Capítulo 3
- Oh, me parece perfecto- Respondió Abihail al celular-. Muy bien, muy bien. Gracias... sí, a las siete.
Colgó su celular y dio un alarido de alegría, luego se tomo el pecho y trató de calmar su emocionado corazón.
- Gracias, gracias...- Decía mirando al cielo, a su Padre.
Luego que estuvo tranquila, se sentó a leer el pacto sagrado (la biblia) y Yahweh le regaló palabra:
Acción de gracias por la justicia de Dios
Te alabaré, oh yahweh, con todo mi corazón;
Contaré todas tus maravillas.
Me alegraré y me regocijaré en ti;
Cantaré a tu nombre, oh Altísimo.
Mis enemigos volvieron atrás;
Cayeron y perecieron delante de ti.
Porque has mantenido mi derecho y mi causa;
Te has sentado en el trono juzgando con justicia.
Reprendiste a las naciones, destruiste al malo,
Borraste el nombre de ellos eternamente y para siempre.
Salmos 9:1-5.
Entonces ella alabó a Dios con cantos de su corazón.
~0~
A la mañana siguiente, justo a las 6:45am, salió de su casa vestida y arreglada. Llevaba una blusa blanca de botones, unos jeans beiges y zapatillas negras con un decorado pequeño brillante en el centro. Quiso usar una blusa para tapar sus tatuajes, pero le pareció mejor que los viesen ahora y no después de contratarla; sería una mala sorpresa.
A la puerta de su casa oró en voz alta.
- Señor mío, ve delante de mí guardando mi salida y mis pasos y ve detrás de mí guardando mi espalda y porvenir. Dame gracia para caerles bien a esas personas y fortaleza e inteligencia para hacer las cosas de la mejor manera posible, todo, sin deshonrar tu nombre. Amén.
Cuando abrió sus ojos, pudo divisar a su vecino Benjamín salir de su casa y caminar hasta encontrarse con un policía que lo esperaba con un chaleco de servicio público naranja. Entonces sonrió. Se merecía ese castigo por ser desconsiderado con el planeta donde vive y con las personas de la limpieza pública y gracias a su testigo, pudo denunciarlo; el vecino del frente.
El taxis que había llamado llegó justo a tiempo y ella se subió sin percibir que Liam la siguió en todo sus movimientos hasta que se fue.
La dirección desde donde la solicitaban era una locura. Era un vecindario de gente adinerada, las casas parecían palacetes recargados en imponencia y elegancia pura. La casa en donde el taxista se detuvo no era la excepción: inmensa, con un jardín enorme y bien cuidado, y un garaje techado que dejaba ver autos de finísimas clases.
Entonces su estomago se retorció de nervios.
La gente rica era difícil, en ocasiones, y ella no era alguien que tolerara mucho la arrogancia. Si eran de ese modo, no duraría una semana trabajando aquí; si es que la contrataban.
Entonces recordó un versículo:
"Entonces Yahweh dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo."
Josué 3:7.
Y tuvo más confianza.
....
- Buen día- Sonrió una mujer mayor pero bien mantenida, iba vestida con uniforme de servicio muy elegante-. Eres muy puntual, son las 7:04am.
- Sí, me agrada llegar temprano- Respondió ella muy agradablemente. Sentada en la silla frente al escritorio de la elegantísima oficina de servicio.
- Me gusta eso- Sonrió ignorando sus tatuajes y con su mano comenzó a buscar en una gaveta del escritorio, cuando tuvo unos papeles en mano, la miró de nuevo-. Bueno, yo me llamo María, soy la ama de llaves de este hogar; casa de los Gibeli. Al Sr Gibeli por el momento no lo conocerás, es un hombre bastante cargado de trabajo y con tres hijos. Entre ellos, la persona a quien atenderás.
>> En mis manos tengo el historial médico de Leonardo- Le entregó el papel el cuál ella comenzó a leer un poco mientras María hablaba-. Tuvo un accidente hace un año y medio, eso lo dejó... paralítico- Suspiró-, y hace seis meses perdió a su madre.
Eso llamó la atención de Abihail, quién miró fijamente a María.
- Su actitud cambió desde el accidente, al principio no quiso comer ni medicarse ni hacer terapias, incluso se volvió alguien amargado; pero la muerte de su madre fue la gota que derramó el vaso. Ya ni siquiera soporta la presencia de nadie... es por ello qué, si esto no te agrada, es mejor que lo digas de una vez y... bueno- Se cortó con un semblante triste-. Sus hermanos también sufrieron, pero para él fue mayor el impacto. Primero el accidente que le quita la posibilidad de caminar, luego su madre... todo pasó muy rápido. Creo entenderlo.
