaba todo el tiempo y todos los días se congregaba con sus discípulos. ÉL sabía que la nutrición espiritual diaria era necesaria, tanto para gentiles como para circuncidados o bautizados.
-Ah, ya veo -Dijo Antonio asintiendo comprensivamente.
-Bueno, entonces cualquier día de estos iremos a vuestra congregación de visita. Que sea la voluntad de Dios.
-Amén.
Minutos más tarde, la cena culminó, Abihail se despidió de Amalia y salió a casa junto con Antonio, que se ofreció a llevarla hasta su puerta. Una vez frente a esta, Abihail se volteó a él y le dio un abrazo, para luego sonreírle.
-Fue hermoso cantar junto a ti -Manifestó ella.
-Sí, lo fue -Sonrió él-. Puede que otro día os invite a… salir a algún lado, fuera de casa.
-Me encantaría asistir.
-Bueno, que descanses. Dios te bendiga.
-Amén. Dios te bendiga a ti también.
-Amén.
Entonces Antonio se fue. Abihail entró y cerró la puerta tras de sí para luego recargar su espalda a esta y darse cuenta que sonreía como una tonta.
Y es que se sentía feliz, estaba llena de gozo.
Y solo podía pensar en los lindos ojos verdosos del pelirrojo.
Eran verdaderamente cabello de candela, como dijo Liam.
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Fiufff... capítulo largo...
¡Pero acá está, espero les guste!
Dios les bendiga 😚
Acá les dejo la canción para que la escuchen si gustan:
Y un lindo cover en piano que encontré de la misma canción, y encajó perfecto xd. Además me encanta:
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