Suspiró entonces con desgano.
- Tiene una actitud y temperamento especial, concluyo. Tendremos la primera impresión hoy y si... no te gusta, puedes simplemente rechazar la oferta- Dijo, entonces extendió a ella el papel del contrato, el cual leyó un poco, pero sus ojos casi se salen al ver la cantidad del pago.
- Está bien, haré lo que se pueda- Dijo Abihail sonriendo para intentar calmar la tristeza de María, esta también sonrió.
Solo le rogaba a Dios que le diera dirección. háblame padre, pidió en su mente.
Cuando estuvieron a punto de salir, María se detuvo cortándole el paso de salida, se volvió a ella y le habló con el corazón en la mano.
- Resiste, por favor.
Y entendió, aquí es donde su padre quería que estuviera. Ella solo sonrió y asintió.
Subieron entonces unas escaleras presentes en la sala enorme y se encontraron con un pasillo tan elegante con varias puertas, caminaron un poco y, a la quinta puerta, se detuvieron.
- Esta es la habitación del joven Leonardo- Anunció-. No espere que sea muy amable, su humor no siempre es el mejor y menos en la mañana.
Abihail tragó saliva un tanto nerviosa y asintió. Entonces abrió la puerta.
Abihail tuvo que cerrar la boca al darse cuenta que la había abierto de la impresión. La habitación del joven era del mismo tamaño de su sala, cocina y baño juntos... quizá más grande. Tenía una especie de recibidor con una ventana completa que dejaba ver parte del hermoso jardín trasero y lateral como también parte del barrio, caminaron un poco y se consiguieron con un arco que dividía el recibidor del área donde se ubicaba la cama y terminaba la gran ventana; la cama era enorme, blanca, casi para cuatro personas, tenía un televisor al frente y mesas de noche con lámparas en cada una, al fondo tenía dos puertas y un arco más pequeño que dejaba ver un pequeño estudio.
- ¿Leonardo?- Lo llamó María.
- Aquí estoy- Se escuchó una voz grave, luego el joven salió de su estudio manejando su silla de ruedas con una pequeña palanca. Al ver a Abihail frunció su ceño-. Veo que ya tienes otra- Agregó un tanto sarcástico dirigiendo su mirada a María con algo de contrariedad.
Abihail lo detalló totalmente, se veía joven, pero al mismo tiempo no tan joven, tenía las facciones más perfectas que jamás había podido ver, su barbilla cuadrada, nariz perfilada y labios finos de un tono rosa pálido. Su cabello era negro, muy negro y sus ojos de un tono azul muy claro. Pero su expresión era fea, muy fea.
María suspiró.
- Ella es Abihail Estrada- La presentó-. Será tu nueva enfermera- Dijo sencillamente, tratando de sonar dura pero se notaba su preocupación.
Leonardo miró a Abihail de pies a cabeza, pero sus ojos se quedaron fijos en sus tatuajes, luego en sus labios y finalmente en sus ojos; con una expresión de seriedad ligada con disgusto y altanería.
- No sabía que ahora contratábamos bandoleros- Agregó, seguramente por sus tatuajes, mirando a Abihail de hito en hito. Aquello no le agrado para nada a la chica.
María estuvo a punto de hablar, pero Abihail sintió que era su momento.
- Disculpe, pero usted no me conoce en absoluto. No puede catalogarme por lo que sus ojos alcanzan a ver.
María carraspeó con su garganta.
- No te preocupes, Leonardo. Abihail es una de las mejores graduadas de su universidad y tiene una carta de vida impecable.
- Lo que digas- Dijo entonces alejándose de ellas en dirección a su estudio.
...
- Necesito entonces que me digas- Habló María una vez abajo en la sala del hogar Gibeli-. ¿Crees ser capaz de... cuidarlo?
Abihail lo pensó, era una excelente paga y oportunidad de poner a prueba sus conocimientos, pero el tal Leonardo no dejaba mucho para desear.
Resiste, por favor.
Se repitió en su mente la imagen de una desesperada ama de llaves, entonces dio un suspiro y se armó de valor. Sería solo desde las siete de la mañana hasta las dos de la tarde, todos los días menos los domingos. Finalmente firmó el documento y se despidió de María.
"Entonces Yahweh dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo."
Josué 3:7.
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